domingo, 27 de octubre de 2019

Un Gnomón de veinte pies. La mirada Ilustrada de José Manuel Restrepo


 La búsqueda de información documentada sobre la historia local de la ciudad de Bello ha llevado a prestar atención al periodo de transición de la colonia a la república. Época de preocupación de la monarquía española de la casa borbónica, por inventariar los recursos socioeconómicos de las colonias. Estas preocupaciones se enmarcaron con las actitudes e ideas del absolutismo ilustrado, que permitió la participación en la administración de las Colonias a los criollos y mestizos pardos. Además les permitió el acceso a los colegios pontificios, a la literatura liberal peninsular, a viajar a por Europa y el acceso a los debates sobre la ciencia o la eficacia del gobierno público.

El Hatoviejo, resultado de la conquista y colonia, entró en la observación de los ilustrados antioqueños de finales del siglo XVIII, por hacer parte del valle de Aburrá, territorio dedicado al cultivo de pancoger y a la cría de ganados para el abasto de la población minera local y de la provincia.

El contacto de los criollos neogranadinos con la IIlustración europea, comenzó desde la permisibilidad de la corona española para ocupar puestos administrativos y públicos. Es el caso del antioqueño “Abogado de la Real Audiencia de Santa Fe de Bogotá” José Manuel Restrepo. El pensamiento ilustrado, que según Renán Silva1, se manifestó por el cambio en la concepción de la Naturaleza, en la colonia medieval. Esta se pensaba como un ser monstruoso habitado por mohanes, demonios y selváticos seres brujos. Para los ilustrados la Naturaleza entró a ser amable, llena de una exuberante riqueza digna de ser conocida, porque dios la creó como un don para el ser humano, para que extrajera de ella su sustento. Conocer la Naturaleza era alabar al ser supremo.

Esta reflexión explica la dedicación de José Manuel Restrepo a elaborar un temprano escrito (lo hizo a los veinte años) “Ensayo sobre la geografía, producciones, Industria y población de la provincia de Antioquia en el Nuevo Reyno de Granada”2. Pero la novedad estuvo en el vuelco de la actitud racional hacia la observación, para luego construir conocimiento. Dice José Manuel: el que hace investigación, si no hace mediciones topográficas, el curso de los ríos, longitud y latitud de los lugares y el curso de las montañas, fracasa en cualquier proyecto económico; la prosperidad de los pueblos se hace muy lenta.

José Manuel Restrepo utiliza y se ayuda con instrumentos en su observación – medición de la Naturaleza. Dice: “La primera Carta de la Provincia de Antioquia, que se ha formado con observaciones astronómicas ha sido la que yo levanté en 1807. Para observar las alturas meridianas del sol, y de las estrellas utilizaba un Grafómetro de anteojo que sirve lo mismo que un cuadrante y cuyo error me era conocido. También para el primero me valí de grandes Gnomones de 15 a 20 pies de altura medida aproximadamente. De este modo he determinado con exactitud la latitud de los principales puntos de la Provincia […] Las longitudes me han sido más difíciles. Tuve la felicidad de que el Barón de Humbold determinó astronómicamente la de Nare: así, en esta población comenzaron mis trabajos: desde aquí llevé con la Brúxula hasta Medellín una cadena de rumbos compuesta de muchos triángulos: después la continué en todos mis viages conociendo la declinación de la aguja por observaciones del Azimut del sol. Los lados del triángulo los hallaba por medio de operaciones geodésicas, donde el terreno lo permitía, o por observaciones del tiempo que tardaba en caminar uno de ellos, haciendo siempre la rebaja que exigía la desigualdad del país…”3

Observaciones y mediciones dirigidas a buscar explotaciones de los recursos naturales, para beneficios económicos, que debían aprender los dueños de minas y esclavos, para tratar de sacarlos del atraso y el fracaso de muchos emprendimientos. Dice a este respecto: “Las minas ricas dan todos los días quatro tomines de jornal (8 reales) por cada esclavo, aunque son muy raras las de esta clase: las comunes producen uno o dos tomines. Los mineros dueños de esclavos son pocos, y el que más, tiene 100 negros; de modo que los esclavos no explotan la sexta parte del oro que sale de Antioquia; las otras cinco partes son extraídas por los individuos libres que nombran Masamorreros4.

Este conocimiento elaborado con los paradigmas científicos de la modernidad debe llevar a los neogranadinos a lograr la prosperidad con el aumento de las producciones cuando ocurra la explotación de las betas y logren dejar el laboreo del oro corrido cada vez más escaso. “Las minas de oro corrido no son las únicas que existen en esta Provincia: hay betas de oro en las Cruces, en San Vicente, y en el Guasimal […] Hay muchas otras que existen en los montes; pero nuestros conocimientos de minería, en dos siglos que hace las trabajamos, son ningunos; así ni sabemos distinguir las betas de oro, ni seguir sus veneros, ni dar los zocabones, y al fin todas se pierden”5.

El ensayo de José Manuel fue publicad en 1809 y se lee en él una inspiración basada en el pensamiento económico de la Riqueza de las Naciones de Adams Smith. Por ello está convencido de que la riqueza se origina en la industria; utiliza el concepto de “balanza del comercio para medir la salud de la economía e una nación: “Ya se sabe, y es principio indudable entre los economistas, que un pueblo es más rico cuanto más exceden sus exportaciones a las introducciones, y que es pobre cuando las entradas son mayores que las salida”6.

Al final del texto Restrepo trae algunas estadísticas y coordenadas de todas las poblaciones de Antioquia. Datos que revelan sus intenciones de relacionar el número de habitantes con las posibilidades económicas. Los censos que para la época se hicieron, tuvieron también los oficios y el número de oficiantes, le reforzaron su convicción de las pocas luces neogranadinas; muy pocos habitantes para explotar el inmenso territorio lleno de riquezas. Los datos en el año 1808 sobre la población del valle de Aburrá: Hatoviejo 1.446, Antioquia 18.680, Medellín 14.182, Copacabana 2.468, Barbosa 1.493, Envigado 9.556, La Estrella 628.

La misma intención de hacer inventario del territorio antioqueño la tuvo el visitador de la Real Audiencia Juan Antonio Mon y Velarde, llamado el regenerador, llegado al territorio en 1784. Su formación ilustrada coincide en preocupaciones con las de José Manuel y por eso dice: “El sitio de Hatoviejo se halla a distancia de Medellín como tres leguas, aunque logre de buen clima y temperatura, no es tan aparente su terreno para las siembras, por lo que son pocos los sujetos acomodados, y muchos los pobres. Siendo reducida la Iglesia que antes tenían, se está actualmente construyendo una de tapia y teja con capacidad y extensión proporcionada al vecindario”7.

En esta Observación está el territorio, la población y la economía pero la intensión de Mon y Velarde se dirigió a detectar la posibilidad de del pago de los impuestos, aunque al observar muchos pobre, los declaró insolventes o población problema y por eso recomendó a la corona desplazar las gentes pobres hacia otras tierras. Generó lo que se conoce como la colonización dentro de la colonia del sur de Antioquia.

1. Silva, Renán. El descubrimiento de la Economía Política en la Nueva Granada a finales del siglo XVIII. Anuario Colombiano de Historia Social y de la Cultura. No. 29 Bogotá 2002.

2. En el Semanario del Nuevo Reyno de Granada. No. 6 Santafé 12 de febrero de 1809.

3. Idem Pág. 42.

4. Idem Pág. 57. Cursiva en el original.

5. Idem Pág. 58

6. Idem Pág. 71

7. Robledo Emilio. Sucinta relación de lo ejecutado en la visita de Antioquia por el Oidor Juan Antonio Mon y Velarde. Transcrito por Emilio del Archivo Nacional de Colombia. Separata Tomo 12.

  • Imagen: Intihuana, calendario gnomonlítico de Machu-Picchu

jueves, 17 de octubre de 2019

Muñeca brava. El personaje literario


En su último libro de cuentos Deshoras, Cortázar puso su “Diario para un cuento”. Es una narración sobre sus disposiciones anímicas para escribir. Esta narración es considerada por muchos críticos, como el lugar donde el escritor expuso una teoría literaria o estética de la creación.

Dice de uno de los personaje que piensa crear: “¿cómo hablar de Anabel sin imitarla, es decir sin falsearla?” esta pregunta que se hace el escritor plantea algo sobre la actitud del creador de personajes y puede ser lo siguiente: si se describe un personaje tal como existe en la realidad del diario vivir, se falsea; pero ese falsear no está referido al ser del personaje en la vida cotidiana. Se refiere al personaje literario. Si se traslada a la literatura la creatura tal cual vive con la carne, los huesos y su mentalidad en el día a día, se falsea su existencia en el mundo de las letras y se le convierte en una imagen tediosa para el mundo de la ficción, lugar de la belleza y la estética, lugar abstracto en el que los personajes tienen un ser, una existencia poética o literaria.

Cuando se dice que a Anabel (o cualquier otro personaje) hay que darle una existencia sin imitarla para no falsearla, se está invocando la imitación en términos de la tradición platónica aristotélica. Por esta se concibe la imitación como lo falso y la no verdad. La imitación, la mimesis, es la actitud, o el ser de la obra de arte; ahí en ella habita la falsación; pero a pesar de la proscripción del arte y de los artistas de la república o de la polis, él y ellos, tienen en sus haberes el goce estético, el éxtasis, la alegría por la belleza. Puede concluirse que la mimesis griega es equivalente al goce de la imitación. Pero en la cita que trae Cortázar, al afirmar que imitar a Anabel es falsearla, se puede apreciar una ruptura con la mimesis griega; ya no se trata de imitar la realidad, es decir copiarla, porque se agrede la ficción, se violan las máximas del mundo de la ficción, en el que todo existe dentro de una generalidad tipo de las cosas y los personajes. Algo así como cualidades y condiciones que las hacen bellas y bellos, por rasgos de universalidad.

Imitar la cotidianidad de Anabel es falsearla. Llevar al cuento la materialidad cotidiana y rutinaria de ella, resulta una trama narrativa pesada y forzada; es decir, imitar a Anabel es violar las condiciones de la creación literaria, lugar donde todo es abstracto pero verosímil o posible.

Anabel será tratada como un personaje construido en medio de los afanes, decisiones incompletas o tímidas; en medio de la abstracción que opta por el tiempo indefinido. Dice Cortázar que el personaje será construido, sacado de una “nebulosa madeja con tantas puntas, puedo tirar de cualquiera sin saber lo que va a dar; la de esta mañana tenía un aire cronológico […] seguir o no seguir esas hebras: me aburre lo consecutivo pero tampoco me gusta los flashbacks gratuitos que complican tanto cuento y tanta película”. Cualquier hilo que se hale produce una Anabel en el tiempo y en el espacio e identificada por el ejercicio de una profesión, así sea la profesión más vieja del mundo: la prostitución.

La copia de la Naturaleza no produce hoy belleza; la producía en la antigüedad y en el occidente renacido. Hoy la belleza del personaje está en la construcción nebulosa de la ficción. Sobre la fotografía de la Anabel detenida en la imagen, Cortázar crea otra mujer, imaginada, sacada de una madeja en la que pueden existir múltiples Anabeles, una por cada hilo. La que salga de ese nudo abstracto y ficticio, habrá que darle un tiempo cronológico o diacrónico aunque esta necesidad resulte aburrida, gratuita o complicada.

El personaje construido bajo las condiciones de la modernidad del siglo XX, está dotado de tanta belleza, como el narrador quiera darle, en dependencia, sólo de su talento literario. El recurso del tiempo evolutivo del personaje, o del tiempo diacrónico, muestra el deseo del creador de darle un ancestro, una raigambre en una sociedad, en una cultura. El recurso de un tiempo para el acontecimiento, ubica el personaje en una cronología para dotarlo de unas características psíquicas.

La cultura y la Psiquis de Anabel, dice Cortázar, es contar algo que no se conoce, pero necesario para el cuento o la narración: “Absurdo que ahora quisiera contar algo que no fui capaz de conocer bien mientras estaba sucediendo, como en una parodia de Proust pretendo entrar en el recuerdo como no entré en la vida para al fin vivirla de veras”. Recurso al absurdo de la invención porque choca con el recuerdo de vivencias efectivas, pero que sólo son indicios de hechos incompletos. Es el recurso a los puntales de anclaje de memoria para producir un personaje coherente en el tiempo, en el espacio y en las relaciones sociales. Se le hace hablar de manera apropiada, se le hace participar en unos diálogos que deben coincidir con la identidad cultural; y eso se inventa: “(No me acuerdo, como podría acordarme de ese diálogo. Pero fue así, lo escribo escuchándolo, o lo invento copiándolo, o lo copio inventándolo. Preguntarse de paso si no será eso literatura)”.

A deshoras, en una dialéctica de sí mismo, en un diario con mañanas y tardes, salió un cuento cuyo personaje es Anabel, un ser bello y humano, se prostituye para sobrevivir, capaz de separar el sexo del amor. El sexo lo vende, el amor lo da a quien se lo retribuya con lo mismo. Es una mujer joven inmersa en el mundo de amores marineros y realizada existencialmente con la moda de un vestido de nilón o un aparato de radio con tocadiscos, para escuchar Adiós pampa mía o Muñeca brava de Alberto Castillo.

viernes, 4 de octubre de 2019

Del oro corrido a los hilos perfectos.

La forma de comer y vestir delata la cultura de la sociedad y por medio de estas costumbres se puede estudiar ese grupo humano. Nuestro territorio ha sido ocupado desde hace milenios y ese tiempo largo se puede medir por periodos. Por eso, los tratados de historia hablan de época o periodo prehispánico, conquista, colonia y república.

Nuestro territorio tiene historia, llena de acontecimientos en cada uno de esos periodos. Historia de la sociedad, de la cultura, de la economía, de la religión; pero la línea de pensamiento prometida para esta tarde, se dirige a mostrar como el oro rescatado de los ríos y quebradas es la riqueza que va a financiar la industria textil y el recurso humano que la sostiene, la mano de obra, los obreros.

Los conquistadores españoles se apropiaron de toda la cultura indígena. Se asentaron sobre la tierra culta, se apropiaron de los cultivos, del cuerpo de los indígenas, se aparearon con las mujeres indias, y a la vuelta de cincuenta años, hubo dos generaciones de mestizos, hijos de indígenas con españoles.

España llegó a América buscando una ruta para comerciar especias y se encontró con un mundo nuevo lleno de oro. Primero saquearon las sepulturas, luego exterminaron los ejércitos indígenas y luego se repartieron la tierra con sus habitantes, bajo la figura de la encomienda. Esta figura institucional fue la forma como la corona o mejor la monarquía, reconoció y premió la tarea de los conquistadores. El encomendero, inició el periodo colonial y utilizó los indígenas para explotar las minas de oro y la tierra. Minas que tradicionalmente los indígenas explotaron y que el español llamó minas de aluvión o de oro corrido, porque este metal corría libre en ríos y quebradas.

En Antioquia, la mano de obra indígena no aguantó el duro trabajo impuesto por los amos españoles y se extinguió rápidamente. Para subsanar el faltante de mano de obra se importó masivamente esclavos africanos. Del oro sacado de las minas se pagó un quinto al rey y el resto se empleó en pagar el sustento de la empresa encomendera (comida para los esclavos, útiles y herramientas de labranza, vestidos, aceites y vinos) traídos de España o de otras zonas del virreinato como Bogotá y el Socorro.

Se puede observar, como el oro pasó de la bolsa del encomendero a la bolsa del comerciante. Estas dos actividades, minería y comercio, fueron ejercidas por familias en el siglo XVIII y le dieron identidad a la economía colonial, la que tuvo como base fincas productoras de alimentos, que se combinaba con la explotación de minas y la importación de todo lo necesario que no se producía en la región. En Antioquia predominó la pequeña y mediana propiedad autosuficiente.

La colonia finalizó porque el encomendero se transformó en finquero, comerciante. La riqueza que se trajo de la colonia a la época republicana, puede llamarse capital comercial que se dedica en la primera parte del siglo XIX a la explotación de la minería de beta que exigió personal experto y maquinaria, a la exportación de la quina y el tabaco.

En la segunda mitad del Siglo XIX el tabaco es reemplazado, de manera lenta pero segura, por el café. Para 1890 el país quedó prácticamente monocultivado con cafetos. Las primeras industrias que se crean en Colombia y específicamente en Antioquia, fueron generadas por las necesidades de las haciendas cafeteras: la metalmecánica (molinos, tostadoras y arados), los alimentos procesados como cervezas y chocolates.

El capital Comercial se transforma en capital industrial. El Estado colombiano impulsa los ferrocarriles y comenzó un interés general por la creación de empresas industriales. Pero este interés fue aplazado e interrumpido por la Guerra de los Mil días; por eso la fundación de empresas textiles en Antioquia se inicia a partir de 1908 con la puesta en marcha de Tejidos Medellín luego llamados Tejidos de Bello. A pesar de tener el ferrocarril, los telares debieron pasar la cordillera de la Quiebra en mulas, porque le túnel solo se terminó en 1929. La empresa textil Fabricato, entablamento industrial, se funda en 1923 y absorbe las anteriores. Fabricato se establece al lado de la estación del ferrocarril, para permitir que el algodón y el carbón entren sobre rieles hasta los telares y la caldera. Y que la producción también salga sobre rieles.

Esta primera parte de la historia de la industria textil en Antioquia estuvo marcada por el primer fruto que dio la organización sindical de las trabajadoras. La mano de obra inicial mayoritariamente femenina protagonizó la primera huelga obrera de Colombia en 1920. Ocurrió en la fábrica de Bello y fue dirigida por Betsabé Espinal. Lograron todo lo pedido y se fundamento desde ahí una tradición de lucha obrera que maduró con la Revolución en Marcha de López Pumarejo iniciada en 1936 y terminada en 1945. En este periodo se creó la Confederación de Trabajadores de Colombia (CTC) dentro de la política de la central única de trabajadores.

Luego de terminada la hegemonía liberal, el sindicalismo Antioqueño, a semejanza de lo que pasó en todo el país, se divide en tres corrientes: el sindicalismo conservador llamado Unión de Trabajadores de Colombia (UTC), la CTC liberal y la comunista FEDETA (Federación de Trabajadores de Antioquia). La lucha de estas tres centrales por el control del sindicato de los trabajadores de Fabricato, termina con el triunfo los Utecistas por el apoyo decidido de la iglesia católica que en asocio con los gobiernos conservadores y los patrones expulsan de la organización sindical a las otras dos corrientes. Los Utecistas para mostrar como el sindicalismo revolucionario liberal y comunista, querían solo utilizar a los obreros para fines políticos, impulsan el paternalismo empresarial y montan unos programas de educación, salud y vivienda para los trabajadores. Fabricato construye barrios obreros, restaurantes, escuelas y hospital.

La violencia bipartidista, la dictadura militar de Rojas Pinilla, se intentan superar con el Frente Nacional vigente de 1958 a 1973. Esta repartición del poder entre los dos partidos tradicionales creó una nueva era dentro de la organización sindical de Fabricato. La UTRAN y la CTC se dividieron el favor de los obreros y tenazmente se opusieron a la entrada del sindicalismo de filiación comunista.

Luego del Frente Nacional, con la restauración de la libre participación política, el sindicalismo antioqueño se diversifica y múltiples corrientes entran competir por los sindicatos de base, de industria y por especialidades.

(Texto leido en el Sindicato de Fabricato el 2 de octubre de 2019 con ocación de la insuguración del mural Contando historias de Ilduara Gallego y Fernando Torres)