La muerte fácil de los inmaduros
Por Guillermo Aguirre González
El guardián entre
el centeno es una historia narrada por el joven Holden Caulfield, de edad apropiada
para estar en la secundaria. Un primer escenario, se ubica en el colegio de
secundaria Pencey de Agerstown, Pensylvania. El colegio tiene un régimen muy
norteamericano. La secundaria se cursa con residencia en el mismo colegio.
Holden tiene como compañeros de cuarto al donjuan Stradlater y al sucio y
mugroso Ackley. Holden está en proceso disciplinario y será expulsado. Ama la
lectura por sobre los deberes académicos. Rinde en su deseo de conocer el mundo
a su manera, más no en el cumplir el orden y la obligación de la institución;
por ello será expulsado del colegio.
Esta aptitud de
Holden, lo potencia ante los demás compañeros y por ella es capaz de considerar
a su compañero de habitación una criatura. Sistemáticamente así lo llama; pero
el lector puede explicarse el uso de la denominación, por ser Ackley un
compañero sin ninguna higiene, o por tener, el propio Holden una concepción del
ser humano distinta a la del creyente religioso.
Considerar a otro
como criatura, es considerarlo un producto, un diseñado, un creado por dios.
Esto es posible porque Holden se declara ateo, es decir, piensa que los
creyentes se sienten criaturas y los ateos creadores. Esta es una reflexión de
un ser maduro, con suficiente edad que le permita establecer distancia con la
relgión por el tiempo dedicado a la lectura. Pero la edad declarada por Holden
en el texi que lo lleva al bar de Bern's, es trece años. Situación que no
concuerda con las aventuras de Holden en New York. Vive en la ciudad, la
conoce, pero el lenguaje, el manejo de las situaciones, son ingredientes muy
adultos para estar en la caracterización de un menor de edad. Se sabe que los
jóvenes de las clases altas norteamericanas y europeas, tienen acceso temprano
a los bienes de la cultura; por la calidad de la educación y la vida. A los
diez o doce años ya se han acercado de manera clara a la filosofía, la historia
o la ciencia. Pero ese no es el caso del renegado Holden.
Se debe tener
presente, la voluntad de mentir del joven Caulfield. En general se pone más
edad, cuando quiere hacerse vender licor en los bares. En el caso, cuando
declara tener trece, lo hace para escandalizar a un taxista que lo transporta;
pero según el ambiente y la propuesta de la novela, es necesario adjudicarle al
narrador, Holden Caulfield, una edad aproximada a los diesiseis años.
Sin embargo la
intensión de Salinger de mostrar la vida de la ciudad se cumple. Pero más que
la vida de la ciudad, este novelista se traza el cometido de leer la sociedad para
devolverle a la sociedad la visión de un joven crítico. Cumple uno de los
propósitos de la literatura, nutrirse de la sociedad para luego nutrir la
sociedad, en un proceso de retroalimentación.
Lo que devuelve
Salinger es una sociedad con seres humanos que recién han salido de la segunda
guerra mundial y han salido triunfadores. El síndrome de la victoria cala hasta
las raíces de la ética y la moral. El joven pudiente se libera de las ataduras
familiares y se decide por la vida independiente. Se quiere beber la ciudad a
partir de un diálogo interior de ponderación sobre las cosas y los demás.
El guardián entre
el centeno, es una propuesta de vida para una ciudad (sociedad) triunfante. La
sexualidad se relaja, la familia independiza a sus miembros jóvenes, se
potencia el éxito económico, se refuerza el individuo y su relación existencial
con el medio.
Para el joven narrador
de la historia, autovalorado como intelectual e inteligente, los seres humanos
se presentan como pueriles, insulsos, pretensiosos y pedantes. Ante este mundo
el joven Holden, vomita y odia la ciudad y sus gentes. Odia el colegio, odia a
Nueva York "y todo eso. Los taxis, y los autobuses de la Avenida Madison,
con esos conductores que siempre te están gritando...”
La crítica
repetitiva a todo lo de su entorno, la entiende Holden como lo que le produce
depresión. Le pasa con regularidad y el lector cree que es permanente, porque
le fastidia todo. Afirma salir de la depresión si pudiera irse con una mujer
bella a recorrer el país en auto y vivir en una cabaña cerca de un arroyo.
La independencia
que posibilita el automóvil a los jóvenes norteamericanos, tiene las
características de una revolución de las costumbres. La intimidad del auto
presenta alternativas, para zafarse del control de los padres y adoptar los
modelos sociales que presentaba el cine, quien entra a ocupar la mayor parte
del tiempo libre.
El joven
Caulfield, quiere dejar la secundaria, e irse en un auto a recorrer el país,
porque está harto de todo y todos. Esta condición la presenta Salinger, porque
quiere entrar en el sentir y pensar de un joven adolescente y logra mostrar un
ser lleno de contradicciones, en angustia permanente. Holden se declara ateo
pero invoca a dios, odia el cine pero lo ve, ama el sexo pero rechaza las
oportunidades.
Más allá de la
siquis adolescente, se tiene una semblanza social. En la segunda posguerra los
norteamericanos se disponen a cambiar, hablan del sexo y de la desigualdad
social. La angustia existencial se generaliza y el sicoanálisis se hace una
alternativa. El ser humano moderno de la sociedad capitalista profundiza el
individualismo y se siente víctima y verdugo a la vez, por eso El guardián
entre el centeno recomienda: "lo que distingue al hombre inmaduro es que
aspira a morir noblemente por una causa, mientras que el hombre maduro aspira a
vivir humildemente por ella". Dos conductas recomendadas: morir tras dejar
una huella célebre. Otra: vivir largamente y hacer aportes pequeños al
bienestar de la humanidad, de manera imperceptible y anónima.