jueves, 24 de noviembre de 2022

Una sociedad para moldear. Bello años setenta

Prólogo

Escribir sobre esta década, sobre lo acontecido en el municipio de Bello, sus gentes, la geografía, la cultura, debe hacerse desde un lugar de la historia que permita reducir el universo del complejo mundo social a unas regularidades apropiadas para dejar una imagen clara en el lector sobre ese espacio-tiempo. Para ello se asume la siguiente perspectiva: contra el abuso de la Historia de las Mentalidades caída en el estructuralismo, negado a los lazos fundantes de los fenómenos y conceptos; es decir, los fenómenos y conceptos tienen un lazo y una génesis en el pasado reconstruido por la ciencia de la historia. Estos nexos fueron negados por la Historia de las Mentalidades y su historia inmediata descuidada de las génesis de los fenómenos, génesis despreciada por el estructuralismo como modelo. Contra este desprestigio y deformación de la Historia de las Mentalidades, tal como fue pensada por los Anales, se construye un género denominado Microhistoria, que reivindica la interdisciplinaridad y la etnometodología para tratar las historias particulares, historia de grupos, de sociedades localizadas, casos judiciales excepcionales, extravagantes o célebres.

La Microhistoria no se conforma con las mentalidades1 va hacia la Historia Cultural que profundiza la interdisciplinaridad y establece lazos muy claros con la antropología, la sociología y la larga duración. “La llamada nueva historia cultural no rechaza en modo alguno las expresiones culturales de la elite o clases letradas; pero muestra especial aprecio, tal como la historia de las mentalidades, por las manifestaciones de las mayorías anónimas: las fiestas, las resistencias, las creencias heterodoxas [aprecio] por lo informal […] por lo popular”2

Los años setenta del mundo local de Bello, en este ensayo documentado, se muestran con la información rastreada en testimonios escritos por los protagonistas y en cuyos testimonios están, con intensión o no, actos de las elites o las gentes anónimas. El ubicar el tiempo y el espacio exige rigor y precisión para captar la diferencia con las décadas precedentes y lograr la especificidad de la nueva historia cultural que no puede despreciar ningún detalle, porque hasta en los más mínimos actos está la humanidad y la génesis de una idiosincrasia o la explicación de los hechos.

Bello y el trasfondo político nacional de los setenta

La frustración por la inoperancia de la reforma agraria de Lleras Restrepo y la persecución de los usuarios campesinos impulsó de nuevo el éxodo del campo a la ciudad. Así se inicia la década de los setenta del siglo XX. Los intentos de los gobiernos del Frente Nacional para frenar el éxodo fracasaron porque en realidad no hubo reforma agraria3. Los años setenta entraron al municipio de Bello con una inmigración sostenida y aumentada. La reforma administrativa y constitucional de Lleras Restrepo debilitó económicamente el nivel local al obligarlo a tramitar los recursos ante los institutos descentralizados como el Incomex, Colcultura, Colciencias, Incora y el Dane. Los años setenta entraron con la intención del poder político de soltar el concejo municipal de la repartición bipartidista de las curules4 para permitir flexibilidad y garantizar así el acceso a matices políticos locales de los partidos.

Adicional al reacomodo político para el Frente Nacional, se obligó a los trabajadores a recibir unos salarios congelados para evitar la inflación y a someterse a los tribunales de arbitramento después de cuarenta y tres días de huelga, en los que los trabajadores debían adoptar el contrapliego elaborado por los patrones5.

Entran los años setenta al municipio de Bello con el prestigio fortalecido de las guerrillas: las Fuerzas Armadas Revolucionarias -FARC- fundadas en 1961; el Ejército de Liberación Nacional -ELN- fundado en 1965; el Ejército Popular de Liberación -EPL- fundado en 1967; las Fuerzas Armadas de Liberación -FAL- fundadas en 1969; el Frente Unido de Liberación -FUL- fundado en 1969; y el Movimiento 19 de Abril -M-19- fundado en 1973. Fueron años de proliferación de protesta local. Los estudiantes organizados en movimiento constante lograron hacer alianzas con los obreros a pesar de la amenaza de los tribunales penales militares a quienes se les dio la atribución de enjuiciar a los civiles6

El domingo 19 de abril de 1970, en el parque Santander de Bello hubo un aparato de televisión instalado bajo el umbral de la puerta a la calle y de acceso al Salón Centenario. Al lado un radio transmitía los boletines de la registraduría y las noticias sacadas de los puestos de votación por periodistas. Estas noticias ponían en primer lugar de los votos depositados y contados al exdictador, jefe de la Alianza Nacional Popular -ANAPO- Gustavo Rojas Pinilla. A las siete de la noche apareció en la televisión la imagen del presidente Lleras Restrepo, saltarina y distorsionada por la mala transmisión, característica de la señal de televisión de la época; el presidente anunciaba la adopción de toque de queda, estado de sitio y la prohibición de la transmisión de datos electorales. El lunes 20 de abril Colombia amaneció con un nuevo presidente llamado Misael Pastrana Borrero. Los anapistas en protesta, organizaron una guerrilla urbana llamada M-19. En Bello, la Anapo llegó al concejo municipal con una mayoría abrumadora.

La inmigración sostenida ocupó zonas marginales y se les dio a sus viviendas improvisadas el nombre de “tugurios”7; y a su vez la cantidad de gente llegada creó una gran demanda de vivienda y la ocupación en la construcción de los recién llegados: “una vez que llegaba a la ciudad el campesino era vinculado a la construcción, pero cuando comenzó a caer el crecimiento del sector, el que no estaba calificado para otras labores caía en el desempleo”8.

En Bello el concejo en manos de anapistas, la calle llena de albañiles sin trabajo, el espacio urbano desfigurado, liberales y conservadores raizales descreídos y asustados, fueron elementos en confluencia que dejaron la sensación de crisis, algo así como una especie de principio del fin. Y más aún, estas sensibilidades se cruzaron con la proliferación de delitos comunes, robos, atracos, tráfico de narcóticos e invasión de tierras colindantes con el perímetro urbano.

Para 1972 la actividad política de Bello, volvió a sus cauces bipartidistas con las adscripciones de los anapistas a sus partidos de origen; y algunos de los protagonistas de ese concejo monolítico anapista, engrosaron los nuevos partidos de oposición, como la Unión Nacional de Oposición -UNO9.

El furor por la toma de calles con manifestaciones políticas tuvo siempre caudales de participantes. Los protagonistas fueron, en los primeros años de los setenta, los estudiantes y los partidarios de Rojas Pinilla, porque hubo cuadros anapistas dentro del movimiento estudiantil local. Pero en el debate político estudiantil primó la influencia de las guerrillas, en especial las más prestigiosas del momento: el EPL y ELN. Las calles fueron tomadas periódicamente en el día, y en la noche se “racionalizaba” la experiencia en los cafetines.

Los cuatro primeros años de la década, se pueden diferenciar, tuvieron su identidad, porque la candidatura y el triunfo de Alfonso López Michelsen, recuperó el partido liberal con el prestigio político adquirido desde 1959 por oponerse al Frente Nacional. Así el liberalismo arrastró estudiantes y trabajadores antes simpatizantes con la guerrilla y el sindicalismo independiente. El liberalismo remozado legalizó las centrales obreras comunistas y democristianas: la Confederación Sindical de Trabajadores Colombianos -CSTC- y la Confederación General de Trabajadores de Colombia -CGT-10

Las manifestaciones callejeras se transformaron en paros cívicos para exigir servicios públicos. Ese fue el carácter de la práctica política. Esto hizo visible la alianza obrero estudiantil en los barrios, otrora monopolizados por las Acciones Comunales.

López Michelsen se volvió prestigioso por oponerse a cualquier acuerdo entre liberales y conservadores, pues eso implicaba mantener el Frente Nacional. A partir de 1974 la política en Bello pareció volverse violenta entre los trabajadores municipales adscritos a los partidos tradicionales y a la Anapo. En la década, fueron memorables dos asesinatos motivados políticamente: El concejal de la Anapo Pablo Baena, acribilló al veterano participante de la guerra de Corea por mutuas agresiones entre sus familias y acusaciones de mal comportamiento. Dentro de los liberales divididos en sectores (lopiztas, lleristas, turbayistas) hubo enfrentamientos por la adjudicación y manejo de contratos y contratistas; resultó muerto el trabajador municipal Gildardo (Tato) Muñoz, luego de ingerir aguardiente envenenado. El crimen ocurrió en el estadero Tres Jotas sobre la autopista norte, lugar al que acudían los habitantes de Bello cuando querían “bailar y beber”.

La escena política en al momento del fin del Frente Nacional, 1974, estuvo matizada por la división dentro de los partidos tradicionales y los intentos de unión de la oposición. Los conservadores tuvieron tres matices: ospinistas, alvaristas y valderramistas. Los liberales se dividieron entre lleristas, lopiztas y turbayistas. La oposición organizó el Movimiento Amplio Colombiano -MAC-  con parte de los anapistas y luego estos con los comunistas organizaron la Unión Nacional de Oposición -UNO- en 1972 al que se adhirió el Movimiento de Izquierda Revolucionaria-MOIR-.

Estos matices políticos tuvieron expresión y caracterizaron la vida social y cultural de los años setenta en el ámbito local de Bello. Los paros cívicos y la alianza obrero estudiantil fueron la cotidianidad de 1974 a 1978. Proliferó el sindicalismo independiente, alternativa al sindicalismo reconocido por el estado. Los independientes simpatizaron con las guerrillas e influenciaron a los estudiantes.

Así se nutrieron los paros cívicos realizados contra la carencia de servicios públicos. Para 1976 el sindicalismo rompió con el gobierno de López Michelsen. Los sindicatos tradicionales UTC y CTC, cayeron en el desprestigio y en la “ineficacia […]. El nuevo sindicalismo, conformado por la CSTC y el [sindicalismo] independiente se fortaleció”11 y esta fortaleza realizó el paro cívico nacional general en noviembre de 1977.

El domingo 4 de junio de 1978 en Bello, fue especialmente luminoso. En la Avenida Suárez las banderas y gallardetes rojos primaban y producían en los ojos de los presentes unas imágenes del espacio en extremo resplandecientes por el oro del sol y el rojo liberal. Las gentes a mediados del día premonizaban sobre el triunfo liberal y los más adultos hablaban de ser esto una fiesta en comparación con las elecciones de los años cuarenta del siglo XX, en las que dominaba la persecución y el asesinato contra quien exhibía el color rojo. Así el liberal Julio César Turbay Ayala obtuvo ciento cincuenta mil votos más sobre su oponente, el conservador Belisario Betancur.

Las paredes y postes de las luminarias públicas estuvieron forrados con carteles rojos azules y amarillos. Los rojos mostraban en un primer plano el rostro de Turbay; los azules el medio cuerpo de Belisario Betancur; y los amarillos tenían la inscripción del movimiento Firmes impulsado por la revista Alternativa dirigida por Gabriel García Márquez.

En la Avenida Suárez de Bello se condensaba el mundo social y político de la ciudad. El bar de mayor prestigio llamado El Cortijo se ubicaba en la esquina más estratégica. Y su segundo piso fue espacio de ocupación por directorios políticos. El triunfo estrecho del turbayismo potenció el llerismo, quienes ocuparon ese segundo piso con el Directorio de la Unidad Liberal Popular, inspirado por el expresidente Lleras Restrepo y sus seguidores Luis Carlos Galán y Apolinar Díaz. El activista liberal de Bello Alberto Díaz Muñoz fungió como el bastión local de ese movimiento. Así la Avenida Suárez fue el centro político del municipio; allí se ubicaron los directorios políticos y lugar de las componendas, nombramiento de funcionarios y en general como lo llamaban desde la picaresca local “El mentidero”.

Pero también hicieron parte del espectro político, los brazos extendidos de las guerrillas fortalecidas por el paro cívico de 197712 y la persecución generada en el Estatuto de Seguridad de Turbay, promulgado recién llegado a la presidencia: este amplió el poder de los militares para juzgar a los civiles. En Bello crecieron células del M-19, el EPL y el ELN. Hubo lucha entre ellas por la interpretación de las teorías marxistas y por quien debía dirigir las protestas. Se impuso el modelo de guerrilla urbana al estilo de los tupamaros uruguayos.

Ya estaba sobre espacio de la ciudad una nueva actitud llamada movimientos cívicos, críticos de la lucha armada y de su intromisión política dentro de las protestas populares para pedir solución a los problemas de vivienda y servicios públicos.

Guerrilla urbana y paros cívicos, entraron en franca contradicción y terminó, para 1980, ganando la opción Movimiento Barrial, figura organizativa que se depuró de guerrilleros y sus simpatizantes; estos últimos desde finales de los años setenta se inmiscuyeron con el narcotráfico, aunque luego rompieron con él13. La ruptura de la guerrilla con los narcotraficantes, por el secuestro de la hija de los Ochoa, generó una guerra, que se expresó en Bello en un no definitivo a la lucha armada por parte de los líderes y activistas de lo que comenzó a llamarse Movimiento Cultural.

Un molde para la sociedad

Una constante se resalta en las observaciones sobre el municipio de Bello en los años setenta: el permanente conflicto político – administrativo que imposibilitaba a quienes allí llegaban a realizar soluciones de fondo de los problemas planteados a una ciudad con inmigración permanente. Los administradores y políticos los vislumbraban, pero no los sistematizan en un plan coherente.

La empresa Fabricato fue consciente de esta situación y adoptó dos políticas o planes para enfrentarla, porque su población trabajadora en su mayoría residía en Bello: los análisis de la empresa, hechos por el decano de la facultad de Sociología de la Universidad Pontificia Bolivariana Harvey Peláez, concluían en la necesidad de descentralizar sus factorías y en el impulso de planes para cualificar a los trabajadores y sus familias14.

Aunque el análisis generaliza para ciudades colombianas, las características están construidas con la experiencia en Bello: “El crecimiento exagerado de algunas ciudades, genera una serie de fenómenos socio-económicos que muchas veces adquieren características patológicas. La delincuencia, la prostitución, el desempleo, los poblamientos marginados, el hacinamiento, la polución del aire, la congestión del tráfico, la anomia social, los conflictos laborales, la creciente inmigración rural [y] la carencia de recreación sana”15. Esto pasa cuando las ciudades y la sociedad tradicional entran en la industrialización. Las acciones para solucionar esos problemas tendrán que ser de capacitación y educación de la población.

Fabricato se preocupó por el desarrollo de la comunidad –dice “Fabricato Al Día”- desde 1954, y en 1964 realizó una “investigación sobre las necesidades del personal de la fábrica [que recomendó] la creación a mediano plazo de un organismo independiente que canalizara y agrupara todas las actividades […] de Bienestar humano […] no solo con los trabajadores sino con la comunidad en general”16.

En marzo de 1970 la Asamblea General y la Junta Directiva de Fabricato aprobaron y consiguieron la personería jurídica de la Corporación Fabricato para el Desarrollo Social con el objetivo de impulsar “el bienestar social, el mejoramiento de las condiciones de vida de los colombianos [y] el desarrollo integral de la comunidad”, en las áreas de la educación, la cultura, la salud, la formación comunitaria, promoción y organización de comunidades de base, el deporte, “y en general todas aquellas actividades que sirvan de medios para el logro de su objetivo…[las áreas se implementarán en cuatro zonas, así:] Zona I Bello (120.000 habitante). Zona II Oriente Antioqueño. Zona III Valle de Aburrá. Zona IV Nivel Nacional”17. La corporación se dotó de un equipo interdisciplinario: ingeniero, arquitecto, trabajo social, filósofo y expertos en deportes y artesanías; y canalizará todos los “esfuerzos que entidades o personas estén realizando para promover el Cambio Social Planeado”18.

La estrella del norte

Los acontecimientos sociales y culturales del primer año de la década, se pueden imaginar con la información que brinda el semanario “Estrella del norte”. Este semanario se inició en 1968. Se llamó “La Cordillera”; pero el fundador Iván Calle Guerra se decidió luego por el nombre “La estrella del norte”. Se originó en el Instituto Jesús de la Buena Esperanza y luego se administró desde una oficina en la Avenida Suárez. La primera época data tres años 1968 – 1970 y alcanzó 52 números, dice su fundador.

Aquí registramos el año de 1970 para leer los acontecimientos de la vida social y cultural en el año de apertura de la década. El periódico felicita al alcalde Silvio Londoño López y al teniente de la policía por los operativos de la navidad de 1969 que redujeron los delitos19. El comandante de la policía de Bello Teniente Luis Enrique Pardo Cortés informa que son sus deseos “tratar de disminuir el índice delincuencial tan alto que trata de persistir en Bello”20. En el pasado diciembre se detuvieron 285 indocumentados; 59 portadores de armas blancas y por eso se redujeron en un 90% los delitos más comunes en el municipio como “robo, atraco […] homicidio (no hubo ninguno en diciembre), hurtos, atracos a establecimientos, abigeato, lesiones personales […] violencia carnal […] delitos que tenían gran preponderancia en el municipio”21. Las batidas contaron con ayuda de la Defensa Civil, la alcaldía, los inspectores y funcionarios que pusieron al servicio de la policía todo el parque automotor. Sinembargo, se informa del robo mientras la familia dormía del televisor del administrador del Teatro Bello Vicente Arroyave en la noche del 28 de diciembre de 1969 avaluado en ocho mil pesos.

Con la nota del robo se adjunta información sobre el cine. Rafael Osorio Agudelo afirma de los habitantes de Bello no saber ver cine… “llenan las salas cinematográficas para ver esas basuras pornográficas como “HELGA” o esos tontos pistoleros italianos [...] (Ringos o Yangos, etc.)”22 Y desprecian las películas obras de arte como Hamlet o Camelot. A sesenta años de origen del cine –dice- se pueden ver las películas futuristas “2001” y Farhengeit 451, para “reir, llorar, […] exclamar: ¡Qué hueso! ¡Qué Lata! ¡Qué maravilla! Etc.”23

Se resalta una sentida queja contra el rector del Instituto Jesús de la Buena Esperanza Pbro. Tiberio Berrío López, por parte de un grupo de profesores y empleados sacados de sus puestos. Berrío es al mismo tiempo párroco de la Iglesia del Rosario y Vicario Foráneo de la Vicaría de San Andrés -dice el periódico- Esas tres funciones son incompatibles24. La pugna entre Tiberio Berrío y los expulsados se agudiza; el periódico señala a la educación privada como fracasada por el nexo de subordinación de los profesores y lo que hacen es destruir la educación25. Los profesores y empleados crearon una asociación con personería jurídica, pasando la lucha entre el rector Tiberio Berrío y sus empleados a un nivel jurídico.

La asociación justifica su lucha contra el actual rector haciendo historia del Instituto Parroquial: “en el año de 1958 se creó gracias al dinamismo del Pbro. Carlos Pérez Mejía […] que tenía como fin educar las clases menos favorecidas como lo demostraba el valor de las pensiones: $5.00”26 El Instituto para sostenerse mientras fuese autónomo fue apoyado por otras empresas de la iglesia como “la parroquia, el teatro Bello, la fábrica de baldosas y [el] Almacén “El buen Tono”27. Se consiguió un bus con los distintivos del colegio para transportar los alumnos a bajo precio. En 1967 el Pbro. Carlos Pérez Mejía fue trasladado para Girardota. Los estudiantes y la ciudadanía se manifestaron con “desfiles silenciosos de protesta” contra la salida del párroco- rector.

En 1968 entró como párroco del Rosario Tiberio Berrio López y por derecho asumió la rectoría del Instituto. Como nuevo rector declaró el Instituto en bancarrota y comenzó a actuar para remediar la situación. Berrío aumentó las pensiones de los estudiantes, quitó las ayudas económicas aportadas por las empresas de la iglesia, el bus lo matriculó en una empresa transportadora; creó una crisis económicoadmistrativa al congelar los sueldos de los profesores y empleados. Y comenzó a despedir algunos profesores y empleados, quienes respondieron creando una asociación y con apoyo de “grupos organizados como [la] Asociación de exalumnos del Instituto, Asociación de padres de familia […] Asociación de exalumnos de Bello “ASUBE”, sindicatos, etc.”28 Estas organizaciones con apoyo de la secretaría de educación municipal elaboraron una propuesta de independizar el Instituto de la parroquia y crear una Junta Administrativa Autónoma que nombrase el rector, los profesores, empleados y crease unos estatutos y reglamento, para “hacer del “I.P.J. de la B.E.”, un colegio del pueblo y para el pueblo y un verdadero centro cultural”29

El Rector Tiberio Berrío respondió con despidos colectivos de profesores. Le quitó a Estrella del Norte el contrato para publicitar la programación de cine del teatro Bello. Dos sindicatos de Bello se pronunciaron sobre el caso; “Sindelhato” se dirigió al arzobispo Tulio Botero Salazar para pedirle su intervención y reintegrar a los profesores y empleados30. La Asociación de Trabajadores Metalmecánicos dice en uno de sus boletines que “…Tiberio Berrío, no contento con el tribunal de arbitramento [que fallará a su favor] ha desatado una persecución sindical en represalia por haber presentado un pliego de peticiones […] queremos aclarar, que quienes se dicen estar con los humildes y predicando la Doctrina de Cristo, de justicia e igualdad, pero que en la práctica son los principales verdugos del pueblo, no merecen más que nuestro repudio [invitamos] a todas las Organizaciones Sindicales y Acciones Comunales a pronunciarse a favor de estos educadores”31.

Referente a la dinámica cultural, José Abel Jiménez contralor municipal y el director de extensión cultural y biblioteca Rafael Castaño Franco pidieron al alcalde con urgencia “asignar en el presupuesto del Municipio, una partida lo suficientemente amplia para el sostenimiento”, para las realizaciones culturales. Informa Rafael Castaño la apertura en las instalaciones de la biblioteca Marco Fidel Suárez de clases de danzas dirigidas por Martha Herrón de Restrepo, desde el 12 de enero, “Las clases comprenden: historia de la música, gimnasia rítmica, ejecuciones de paso, montaje y coreografía del folclor nacional y, además danza clásica”32. También dice se apoyará la vinculación y ampliación del grupo de teatro ALPHA, dirigido por Álvaro Pérez Castañeda.

Por decreto 17 del 23 de febrero de 1970 el alcalde Silvio Londoño puso en acción una reforma administrativa: como Secretaria de alcaldía quedó Teresita Arismendy, como Jefe de servicios administrativos Rafael Castaño. Como almacenista Lázaro Ortega; Jefe de archivo Silvia Abad y bajo su mando La Divulgación Cultural a cargo de León Roldán y sus auxiliares Lucía Higuita y Dolly López de Mesa33.

A las acciones comunales se les adjudicó $3.500 como presupuesto para el año de 1970, según decreto No. 20 del 3 de marzo. El desembolso de estas partidas se hará al “presentar los programas y planes de trabajo para la inversión del auxilio”. Las Juntas de Accione Comunales favorecidas fueron las de los barrios “Acevedo, Las Palmas, Pacelli, Buenos Aires; Niquía, El Ducado, La Gabriela, Bello Vista, La Primavera, Playa Rica, El Rosario, Rosalpi, Nazareth, El Carmelo; San José Obrero, París, Maruchenga, Fontidueño, Guacimalito, Santa Ana, San Gabriel, La Aldea, La Selva, El Cairo, Tierra-Adentro, San Félix, San Martín, Zamora, La Camila, El paraíso, El Provenir, La Milagrosa y la Gran Avenida”34

El aspecto de la ciudad motiva el registro del mal estado de las calles periféricas y centrales “como es que, en pleno centro, se encuentran calles tan descuidadas como por ejemplo la que comunica a la escuela Marco Fidel Suárez con el Liceo Fernando Vélez y eso por no mencionar sino una apenas…”35 El problema se debe solucionar de una vez, “de tajo” dice Castor Villa en una crónica titulada Por estas calles. El problema es la falta de agua potable, “Extrema calamidad […] Amas de casa con ollas y totumas en mano; levantan la tapa de un pequeño depósito para recoger el vital elemento, […] el agua […]; cómo es posible que un pueblo como Bello, […] no haya, en tanto tiempo [extirpado lo que le impide el progreso]. ¡Oídos y ojos, señores administradores! Observad y escuchad lo que el pueblo os pide: “Agua, suficiente agua y en menos tiempo”36. Bello tiene mal aspecto, las calles están ahuecadas, sin mantenimiento; y basuras por doquier “en frente de muchas residencias, se encuentran botaderos de basura y tierra […] no existe preocupación por limpiar […] se requieren mejores carros recolectores de basura […] porque las volquetas […] no alcanzan a suplir el volumen basurero”37. La solución al problema se comenzó con la instalación de medidores del consumo domiciliarios; “Ya se inició […] la colocación de 8.500 medidores de agua, según manifestó […] el jefe de Valorización Municipal, Dr. Humberto White Arango […] el contrato […] fue suscrito [con] el señor Don Pedro Julio Pérez.” El INSFOPAL Instituto de Fomento Municipal conectará los barrios Gran Avenida, la Madera y San José Obrero del tubo madre traído de Medellín. Luego lo llevará al centro de Bello, todo a un costo de $2.080.000, dineros que valorización reembolsará terminada la obra38.

Contra la abstención electoral, llama a participar en las próximas elecciones para elegir presidente de la república. Bello –dice- tiene un potencial electoral de 30.000 personas39 Abstenerse es darle el voto al enemigo “es […] decir que todos son malos y que nosotros somos malos y que el abstencionista mismo es malo […] el abstencionista no tiene derecho a juzgar a aquellos que nada significaron para él, aquel día de elegir”40 Al lado del abstencionismo está “la triste historia de siempre: aparece de nuevo la bajeza [el voto] se somete a voluntad del inhumano adinerado, por el obsequio de una simple fórmula [médica o] de un reducido préstamo [o] por un posible aumento de salario.”41 Pero Bello, ya con una población de 150.000 habitantes y por ser un centro industrial, es “entonces razonable, justificable que la municipalidad exija a sus ciudadanos un voto consciente, para elegir en conciencia un concejo digno de esta progresista ciudad…”42

El alcalde Silvio Londoño, con base en “la declaración de principios del movimiento de Acción Comunal”, llama a los ciudadanos, en el próximo debate electoral, a “No permitir que el ejercicio de la actividad comunal, se fragmente; porque sin buena orientación no hay equipo, y sin equipo no se logra ningún desarrollo económico”43 Se debe votar por quienes continúen el Frente Nacional. El 19 de abril de 1970 “será el enfrentamiento de las fuerzas del progreso, de la paz, de la transformación de la Sociedad lograda durante 12 años de entendimiento, a las promiscuas e irresponsables de la improvisación, del álea de la inseguridad”44 Se percibe que los improvisadores irresponsables son los “Conservadores Rojistas” que siguen al exdictador Gustavo Rojas Pinilla quienes llaman a votar por su lista:

 “Comando conservador Rojista

Lista oficial para el Concejo Municipal de Bello, por el Partido Conservador que orienta el General GUSTAVO ROJAS PINILLA, para el período constitucional de 1970 a 1972:”

Principales

Suplentes

Jesús H. Ospina

Marco Aurelio Ruiz Ruiz

Marco Tulio Ruiz Valencia

José Sabulón Berrío M.

Manuel Zapata G.

Marco A. Vásquez Vásquez

Nicolás Sierra Callejas

Hernando Builes Ortega

Hugo Restrepo Toro

Fabio Arroyave Palacio

Francisco Correa

Arcadio Lopera

Jesús S. Peña

John Palacio Duque

Agustín Barbosa Díaz

Leonel Correa Espinal

Heliodoro Guarín H.

Jesús López Sánchez

Jesús M. Orrego C.

José Antonio Pérez S.

Rafael Vanegas Zapata

Marco Tulio Ceballos

Jairo de J. Villa Villa

Luis Alfonso Gómez

Alejandro Fernández

Hernán de Jesús Hoyos Y.

Socorro Cárdenas O.

Francisco Monsalve

Carlos Ochoa Marín

Guillermo Carvajal Vélez

Fuente: Periódico Estrella del Norte. No.50. Bello. Abril 11 de 1970. Pág. 4

 “¡Conservadores Belisaristas…!

LISTA OFICIAL DEL DIRECTORIO CONSERVADOR BELISARISTA DE BELLO. CON LOS NOMBRES DE LOS CANDIDATOS AL CONCEJO MUNICIPAL PARA EL PÓRXIMO PERIODO EDILICIO.”

PRINCIPALES

SUPLENTES

Eduardo Velásquez U

Conrado Agudelo Osorio

Augusto Pérez A.

Darío Gutiérrez G.

Santiago Callejas V.

Blanca Pérez de M.

Dr. Ramón Castaño A.

Alberto Builes ortega

Bernardo López B.

Manuel José Soto

Carlos de los Ríos

Dr. Luis Gmo. Arango M.

Jesús Antonio Moreno

Dr. Rodrigo Pineda G.

Fuente: Periódico Estrella del Norte. No.50. Bello. Abril 11 de 1970. Pág. 7

 

El 19 de abril de 1970 los bellanitas votaron en mayoría por el general Rojas Pinilla y las listas para concejo afines a su movimiento.

Para presidente

Votos

General Gustavo Rojas Pinilla

12.522

Misael Pastrana Borrero

3.934

Belisario Betancur

1.815

Evaristo Sourdis

0

En blanco

77

Nulos

9

TOTAL

18.357

 

Por Partido para Concejo

Votos

Conservador

8.851

Liberal

7.444

M.R.L. del pueblo

93

Comando Popular de Izquierda

126

Mov. Cívico Pro-Bello

430

Social Demócrata Cristiano

200

En blanco

167

Nulos

191

TOTAL

17.502

Fuente: Periódico Estrella del Norte. No.50. Bello. Abril 11 de 1970. Pág. 3

 Concejales elegidos por partido 1970 - 1972

2 Conservadores Oficialistas

Rubiel Valencia Cossio

Guillermo León Velásquez Cardona

5 Conservadores Rojistas

Jesús H. Ospina

Marco Tulio Ruiz Valencia

Manuel Zapata G.

Nicolás Sierra Callejas

Hugo Restrepo Toro

1 Conservador Belisaristas

Eduardo Velásquez Uribe

1 Liberal Oficialista

Jaime Arango Rojas

5 Liberales Rojistas

Pablo Baena Berrío

Gilberto Sánchez Ochoa

Ramón B. Tamayo Naranjo

Abelardo Muñoz R

Rodrigo Gómez Mejía

1 Mov. Cívico Pro-Bello

Jairo Duque Velásquez

TOTAL CONCEJALES

15

Fuente: Periódico Estrella del Norte. No.51. Bello. Mayo - junio de 1970. Pág. 3

El alcalde Silvio Londoño López (1969 – 1971) presenta al periódico Estrella del Norte un balance de su gestión, como respuesta a las informaciones sobre el mal funcionamiento de la administración. Dice Silvio Londoño que la administración de Bello es una de las más difíciles del departamento, por los conflictos político – administrativos “cosa que todas las gentes lo saben y reconocen”45. Pero el año de 1970 se terminará sin déficit presupuestal y se pueden mostrar la construcción de 42 aulas escolares. Compra de 3 mil pupitres, se puso en funcionamiento 34 restaurantes escolares. Se construyó la Glorieta de la Madre, el parque Andalucía y parque Caseta del barrio el Carmelo. Se han mejorado las vías y remodelado los edificios públicos. Se están cambiando las redes de acueducto y alcantarillado. Construcción de cinco casas para los damnificados del barrio el Cairo y adquisición de dos volquetas y un carrotanque. Estas obras se realizan por los empréstitos con el Instituto de Desarrollo de Antioquia ($15.000.000) y el Banco de Bogotá ($500.000)46.

Don Lucho Paniagua

Otra fuente de información para tratar los primeros años de la década de los años setenta en Bello es Miguel Zapata Restrepo47. En octubre de 1971, el gobernador Diego Calle Restrepo, nombró como alcalde de Bello a este periodista, jefe y locutor del famoso radioperiódico Clarín. Él dice que aceptó para observar la gente y la cultura de ese municipio como “uno de los grandes percances socioeconómicos de Antioquia”48 Miguel se posesionó en un acto al que asistieron Diego Calle, J. Emilio Valderrama, Luis Emilio Monsalve, William Jaramillo Gómez, Carlos Restrepo Arbeláez, Alicia Ángel de Restrepo, el presidente del sindicato de Fabricato Marco Aurelio Ruiz y el presidente del sindicato de los trabajadores de Medellín. Se reunieron “los llamados oligarcas con los elementos de más cerrada oposición”-dice-49

El Virgo… Maestre está narrado en tercera persona del singular. El alcalde habla de él y sus obras como de un tercero, un extraño que ganó poco sueldo, solo $3.000. A ese le pone el nombre de Don Lucho Paniagua. Este es el testigo, es el personaje, a través de cuyos ojos se realiza un cuadro de la sociedad bellanita de los primeros años de la década de los setenta; pero cuyos personajes siguen actuando en esos diez años de interés aquí. El alcalde se metió a los barrios para hablar con la gente. Lo hizo con una señora de la clase obrera, con mujeres prostitutas y les preguntó sobre el porque llevaban esa vida. Habló con los presos de la cárcel municipal San Quintín; con los curas párrocos, con los detectives con quienes resolvía la situación de los capturados. Estuvo en la Biblioteca Marco Fidel Suárez, en colegios, escuelas, fábricas “...para observar la marcha diaria de una ciudad con más de ciento cincuenta mil habitantes”. Más que el poco sueldo -dice- ganó “una experiencia insuperable...”50

El alcalde Lucho Paniagua quedó convencido de “qué Bello es un cuerpo descuartizado por bestias que marchan en distintas direcciones”51. Esas bestias son los curas párrocos que compiten por hacer la iglesia más grande, la policía que se cree dueña de la gente, el ejército que da excesivos salvoconductos de armas; los políticos que luchan a muerte por la burocracia, los líderes de las acciones comunales que pujan por robarse el presupuesto; la Defensa Civil armada hasta los dientes, los sindicatos dirigidos por ineptos; pero entre tantas bestias hay un hombre justo llamado Rafael Piedrahíta.

Don Lucho llegó virgen como administrador a la alcaldía de Bello, de ahí su nombre “Virgo… Maestre”, y por eso quisieron aprovecharse de él. Bello no tenía clase dirigente, lo que hace a esa ciudad muy difícil de gobernar: los funcionarios mientras menos hacen más tiempo están en sus puestos. Pero las observaciones de Don Lucho no están dirigidas a defender su obra administrativa, son “una visión objetiva de los que sucede en Bello”52 Ante los acontecimientos trágicos del primero de enero de 1972, se contuvo de involucrarse, actitud que le fue reconocida por el gobernador Diego Calle, por ser objetivo y no dejarse “envolver en la vorágine irresponsable que allí se vive”53

En sus testimonios, dice que no empleará nombres propios. Se referirá a los actores con seudónimos construidos con base en “la imagen física, por el colorido anímico o por la mentalidad de cada cual…”54 y exceptuó a las mujeres por evitar la mala opinión. Este testimonio lo hizo y lo dejó escrito “para que los colombianos de buena voluntad analicen […] la vida de una ciudad en obra negra”55.

Así llamó al “Cinco y Seis (por su cara de caballo) y El Niño de la Cana (por su rostro infantil a pesar de los años), que eran presidente y secretario del sindicato municipal […]”56. Lagrimita al liberal secretario de la alcaldía; Tato el Mayor al concejal anapista de extracción liberal; Perro Verde al jefe de personal, exalcalde de Heliconia donde fue investigado por malversar fondos municipales; Care Retrete del directorio conservador (Guillermo León Velásquez); Tres Patadas, un suplente a la Cámara de Representantes y quien volvió a Bello con una nota de inmunidad, acusado de varios crímenes (Jaime Arango Rojas). Colino, concejal liberal (Gilberto Sánchez). Angel Bigote, concejal, el hombre rico de la Anapo en Bello. Media agua, tímido concejal anapista. Tabaco Rubio jefe de los agentes de seguridad dependiente del alcalde. Care Palo, miembro de la Defensa Civil operador de la emisora La Voz de la Defensa Civil. Rapidol inspector primero de Bello en 1971. San José Chulavita, boyacense presidente de la Asociación de Empleados y Obreros de Bello, creada por Jesús H. Ospina en 1970. Pájaro Herido, dignatario de la Acción Comunal de La Palma. El Negro Mendo, Escritor de notas para periódicos de Medellín de estilo proselitista (Rafael Castaño). Perra Callejera, autoproclamado líder de las acciones comunales con ínfulas de gestor, presidente Acción Comunal de Playa Rica. Periquillo y La Fiera, agentes de Seguridad y Control. Chucho el Roto, Inspector de policía de Niquía. Dandy 108, presidente del sindicato de Fabricato (Marco Aurelio Ruíz). Miss Seminario, tesorero de rentas, no pudo entrar al seminario y por eso se entregó a la Anapo. Sansón Moreno, el contralor con cuerpo de luchador. Miguel el Chico y Miguel Solapa, nombrados por el alcalde para los dos turnos de la inspección de permanencia. Solapa estaba viejo y vivía borracho. (Abelardito Villa)

El alcalde Paniagua fue bien recibido por los diputados Pablo Baena (Pablo Bis) y Fabio Estoque, con la expresión “Ahora si tenemos alcalde”57 y el concejal Jesús H. Ospina (Botijita Popeye) le dijo: “Vamos a poder hacer una buena administración”58 y luego le habló con un tono de voz entre recomendación e imposición: esto está muy desorganizado, suprimimos las “ispeciones” y lo mismo se hará con los guardianes de la cárcel. Todo se ha hecho para “limpiar la seguridá [de malos] pala direción de la cárcel le tengo a don Pedro Luis Jaramillo”59.

Don Lucho habla de los peticionarios que comenzaron a llegarle. Recibió a una señora que le pidió un marido porque uno se le había muerto, le duró diez y ocho años y no podía vivir sin él. Esta nota muestra la concepción de la figura del alcalde en el imaginario de la gente como dador de bienestar. Los peticionarios ponían condiciones. Alguien le pidió trabajo y exigió un puesto donde no hubiese gente corrompida, no fuese inseguro, donde no tuviese que escribir; pero si acepto el de citador -dijo-. Y resultó que todos los peticionarios querían ese lugar “...más a esa hora don Lucho tenía ochenta y seis candidatos a citador, todos ellos con recomendaciones insospechables”60 de los partidos liberal, conservador, la iglesia y las juntas de acción comunal; pero no había peticiones de los anapistas porque ellas las hacía Jesús H. Ospina “Botijita Popeye” quien las centralizaba. “Tenía la lista completa, suficiente como para copar todos los empleos públicos de la nación”61. Eso es una mafia, se dijo el alcalde y se lo certificaron cuando le informaron que en Bello había dos mafias: una en Niquía dirigida por Óscar García y otra en el barrio Prado.

El concejo municipal de mayoría anapista le permitía al concejal y diputado Jesús H. Ospina exigirle al alcalde el nombramiento de funcionarios y por eso quiso imponerle como secretaria de alcaldía a María Victoria, y sacar de allí a Lagrimita; pero cuando los conservadores encabezados por Care Retrete le pidieron sostener a Lagrimita, a pesar de ser liberal, les dijo que recordaran que eran minoría y nombró en un acto de soberanía a Perro Verde como su secretario de gobierno.

El comandante de la policía José María Ibáñez Losada hacia redadas “noche de por medio” en diversos sitios y “encontraba de manera invariable numerosas armas blancas. A veces caían también armas de fuego, pero en proporción más escasa, pues muchos de los poseedores las tenían amparadas con salvoconducto de la Cuarta Brigada”62. Por eso el alcalde metió al concejo un proyecto de acuerdo para desarmar a los civiles. Este acuerdo lo deberían cumplir los agentes de Seguridad y Control, pues la policía decía que el amparo se debe respetar.

Los agentes de Seguridad y Control tenían sus padrinos, quienes los habían llevado allí: “Tres Patadas tenía unos cuantos favorecidos […] Botijita Popeye […] por los menos uno; y había también […] de Pablo Bis y de Care Retrete”.63 Por eso el alcalde vio frustrado su proyecto, porque las armas estaban en manos de protegidos y sus amigos: “apareció un cantinero a explicar que por razones de su oficio le habían concedido el salvoconducto para un revólver”64. Otro, un jubilado de los ferrocarriles dijo que tenía el arma para poder ir a cobrar la pensión y ahuyentar a los atracadores. Los veinte y tres miembros de la defensa civil, andaban armados so pretexto de ayudar a la policía, luego se dijo el alcalde que merced a esto, tenían armas los ciudadanos siguientes:“Eustorgio Avendaño, Pedro Villada, Guillermo Cadavid, Octavio Cuervo, Aristides Casas, Darío Casas, Alberto Gómez, Mario Echeverri, Gildardo Muñoz, Enrique Gutiérrez, Jairo Montoya […] Reinaldo González […] Heriberto Barrera, Carlos Jaramillo, Guillermo Mejía, Arnulfo Valencia, Miguel Ángel Tobón, Alfredo Arbeláez, José Sepúlveda, Hernando Gutiérrez, Luis Olmedo Vanegas, Fabio Franco y Hernando Montoya”65.

La Defensa Civil en Bello -según don Lucho Paniagua- era un serio problema porque las armas en manos de civiles, posibilitaba que se utilizaran por fuera de los buenos objetivos de la organización. La Defensa Civil montó una emisora clandestina -La Voz de la D. C.- operada por Care Palo. El alcalde comisionó al inspector primero de Bello, Rapidol, para hacer el decomiso de la emisora ordenado por el Ministerio de Comunicaciones. Ejecutada la orden la Defensa Civil se fue contar el alcalde y le organizaron un gobierno paralelo para desconocer su gestión.

El alcalde Paniagua denunció que Hernando Montoya Caro fiscal de la Defensa Civil le dijo que “el día primero de octubre de 1971, a eso de las once de la noche, salían de la oficina de la Defensa Civil el señor presidente y el tesorero de la institución, con una gruesa suma de dinero…”66. Montoya se quejó y exigió al presidente reponer $1.347.47 que faltaban en la caja. Por esta exigencia la Defensa Civil citó a reunión de junta directiva para cambiar al fiscal Montoya “porque no los dejaba trabajar ya que se estaba volviendo brinconcito”67. Montoya Caro además le informó al alcalde que algunos de los implementos médicos para atender a la comunidad los tenían guardados en casa de algunos miembros; Montoya los reclamó y ese fue otro motivo de su salida. El alcalde hizo público ese comportamiento y la Defensa Civil “movió cielo y tierra con el fin de señalar al burgomaestre […] como responsable de persecución a instituciones meritorias”68.

Se convenció don Lucho, el alcalde, aún más de hacer el decomiso de armas, por lo ocurrido en La Palma en el año de 1971. En la asamblea para elegir nueva junta de la Acción Comunal, San José Chulavita y Pájaro Herido se trenzaron en lucha. El Chulavita resultó herido y el Pájaro detenido. Ante la decisión y convencimiento del alcalde y para evitar ser detenidos por el porte de armas, El Negro Mendo y Perra Callejera se presentaron en el despacho de don Lucho y le advirtieron que no se las dejarían quitar, aunque los encarcelaran.

Otro caso de reacción por el decomiso ocurrió en la asamblea de Trabajadores Municipales. Se temía un enfrentamiento; el alcalde envió a la policía a decomisar las armas; pero estaba allí “un cura párroco que gozaba de fama por su servicio a los desposeídos. Nunca usaba sotana, pero ese día casualmente la llevaba”69. El cura no se dejó requisar, los agentes no se atrevieron a hacerlo y no se encontró armas en los asistentes.

Sabía Lucho Paniagua que “Bello era un hervidero de armamentismo” y había que enfrentar esta situación, armando a los agentes de Seguridad y Control y a los guardianes de la cárcel. Con el Personero visitó al coronel Caicedo en la Cuarta Brigada para conseguir diez revólveres; pero este dijo que no porque el reglamento lo prohibía y además no se podían entregar a cualquiera. El alcalde dijo que él no era cualquiera y necesitaba las armas “Bello es muy grande […] y tiene entre sus gentes a muchos antisociales”70. armados con pistolas y revólveres amparados. El coronel aseveró que esas personas si están armadas con salvoconducto es porque “Aquí autorizamos a los ciudadanos de bien, previa comprobación de su conducta…”71. Salieron de la Cuarta Brigada escandalizados porque al final el general les dijo que recomendaran a quien quisiera tener un arma.

Lamentándose el alcalde Paniagua, testificó lo acontecido al agente Periquillo. El inspector de Niquía Chucho el Roto le ordenó detener a un atarván miembro de la familia de los “Mundos Malos”, antisocial y delincuente. Periquillo a puño limpio lo venció; pero perdió varios dientes. Debió llevar al detenido a la inspección en medio de una lluvia de piedras y palos. Luego “se armó una verdadera asonada. Fue atacada la inspección y a la brava se liberó al detenido, no sin antes hacer otra arremetida contra el agente secreto”72. Periquillo. El alcalde de ahí dedujo que los agentes se debían armar con las armas decomisadas a los delincuentes: “vale decir, tomen el arsenal de enemigo”73.

En noviembre de 1971 y dentro de los febriles acontecimientos políticos, llegó una comitiva de Medellín coordinada por Francisco Luis Soto y compuesta por “lindas y gentiles damas”, luego de darle al alcalde un pergamino con palabras de admiración, le recomendaron iniciar una campaña por el cambio de nombre de Bello por el de Ciudad Suárez. El alcalde pensó que esa podría ser una campaña utilizada como “sofisma de distracción para que se entreguen a la polémica muchas gentes, en vez de estar pensando en posiciones burocráticas”74. La impulsó; pero igualmente recibió la oposición de los anapistas que consideraban a Bello como el lugar de consolidación de su movimiento a nivel nacional. También esa polémica revivió el acontecimiento del proceso en el Senado de 1921 que terminó con la renuncia de Marco Fidel Suárez a la presidencia de la república.

El cambio de nombre hizo que el país se olvidara por algunas semanas “de que en Bello matan tan fácilmente a los seres humanos”75. Entre las polémicas estuvo una carta firmada por Everardo Aguilar Velásquez, Alberto Uribe Velásquez, Amanda Suárez de P. y otras cincuenta personas más; argumentaron que el cambio de nombre es inoperante y equivocado y tiene como fin darle al alcalde que lo promueve un lugar en la historia. Don Lucho se dolió que hubiese tanta gente que despreciase hacerle honor a uno de los miembros más importantes de su ciudad.

Respecto a la relación entre el concejo y el alcalde, dice que solo encontró dos hombres con poder real: Jesús H. Ospina (Botijita Popeye) y Dandy 108; pero efectivamente el más poderoso era Jesús H. quien al mismo tiempo de ser concejal era presidente del Sindicato de Trabajadores de Pantex y diputado a la Asamblea de Antioquia. Botijita Popeye era como un rey, patriarca dador de favores, con condiciones innatas de “Líder de multitudes ignaras”76, mal hablado, sin formación humanística o jurídica; pero memorizó artículos e incisos de la ley para resolver situaciones de su interés político-económico, fue “como una especie de Maquiavelo en caricatura”77.

Jesús H. Ospina era un hombre hogareño, admirador del empresario Luis Navarro Ospina, y por eso la sociedad bellanita lo aceptaba y le perdonaba su mal hablar y su maquiavelismo. El concejo de Bello y su presidente fueron unos soberanos en el año de 1971. Dice el alcalde que ese poder hizo de Jesús H. un poseído de locura parecida a la que sintieron los que hicieron la revolución de independencia después de 1810.

Antes del alcalde entrante en 1971 -don Lucho Paniagua- estuvo Silvio Londoño. En su gobierno el concejo anapista, con el acuerdo 71 de 1970, suprimió las inspecciones de permanencia, el cargo de secretario de obras públicas; adscribieron la biblioteca Marco Fidel Suárez y el almacén a a la tesorería de rentas; el archivo lo sometieron a la contraloría; quitaron el sobresueldo del alcalde; desconocieron la personería jurídica del Sindicato de Trabajadores Municipales; aumentaron los impuestos a las empresas del territorio de manera desmesurada, menos a Pantex por ser de influencia directa de Jesús H. Ospina. El concejo se negó a aceptar el pliego de peticiones del Sindicato, “tanto más agudo y notable si se tiene en cuenta que en el cabildo actuaban dos líderes gremiales en plena vigencia: Botijita Popeye presidente del sindicato de Pantex, y Dandy-108 del sindicato de Fabricato”78. Dividieron a los obreros de Fabricato: una junta encabezada por Dandy-108, Marco Aurelio Ruíz; otra compuesta por el Movimiento Obrero de Izquierda Revolucionaria -MOIR-. La situación se demandó y ganó la junta de Marco Aurelio.

Observa el acalde Don Lucho que, debido a la abolición de las inspecciones, Bello debió ser atendido en su permanente por inspectores improvisados y por eso quienes atendían no informaban al siguiente sobre los casos conocidos. Para solucionar la situación el inspector primero Rapidol se volvió permanente trabajando día y noche. En la secretaría de Obras Públicas, Jesús H. puso “una señorita, que estudiaba como delineante de arquitectura…”, hacía planos que el alcalde debía aprobar, a pesar de no saber nada sobre el asunto79.

Bello desde 1970 bajo el predominio de Botijita Popeye, presenta los siguientes datos económicos: tenía 22.086 predios avaluados en $626.561.176 millones. Cifras bajas en comparación con otros municipios del Valle de Aburrá, por ineptitud de los dirigentes. Itagüí con menos predios (14.030) tenía un avalúo de $833.259.501 millones. La desorganización campea y los privilegios desfalcan lo público, “Bello registra 2.022 predios exentos de gravamen con un avalúo de $48.962.809”80, a razón de $20.000 por predio.

El matadero insalubre, antihigiénico sacrificaba 37 reses diarias y se necesitaban 57. “Esas veinte unidades de menos, solo en ganado mayor, debieron suplirse en gran parte con la introducción clandestina procedente de otros municipios cuyos mataderos resultan más satisfactorios para los consumidores”81. Bello no tenía una inspección de tránsito por lo que perdía más de tres millones anuales. La cárcel San Quintín resulta sumamente costosa. Aumentó durante la alcaldía de Don Lucho; la población carcelaria pasó de 160 a 197, a pesar de la instauración de los “treintazos” convertibles en multas.

Los 158.000 habitantes contados en 1971, no tenían un hospital “…para atender al crecido número de heridos y lesionados [registrados], bien por las riñas a mano armada o por accidentes de tránsito…”82. El edificio donado por la nación como centro de salud se destinó para el funcionamiento del Liceo Fernando Vélez; por ser una edificación hecha para otros fines “los alumnos quedaron encerrados como en una jaula, pues para ellos no hay patios de esparcimiento ni salas de conferencia ni campos de deportes …”83. La falta de acueducto ha impedido la urbanización. El agua es el mayor problema de la ciudad. Bello tiene varios acueductos, uno de Acuantioquia, uno del Instituto de Fomento Municipal y otros construidos por las acciones comunales. Empresa Públicas de Medellín no ha podido entrar por falta de autorización del concejo y la destinación de recursos.

Don Lucho se queja porque ni el tesorero, ni el contralor, “habían hecho un estudio serio y meditado” para solucionar los problemas. Cuando Jorge Restrepo Uribe propuso en una conferencia, emplear la valorización para financiar las obras, el único que prestó atención fue el concejal Tato el Mayor para decir que no estaba de acuerdo con gravar fuertemente a los vecinos. De los concejales tampoco se esperaba ningún proyecto; se la pasaban “elaborando la nómina de los candidatos para las posiciones que iban a restablecerse mediante los acuerdos…”84 presentados por el alcalde.

Los acuerdos del alcalde se dirigían a restaurar los empleos y las dependencias abolidas por el concejo anapista de 1970 con el acuerdo 71. Reabrir las inspecciones de permanecía “con dos turnos y ocho empleados para los dos”85. Creación de dos cargos de escribientes para el permanente central; cuatro plazas de agentes de Seguridad y control; Acuerdo para la creación de la inspección de la Gran Avenida. Restituir el cargo de secretario de Obras Públicas. Para el alcalde estos acuerdos consistían en hacer una buena administración, para los concejales era la posibilidad de competir por diez y ocho cargos para colocar su clientela, de la cual ya había pasado una extensa lista. Don lucho aplicó la “milimetría política” de acuerdo al caudal electoral; pero ninguno quedó contento. Los anapistas acusaron al alcalde de ser tacaño con el partido mayoritario; los conservadores encabezados por Care Retrete enviaron a la presidencia de la república una queja por “la persecución cruel, despiadada y malévola del alcalde contra el partido conservador”86; esta puja le reveló al alcalde Paniagua “que en toda la administración de Bello había ciento noventa y nueve empleados y obreros del frente nacional, por solo veintiocho de la Anapo. Una proporción en sentido contrario a la que se había registrado en las elecciones de 1970 cuando los anapistas depositaron trece mil votos por solo tres mil de sus adversarios sumados”87.

Dice don Lucho que él no podía hacer despidos masivos para satisfacer a la Anapo y eso le valió un ataque sistemático proveniente de todas partes. Dice que los mimeógrafos se recalentaron sacando pasquines para acusarlo y solo eso esperaba de una población “donde imperan el morbo del chanchullo, la gabela, la ventaja y la intriga […] Los artífices de la demagogia y del nepotismo no podían entender que buscaba el alcalde, si nada pedía”88.

Guillermo el modernizador

La narración que se encuentra en “De Hato viejo a Bello” refiere acontecimientos con los que se pueden hacer observaciones socioculturales específicamente de los dos años de alcaldía (1974 -1976); pero el autor hace una retrovisión y brinda información de hechos y personajes desde los años cuarenta del siglo veinte. Refiere sus años de concejal compartidos con los anapistas y lo acontecido hasta su llegada a la alcaldía.

Velásquez Cardona adopta en el texto una narrativa tragicómica con la que intenta desquitarse de sus contradictores en especial de Miguel Zapata Restrepo que apodó Care retrete. Pero el texto no pierde el carácter de testimonio. Nombra la existencia de la radio en Bello, como un elemento de importancia cultural “…En la década de los setenta, surgieron en Bello Radio Tricolor y Radio Armonía, emisoras en las cuales hicieron sus primeros pinitos el locutor Rafael Velásquez Cardona y el periodista Orlando Cadavid Correa [y con] el primer almacén de discos llamado La Escala Musical […] crearon un semanario de farándula llamado Pantalla89.

Los años setenta entran en el municipio de Bello con una inestabilidad crónica de la administración pública. La mayoría de los alcaldes no pasaron de los seis meses en el cargo “…la Alcaldía terminaba en manos de un visitador administrativo enviado por el Gobernador […] por esta razón la administración sufría una inevitable parálisis. Era tal la situación […] entre 1960 y 1974 la Alcaldía fue ocupada por 12 personas entre nombrados y visitadores […] un promedio de […] un alcalde por año”90.

Rebela Velásquez Cardona el ejercicio proselitista de la época así: “Las labores de pegar carteles, repartir volantes, colocar pancartas, convocar reuniones, etc., las hacían los miembros del directorio y los activistas del Partido…”91 entre los cuales él mismo se cuenta como protagonista y por eso da testimonio de la campaña electoral de 1970. Él encabezaba la lista para concejo por el oficialismo conservador y “se enfrentó a la feroz campaña de la ANAPO”92. Hubo refriegas y amenazas. Una visita del candidato a la presidencia Misael Pastrana fue boicoteada por los anapistas; obligaron a los conservadores “a defenderse con palos y piedras [Pastrana] tuvo que salir a empellones y en medio de una gran escolta”93.

Los anapistas hacían trashumancia de votantes. Traían a Bello habitantes de los barrios pobres de Medellín y de los municipios vecinos. Y esto ocurría porque -dice Velásquez- la abstención llegó al 70%. El día de las elecciones, el 19 de abril de 1970 “llegaban a Bello caravanas de buses repletos de votantes […] los anapistas cargando un ataúd que simbolizaba el entierro del Frente Nacional, llegaron hasta el Directorio Conservador a mofarse”94. Velásquez como candidato al concejo les dijo “Celebren hoy, que mañana de pronto les resucita”95; afirmación que muestra la convicción de mantener el pacto bipartidista. En esas elecciones, los anapistas perdieron la presidencia de la república; pero ganaron el concejo municipal.

En Bello, de los quince concejales institucionales, diez fueron anapistas. Uno liberal -Jaime Arango Rojas- y otro conservador -Guillermo León Velásquez Cardona-. Los diez anapistas fueron cinco y cinco de extracción liberal o conservadora. Dice Velásquez despectivamente, “llegaron al Concejo: dos choferes, un barbero, un buldocero, cuatro obreros sindicalistas, una barrendera de calles, [y] una ama de casa [uno de los choferes] Tato Muñoz estaba furioso porque él no quería ser concejal, él lo que necesitaba era un puesto”96 y se entiende porque los concejales no tenían remuneración.

A los conservadores anapistas los dirigía el presidente del sindicato de la fábrica de Textiles Panamericanos -Pantex- de nombre Jesús H. Ospina. Y el dirigente de los anapistas liberales fue el taxista Pablo Baena. En ese año de 1970 la alcaldía estuvo en manos del visitador administrativo Ignacio Mejía Maya, quien, ante la exigencia de los concejales de entregarles el tren burocrático del municipio, les respondió que él no podía porque no era alcalde titular97.

El nuevo concejo se posesionó el 1º. De enero de 1971. Se eligió presidente a Jesús H. Ospina, quien dijo en su posesión: “No se moverían [en Bello] las hojas de los árboles sin permiso de la Anapo”98. Trajeron de Medellín empleados para los puestos especializados, porque no encontraron dentro de sus filas hombres o mujeres capacitadas. Para hacer solventes las arcas del municipio recurrieron a la fuente principal de ingresos: los impuestos a las empresas textileras Pantex y Fabricato; resolvieron subirles los impuestos. Otra fuente de ingresos lo fue el acueducto y para regularlo acordaron la instalación de medidores domiciliarios cobrados a los usuarios; pero como el agua se enturbiaba o enlodaba periódicamente con el invierno, los medidores se obstruyeron y se debió seguir con el cobro de una tarifa genérica.

Esta conmoción política ocasionada por el arribo de los anapistas al poder local tuvo como escenario La avenida Suárez contigua al palacio Municipal. Comprendía el espacio, la calle entre el monumento Choza Marco Fidel Suárez y el parque Santander. La avenida la cruzaba la calle 52 dejando cuatro esquinas; dos de ellas una frente a la otra mediando la avenida, hacia el norte, en los años setenta, fueron el alberge de cantinas, o salones de frescos o bares. De ellos el más famoso fue El Cortijo de Carmen García, lugar de encuentro, muy familiar. Al frente el Refugio, bar de Libardo González, famoso por recibir a los conservadores. Las esquinas que daban el frente al monumento Choza MFS, una albergaba El Selecto, bar de Jaime Naranjo por el que pasaban todos los políticos o personajes de renombre que visitaban la localidad. De cara al Selecto, la otra esquina, se especializó en atender las familias con sus hijos grandes o chicos con un espacio llamado Salón de Frescos. En la calle circunvalar que rodea el monumento existieron diversos bares, y talleres de metalmecánica.

Desde el monumento en dirección al parque Santander, cruzando la 52, mediada la cuadra, una frente a la otra, funcionaron a la izquierda la heladería El Ródano de José Zabala, lugar de gran venta de licor y para la embriaguez de quien quisiera gastar dinero. Al frente estaba La Ancheta de Óscar Agudelo, hombre sensible a la lectura y la música clásica, por lo que atraía a cultos y conversadores. En el mismo sentido al entrar al parque Santander por la izquierda, el andén terminaba en ápice por la bifurcación de la carrera 50 y la avenida. En ese ápice estuvo desde 1910 una venta llamada El Centenario con diversas especialidades -café, cantina, bar, salón de frescos, heladería, etc. Ahí estaba la visual que mostraba el palacio Municipal. Y por la derecha se tenía El San Marino espacio que para los años sesenta y setenta, fue un amplio salón de mixtura entre cafetería, restaurante, licorera, bar, cantina y mentidero como todos los otros lugares de la avenida.

Trae Velásquez Cardona una anécdota reveladora sobre el concejo anapista ocurrida en El San Marino. Fue como concejal conservador, en medio de la mayoría anapista. Les hizo oposición y por eso fue amenazado. A mediados de mayo de 1971 se encontró tomando café en El San Marino. En otra mesa estaba el presidente Jesús H. Ospina acompañado de su grupo, entre ellos uno que lo apodaban el Caricortado, hombre furioso que hablaba con acento santandereano; este se acercó amenazante a Velásquez Cardona, le dijo que su presencia era molesta para el presidente Jesús H. Ospina y que lo iba a matar. Velásquez respondió con palabras violentas y en ese momento hubo un corte de luz. Velásquez se refugió en el baño; allí encontró a los agentes de seguridad y control -entre ellos a Rafael Hincapié- quienes lo protegieron y lo conminaron a permitirles matar al Caricortado. Volvió la luz y Jesús H. Ospina al ver protegido al concejal Velásquez abandonó el lugar con su grupo99. La noticia del incidente le llegó al alcalde encargado Ignacio Mejía Maya quien citó al presidente y le dijo que lo culparía de lo que le llegase a pasar al concejal. Velásquez Cardona era trabajador de Fabricato y ad-honorem ejercía la concejalía. Sus entradas y salidas de la fábrica debieron ser vigiladas por agentes secretos enviados por el partido conservador.

Velásquez Cardona hace un recuento de hechos políticos de su pasado inmediato como alcalde y dice: El 13 de octubre de 1971 el gobernador Diego Calle Restrepo nombró alcalde en propiedad al periodista Miguel Zapata Restrepo. “Miguel Lenguas”, como nuevo alcalde, se hizo del lado de los anapistas y le tocó dirimir la confrontación por la creación de las Empresas Varias de Bello. Jesús H. Ospina quería poner de gerente a su sobrino Hernán Gómez; pero el otro jefe anapista, Pablo Baena, tenía otro candidato. En enero de 1972 esa confrontación se tornó violenta. En la primera sesión del concejo los concejales llegaron armados100. A ella asistió el jefe departamental de la Anapo Jaime Piedrahita Cardona afín al sector de Pablo Baena. Al finalizar la sesión, un matón de apellido Murcia -dice Velásquez Cardona- atentó contra Piedrahita. El hermano de Pablo, Manuel Baena, defendió al jefe departamental y atacó a Murcia. Entró en escena el veterano de la guerra de Corea apodado El Coreano y le pegó cinco balazos a Manuel. La policía capturó a El Coreano, al final de las dos cuadras que alcanzó a correr101 sin importarle la presencia de los policías Pablo Baena mató a El Coreano de “un certero disparo en la frente”102. Dice Velásquez Cardona que en ese hecho todos estuvieron presentes menos el alcalde Miguel Zapata Restrepo también director del radioperiódico “Clarín”. No hubo investigaciones ni declaraciones. La muerte del coreano quedó en la impunidad, y los clamores por la destitución del alcalde ante el gobernador Diego Calle Restrepo, cayeron en el vacío, “no se sabe si por amistad, o por miedo a los ataques que el periodista pudiera hacerle desde su radio periódico”103.

El viernes siete de enero de 1972, Miguel Zapata Restrepo llegó al recinto del concejo y se enfrentó con el concejal Guillermo León Velásquez Cardona por tener noticia de una alianza entre liberales y conservadores, para sacar a los anapistas. Por ese enfrentamiento Zapata Restrepo renunció. De su paso por la alcaldía de Bello dejó una memoria editada como libro titulado “El Virgo…Maestre”.

La alianza se concretó y el nuevo alcalde Leonidas Villegas Giraldo (1972-1974) de filiación conservadora la apoyó. Guillermo León Velásquez conservador alvarista y Jaime Arango Rojas liberal oficialista, en la heladería “La Rosa” pactaron sacar a los anapistas. Así ocurrió. En septiembre de 1972 la coalición restauró la paridad; “la personería y la contraloría le fueron entregadas al Partido Liberal […] la tesorería y la secretaría del concejo para el Partido Conservador […] Guillermo León [Velásquez Cardona] fue elegido presidente de la corporación”104.

Este presidente que alternaba su trabajo en la fábrica textil con la actividad política, en 1973 gestionó la celebración de los cincuenta años de Fabricato. El acto se realizó en el Patronato María Paussepin con la presencia del presidente de la república Misael Pastrana Borrero, quien luego fue invitado al recinto del concejo donde entregó un auxilio de quince millones de pesos ($15.000.000) para el acueducto municipal; por eso fue ovacionado dentro y fuera del palacio por una multitud, según Velásquez Cardona105.

Iniciado el gobierno de Alfonso López Michelsen y del gobernador de Antioquia Jaime R. Echavarría, en Bello se originó una pugna por el nombramiento del alcalde. Los liberales dirigidos por Jaime Arango Rojas y en coalición con los conservadores valderramistas pretendían poner su candidato José Abel Jiménez; y los conservadores impulsaron a Guillermo León Velásquez Cardona apoyado por Fabricato, los conservadores alvaristas y un sector liberal. El gobernador Jaime R. Echavarría se decidió por Velásquez Cardona, quien narra así lo ocurrido en el concejo de Bello:

“La noticia del nombramiento se filtró rápidamente, los Valderramistas se alborotaron, los liberales ni se diga. Por la noche hubo sesión del Concejo y a la salida Gilberto Sánchez, alias Kolinos, le pegó una cachetada a Guillermo León [señalado alcalde], este reaccionó y de un estrujón lo tiró al suelo y lo tomó por las orejas, estaba al punto de darle contra el borde del andén, cuando se lo quitó la policía”106.

Este grado de beligerancia, de violencia, de agresividad, venía de los años cuarenta; se postergó durante la dictadura de Rojas y en el tiempo del concejo monolítico de la Anapo. Y estalló en el momento del final del Frente nacional, cuando volvió la puja o medición de fuerzas electorales por el poder. Velásquez Cardona dice que esa puja por la alcaldía la ganó él y el concejal Rafael Piedrahita logró establecer un puente entre los partidos; como patriarca liberal reunió el partido y muchos militantes en la parte trasera de su farmacia, invitó a Velásquez Cardona quien expuso verbalmente y con amplitud su plan de gobierno. Les dijo que gobernaría con todos, pero con independencia, porque a pesar que aceptaría nombres de candidatos a ocupar los puestos administrativos del municipio, estos deberían ser competentes. Dijo que pondrá por encima de las rencillas políticas las necesidades del municipio como lo son el acueducto, construcción de escuelas, colegios y modernización del impuesto predial107.

El libro de Velásquez Cardona “De Hato Viejo a Bello”, le sirvió para detallar sus actos administrativos. Dice que luchó contra la tugurización, contra quienes alegaban ser propietarios de tierras, pero no tenían títulos. Luchó contra bares y cantinas que violaban los acuerdos; contra la delincuencia, especialmente, “delincuentes reconocidos, a quienes les aplicaba el famoso Treintazo, el cual consistía en adjudicarle al delincuente el “delito de sospecha” y era enviado a la cárcel por treinta días o debía pagar una fianza acorde con su peligrosidad”108. Con esta política de orden público, encarceló por las épocas navideñas de 1975 y 1976 (prolongada a 1977 por otros alcaldes), a los sospechosos de ser delincuentes habituales, detenidos en batidas “de la policía y de los agentes de Seguridad y Control”109.

Velásquez Cardona con estas descripciones muestra su concepción del mundo, del poder y la democracia; se ve la expresión y ejercicio autoritario del poder. El siguiente párrafo es revelador: “Había gobernabilidad; aún no existían los abogados resocializadores, ni las Ong defensoras de los delincuentes, ni toda esa parafernalia judicial que opera a favor de los malos y deja desprotegidos a los ciudadanos de bien”110.

En otro escenario, cuando trata de su relación con los trabajadores y sus sindicatos, dice que se acordó con un médico para hacerle un tratamiento anticonceptivo a un trabajador que tenía diez hijos; sin su consentimiento y con plena violación de los Derechos Humanos “el alcalde [Velásquez Cardona] se puso de acuerdo con un médico y lo envió a una institución; allí le dijeron que tenían que extirparle un granito que podía ponerse maligno y le hicieron la vasectomía. El trabajador llegó feliz a contarle a sus compañeros que lo habían atendido muy bien, que le habían dado refresco y torta. En el refresco iba el anestésico”111. Entre burlas, chistes y risas sarcásticas, Velásquez Cardona, se mofa del poder y testimonia ejercer una especie de dictadura contra los no conservadores que muy personalmente concibe.

Velásquez Cardona se proclama modernizador de la administración municipal. Dice que convirtió la Inspección de tránsito creada en 1972, en la Secretaría de Tránsito. Por eso se enfrentó al INTRA (Instituto Nacional de Tránsito) porque era este organismo quien nombraba inspector para Bello. Además, dice que por reforma administrativa se crearon las secretarías de obras públicas, planeación, gobierno, valorización y los departamentos de impuestos y catastro. El alcalde Velásquez hizo la reforma “Debido a la falta de planeación y de control. El crecimiento urbano se hacía en forma caótica, pululaban las urbanizaciones piratas, las construcciones sin permiso, los pasajes residenciales, las calles sin continuidad, los balcones rectangulares, que parecían hechos con el mismo diseño […] esas edificaciones eran hechas con los planos que les alquilaba Roberto Ortega, un terrateniente de Bello…”112

Contrató el servicio de acueducto y alcantarillado con las Empresas Públicas de Medellín y se “pasó” a multar a los urbanizadores piratas. Velásquez Cardona, escribió lo siguiente a este respecto: “...se estaba desarrollando una urbanización pirata en una famosa finca llamada San Gabriel, en las faldas del cerro Quitasol y de propiedad de la familia Zapata Lotero. El Alcalde [la] suspendió […] y le aplicó una multa al Dr. Raúl Zapata Lotero; cuando este fue a notificarse, le dijo al Alcalde que no era justo que lo sancionara, y que en Bello siempre se habían hecho así las cosas…”113.  El alcalde le mostró a Zapata lotero el texto de una ley presentada al Congreso de la república, redactada por el mismo Zapata y le dujo: “-Esta es la ley que me faculta para multarlo, le fue presentada al Congreso por el Dr. Raúl Zapata Lotero, que si no estoy mal es usted, o sea, que [usted] es víctima de su propio invento-”114.

Ese espíritu de reforma y modernización del cual se ufana Velásquez Cardona lo lleva a un amplio anecdotario. Dice: Alberto Uribe (padre del expresidente Álvaro Uribe) compró la finca Hacienda Niquía. Esta y la hacienda de los Barrientos colindante se surtían de agua por una acequia que la tomaba en la vereda Tierradentro y la conducía por la ladera del Cerro Quitasol hasta Niquía. Los Uribe le quitaron el servicio a los Barrientos. El lío lo dirimió el alcalde a favor de estos últimos mediada una confrontación agresiva en su despacho115.

Otro día, anota: llegaron a su despacho funcionarios del ministerio de justicia para que les aprobara los planos de la cárcel Bellavista ya construida; les dijo: “... ¿Cómo es eso de que primero se construye y luego se sacan los planos? -Esa si es la revolución de la ingeniería-116. Firmó para que no lo destituyeran.

Luego, funcionarios de Empresas varias de Medellín, llegaron a la alcaldía y presentaron un bloque de planos para hacer en el barrio Gran Avenida un relleno sanitario: “el Alcalde los escuchó atentamente y al finalizar, con cierta rabia, les dijo: -¿De manera que la propuesta de ustedes es que nosotros autoricemos que depositen la basura de Medellín en el corazón de Bello? No me crean tan güevón […] y tomando [el bloque de planos] lo arrojó al cesto de la basura…”117.

En Julio de 1976, las centrales obreras tenían organizado un paro nacional; para prevenir disturbios, y por el estado de sitio del país, el gobierno nacional decretó la Ley Seca; pero como “En Bello no pasaba nada y el Alcalde permitió la venta de licor, lo cual no fue del agrado de la policía, dando origen a una queja del comandante de Policía Antioquia al Gobernador”118. Este llamó al alcalde de Bello y le dijo: “- ¿Es verdad que en Bello están vendiendo licor como si nada? -El Alcalde respondió: si, Gobernador, es verdad, y di el permiso, porque […] quienes están bebiendo y jugando cartas o jugando billar, no están interesados en paros … [el gobernador respondió] -puedes que tengas razón, pero es una ley […] nacional […] si te sancionan no digás que no se te advirtió-”.119

Obró sobre “El barrio Santa Ana construido por Fabricato en 1955 […] levantado en los predios de la Hacienda Providencia o Santa Ana, comprada al terrateniente Nicolás Sierra”120. Al barrio solo se podía acceder por un carreteable destapado embocado con la autopista norte y por un puente improvisado hecho en madera sobre la quebrada del Hato. “Para solucionar esta situación, la administración construyó un puente de buenas especificaciones”121 y con la gobernación consiguió una franja de tierra para comunicarlo con el barrio Obrero; “obra que desembotelló completamente a Santa Ana e hizo posible dotarlo de transporte”122.

Contra el libertinaje en la ciudad ocasionado por la falta de acceso vial de la autoridad, amplió el puente de Playa Rica; amplió la calle 53 a costa de recortar la casa de la pintora Lola Vélez. La calle 54 que terminaba en la famosa Ramada, la conectó con la carrera 50 llevándose de paso el Pasaje San Francisco. Esta decisión le valió críticas de “los mal llamados progresistas (conservadores), emitieron boletines acusando al Alcalde de haber torcido una calle para favorecer al Sr. Everardo Aguilar cuyo negocio quedaba haciendo esquina…”123.

A mediados del año 1976 entregó la planta física del Liceo Fernando Vélez en el barrio El Carmelo; lo hizo gestionando $700.000 con la administración departamental. Los planos los hizo el Instituto de Construcciones Escolares -INCE- y la obra la realizó el ingeniero de Obras públicas de Bello Rodrigo Botero A. Luego los estudiantes decretaron un paro para reclamar profesores faltantes y modernización del pensum. Salieron a la calle, apedrearon vehículos y locales comerciales. El Alcalde ordenó al rector expulsar a los dirigentes, bajo la condición de poder seguir con la ayuda de la administración. Intervino la secretaría de educación departamental y reubicó a los estudiantes en un colegio de Medellín.

Hizo la propuesta de construir un polideportivo, con ocasión de los Juegos Panamericanos, en los terrenos de la Granja Tulio Ospina, donados a los Municipios Asociados del Valle de Aburrá -MASA-. Coldeportes atendió la propuesta pues la carencia de políticas deportivas se expresaba en desorden social. La selección Bello de fútbol, funcionaba sin orientación profesional. “Lamentablemente no tenían quien los dirigiera, ni les impusiera normas, por lo cual revolvían el deporte con marihuana, llevaban cuchillos, armaban peleas, se robaban las toallas de los hoteles […] en algunos municipios no los dejaban entrar”124. Velásquez Cardona ante esta situación expulsó a los marihuaneros, dotó el equipo de implementos, nombró al director de planta de Fabricato, José Saule, como entrenador y se trajo del Atlético Nacional el portero Raúl Navarro. Por eso en 1976 “por primera vez [la Selección Bello] se coronó Campeón Departamental” con ayuda de la Junta Municipal de Deportes, entre quienes estaban Rafael Piedrahita Arango, Gonzalo Velásquez Z., Gilberto Álvarez G., Alfonso Hernández y Mario García125.

El agua se tomaba de la quebrada del Hato y se conducía a un tanque ubicado en el barrio El Carmelo llamado “los filtros”. De allí se distribuía a los barrios según horario porque el tanque era insuficiente. El agua sin ningún tratamiento, su calidad estaba sujeta a las épocas de invierno o verano. Pero desde 1973 se comenzaron las negociaciones con las Empresas públicas de Medellín para dotar el municipio de acueducto y alcantarillado técnicamente diseñados, así como se había hecho con el servicio telefónico. Se utilizaron $15.000.000 destinados por la presidencia de Misael Pastrana Borrero y la disposición del nuevo gerente adscrito a la presidencia de López Michelsen. Además, Bello aportaba otras finanzas producto del sistema de valorización y la deuda pública.126

El sistema de valorización tuvo una reacción popular en contra dirigida por el Movimiento Obrero de Izquierda Revolucionaria -MOIR- y los conservadores valderramistas. El alcalde para cumplir con el Estatuto de Valorización reunió a los propietarios en el Teatro Bello; el público airado abandonó el teatro y se encontró con otros representantes de la comunidad. En la calle esperaron al alcalde y le hicieron una manifestación. Dice Velásquez Cardona: “A la salida […] los opositores se habían concentrado en la esquina en una especie de manifestación; un primo del Alcalde, Ignacio Velásquez Muñoz, hijo de Miguel Velásquez Uribe, azuzaba a la multitud gritando que lo lincharan […] en vista de la situación, el alcalde desenfundó su revólver y los conminó diciendo: -al primero que se me acerque lo quemo”.127La policía detuvo a Ignacio Velásquez y el alcalde ordenó cinco días de arresto. Miguel Velásquez intercedió ante el alcalde -su sobrino- por su hijo; pero Velásquez Cardona le dijo: “...ese muchacho salió comunista [...] el tiene que entender que un revolucionario que no pague cana no sirve para nada…”.128

El domingo seis de octubre de 1974 a las diez de la mañana, el concejal del MOIR Alonso Berrío con otros dirigentes de ese partido, en la platea de la Choza Marco Fidel Suárez realizaban una manifestación contra valorización. El alcalde les manifestó que esa manifestación era ilegal por estar el país en Estado de Sitio. La negativa de Berrío para disolver la manifestación, hizo que el alcalde enviara un escuadrón de policías; la disolvieron y detuvieron cien manifestantes. Ente los detenidos estuvieron el concejal Berrío, Ignacio Velásquez, Antonio (Toño) Zapata y copartidarios del MOIR llegados de la ciudad de Medellín.

Los detenidos fueron condenados en “audiencia pública presidida por el alcalde con intervención del Ministerio Público y en grupos de a diez personas”129; la mayor pena se impuso al concejal Berrío. Ocho días después llegaron al despacho del alcalde Amílcar Acosta, dirigente nacional del MOIR y el director de Voz Proletaria, a pedir permiso para visitar al concejal y certificar su estado. Dice Velásquez Cardona, que pasado el tiempo cuando hacía décadas había dejado la alcaldía se encontró “con Toño Zapata, quien fue uno de los detenidos en la asonada y que luego se convirtió en miembro de la guerrilla del M-19 y fue entrenado en Cuba, en la especialidad de manejo de explosivos. A Toño le gustó más el narcotráfico que la revolución y se metió de lleno en la mafia, llegando a ser uno de los más peligrosos delincuentes del país [cierto día] en un negocio frente a la Choza de Suárez conocido como El Bastón [Toño le dijo] -Usted me metió a la cárcel- […] Claro Toño, si estabas alborotando el orden público y a mi como alcalde no me gustaba que lo hicieras”.130 Se tomaron un aguardiente y hablaron de los dos Mercedes Benz de Toño Zapata y su ser comunista, dice irónicamente Velásquez Cardona. Se despidieron “Al poco tiempo mataron a Toño en la autopista norte cerca del estadero Nemqueteba131. Luego encontró a Alonso Berrío “en el restaurante La Sombrilla, en la vía a las palmas de Medellín. Allí recibió de Berrío un reconocimiento porque el haberlo metido a la cárcel le permitió reaccionar y reflexionar acerca de lo que estaba haciendo con su vida y que no se estaba conduciendo a ninguna parte…”132

Velásquez Cardona termina su libro nombrando al rico casateniente Nicolás Sierra. “Don Nicolás tenía fama de mal colaborador. Su esposa la exdiputada y educadora Ana Gómez de Sierra, natural de Rionegro, se oponía al cobro de valorización”133. Pero Nicolás Sierra se interesó en el acueducto porque le beneficiaba su negocio de alquiler de viviendas y por eso pagó la valorización. Los dueños de la cadena de almacenes Ley manifestaron su apoyo porque pretendían construir una sede en el parque de Bello. La oposición de los mandos medios de Fabricato -dice- la solucionó con una intriga con el gerente Jorge Posada. Y la oposición de los partidos políticos, el MOIR, un sector liberal y los valderramistas conservadores se solucionó con la advertencia de que para ganar las elecciones de 1976 debían darles agua potable a los habitantes.

Al fin en los primeros meses de 1977 comenzó a llegar agua potable y por supuesto tratada al municipio de Bello. “El acueducto se inauguró oficialmente en agosto de 1977…”134. Concluye Velásquez Cardona: ahí comenzó la vida moderna en la ciudad de Bello.

Valorización y rebeldía

El cobro de Valorización y la rebeldía se juntaron en el Bello de los años setenta del siglo XX. Los habitantes se movilizaron contra el sistema de valorización; pero esa movilización no fue espontánea. Fue el producto de una acción de líderes, pertenecientes a diversos grupos políticos concertados para enfrentar a la alcaldía y su decisión de financiar el acueducto con el gravamen de valorización. La movilización no fue la única ni la más extraordinaria de la década, pero si fue la expresión de algo nuevo; en ella participaron todos los pobladores afectados sin distingo clasista.

Esta característica de la lucha generó una práctica social y política, expresada a nivel local, pero generalizada nacionalmente y que para finales de la década se convirtió en una alternativa de acción potenciada por una nueva conceptualización sobre la sociedad y la historia. Desde 1978 esas movilizaciones se pueden entender como unos Movimientos Sociales (movimientos cívicos, Movimientos culturales, movimientos étnicos, movimientos de género) pasados a ser los Nuevos Sujetos Sociales en la analítica de la sociedad colombiana.

Esas reflexiones fueron presentadas en el segundo lustro de la década de los setenta. Y también las motivaron la crisis de representación de la izquierda armada y sus formas organizativas inscritas en un autoritarismo dogmático. Hubo un desencanto con ese grupo de intelectuales que se proclamaban como la vanguardia invencible.135 Estos Movimientos sociales fueron los nuevos sujetos del cambio social.  Convicción generadora de nuevas actitudes que replantearon el trabajo de la historia, replantearon la perspectiva histórica, replantearon el pasado, el presente y el futuro de la sociedad colombiana. Los Movimientos Sociales se presentaron como una resistencia colectiva a la dominación, negada sistemáticamente a satisfacer las necesidades básicas de la población. Este acontecimiento, del cual partió la actitud social de ruptura de los años ochenta próximos, se caracterizó por la pretendida despolitización de las movilizaciones.

Estadística de la delincuencia

Desde todos los puntos de vista registrados, en la década de los setenta, se señala el delito y la delincuencia como el mayor problema; pero el acercamiento que se ha hecho aquí ha conectado todos los problemas. Desde estas primeras tres décadas del siglo XXI se puede decir que los habitantes de Bello en esos años vivieron una especie de desahucio por los altos precios, la insalubridad, la lentitud o en la ejecución dela poca obra pública que se impulsó, el desempleo, la inmigración descontrolada y todo esto coronado por la delincuencia campeante.

La Inspección 3ª. Municipal de Policía del barrio París en abril de 1975 le pide al jefe del Departamento de Investigaciones y Control represión de la delincuencia en el barrio con la realización de batidas constantes diurnas y nocturnas, para que se logre la “aprehensión y desintegración de los grupos de antisociales que, […] abundan en este barrio”136.

En el mismo mes de abril el inspector 2º. del Barrio Zamora Javier Valencia Correa, se dirige al Jefe de Seguridad y Control Marco Aurelio Betancur al momento de asumir el cargo pidiendo apoyo para “nuevos planes y estratégicas en busca de una bien coordinada acción con miras al exterminio completo de los indeseables…”137

Los habitantes que han aprendido a movilizarse para exigir la satisfacción de sus necesidades se sentían burlados con las actuaciones de los políticos o administradores y se puede decir que parte del desorden social fue ocasionado por las decisiones del jefe de impuestos Juan Ortega Isaza y la alcaldía de Guillermo León Velásquez; le comunican al Jefe de Seguridad y Control un “Previo concierto” para prohibir los venteros ambulantes en varias cuadras alrededor del parque Santander; pero con “dos excepciones: tres venteros frente al teatro Iris y dos frente al teatro Rosalía, en ambos casos deberán acreditar la autorización correspondiente”. Ese privilegio fue una incitación a romper la prohibición por los demás venteros.138

Se ha observado los oficios del departamento de Seguridad y Control del año 1975.139 Ahí se tienen los delitos más comunes como una muestra de lo ocurrido en la década. De los cien oficios analizados se nota que el delito más común es el hurto con treinta y cinco casos ubicados en toda la población; lo sigue el homicidio en número de veinte localizados en los barrios Niquía, La Camila y París. Diez casos de lesiones personales igualmente distribuidos en todo el municipio. Sigue en jerarquía la estafa y el abuso de confianza con diez casos; y tres accidentes de tránsito con víctimas fatales. Tres de tráfico y consumo de marihuana; dos violaciones carnales, dos casos de falsedad en documentos; dos riñas en la parte central; dos casos de abandono de hogar y otros como fuga, inasistencia alimentaria, abandono de infantes y la indocumentación.

La zona de mayor frecuencia delictiva es el centro del municipio, seguida por Niquía y la Gran Avenida. El alcalde encargado Javier Pulgarín Vanegas, acatando la directriz de Velásquez Cardona de luchar contra bares y cantinas que violaban los acuerdos; contra la delincuencia, especialmente, “delincuentes reconocidos”, oficia al Jefe de Seguridad y Control Marco Aurelio Betancur ordenándole visitar algunos negocios porque “Tiene quejas este despacho sobre la inmoralidad [en] Bar Niquía, del señor Jesús Ángel Blandón, situado en calle 51, crucero carrera 45. Y el granero mixto situado en la calle 51 con la Plazuela de la Madre, administrado por la mujer llamada “La Foca”.140

Esa afirmación convincente del inspector de Zamora Javier Valencia Correa de “exterminio completo de los indeseables” puede considerarse una vocación porque los agentes de Seguridad y Control Jorge Monsalve, Gabriel Velásquez y Fernando Morales fueron llamados por la Juez Tercera Municipal Dolly Peláez Henao a entregar sus armas y los llamó a responder por el asesinato del menor de edad John Jairo González Osorio.141

Personajes de Bello resaltados por Velásquez Cardona

La memoria del exalcalde Velásquez Cardona y la obra de Miguel Zapata Restrepo presentan una similitud; ambos autores hablan a través de un tercero. Miguel Zapata se encarna en don Lucho Paniagua; y Guillermo Velásquez narra a través de un alcalde al que le pone su propio nombre. Se percibe que De Hatoviejo a Bello fue escrito como respuesta a los apodos del Virgo… Maestre, donde Velásquez Cardona es llamado “Care retrete”. Ambas obras fueron elaboradas desde un sentido tragicómico y burlesco. Miguel zapata, lo hace por ser “Bello un municipio en obra negra” y estar a merced de unos monstruos devoradores. Y Velásquez Cardona lo hace por haber presenciado en su vida la intriga y la rapiña, en una especie de guerra de todos contra todos, a pesar de la participación directa del él y su familia.

Por eso se considera que los retratos caricaturescos y la burla o exageración de sus acciones, son necesarios de resaltar, porque primó el afán de registrarlos antes de considerar la filiación. El autor los hizo por venganza, o por constancia de su conocimiento o desquite. A diferencia de la motivación, se considera de valor histórico hacer el inventario que sigue:

El Concejal Enrique Mora “…era un hombre regordete, bajito, de pelo crespo, usaba gafas oscuras y anillos de grandes piedras en todos los dedos […] sus ratos libres los dedicaba a la política como militante del partido Conservador.”142

La señora Gabriela Uribe de Benjumea fue de las primeras mujeres en participar en política “…alta, delgada, de tez blanca y ojos azules, con un cabello entre cano y […] dueña de una recia personalidad, pero de un trato agradable […] No sabemos por qué razón era conocida [como] la Panda…”143. Casada con José Benjumea. Conservadora. Auxiliaba a sus copartidarios perseguidos por los liberales.

José Benjumea “Oficiaba como fotógrafo (años sesenta) del pueblo y para ello, convirtió la sala de su amplia casa en local para su negocio y lo dotó de un flamante aviso en baquelita, letras de color café, con bombillo por dentro; el aviso anunciaba: Foto Benjumea. Allí…”144 se tomaban fotos a recién casados, cumpleaños, bautizados, quinceañeras, para carné… La cámara montada sobre un trípode operaba con placas metálicas y un bombillo de tungsteno.

Marco Antonio Uribe “alias Chupeta”. Dentista y mecánico dental junto con Gabriel Moreno, Jaime Estrada y “Rafael Uribe alias “Grillo o Firifiri [este] era de estatura regular moreno, flaco, pelo ensortijado, bigote a lo Clark Gable, buen bebedor […] se emborrachaba y peleaba con él mismo, rastrillaba los dientes [...] produciendo un ruido”.145

Rafael Piedrahita, Pompilio Hernández, Henrique Mora y Miguel Hernández fueron los farmaceutas más memorables. Pompilio “alternaba sus labores con la política […] ferviente conservador”146 se excedía en oratoria y llevaba sus largos discursos escritos. Rafael Piedrahita Arango, patriarca liberal: “hombre alto, de tez morena clara, cara redonda, cabello lacio negro [de] gran simpatía…” Ídem Pág. 128 Se casó con una sobrina del presbítero Rogelio Arango párroco de la iglesia del Rosario por más de cuarenta años. Pariente del jefe liberal Jaime Arango Rojas. Dueño de la Farmacia Suárez; más que vender medicamentos preparaba con fórmulas originales los propios que lo hicieron famoso en Bello. Lo ayudaba en la farmacia Germán Velásquez hermano de Miguel “El Bizco” Velásquez y padre de Guillermo León Velásquez Cardona. Rafael ayudaba a quienes les faltaba dinero para las medicinas, “su simpatía y gran corazón le granjearon […] el cariño del pueblo. El Partido Liberal, además de tenerlo como miembro del Directorio, siempre encabezaba la lista al Concejo con su nombre, para garantizar una buena votación”.147

Los judíos inmigrantes: Salomón Rabinovich, llamado “el Míster”, recorría las calles vendiendo telas a crédito y puerta a puerta. Dice Velásquez Cardona. “Este vendedor terminó fundando la empresa de textiles Telsa”.148 Jacobo Shuster, igual que Ravinovich, llegó a la ciudad de Bello huyendo de la segunda guerra; “hombre alto, ojos azules [corte de cabello militar] tenía un almacén de calzado contiguo al […] de don Abelardo Villa”.149 Y León Reznick quien también llegó huyendo de la segunda guerra era “Robusto, bajito, con una cara enmarcada de unas gruesas gafas de carey […] tuvo un almacén de telas contiguo a la iglesia de Hatoviejo.150

Libardo González, fue director de la biblioteca Marco Fidel Suárez; “un honesto exempleado de la aduana y dueño de una cierta cultura, tenía su cantina en la Avenida Suárez, al frente del Cortijo […] era conocido como Purgante…”151 por su mal genio. Su cantina la llamó El Refugio.

El cineasta Enoc Roldán; “Hombre corpulento, de tez blanca y ojos saltones, cabello ensortijado […] fue uno de los precursores del cine colombiano. Fundó su empresa, Error films, la cual con el lema […] “Filmamos hasta el diablo” produjo varias películas, entre ellas…[…] “El Hijo de la Choza” [en la que] puso a actuar a personajes de Bello como Everardo Aguilar Velásquez en el papel de MFS; Norberto Pérez, Antonio Laverde, Jaime “Chuleto” López y José “El Pollo” Restrepo como ministros”.152

Leonel Pionono Gómez, apodado “El marinillo” fue compañero de andanzas de Miguel Velásquez. Pequeño, Blanco, ojos grises, cabello lacio y entrecano; dentista pionero con Celio Arroyave.153

La señora Esther Uribe Sierra, tía de Miguel Velásquez Uribe. Conservadora, “alentaba a los [copartidarios] para sus refriegas con los liberales, asistía puntual a todas las reuniones y manifestaciones y daba cobijo en su casa a los conservadores […] heridos o perseguidos”.154

Miguel Velásquez Uribe hijo de Sofía Uribe Sierra. Fue personero, encargado de Obras Públicas en 1945. Concejal y jefe del Partido Conservador. Lo apodaban “el Bizcocho”. Descendiente de la familia conservadora de Teódulo, Romualdo, Octavio y Samuel Velásquez. “Miguel era de estatura regular, bigote a lo Jorge Negrete, moreno, delgado, pelo lacio y con un ligero estrabismo en el ojo derecho; dueño de una gran […] oratoria y de una inteligencia innata…”155. Miguel y Leonel “Pionono” Gómez, en la década de los cuarenta y cincuenta fueron los jefes del conservatismo laureanista en Bello “defensores a ultranza de la fe católica y de la iglesia; las hordas que los seguían promovían sus manifestaciones al grito de “viva Cristo Rey, abajo manzanillos hijueputas!”156 . Estuvieron al frente de “los aplanchadores como Pastelero, Bucheperra, Macías, Arboleda, Luís Flórez…”157. Organizaron una peregrinación a la población de Santa Rosa de Osos para celebrarle al obispo Miguel Ángel Builes las bodas de oro. Los acompañaba Gabriela Uribe Benjumea; al llegar mientras cantaban himnos a cristo y las “Acacias” del Dueto de Antaño158 los liberales les hicieron detener el bus “Escalera”; Gabriela hirió uno de los liberales con un botellazo y los hizo desistir. Luego en el parque del pueblo entre vivas a sus partidos liberales y conservadores iniciaron la pelea. Miguel Velásquez y Leonel “Pionono” Gómez también llamado “El Marinillo” recibieron puñaladas, lo que obligó a trasladarlos de urgencia a Medellín. También resultaron heridos Julio Mesa, José A. Vélez y Luis Emilio Villa.

En otra ocasión, por un petardo que le estallaron a Mariano Ospina Pérez en Marinilla, Miguel “El Bizco” Velásquez y “El Marinillo” culparon a los liberales de Rionegro y decidieron cobrar venganza. Salieron de Bello en un camión “Escalera”, repleto de conservadores con el objeto de quemar la ciudad de Rionegro; pero “los estaban esperando los liberales […] los recibieron a bala [y en medio de la confusión] sólo pudieron quemar una pequeña parte”159 de la plaza de mercado, se desbandaron y muchos tuvieron que regresar a pie. Miguel fue enjuiciado y le decretaron orden de captura. Gabriela de Benjumea lo escondió en el sótano de su casa y luego Alfonso Zapata le prestó una casa en el Picacho para que evitara la justicia160. Al tiempo consideró que ya se había olvidado su delito, regresó a su casa ubicada contigua al cerro El Calvario; pero finalmente fue capturado y pagó un año de cárcel en La Ladera de Medellín, al cabo del cual regresó al concejo. “A la salida de una de las sesiones […] un sujeto se abalanzó contra Miguel blandiendo un puñal […] Miguel […] desenfundando un revolver y de un solo disparo liquidó a su presunto homicida […] el arma se la llevó el Turco espinal y […] Miguel se tragó la vainilla razón por la cual cuando llegó la policía…”161 no encontró culpables. En 1949 Belisario Betancur daba un discurso desde la terraza del quiosco en el parque Santander. Una piedra liberal le dio en la cabeza y lo derribó. Miguel “El Bizco” Velásquez se llevó el orador herido hasta la tienda de Tista Tobón para curarle. Afuera se desarrolló una pelea entre liberales y conservadores.

Francisco Luis “Colis” Paniagua, sufrió el estallido de un petardo en su casa el 9 de abril de 1948. Luego, como desagravio recibió visita del Directorio Liberal Departamental; “Para dar los agradecimientos, “Colis” se subió a un taburete de cuero y comenzó su discurso diciendo: -Ilustres jefes del partido, yo recogí la bandera liberal que otros habían dejado tirada- aplausos- y llamando a su esposa gritó, Teresa, Traiga la bandera“.162

 Guillermo Aguirre González

Noviembre de 2022

Notas:

1. Vainfas, Ronaldo. De la Historia de las Mentalidades a la Historia Cultural. Traducción de Pablo Rodríguez. En Anuario Colombiano de Historia Social y de la Cultura. No. 23. Bogotá Universidad Nacional 1996. Pág. 222

2. Ídem. Pág. 223.

3. Borja, Jaime Humberto. Frente Nacional: Lleras Retrepo y Pastrana (1966-1974). En Gran Enciclopedia de Colombia. Círculo de Lectores. Bogotá 2007. Pág. 215

4. Ídem. Pág. 216

5. Ídem. Pág. 216

6. Ídem. Pág. 217

7. Ídem. Pág. 220

8. Ídem. Pág. 220

9. López Restrepo, Andrés. Gobierno de Alfonso López Michelsen (1974-1978). En Gran Enciclopedia de Colombia. Círculo de Lectores. Bogotá 2007. Pág. 225.

10. Ídem. Pág.226

11. Ídem. Pág. 229

12. López Restrepo, Andrés. Gobierno de Julio César Turbay Ayala (1978-1982). En Gran Enciclopedia de Colombia. Círculo de Lectores. Bogotá 2007. Pág. 234

13. Ídem. Pág. 234

14. Revista Fabricato Al Día. No. 95. Septiembre – octubre. Medellín 1970. Pág. 36-37-38

15. Ídem. Pág. 37

16. Ídem. Pág. 10

17. Ídem. Pág. 10

18. Ídem. Pág. 10

19. Periódico Estrella del Norte. No.41. Bello. Enero 17 de 1970.

20. Ídem. Pág. 5

21. Ídem. Pág. 5

22. Ídem. Pág. 8

23. Ídem. Pág. 8

24. Ídem. Pág. 4

25. Ídem. Pág. 7

26. Periódico Estrella del Norte. No.42. Bello. Enero 24 de 1970. Pág. 5

27. Ídem. Pág. 5

28. Ídem. Pág. 5

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30. Periódico Estrella del Norte. No.43. Bello. Enero 31 de 1970. Pág. 1

31. Ídem. Pág. 3

32. Ídem. Pág. 5

33. Periódico Estrella del Norte. No.45. Bello. Febrero 28 de 1970. Pág. 1

34. Ídem. No.46. Marzo 6 de 1970. Pág. 3

35. Ídem. No.51. Mayo - junio de 1970. Pág. 7

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40. Ídem. No.47. Marzo 14 de 1970. Pág. 2

41. Ídem. No.48. Marzo 24 de 1970. Pág. 2

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47. Zapata Restrepo, Miguel. El Virgo… Maestre. Editorial Beta. Medellín 1972

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89. Velásquez Cardona, Guillermo León. De Hato viejo a Bello. Ed. Municipio de Bello.2015. Pág. 41

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135. Archila, Mauricio. Historiografía sobre los movimientos sociales en Colombia. Siglo XX. En La historia al final del milenio. Universidad nacional de Colombia. Bogotá 1994. Pág. 255

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