viernes, 28 de abril de 2017

Este siglo huele a cuerno chamuscado. Sobre El hombre sin atributos de Misil

Toulouse Lautrec. Baile en el Moulin Rouge 1890

Existe una forma de hacer la historia en la que solo aparecen los héroes, quienes en general, fueron los dueños del poder, por la riqueza, por la fuerza, o por ambas. En La revista de la Universidad de Oxford Past and Present, de la escuela inglesa de historia, se expresaba frecuentemente uno de sus creadores Edward Palmer Thompson, sobre la necesidad de revaluar la historia política de héroes y poderosos, cultivada en el siglo XIX, y meterle la gente a la historia política. La gente, de la cual no queda nada en los archivos, excepto su nombre o número estadístico, la encontramos en la literatura. En esta, tomada como fuente de información, para la elaboración de la historia, está el ser humano ficcionado, pero verosímil, porque, la creación de personajes tiene un referente real.
 
El hombre sin atributos de Robert Musil, es una novela que nos da los sentires y aspiraciones de la época antes de las guerras mundiales del siglo xx. Puede leerse entre líneas de los diálogos que sostienen los personajes, una crítica al positivismo y una defensa de la tradición aristocrática con el interés de someter la vida a una asepsia social. Se descubre que esa sociedad, la que hizo la guerra mundial, fue el último obstáculo del espíritu moderno para imponerse y universalizarse.
 
Ulrich, secretario de la Acción, clasifica y archiva las peticiones del pueblo. Hace dos legajos, uno con las peticiones abolicionistas, otra con las incrementales. Los abolicionistas piden así: "el primero cargaba la responsabilidad del mal tiempo" a los entes visibles y exigía el exterminio de los judíos, de la iglesia católica, el socialismo y el capitalismo; la mecanización del pensamiento, la desidia del desarrollollo técnico, la promiscuidad racial, el urbanismo, el latifundio, el intelectualismo, la insuficiente instrucción del pueblo. "Acabar con el culto al arte porque la vida es mejor poeta que todos los escritores". El éxtasis del alpinista en la cumbre de la montaña es suprior al que da la filosofía o el arte, por eso se debe impulsar los clubes de alpinismo.
 
Ulrich concluye que unos buscan la salvación en el pasado y otros en el futuro. Él y su prima Diotima tienen en su haber todo de la Acción incluido el recorrido por la ciudad de Viena y la ruralidad de Austria, para conseguir adeptos para la Acción. Musil registra lo que ven los ojos de estos dos personajes. Las gentes rurales no tienen asepsia, en Viena hay tres tipos de gentes con respectivas residencias en las que se ven sus gustos, aspiraciones, o el pasado. Los burgueses sobrios, con sus casas limpias y severas. Los aristócratas en sus viejos palacios llenos de bellas obras de arte, pero fríos y amenazan ruina. Las casas de la clase media, funcionarios del Estado, agradables, con agua, cómodas. La ciudad es bella y hace feliz quien la recorre.
 
Los diálogos entre los personajes muestran los contenidos mentales de ellos y de la época. Los jóvenes se admiran; ellos conciben que el vestido es el súmmum de la civilización y la desnudez es la barbaridad del salvajismo. Cortejan a las mujeres por su porte y expresión y se hacen acompañar de ellas, para sostener diálogos en los que ejercen la convicción de su superioridad intelectual. Hablan de las posibilidades del pensamiento con ejemplos de la naturaleza difíciles de comprender. Si ellas dicen no comprender no importa, si escuchan el interlocutor sigue adelante.
 
Ellas se admiran y se tocan, les está permitido. La juventud de sus cuerpos es una atracción y una vía para entrar en la sociedad, no solo de ellas, sino de la familia. Sus cuerpos se entienden como objeto de deseo pero se tiene presente los reglamentos para acceder a ellos. Hay deseo sexual entre parientes y del padre viejo ante sus hijas jóvenes, pero saben detenerse y distinguir la caricia filial de la sensual.

La asamblea de la Acción vuelve. Se reúne para el aniversario del imperio llamado Kakania. Confluyen todos los intelectuales, filósofos, literatos, poetas y artistas. Diotima los escucha y percibe los contenidos mentales a través de palabras salidas de encías rosa. Concluye que está ante unos intelectuales divorciados de la realidad, lo que dicen no tiene relación con la vida práctica. Detecta la diferencia entre ciencia y sentimiento; pero como el autor Musil la ha caracterizado como un mujer hermosa y administrativa, decide él emprender una diatriba contra la ciencia y su fundamento filosófico, el positivismo.
 
Dice que el siglo está preso de una borrachera de positivismo, la misma que comenzó con Galileo Galilei y la que le dio al capitalismo fuerzas para expandirse. El siglo huele a cuerno chamuscado, el positivismo es infernal. La vida se mira desde un solo lado y es necesario que el nacimiento enrevesado del siglo sea corregido por las manos del creador. Esta reflexión de Robert Musil rebela el sentido y concepción de la vida de este autor alemán del tiempo temprano del siglo xx. Los personajes aparecen y con mucho tacto y dilectancia va construyendo su mentalidad y las va adscribiendo a la Acción Paralela, según su imaginario. Diotima en la última asamblea detectó en el debate los puntos de vista pero es el autor quien los desarrolla.
 
Musil registra en El hombre sin atributos, el estado mental de su tiempo. En ese, la ciencia tiene un momento en el curso de su conquista de la cultura. Desde su aparición como ciencia moderna, en la época de Galileo, comenzó su ascenso, lento pero definido, hacia la conquista del mundo. La percepción de Musil, en su época, se puede caracterizar como el momento que preludia el dominio universal de la ciencia, y la cultura austríaca fue su último obstáculo. Luego de las dos guerras, la ciencia moderna encontró la llanura de su expansión.

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