Rosa meditativa. Salvador Dalí
1958
Ulrich está en permanente diálogo consigo mismo. Es un hombre
formado en una generación estudiosa, de la cual, para la década del treinta del
siglo XX, todos están ejerciendo una profesión y “por un camino más o menos
largo habían llegado del estado nebuloso al estado sólido, y por eso la
historia dirá de ellos al describir su siglo: “estuvieron presentes”.
En Ulrich y su generación, el yo es una voz que se escucha y se
acata críticamente; pero la crítica se dirige a denigrar de todo lo que se
aleje de la comunidad y los valores de los burgueses, apoyo de la corona. Esos
valores afianzados en el yo están en Austria y es lamentable que los alemanes
los critiquen. En Austria está la humanidad. Eso lo sabe Ulrich y por eso el
creador del proyecto de la “Acción paralela” ha pensado en él para que sea el
secretario de ese sentimiento devenido de un estado nebuloso a un estado
sólido. El mundo está lleno de experiencias indirectas porque se ha dejado la
vivencia propia, se ha cambiado por la información: los atributos no tienen
hombre y el hombre no tiene atributos.
Ulrich se habla y descubre dos Ulrich. Uno lleno de filosofía y
arte que responde al ser formal de la ética, la moral y tiene el ancestro
presente. Otro, herido por el desorden social, el caos, la insolencia del
proletariado. Un periódico proletario llama a la “Acción paralela” una
ideología de la clase dominante monárquica. Esta acusación además de indignar
al creador del proyecto, lleva a Ulrich a enfrentar un ebrio en la calle, que
vociferaba contra el emperador y su “Acción paralela”. El forcejeo con gritos y
un policía, termina con Ulrich detenido y conducido a un cuartel de policía por
querer, al final, defender el derecho del borracho.
Ese evento lo utiliza Musil para conectar a Ulrich con el diseñador
y promotor del proyecto. En el cuartel, el inspector tenía la petición de
ubicarlo y hacerlo llegar a la primera asamblea. Ulrich como secretario debía
redactar la primera resolución con el carácter de contenido ideológico de las
tareas. La “Acción paralela” debe ser poética para la admiración del mundo. Debe
darle a Austria la condición de centro del mundo y a su pueblo, como colectivo,
darle la tarea de hacer grandes acciones colectivas con base en ideas
redentoras.
La participación de Austria en las guerras ha sido actividad
reducida al criterio de los ministros del emperador Francisco José, con setenta
años de reinado; esa edad y la de sus ministros ha hecho inoperante el ejército.
Es necesario que la guerra sea asumida por el pueblo, actuando como colectivo,
para desencadenar la innovación y el sentimiento nacional.
Ulrich ha dejado de estar partido en dos. Une ciencia, filosofía y
sicología, para satisfacer el deseo de su prima Diotima, abanderada del
trasfondo ideológico de la “Acción paralela”. Ella dirige la Acción a un
“resultado espiritual” con hombres modernos; detiene el proyecto en el
nacionalismo campeante en Europa. En él reluce el cristianismo germánico como
la alta cultura alemana. Ella acusa al judaísmo de haber convertido a Austria
en una sociedad de profesionales guiada por la racionalidad. Los banqueros y
financistas semitas profesantes de una filosofía y ciencia práctica, se
olvidaron del espíritu alemán germano cristiano. Los convocados al proyecto de
la Acción, burgueses de las profesiones dueñas de la economía, aportaron su
prestigio y potenciaron la popularidad de la organización; pero luego del
progreso del pensamiento nacionalista, dentro de la “Acción paralela”, fueron confrontados,
a pesar de su encantadora dicción y cultura, de su liberalismo con libertad de
empresa y enriquecimiento, que los llevaba a concebir la sociedad como un
banco.
La razón el progreso y el liberalismo se cambiaron por el racismo.
Los hombres ricos, burgueses, en su mayoría de ascendencia judía, luego de
participar en las asambleas de la Acción, entendieron esas inspiraciones del
grupo como expresiones de aristócratas y cortesanos aburridos y levantaban sus
hombros despectivamente: ellos casados, convivientes y amantes de mujeres
germanocristianas, cercanas a la corte de Francisco José, comenzaron a sentir
como sus mujeres les miraban con superioridad en la intimidad de sus propias
casas.
Ellas sistemáticamente separadas por los varones de los temas y
decisiones políticas, tomaron la bandera de comparar el espíritu universal
germanocristiano, con las demás tradiciones culturales y decidieron que los
males del mundo causados por el capitalismo librepensador. Por este, los judíos
ricos han impuesto la ciencia, la racionalidad, sus profesiones, en detrimento
de las ideas universales de la Austria Imperial. La monarquía y sus cortesanos
aristócratas, preservantes de la genealogía de sus apellidos privilegiados,
dejaron participar a sus las mujeres en la Acción porque veían en el orden
tradicional la grandeza austrohúngara.
Ulrich metido en su yo, actuaba según las circunstancias y
observaba expectante. Como secretario del proyecto, compila las comunicaciones
radicadas en la oficina que le ha sido asignada. Las comunicaciones tiene el carácter
de ser una suerte de Cahier de doleance, en los que la gente, el pueblo
colectivo, más organizaciones sociales reconocidas, piden como debe ser el actuar
de la “Acción paralela”. El secretario hace una selección y entrega dos legajos
a su jefe. Entre las peticiones hay una en la que reconoce a su autora por el
estilo, la letra y la manía de subrayar: viene de su amiga Clarisse. Ella pide
a la “Acción paralela” declarar el “Año de Nietzsche”, de la misma forma como
se ha declarado el “Año de Austria”.
El secretario comenta la comunicación con su jefe y en ese diálogo
entre ambos personajes, el autor de la novela El hombre sin atributos registra la
percepción de un debate presente en la época, en el tiempo de la novela. La pretensión
de Ulrich, sabida en las asambleas, de abogar por un asesino misógino y alegar
locura periódica, opera en la cabeza de Clarisse, dama impulsora de la Acción,
y la asocia con el pensamiento de Nietzsche. Ella ha leído ese autor por
incitación de Ulrich y la asociación mental ocurre por el tema de la enfermedad
mental. La dama expone un condicional: si se quiere exonerar un asesino
misógino por loco periódico, se debe celebrar al filósofo, también con accesos periódicos
de locura.
Musil se mete en el yo del
asesino. Lo muestra como un hombre inculto que se creó un odio contra la mujer
desde su madre. Ella no lo respaldó cuando deseó el sexo de su maestra y esta, ante
tal impertinencia, le rompió una cuchara de madera en la boca. Debió dedicarse
al vagabundeo, hasta el día del encuentro con la mujer con cara de ratón que lo
quiso acceder sexualmente, por la fuerza, y debió asesinarla por el odio
acumulado desde la actuación de su madre y la maestra. A pesar de su falta de
educación, el asesino misógino, ya preso, medita y reflexiona sobre el derecho,
las gentes en sociedad, la educación negada, la riqueza, la pobreza y el poder.
Su pensamiento es una función subconsciente que se puede asociar con el
surrealismo: él se ve en el rostro de los otros, no sabe si sueña o vive en
vigilia, un mundo nebuloso y gris en el cual nace una rosa de colores vivos. Va
por calles vacías; pero llenas ojos tras las piedras y paredes.
Se unen varias líneas de pensamiento en las
asambleas. El yo y el sicoanálisis; la historia y el derecho nacionalcolectivo;
la razón capitalista y el ancestro judío; la locura y la estética; la
enfermedad mental y la filosofía; la mujer y la política; la tradición y la
necesidad de modernización. Los personajes escuchan perplejos, se confunden y
solo logran darle coherencia al pensamiento del nacionalismo austríaco. Desde ahí
quieren medirlo todo.
Excelente, un impecable análisis.
ResponderEliminarExcelente, un impecable análisis.
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