PrólogoEscribir sobre esta
década, sobre lo acontecido en el municipio de Bello, sus gentes, la geografía,
la cultura, debe hacerse desde un lugar de la historia que permita reducir el
universo del complejo mundo social a unas regularidades apropiadas para dejar
una imagen clara en el lector sobre ese espacio-tiempo. Para ello se asume la
siguiente perspectiva: contra el abuso de la Historia de las Mentalidades caída
en el estructuralismo, negado a los lazos fundantes de los fenómenos y
conceptos; es decir, los fenómenos y conceptos tienen un lazo y una génesis en
el pasado reconstruido por la ciencia de la historia. Estos nexos fueron
negados por la Historia de las Mentalidades y su historia inmediata descuidada
de las génesis de los fenómenos, génesis despreciada por el estructuralismo
como modelo. Contra este desprestigio y deformación de la Historia de las Mentalidades,
tal como fue pensada por los Anales, se construye un género denominado
Microhistoria, que reivindica la interdisciplinaridad y la etnometodología para
tratar las historias particulares, historia de grupos, de sociedades
localizadas, casos judiciales excepcionales, extravagantes o célebres.
La Microhistoria no
se conforma con las mentalidades1 va hacia la Historia Cultural que
profundiza la interdisciplinaridad y establece lazos muy claros con la
antropología, la sociología y la larga duración. “La llamada nueva historia
cultural no rechaza en modo alguno las expresiones culturales de la elite o
clases letradas; pero muestra especial aprecio, tal como la historia de las
mentalidades, por las manifestaciones de las mayorías anónimas: las fiestas,
las resistencias, las creencias heterodoxas [aprecio] por lo informal […] por
lo popular”2
Los años setenta del
mundo local de Bello, en este ensayo documentado, se muestran con la
información rastreada en testimonios escritos por los protagonistas y en cuyos
testimonios están, con intensión o no, actos de las elites o las gentes
anónimas. El ubicar el tiempo y el espacio exige rigor y precisión para captar
la diferencia con las décadas precedentes y lograr la especificidad de la nueva
historia cultural que no puede despreciar ningún detalle, porque hasta en los
más mínimos actos está la humanidad y la génesis de una idiosincrasia o la
explicación de los hechos.
Bello
y el trasfondo político nacional de los setenta
La frustración por la
inoperancia de la reforma agraria de Lleras Restrepo y la persecución de los
usuarios campesinos impulsó de nuevo el éxodo del campo a la ciudad. Así se
inicia la década de los setenta del siglo XX. Los intentos de los gobiernos del
Frente Nacional para frenar el éxodo fracasaron porque en realidad no hubo
reforma agraria3. Los años setenta entraron al municipio de Bello
con una inmigración sostenida y aumentada. La reforma administrativa y
constitucional de Lleras Restrepo debilitó económicamente el nivel local al
obligarlo a tramitar los recursos ante los institutos descentralizados como el
Incomex, Colcultura, Colciencias, Incora y el Dane. Los años setenta entraron
con la intención del poder político de soltar el concejo municipal de la
repartición bipartidista de las curules4 para permitir flexibilidad
y garantizar así el acceso a matices políticos locales de los partidos.
Adicional al
reacomodo político para el Frente Nacional, se obligó a los trabajadores a
recibir unos salarios congelados para evitar la inflación y a someterse a los
tribunales de arbitramento después de cuarenta y tres días de huelga, en los
que los trabajadores debían adoptar el contrapliego elaborado por los patrones5.
Entran los años
setenta al municipio de Bello con el prestigio fortalecido de las guerrillas:
las Fuerzas Armadas Revolucionarias -FARC- fundadas en 1961; el Ejército de
Liberación Nacional -ELN- fundado en 1965; el Ejército Popular de Liberación
-EPL- fundado en 1967; las Fuerzas Armadas de Liberación -FAL- fundadas en
1969; el Frente Unido de Liberación -FUL- fundado en 1969; y el Movimiento 19
de Abril -M-19- fundado en 1973. Fueron años de proliferación de protesta
local. Los estudiantes organizados en movimiento constante lograron hacer
alianzas con los obreros a pesar de la amenaza de los tribunales penales
militares a quienes se les dio la atribución de enjuiciar a los civiles6
El domingo 19 de
abril de 1970, en el parque Santander de Bello hubo un aparato de televisión
instalado bajo el umbral de la puerta a la calle y de acceso al Salón
Centenario. Al lado un radio transmitía los boletines de la registraduría y las
noticias sacadas de los puestos de votación por periodistas. Estas noticias
ponían en primer lugar de los votos depositados y contados al exdictador, jefe
de la Alianza Nacional Popular -ANAPO- Gustavo Rojas Pinilla. A las siete de la
noche apareció en la televisión la imagen del presidente Lleras Restrepo,
saltarina y distorsionada por la mala transmisión, característica de la señal
de televisión de la época; el presidente anunciaba la adopción de toque de
queda, estado de sitio y la prohibición de la transmisión de datos electorales.
El lunes 20 de abril Colombia amaneció con un nuevo presidente llamado Misael
Pastrana Borrero. Los anapistas en protesta, organizaron una guerrilla urbana
llamada M-19. En Bello, la Anapo llegó al concejo municipal con una mayoría
abrumadora.
La inmigración
sostenida ocupó zonas marginales y se les dio a sus viviendas improvisadas el
nombre de “tugurios”7; y a su vez la cantidad de gente llegada creó
una gran demanda de vivienda y la ocupación en la construcción de los recién
llegados: “una vez que llegaba a la ciudad el campesino era vinculado a la
construcción, pero cuando comenzó a caer el crecimiento del sector, el que no
estaba calificado para otras labores caía en el desempleo”8.
En Bello el concejo
en manos de anapistas, la calle llena de albañiles sin trabajo, el espacio
urbano desfigurado, liberales y conservadores raizales descreídos y asustados,
fueron elementos en confluencia que dejaron la sensación de crisis, algo así
como una especie de principio del fin. Y más aún, estas sensibilidades se
cruzaron con la proliferación de delitos comunes, robos, atracos, tráfico de
narcóticos e invasión de tierras colindantes con el perímetro urbano.
Para 1972 la
actividad política de Bello, volvió a sus cauces bipartidistas con las
adscripciones de los anapistas a sus partidos de origen; y algunos de los
protagonistas de ese concejo monolítico anapista, engrosaron los nuevos partidos
de oposición, como la Unión Nacional de Oposición -UNO9.
El furor por la toma
de calles con manifestaciones políticas tuvo siempre caudales de participantes.
Los protagonistas fueron, en los primeros años de los setenta, los estudiantes
y los partidarios de Rojas Pinilla, porque hubo cuadros anapistas dentro del
movimiento estudiantil local. Pero en el debate político estudiantil primó la
influencia de las guerrillas, en especial las más prestigiosas del momento: el
EPL y ELN. Las calles fueron tomadas periódicamente en el día, y en la noche se
“racionalizaba” la experiencia en los cafetines.
Los cuatro primeros
años de la década, se pueden diferenciar, tuvieron su identidad, porque la
candidatura y el triunfo de Alfonso López Michelsen, recuperó el partido
liberal con el prestigio político adquirido desde 1959 por oponerse al Frente
Nacional. Así el liberalismo arrastró estudiantes y trabajadores antes
simpatizantes con la guerrilla y el sindicalismo independiente. El liberalismo
remozado legalizó las centrales obreras comunistas y democristianas: la
Confederación Sindical de Trabajadores Colombianos -CSTC- y la Confederación
General de Trabajadores de Colombia -CGT-10
Las manifestaciones
callejeras se transformaron en paros cívicos para exigir servicios públicos.
Ese fue el carácter de la práctica política. Esto hizo visible la alianza
obrero estudiantil en los barrios, otrora monopolizados por las Acciones
Comunales.
López Michelsen se
volvió prestigioso por oponerse a cualquier acuerdo entre liberales y
conservadores, pues eso implicaba mantener el Frente Nacional. A partir de 1974
la política en Bello pareció volverse violenta entre los trabajadores
municipales adscritos a los partidos tradicionales y a la Anapo. En la década,
fueron memorables dos asesinatos motivados políticamente: El concejal de la
Anapo Pablo Baena, acribilló al veterano participante de la guerra de Corea por
mutuas agresiones entre sus familias y acusaciones de mal comportamiento.
Dentro de los liberales divididos en sectores (lopiztas, lleristas,
turbayistas) hubo enfrentamientos por la adjudicación y manejo de contratos y
contratistas; resultó muerto el trabajador municipal Gildardo (Tato) Muñoz,
luego de ingerir aguardiente envenenado. El crimen ocurrió en el estadero Tres
Jotas sobre la autopista norte, lugar al que acudían los habitantes de Bello
cuando querían “bailar y beber”.
La escena política en
al momento del fin del Frente Nacional, 1974, estuvo matizada por la división
dentro de los partidos tradicionales y los intentos de unión de la oposición.
Los conservadores tuvieron tres matices: ospinistas, alvaristas y
valderramistas. Los liberales se dividieron entre lleristas, lopiztas y
turbayistas. La oposición organizó el Movimiento Amplio Colombiano -MAC- con parte de los anapistas y luego estos con
los comunistas organizaron la Unión Nacional de Oposición -UNO- en 1972 al que
se adhirió el Movimiento de Izquierda Revolucionaria-MOIR-.
Estos matices
políticos tuvieron expresión y caracterizaron la vida social y cultural de los
años setenta en el ámbito local de Bello. Los paros cívicos y la alianza obrero
estudiantil fueron la cotidianidad de 1974 a 1978. Proliferó el sindicalismo
independiente, alternativa al sindicalismo reconocido por el estado. Los
independientes simpatizaron con las guerrillas e influenciaron a los
estudiantes.
Así se nutrieron los
paros cívicos realizados contra la carencia de servicios públicos. Para 1976 el
sindicalismo rompió con el gobierno de López Michelsen. Los sindicatos
tradicionales UTC y CTC, cayeron en el desprestigio y en la “ineficacia […]. El
nuevo sindicalismo, conformado por la CSTC y el [sindicalismo] independiente se
fortaleció”11 y esta fortaleza realizó el paro cívico nacional
general en noviembre de 1977.
El domingo 4 de junio
de 1978 en Bello, fue especialmente luminoso. En la Avenida Suárez las banderas
y gallardetes rojos primaban y producían en los ojos de los presentes unas
imágenes del espacio en extremo resplandecientes por el oro del sol y el rojo
liberal. Las gentes a mediados del día premonizaban sobre el triunfo liberal y
los más adultos hablaban de ser esto una fiesta en comparación con las
elecciones de los años cuarenta del siglo XX, en las que dominaba la
persecución y el asesinato contra quien exhibía el color rojo. Así el liberal
Julio César Turbay Ayala obtuvo ciento cincuenta mil votos más sobre su
oponente, el conservador Belisario Betancur.
Las paredes y postes
de las luminarias públicas estuvieron forrados con carteles rojos azules y
amarillos. Los rojos mostraban en un primer plano el rostro de Turbay; los
azules el medio cuerpo de Belisario Betancur; y los amarillos tenían la
inscripción del movimiento Firmes impulsado por la revista Alternativa dirigida
por Gabriel García Márquez.
En la Avenida Suárez de
Bello se condensaba el mundo social y político de la ciudad. El bar de mayor
prestigio llamado El Cortijo se ubicaba en la esquina más estratégica. Y su
segundo piso fue espacio de ocupación por directorios políticos. El triunfo
estrecho del turbayismo potenció el llerismo, quienes ocuparon ese segundo piso
con el Directorio de la Unidad Liberal Popular, inspirado por el expresidente
Lleras Restrepo y sus seguidores Luis Carlos Galán y Apolinar Díaz. El
activista liberal de Bello Alberto Díaz Muñoz fungió como el bastión local de
ese movimiento. Así la Avenida Suárez fue el centro político del municipio;
allí se ubicaron los directorios políticos y lugar de las componendas,
nombramiento de funcionarios y en general como lo llamaban desde la picaresca
local “El mentidero”.
Pero también hicieron
parte del espectro político, los brazos extendidos de las guerrillas
fortalecidas por el paro cívico de 197712 y la persecución generada
en el Estatuto de Seguridad de Turbay, promulgado recién llegado a la presidencia:
este amplió el poder de los militares para juzgar a los civiles. En Bello
crecieron células del M-19, el EPL y el ELN. Hubo lucha entre ellas por la
interpretación de las teorías marxistas y por quien debía dirigir las
protestas. Se impuso el modelo de guerrilla urbana al estilo de los tupamaros
uruguayos.
Ya estaba sobre
espacio de la ciudad una nueva actitud llamada movimientos cívicos, críticos de
la lucha armada y de su intromisión política dentro de las protestas populares
para pedir solución a los problemas de vivienda y servicios públicos.
Guerrilla urbana y
paros cívicos, entraron en franca contradicción y terminó, para 1980, ganando
la opción Movimiento Barrial, figura organizativa que se depuró de
guerrilleros y sus simpatizantes; estos últimos desde finales de los años
setenta se inmiscuyeron con el narcotráfico, aunque luego rompieron con él13.
La ruptura de la guerrilla con los narcotraficantes, por el secuestro de la
hija de los Ochoa, generó una guerra, que se expresó en Bello en un no
definitivo a la lucha armada por parte de los líderes y activistas de lo que
comenzó a llamarse Movimiento Cultural.
Un molde para la sociedad
Una constante se
resalta en las observaciones sobre el municipio de Bello en los años setenta:
el permanente conflicto político – administrativo que imposibilitaba a quienes
allí llegaban a realizar soluciones de fondo de los problemas planteados a una
ciudad con inmigración permanente. Los administradores y políticos los
vislumbraban, pero no los sistematizan en un plan coherente.
La empresa Fabricato
fue consciente de esta situación y adoptó dos políticas o planes para
enfrentarla, porque su población trabajadora en su mayoría residía en Bello:
los análisis de la empresa, hechos por el decano de la facultad de Sociología
de la Universidad Pontificia Bolivariana Harvey Peláez, concluían en la
necesidad de descentralizar sus factorías y en el impulso de planes para
cualificar a los trabajadores y sus familias14.
Aunque el análisis
generaliza para ciudades colombianas, las características están construidas con
la experiencia en Bello: “El crecimiento exagerado de algunas ciudades, genera
una serie de fenómenos socio-económicos que muchas veces adquieren
características patológicas. La delincuencia, la prostitución, el desempleo,
los poblamientos marginados, el hacinamiento, la polución del aire, la
congestión del tráfico, la anomia social, los conflictos laborales, la
creciente inmigración rural [y] la carencia de recreación sana”15.
Esto pasa cuando las ciudades y la sociedad tradicional entran en la
industrialización. Las acciones para solucionar esos problemas tendrán que ser
de capacitación y educación de la población.
Fabricato se preocupó
por el desarrollo de la comunidad –dice “Fabricato Al Día”- desde 1954, y en
1964 realizó una “investigación sobre las necesidades del personal de la
fábrica [que recomendó] la creación a mediano plazo de un organismo
independiente que canalizara y agrupara todas las actividades […] de Bienestar
humano […] no solo con los trabajadores sino con la comunidad en general”16.
En marzo de 1970 la
Asamblea General y la Junta Directiva de Fabricato aprobaron y consiguieron la
personería jurídica de la Corporación Fabricato para el Desarrollo Social con
el objetivo de impulsar “el bienestar social, el mejoramiento de las
condiciones de vida de los colombianos [y] el desarrollo integral de la
comunidad”, en las áreas de la educación, la cultura, la salud, la formación
comunitaria, promoción y organización de comunidades de base, el deporte, “y en
general todas aquellas actividades que sirvan de medios para el logro de su
objetivo…[las áreas se implementarán en cuatro zonas, así:] Zona I Bello
(120.000 habitante). Zona II Oriente Antioqueño. Zona III Valle de Aburrá. Zona
IV Nivel Nacional”17. La corporación se dotó de un equipo
interdisciplinario: ingeniero, arquitecto, trabajo social, filósofo y expertos
en deportes y artesanías; y canalizará todos los “esfuerzos que entidades o
personas estén realizando para promover el Cambio Social Planeado”18.
La
estrella del norte
Los acontecimientos
sociales y culturales del primer año de la década, se pueden imaginar con la
información que brinda el semanario “Estrella del norte”. Este semanario se
inició en 1968. Se llamó “La Cordillera”; pero el fundador Iván Calle Guerra se
decidió luego por el nombre “La estrella del norte”. Se originó en el Instituto
Jesús de la Buena Esperanza y luego se administró desde una oficina en la
Avenida Suárez. La primera época data tres años 1968 – 1970 y alcanzó 52
números, dice su fundador.
Aquí registramos el
año de 1970 para leer los acontecimientos de la vida social y cultural en el año de apertura de la
década. El periódico felicita al alcalde Silvio Londoño López y al
teniente de la policía por los operativos de la navidad de 1969 que redujeron
los delitos19. El comandante de la policía de Bello Teniente Luis
Enrique Pardo Cortés informa que son sus deseos “tratar de disminuir el índice
delincuencial tan alto que trata de persistir en Bello”20. En el pasado
diciembre se detuvieron 285 indocumentados; 59 portadores de armas blancas y
por eso se redujeron en un 90% los delitos más comunes en el municipio como
“robo, atraco […] homicidio (no hubo ninguno en diciembre), hurtos, atracos a
establecimientos, abigeato, lesiones personales […] violencia carnal […]
delitos que tenían gran preponderancia en el municipio”21. Las
batidas contaron con ayuda de la Defensa Civil, la alcaldía, los inspectores y
funcionarios que pusieron al servicio de la policía todo el parque automotor.
Sinembargo, se informa del robo mientras la familia dormía del televisor del
administrador del Teatro Bello Vicente Arroyave en la noche del 28 de diciembre
de 1969 avaluado en ocho mil pesos.
Con la nota del robo se adjunta información sobre el cine. Rafael
Osorio Agudelo afirma de los habitantes de Bello no saber ver cine… “llenan las
salas cinematográficas para ver esas basuras pornográficas como “HELGA” o esos
tontos pistoleros italianos [...] (Ringos o Yangos, etc.)”22 Y
desprecian las películas obras de arte como Hamlet o Camelot. A sesenta años de
origen del cine –dice- se pueden ver las películas futuristas “2001” y
Farhengeit 451, para “reir, llorar, […] exclamar: ¡Qué hueso! ¡Qué Lata! ¡Qué
maravilla! Etc.”23
Se resalta una sentida queja contra el rector del Instituto Jesús de la Buena Esperanza Pbro.
Tiberio Berrío López, por parte de un grupo de profesores y empleados sacados
de sus puestos. Berrío es al mismo tiempo párroco de la Iglesia del Rosario y
Vicario Foráneo de la Vicaría de San Andrés -dice el periódico- Esas tres
funciones son incompatibles24. La pugna entre Tiberio Berrío y los
expulsados se agudiza; el periódico señala a la educación privada como
fracasada por el nexo de subordinación de los profesores y lo que hacen es
destruir la educación25. Los profesores y empleados crearon una
asociación con personería jurídica, pasando la lucha entre el rector Tiberio
Berrío y sus empleados a un nivel jurídico.
La asociación justifica su lucha contra el actual rector haciendo
historia del Instituto Parroquial: “en el año de 1958 se creó gracias al
dinamismo del Pbro. Carlos Pérez Mejía […] que tenía como fin educar las clases
menos favorecidas como lo demostraba el valor de las pensiones: $5.00”26
El Instituto para sostenerse mientras fuese autónomo fue apoyado por otras
empresas de la iglesia como “la parroquia, el teatro Bello, la fábrica de
baldosas y [el] Almacén “El buen Tono”27. Se consiguió un bus con
los distintivos del colegio para transportar los alumnos a bajo precio. En 1967
el Pbro. Carlos Pérez Mejía fue trasladado para Girardota. Los estudiantes y la
ciudadanía se manifestaron con “desfiles silenciosos de protesta” contra la
salida del párroco- rector.
En 1968 entró como párroco del Rosario Tiberio Berrio López y por
derecho asumió la rectoría del Instituto. Como nuevo rector declaró el
Instituto en bancarrota y comenzó a actuar para remediar la situación. Berrío
aumentó las pensiones de los estudiantes, quitó las ayudas económicas aportadas
por las empresas de la iglesia, el bus lo matriculó en una empresa
transportadora; creó una crisis económicoadmistrativa al congelar los sueldos
de los profesores y empleados. Y comenzó a despedir algunos profesores y
empleados, quienes respondieron creando una asociación y con apoyo de “grupos
organizados como [la] Asociación de exalumnos del Instituto, Asociación de
padres de familia […] Asociación de exalumnos de Bello “ASUBE”, sindicatos,
etc.”28 Estas organizaciones con apoyo de la secretaría de educación
municipal elaboraron una propuesta de independizar el Instituto de la parroquia
y crear una Junta Administrativa Autónoma que nombrase el rector, los
profesores, empleados y crease unos estatutos y reglamento, para “hacer del
“I.P.J. de la B.E.”, un colegio del pueblo y para el pueblo y un verdadero
centro cultural”29
El Rector Tiberio Berrío respondió con despidos colectivos de
profesores. Le quitó a Estrella del Norte el contrato para publicitar la
programación de cine del teatro Bello. Dos sindicatos de Bello se pronunciaron
sobre el caso; “Sindelhato” se dirigió al arzobispo Tulio Botero Salazar para
pedirle su intervención y reintegrar a los profesores y empleados30.
La Asociación de Trabajadores Metalmecánicos dice en uno de sus boletines que
“…Tiberio Berrío, no contento con el tribunal de arbitramento [que fallará a su
favor] ha desatado una persecución sindical en represalia por haber presentado
un pliego de peticiones […] queremos aclarar, que quienes se dicen estar con
los humildes y predicando la Doctrina de Cristo, de justicia e igualdad, pero
que en la práctica son los principales verdugos del pueblo, no merecen más que
nuestro repudio [invitamos] a todas las Organizaciones Sindicales y Acciones
Comunales a pronunciarse a favor de estos educadores”31.
Referente a la dinámica cultural, José Abel Jiménez contralor
municipal y el director de extensión cultural y biblioteca Rafael Castaño
Franco pidieron al alcalde con urgencia “asignar en el presupuesto del
Municipio, una partida lo suficientemente amplia para el sostenimiento”, para
las realizaciones culturales. Informa Rafael Castaño la apertura en las
instalaciones de la biblioteca Marco Fidel Suárez de clases de danzas dirigidas
por Martha Herrón de Restrepo, desde el 12 de enero, “Las clases comprenden: historia
de la música, gimnasia rítmica, ejecuciones de paso, montaje y coreografía del
folclor nacional y, además danza clásica”32. También dice se apoyará
la vinculación y ampliación del grupo de teatro ALPHA, dirigido por Álvaro
Pérez Castañeda.
Por decreto 17 del 23
de febrero de 1970 el alcalde Silvio Londoño puso en acción una reforma
administrativa: como Secretaria de alcaldía quedó Teresita Arismendy, como Jefe
de servicios administrativos Rafael Castaño. Como almacenista Lázaro Ortega;
Jefe de archivo Silvia Abad y bajo su mando La Divulgación Cultural a cargo de
León Roldán y sus auxiliares Lucía Higuita y Dolly López de Mesa33.
A las acciones comunales se les adjudicó $3.500 como presupuesto para
el año de 1970, según decreto No. 20 del 3 de marzo. El desembolso de estas
partidas se hará al “presentar los programas y planes de trabajo para la
inversión del auxilio”. Las Juntas de Accione Comunales favorecidas fueron las
de los barrios “Acevedo, Las Palmas, Pacelli, Buenos Aires; Niquía, El Ducado,
La Gabriela, Bello Vista, La Primavera, Playa Rica, El Rosario, Rosalpi,
Nazareth, El Carmelo; San José Obrero, París, Maruchenga, Fontidueño,
Guacimalito, Santa Ana, San Gabriel, La Aldea, La Selva, El Cairo,
Tierra-Adentro, San Félix, San Martín, Zamora, La Camila, El paraíso, El
Provenir, La Milagrosa y la Gran Avenida”34
El aspecto de la ciudad motiva el registro del mal estado de las
calles periféricas y centrales “como es que, en pleno centro, se encuentran
calles tan descuidadas como por ejemplo la que comunica a la escuela Marco
Fidel Suárez con el Liceo Fernando Vélez y eso por no mencionar sino una
apenas…”35 El problema se debe solucionar de una vez, “de tajo” dice
Castor Villa en una crónica titulada Por estas calles. El problema es la falta
de agua potable, “Extrema calamidad […] Amas de casa con ollas y totumas en
mano; levantan la tapa de un pequeño depósito para recoger el vital elemento,
[…] el agua […]; cómo es posible que un pueblo como Bello, […] no haya, en
tanto tiempo [extirpado lo que le impide el progreso]. ¡Oídos y ojos, señores
administradores! Observad y escuchad lo que el pueblo os pide: “Agua,
suficiente agua y en menos tiempo”36. Bello tiene mal aspecto, las
calles están ahuecadas, sin mantenimiento; y basuras por doquier “en frente de
muchas residencias, se encuentran botaderos de basura y tierra […] no existe
preocupación por limpiar […] se requieren mejores carros recolectores de basura
[…] porque las volquetas […] no alcanzan a suplir el volumen basurero”37.
La solución al problema se comenzó con la instalación de medidores del consumo
domiciliarios; “Ya se inició […] la colocación de 8.500 medidores de agua,
según manifestó […] el jefe de Valorización Municipal, Dr. Humberto White
Arango […] el contrato […] fue suscrito [con] el señor Don Pedro Julio Pérez.”
El INSFOPAL Instituto de Fomento Municipal conectará los barrios Gran Avenida,
la Madera y San José Obrero del tubo madre traído de Medellín. Luego lo llevará
al centro de Bello, todo a un costo de $2.080.000, dineros que valorización
reembolsará terminada la obra38.
Contra la abstención electoral, llama a participar en las próximas
elecciones para elegir presidente de la república. Bello –dice- tiene un
potencial electoral de 30.000 personas39 Abstenerse es darle el voto
al enemigo “es […] decir que todos son malos y que nosotros somos malos y que
el abstencionista mismo es malo […] el abstencionista no tiene derecho a juzgar
a aquellos que nada significaron para él, aquel día de elegir”40 Al
lado del abstencionismo está “la triste historia de siempre: aparece de nuevo
la bajeza [el voto] se somete a voluntad del inhumano adinerado, por el
obsequio de una simple fórmula [médica o] de un reducido préstamo [o] por un
posible aumento de salario.”41 Pero Bello, ya con una población de
150.000 habitantes y por ser un centro industrial, es “entonces razonable,
justificable que la municipalidad exija a sus ciudadanos un voto consciente,
para elegir en conciencia un concejo digno de esta progresista ciudad…”42
El alcalde Silvio
Londoño, con base en “la declaración de principios del movimiento de Acción
Comunal”, llama a los ciudadanos, en el próximo debate electoral, a “No
permitir que el ejercicio de la actividad comunal, se fragmente; porque sin
buena orientación no hay equipo, y sin equipo no se logra ningún desarrollo
económico”43 Se debe votar por quienes continúen el Frente
Nacional. El 19 de abril de 1970 “será el enfrentamiento de las fuerzas del
progreso, de la paz, de la transformación de la Sociedad lograda durante 12
años de entendimiento, a las promiscuas e irresponsables de la improvisación,
del álea de la inseguridad”44 Se percibe que los improvisadores
irresponsables son los “Conservadores Rojistas” que siguen al exdictador
Gustavo Rojas Pinilla quienes llaman a votar por su lista:
“Comando conservador Rojista
Lista oficial para el Concejo
Municipal de Bello, por el Partido Conservador que orienta el General GUSTAVO
ROJAS PINILLA, para el período constitucional de 1970 a 1972:”
Principales
|
Suplentes
|
Jesús H. Ospina
|
Marco Aurelio Ruiz Ruiz
|
Marco Tulio Ruiz Valencia
|
José Sabulón Berrío M.
|
Manuel Zapata G.
|
Marco A. Vásquez Vásquez
|
Nicolás Sierra Callejas
|
Hernando Builes Ortega
|
Hugo Restrepo Toro
|
Fabio Arroyave Palacio
|
Francisco Correa
|
Arcadio Lopera
|
Jesús S. Peña
|
John Palacio Duque
|
Agustín Barbosa Díaz
|
Leonel Correa Espinal
|
Heliodoro Guarín H.
|
Jesús López Sánchez
|
Jesús M. Orrego C.
|
José Antonio Pérez S.
|
Rafael Vanegas Zapata
|
Marco Tulio Ceballos
|
Jairo de J. Villa Villa
|
Luis Alfonso Gómez
|
Alejandro Fernández
|
Hernán de Jesús Hoyos Y.
|
Socorro Cárdenas O.
|
Francisco Monsalve
|
Carlos Ochoa Marín
|
Guillermo Carvajal Vélez
|
Fuente: Periódico Estrella del
Norte. No.50. Bello. Abril 11 de 1970. Pág. 4
“¡Conservadores Belisaristas…!
LISTA OFICIAL DEL DIRECTORIO CONSERVADOR BELISARISTA DE BELLO. CON LOS
NOMBRES DE LOS CANDIDATOS AL CONCEJO MUNICIPAL PARA EL PÓRXIMO PERIODO
EDILICIO.”
PRINCIPALES
|
SUPLENTES
|
Eduardo
Velásquez U
|
Conrado
Agudelo Osorio
|
Augusto
Pérez A.
|
Darío
Gutiérrez G.
|
Santiago
Callejas V.
|
Blanca
Pérez de M.
|
Dr.
Ramón Castaño A.
|
Alberto
Builes ortega
|
Bernardo
López B.
|
Manuel
José Soto
|
Carlos
de los Ríos
|
Dr.
Luis Gmo. Arango M.
|
Jesús
Antonio Moreno
|
Dr.
Rodrigo Pineda G.
|
Fuente: Periódico Estrella del
Norte. No.50. Bello. Abril 11 de 1970. Pág. 7
El 19
de abril de 1970 los bellanitas votaron en mayoría por el general Rojas Pinilla
y las listas para concejo afines a su movimiento.
Para presidente
|
Votos
|
General
Gustavo Rojas Pinilla
|
12.522
|
Misael
Pastrana Borrero
|
3.934
|
Belisario
Betancur
|
1.815
|
Evaristo
Sourdis
|
0
|
En
blanco
|
77
|
Nulos
|
9
|
TOTAL
|
18.357
|
Por Partido para Concejo
|
Votos
|
Conservador
|
8.851
|
Liberal
|
7.444
|
M.R.L.
del pueblo
|
93
|
Comando
Popular de Izquierda
|
126
|
Mov.
Cívico Pro-Bello
|
430
|
Social
Demócrata Cristiano
|
200
|
En
blanco
|
167
|
Nulos
|
191
|
TOTAL
|
17.502
|
Fuente: Periódico Estrella del
Norte. No.50. Bello. Abril 11 de 1970. Pág. 3
Concejales elegidos por partido 1970 - 1972
2
Conservadores Oficialistas
|
Rubiel
Valencia Cossio
|
Guillermo
León Velásquez Cardona
|
5 Conservadores
Rojistas
|
Jesús H. Ospina
|
Marco Tulio Ruiz Valencia
|
Manuel Zapata G.
|
Nicolás Sierra Callejas
|
Hugo Restrepo Toro
|
1
Conservador Belisaristas
|
Eduardo
Velásquez Uribe
|
1
Liberal Oficialista
|
Jaime
Arango Rojas
|
5
Liberales Rojistas
|
Pablo
Baena Berrío
|
Gilberto
Sánchez Ochoa
|
Ramón
B. Tamayo Naranjo
|
Abelardo
Muñoz R
|
Rodrigo
Gómez Mejía
|
1
Mov. Cívico Pro-Bello
|
Jairo
Duque Velásquez
|
TOTAL
CONCEJALES
|
15
|
Fuente: Periódico Estrella del
Norte. No.51. Bello. Mayo - junio de 1970. Pág. 3
El alcalde Silvio Londoño López (1969 – 1971)
presenta al periódico Estrella del Norte un balance de su gestión, como
respuesta a las informaciones sobre el mal funcionamiento de la administración.
Dice Silvio Londoño que la administración de Bello es una de las más difíciles
del departamento, por los conflictos político – administrativos “cosa que todas
las gentes lo saben y reconocen”45. Pero el año de 1970 se terminará
sin déficit presupuestal y se pueden mostrar la construcción de 42 aulas
escolares. Compra de 3 mil pupitres, se puso en funcionamiento 34 restaurantes
escolares. Se construyó la Glorieta de la Madre, el parque Andalucía y parque
Caseta del barrio el Carmelo. Se han mejorado las vías y remodelado los
edificios públicos. Se están cambiando las redes de acueducto y alcantarillado.
Construcción de cinco casas para los damnificados del barrio el Cairo y
adquisición de dos volquetas y un carrotanque. Estas obras se realizan por los
empréstitos con el Instituto de Desarrollo de Antioquia ($15.000.000) y el
Banco de Bogotá ($500.000)46.
Don Lucho Paniagua
Otra fuente de información para tratar los primeros años de la década
de los años setenta en Bello es Miguel Zapata Restrepo47. En octubre
de 1971, el gobernador Diego Calle Restrepo, nombró como alcalde de Bello a
este periodista, jefe y locutor del famoso radioperiódico Clarín. Él dice que
aceptó para observar la gente y la cultura de ese municipio como “uno de los
grandes percances socioeconómicos de Antioquia”48 Miguel se
posesionó en un acto al que asistieron Diego Calle, J. Emilio Valderrama, Luis
Emilio Monsalve, William Jaramillo Gómez, Carlos Restrepo Arbeláez, Alicia
Ángel de Restrepo, el presidente del sindicato de Fabricato Marco Aurelio Ruiz
y el presidente del sindicato de los trabajadores de Medellín. Se reunieron
“los llamados oligarcas con los elementos de más cerrada oposición”-dice-49
El Virgo… Maestre está narrado en tercera persona del singular. El
alcalde habla de él y sus obras como de un tercero, un extraño que ganó poco sueldo,
solo $3.000. A ese le pone el nombre de Don Lucho Paniagua. Este es el testigo,
es el personaje, a través de cuyos ojos se realiza un cuadro de la sociedad
bellanita de los primeros años de la década de los setenta; pero cuyos
personajes siguen actuando en esos diez años de interés aquí. El alcalde se
metió a los barrios para hablar con la gente. Lo hizo con una señora de la
clase obrera, con mujeres prostitutas y les preguntó sobre el porque llevaban
esa vida. Habló con los presos de la cárcel municipal San Quintín; con los
curas párrocos, con los detectives con quienes resolvía la situación de los
capturados. Estuvo en la Biblioteca Marco Fidel Suárez, en colegios, escuelas,
fábricas “...para observar la marcha diaria de una ciudad con más de ciento cincuenta
mil habitantes”. Más que el poco sueldo -dice- ganó “una experiencia
insuperable...”50
El alcalde Lucho Paniagua quedó convencido de “qué Bello es un cuerpo
descuartizado por bestias que marchan en distintas direcciones”51.
Esas bestias son los curas párrocos que compiten por hacer la iglesia más
grande, la policía que se cree dueña de la gente, el ejército que da excesivos
salvoconductos de armas; los políticos que luchan a muerte por la burocracia,
los líderes de las acciones comunales que pujan por robarse el presupuesto; la
Defensa Civil armada hasta los dientes, los sindicatos dirigidos por ineptos;
pero entre tantas bestias hay un hombre justo llamado Rafael Piedrahíta.
Don Lucho llegó virgen como administrador a la alcaldía de Bello, de ahí
su nombre “Virgo… Maestre”, y por eso quisieron aprovecharse de él. Bello no
tenía clase dirigente, lo que hace a esa ciudad muy difícil de gobernar: los
funcionarios mientras menos hacen más tiempo están en sus puestos. Pero las
observaciones de Don Lucho no están dirigidas a defender su obra
administrativa, son “una visión objetiva de los que sucede en Bello”52
Ante los acontecimientos trágicos del primero de enero de 1972, se contuvo de
involucrarse, actitud que le fue reconocida por el gobernador Diego Calle, por
ser objetivo y no dejarse “envolver en la vorágine irresponsable que allí se
vive”53
En sus testimonios, dice que no empleará nombres propios. Se referirá
a los actores con seudónimos construidos con base en “la imagen física, por el
colorido anímico o por la mentalidad de cada cual…”54 y exceptuó a
las mujeres por evitar la mala opinión. Este testimonio lo hizo y lo dejó
escrito “para que los colombianos de buena voluntad analicen […] la vida de una
ciudad en obra negra”55.
Así llamó al “Cinco y Seis (por su cara de caballo) y El
Niño de la Cana (por su rostro infantil a pesar de los años), que eran
presidente y secretario del sindicato municipal […]”56. Lagrimita
al liberal secretario de la alcaldía; Tato el Mayor al concejal anapista
de extracción liberal; Perro Verde al jefe de personal, exalcalde de
Heliconia donde fue investigado por malversar fondos municipales; Care
Retrete del directorio conservador (Guillermo León Velásquez); Tres
Patadas, un suplente a la Cámara de Representantes y quien volvió a Bello
con una nota de inmunidad, acusado de varios crímenes (Jaime Arango Rojas). Colino,
concejal liberal (Gilberto Sánchez). Angel Bigote, concejal, el hombre
rico de la Anapo en Bello. Media agua, tímido concejal anapista. Tabaco
Rubio jefe de los agentes de seguridad dependiente del alcalde. Care
Palo, miembro de la Defensa Civil operador de la emisora La Voz de la
Defensa Civil. Rapidol inspector primero de Bello en 1971. San José
Chulavita, boyacense presidente de la Asociación de Empleados y Obreros de
Bello, creada por Jesús H. Ospina en 1970. Pájaro Herido, dignatario de
la Acción Comunal de La Palma. El Negro Mendo, Escritor de notas para
periódicos de Medellín de estilo proselitista (Rafael Castaño). Perra
Callejera, autoproclamado líder de las acciones comunales con ínfulas de
gestor, presidente Acción Comunal de Playa Rica. Periquillo y La
Fiera, agentes de Seguridad y Control. Chucho el Roto, Inspector de
policía de Niquía. Dandy 108, presidente del sindicato de Fabricato
(Marco Aurelio Ruíz). Miss Seminario, tesorero de rentas, no pudo entrar
al seminario y por eso se entregó a la Anapo. Sansón Moreno, el
contralor con cuerpo de luchador. Miguel el Chico y Miguel Solapa,
nombrados por el alcalde para los dos turnos de la inspección de permanencia. Solapa
estaba viejo y vivía borracho. (Abelardito Villa)
El alcalde Paniagua fue bien recibido por los diputados Pablo Baena (Pablo
Bis) y Fabio Estoque, con la expresión “Ahora si tenemos alcalde”57
y el concejal Jesús H. Ospina (Botijita Popeye) le dijo: “Vamos a poder
hacer una buena administración”58 y luego le habló con un tono de
voz entre recomendación e imposición: esto está muy desorganizado, suprimimos
las “ispeciones” y lo mismo se hará con los guardianes de la cárcel. Todo se ha
hecho para “limpiar la seguridá [de malos] pala direción de la cárcel le tengo
a don Pedro Luis Jaramillo”59.
Don Lucho habla de los peticionarios que comenzaron a llegarle.
Recibió a una señora que le pidió un marido porque uno se le había muerto, le
duró diez y ocho años y no podía vivir sin él. Esta nota muestra la concepción
de la figura del alcalde en el imaginario de la gente como dador de bienestar.
Los peticionarios ponían condiciones. Alguien le pidió trabajo y exigió un
puesto donde no hubiese gente corrompida, no fuese inseguro, donde no tuviese
que escribir; pero si acepto el de citador -dijo-. Y resultó que todos los
peticionarios querían ese lugar “...más a esa hora don Lucho tenía ochenta y
seis candidatos a citador, todos ellos con recomendaciones insospechables”60
de los partidos liberal, conservador, la iglesia y las juntas de acción
comunal; pero no había peticiones de los anapistas porque ellas las hacía Jesús
H. Ospina “Botijita Popeye” quien las centralizaba. “Tenía la lista
completa, suficiente como para copar todos los empleos públicos de la nación”61.
Eso es una mafia, se dijo el alcalde y se lo certificaron cuando le informaron
que en Bello había dos mafias: una en Niquía dirigida por Óscar García y otra
en el barrio Prado.
El concejo municipal de mayoría anapista le permitía al concejal y
diputado Jesús H. Ospina exigirle al alcalde el nombramiento de funcionarios y
por eso quiso imponerle como secretaria de alcaldía a María Victoria, y sacar
de allí a Lagrimita; pero cuando los conservadores encabezados por Care
Retrete le pidieron sostener a Lagrimita, a pesar de ser liberal,
les dijo que recordaran que eran minoría y nombró en un acto de soberanía a Perro
Verde como su secretario de gobierno.
El comandante de la policía José María Ibáñez Losada hacia redadas
“noche de por medio” en diversos sitios y “encontraba de manera invariable
numerosas armas blancas. A veces caían también armas de fuego, pero en
proporción más escasa, pues muchos de los poseedores las tenían amparadas con
salvoconducto de la Cuarta Brigada”62. Por eso el alcalde metió al
concejo un proyecto de acuerdo para desarmar a los civiles. Este acuerdo lo
deberían cumplir los agentes de Seguridad y Control, pues la policía decía que
el amparo se debe respetar.
Los agentes de Seguridad y Control tenían sus padrinos, quienes los
habían llevado allí: “Tres Patadas tenía unos cuantos favorecidos […] Botijita
Popeye […] por los menos uno; y había también […] de Pablo Bis y de Care
Retrete”.63 Por eso el alcalde vio frustrado su proyecto, porque las
armas estaban en manos de protegidos y sus amigos: “apareció un cantinero a
explicar que por razones de su oficio le habían concedido el salvoconducto para
un revólver”64. Otro, un jubilado de los ferrocarriles dijo que
tenía el arma para poder ir a cobrar la pensión y ahuyentar a los atracadores.
Los veinte y tres miembros de la defensa civil, andaban armados so pretexto de
ayudar a la policía, luego se dijo el alcalde que merced a esto, tenían armas
los ciudadanos siguientes:“Eustorgio Avendaño, Pedro Villada, Guillermo
Cadavid, Octavio Cuervo, Aristides Casas, Darío Casas, Alberto Gómez, Mario
Echeverri, Gildardo Muñoz, Enrique Gutiérrez, Jairo Montoya […] Reinaldo
González […] Heriberto Barrera, Carlos Jaramillo, Guillermo Mejía, Arnulfo
Valencia, Miguel Ángel Tobón, Alfredo Arbeláez, José Sepúlveda, Hernando
Gutiérrez, Luis Olmedo Vanegas, Fabio Franco y Hernando Montoya”65.
La Defensa Civil en Bello -según don Lucho Paniagua- era un serio
problema porque las armas en manos de civiles, posibilitaba que se utilizaran
por fuera de los buenos objetivos de la organización. La Defensa Civil montó
una emisora clandestina -La Voz de la D. C.- operada por Care Palo. El
alcalde comisionó al inspector primero de Bello, Rapidol, para hacer el
decomiso de la emisora ordenado por el Ministerio de Comunicaciones. Ejecutada
la orden la Defensa Civil se fue contar el alcalde y le organizaron un gobierno
paralelo para desconocer su gestión.
El alcalde Paniagua denunció que Hernando Montoya Caro fiscal de la
Defensa Civil le dijo que “el día primero de octubre de 1971, a eso de las once
de la noche, salían de la oficina de la Defensa Civil el señor presidente y el
tesorero de la institución, con una gruesa suma de dinero…”66.
Montoya se quejó y exigió al presidente reponer $1.347.47 que faltaban en la
caja. Por esta exigencia la Defensa Civil citó a reunión de junta directiva
para cambiar al fiscal Montoya “porque no los dejaba trabajar ya que se estaba
volviendo brinconcito”67. Montoya Caro además le informó al alcalde
que algunos de los implementos médicos para atender a la comunidad los tenían
guardados en casa de algunos miembros; Montoya los reclamó y ese fue otro
motivo de su salida. El alcalde hizo público ese comportamiento y la Defensa
Civil “movió cielo y tierra con el fin de señalar al burgomaestre […] como
responsable de persecución a instituciones meritorias”68.
Se convenció don Lucho, el alcalde, aún más de hacer el decomiso de
armas, por lo ocurrido en La Palma en el año de 1971. En la asamblea para
elegir nueva junta de la Acción Comunal, San José Chulavita y Pájaro
Herido se trenzaron en lucha. El Chulavita resultó herido y el Pájaro
detenido. Ante la decisión y convencimiento del alcalde y para evitar ser
detenidos por el porte de armas, El Negro Mendo y Perra Callejera
se presentaron en el despacho de don Lucho y le advirtieron que no se las
dejarían quitar, aunque los encarcelaran.
Otro caso de reacción por el decomiso ocurrió en la asamblea de
Trabajadores Municipales. Se temía un enfrentamiento; el alcalde envió a la
policía a decomisar las armas; pero estaba allí “un cura párroco que gozaba de
fama por su servicio a los desposeídos. Nunca usaba sotana, pero ese día
casualmente la llevaba”69. El cura no se dejó requisar, los agentes
no se atrevieron a hacerlo y no se encontró armas en los asistentes.
Sabía Lucho Paniagua que “Bello era un hervidero de armamentismo” y
había que enfrentar esta situación, armando a los agentes de Seguridad y
Control y a los guardianes de la cárcel. Con el Personero visitó al coronel
Caicedo en la Cuarta Brigada para conseguir diez revólveres; pero este dijo que
no porque el reglamento lo prohibía y además no se podían entregar a
cualquiera. El alcalde dijo que él no era cualquiera y necesitaba las armas
“Bello es muy grande […] y tiene entre sus gentes a muchos antisociales”70.
armados con pistolas y revólveres amparados. El coronel aseveró que esas
personas si están armadas con salvoconducto es porque “Aquí autorizamos a los
ciudadanos de bien, previa comprobación de su conducta…”71. Salieron
de la Cuarta Brigada escandalizados porque al final el general les dijo que
recomendaran a quien quisiera tener un arma.
Lamentándose el alcalde Paniagua, testificó lo acontecido al agente Periquillo.
El inspector de Niquía Chucho el Roto le ordenó detener a un atarván
miembro de la familia de los “Mundos Malos”, antisocial y delincuente. Periquillo
a puño limpio lo venció; pero perdió varios dientes. Debió llevar al detenido a
la inspección en medio de una lluvia de piedras y palos. Luego “se armó una
verdadera asonada. Fue atacada la inspección y a la brava se liberó al
detenido, no sin antes hacer otra arremetida contra el agente secreto”72.
Periquillo. El alcalde de ahí dedujo que los agentes se debían armar con
las armas decomisadas a los delincuentes: “vale decir, tomen el arsenal de
enemigo”73.
En noviembre de 1971 y dentro de los febriles acontecimientos
políticos, llegó una comitiva de Medellín coordinada por Francisco Luis Soto y
compuesta por “lindas y gentiles damas”, luego de darle al alcalde un pergamino
con palabras de admiración, le recomendaron iniciar una campaña por el cambio
de nombre de Bello por el de Ciudad Suárez. El alcalde pensó que esa podría ser
una campaña utilizada como “sofisma de distracción para que se entreguen a la
polémica muchas gentes, en vez de estar pensando en posiciones burocráticas”74.
La impulsó; pero igualmente recibió la oposición de los anapistas que
consideraban a Bello como el lugar de consolidación de su movimiento a nivel
nacional. También esa polémica revivió el acontecimiento del proceso en el
Senado de 1921 que terminó con la renuncia de Marco Fidel Suárez a la
presidencia de la república.
El cambio de nombre hizo que el país se olvidara por algunas semanas
“de que en Bello matan tan fácilmente a los seres humanos”75. Entre
las polémicas estuvo una carta firmada por Everardo Aguilar Velásquez, Alberto
Uribe Velásquez, Amanda Suárez de P. y otras cincuenta personas más;
argumentaron que el cambio de nombre es inoperante y equivocado y tiene como
fin darle al alcalde que lo promueve un lugar en la historia. Don Lucho se
dolió que hubiese tanta gente que despreciase hacerle honor a uno de los
miembros más importantes de su ciudad.
Respecto a la relación entre el concejo y el alcalde, dice que solo
encontró dos hombres con poder real: Jesús H. Ospina (Botijita Popeye) y
Dandy 108; pero efectivamente el más poderoso era Jesús H. quien al
mismo tiempo de ser concejal era presidente del Sindicato de Trabajadores de
Pantex y diputado a la Asamblea de Antioquia. Botijita Popeye era como un rey,
patriarca dador de favores, con condiciones innatas de “Líder de multitudes
ignaras”76, mal hablado, sin formación humanística o jurídica; pero
memorizó artículos e incisos de la ley para resolver situaciones de su interés
político-económico, fue “como una especie de Maquiavelo en caricatura”77.
Jesús H. Ospina era un hombre hogareño, admirador del empresario Luis
Navarro Ospina, y por eso la sociedad bellanita lo aceptaba y le perdonaba su
mal hablar y su maquiavelismo. El concejo de Bello y su presidente fueron unos
soberanos en el año de 1971. Dice el alcalde que ese poder hizo de Jesús H. un
poseído de locura parecida a la que sintieron los que hicieron la revolución de
independencia después de 1810.
Antes del alcalde entrante en 1971 -don Lucho Paniagua- estuvo Silvio
Londoño. En su gobierno el concejo anapista, con el acuerdo 71 de 1970,
suprimió las inspecciones de permanencia, el cargo de secretario de obras públicas;
adscribieron la biblioteca Marco Fidel Suárez y el almacén a a la tesorería de
rentas; el archivo lo sometieron a la contraloría; quitaron el sobresueldo del
alcalde; desconocieron la personería jurídica del Sindicato de Trabajadores
Municipales; aumentaron los impuestos a las empresas del territorio de manera
desmesurada, menos a Pantex por ser de influencia directa de Jesús H. Ospina.
El concejo se negó a aceptar el pliego de peticiones del Sindicato, “tanto más
agudo y notable si se tiene en cuenta que en el cabildo actuaban dos líderes
gremiales en plena vigencia: Botijita Popeye presidente del sindicato de
Pantex, y Dandy-108 del sindicato de Fabricato”78. Dividieron a los
obreros de Fabricato: una junta encabezada por Dandy-108, Marco Aurelio Ruíz;
otra compuesta por el Movimiento Obrero de Izquierda Revolucionaria -MOIR-. La
situación se demandó y ganó la junta de Marco Aurelio.
Observa el acalde Don Lucho que, debido a la abolición de las
inspecciones, Bello debió ser atendido en su permanente por inspectores
improvisados y por eso quienes atendían no informaban al siguiente sobre los
casos conocidos. Para solucionar la situación el inspector primero Rapidol
se volvió permanente trabajando día y noche. En la secretaría de Obras
Públicas, Jesús H. puso “una señorita, que estudiaba como delineante de
arquitectura…”, hacía planos que el alcalde debía aprobar, a pesar de no saber
nada sobre el asunto79.
Bello desde 1970 bajo el predominio de Botijita Popeye,
presenta los siguientes datos económicos: tenía 22.086 predios avaluados en
$626.561.176 millones. Cifras bajas en comparación con otros municipios del
Valle de Aburrá, por ineptitud de los dirigentes. Itagüí con menos predios
(14.030) tenía un avalúo de $833.259.501 millones. La desorganización campea y
los privilegios desfalcan lo público, “Bello registra 2.022 predios exentos de
gravamen con un avalúo de $48.962.809”80, a razón de $20.000 por
predio.
El matadero insalubre, antihigiénico sacrificaba 37 reses diarias y se
necesitaban 57. “Esas veinte unidades de menos, solo en ganado mayor, debieron
suplirse en gran parte con la introducción clandestina procedente de otros
municipios cuyos mataderos resultan más satisfactorios para los consumidores”81.
Bello no tenía una inspección de tránsito por lo que perdía más de tres
millones anuales. La cárcel San Quintín resulta sumamente costosa. Aumentó
durante la alcaldía de Don Lucho; la población carcelaria pasó de 160 a 197, a
pesar de la instauración de los “treintazos” convertibles en multas.
Los 158.000 habitantes contados en 1971, no tenían un hospital “…para
atender al crecido número de heridos y lesionados [registrados], bien por las
riñas a mano armada o por accidentes de tránsito…”82. El edificio
donado por la nación como centro de salud se destinó para el funcionamiento del
Liceo Fernando Vélez; por ser una edificación hecha para otros fines “los
alumnos quedaron encerrados como en una jaula, pues para ellos no hay patios de
esparcimiento ni salas de conferencia ni campos de deportes …”83. La
falta de acueducto ha impedido la urbanización. El agua es el mayor problema de
la ciudad. Bello tiene varios acueductos, uno de Acuantioquia, uno del
Instituto de Fomento Municipal y otros construidos por las acciones comunales.
Empresa Públicas de Medellín no ha podido entrar por falta de autorización del
concejo y la destinación de recursos.
Don Lucho se queja porque ni el tesorero, ni el contralor, “habían
hecho un estudio serio y meditado” para solucionar los problemas. Cuando Jorge
Restrepo Uribe propuso en una conferencia, emplear la valorización para
financiar las obras, el único que prestó atención fue el concejal Tato el
Mayor para decir que no estaba de acuerdo con gravar fuertemente a los
vecinos. De los concejales tampoco se esperaba ningún proyecto; se la pasaban
“elaborando la nómina de los candidatos para las posiciones que iban a
restablecerse mediante los acuerdos…”84 presentados por el alcalde.
Los acuerdos del alcalde se dirigían a restaurar los empleos y las
dependencias abolidas por el concejo anapista de 1970 con el acuerdo 71.
Reabrir las inspecciones de permanecía “con dos turnos y ocho empleados para
los dos”85. Creación de dos cargos de escribientes para el
permanente central; cuatro plazas de agentes de Seguridad y control; Acuerdo
para la creación de la inspección de la Gran Avenida. Restituir el cargo de
secretario de Obras Públicas. Para el alcalde estos acuerdos consistían en
hacer una buena administración, para los concejales era la posibilidad de
competir por diez y ocho cargos para colocar su clientela, de la cual ya había
pasado una extensa lista. Don lucho aplicó la “milimetría política” de acuerdo
al caudal electoral; pero ninguno quedó contento. Los anapistas acusaron al
alcalde de ser tacaño con el partido mayoritario; los conservadores encabezados
por Care Retrete enviaron a la presidencia de la república una queja por
“la persecución cruel, despiadada y malévola del alcalde contra el partido
conservador”86; esta puja le reveló al alcalde Paniagua “que en toda
la administración de Bello había ciento noventa y nueve empleados y obreros del
frente nacional, por solo veintiocho de la Anapo. Una proporción en sentido
contrario a la que se había registrado en las elecciones de 1970 cuando los
anapistas depositaron trece mil votos por solo tres mil de sus adversarios
sumados”87.
Dice don Lucho que él no podía hacer despidos masivos para satisfacer
a la Anapo y eso le valió un ataque sistemático proveniente de todas partes.
Dice que los mimeógrafos se recalentaron sacando pasquines para acusarlo y solo
eso esperaba de una población “donde imperan el morbo del chanchullo, la
gabela, la ventaja y la intriga […] Los artífices de la demagogia y del
nepotismo no podían entender que buscaba el alcalde, si nada pedía”88.
Guillermo el modernizador
La narración que se
encuentra en “De Hato viejo a Bello” refiere acontecimientos con los que se
pueden hacer observaciones socioculturales específicamente de los dos años de
alcaldía (1974 -1976); pero el autor hace una retrovisión y brinda información
de hechos y personajes desde los años cuarenta del siglo veinte. Refiere sus
años de concejal compartidos con los anapistas y lo acontecido hasta su llegada
a la alcaldía.
Velásquez Cardona
adopta en el texto una narrativa tragicómica con la que intenta desquitarse de
sus contradictores en especial de Miguel Zapata Restrepo que apodó Care
retrete. Pero el texto no
pierde el carácter de testimonio. Nombra la existencia de la radio en Bello,
como un elemento de importancia cultural “…En la década de los setenta,
surgieron en Bello Radio Tricolor y Radio Armonía, emisoras en
las cuales hicieron sus primeros pinitos el locutor Rafael Velásquez Cardona y
el periodista Orlando Cadavid Correa [y con] el primer almacén de discos
llamado La Escala Musical […] crearon un semanario de farándula llamado Pantalla”89.
Los años setenta
entran en el municipio de Bello con una inestabilidad crónica de la
administración pública. La mayoría de los alcaldes no pasaron de los seis meses
en el cargo “…la Alcaldía terminaba en manos de un visitador administrativo
enviado por el Gobernador […] por esta razón la administración sufría una
inevitable parálisis. Era tal la situación […] entre 1960 y 1974 la Alcaldía
fue ocupada por 12 personas entre nombrados y visitadores […] un promedio de
[…] un alcalde por año”90.
Rebela Velásquez
Cardona el ejercicio proselitista de la época así: “Las labores de pegar
carteles, repartir volantes, colocar pancartas, convocar reuniones, etc., las
hacían los miembros del directorio y los activistas del Partido…”91
entre los cuales él mismo se cuenta como protagonista y por eso da testimonio
de la campaña electoral de 1970. Él encabezaba la lista para concejo por el
oficialismo conservador y “se enfrentó a la feroz campaña de la ANAPO”92.
Hubo refriegas y amenazas. Una visita del candidato a la presidencia Misael
Pastrana fue boicoteada por los anapistas; obligaron a los conservadores “a
defenderse con palos y piedras [Pastrana] tuvo que salir a empellones y en
medio de una gran escolta”93.
Los anapistas hacían
trashumancia de votantes. Traían a Bello habitantes de los barrios pobres de
Medellín y de los municipios vecinos. Y esto ocurría porque -dice Velásquez- la
abstención llegó al 70%. El día de las elecciones, el 19 de abril de 1970
“llegaban a Bello caravanas de buses repletos de votantes […] los anapistas
cargando un ataúd que simbolizaba el entierro del Frente Nacional, llegaron
hasta el Directorio Conservador a mofarse”94. Velásquez como
candidato al concejo les dijo “Celebren hoy, que mañana de pronto les
resucita”95; afirmación que muestra la convicción de mantener el
pacto bipartidista. En esas elecciones, los anapistas perdieron la presidencia
de la república; pero ganaron el concejo municipal.
En Bello, de los
quince concejales institucionales, diez fueron anapistas. Uno liberal -Jaime
Arango Rojas- y otro conservador -Guillermo León Velásquez Cardona-. Los diez
anapistas fueron cinco y cinco de extracción liberal o conservadora. Dice
Velásquez despectivamente, “llegaron al Concejo: dos choferes, un barbero, un
buldocero, cuatro obreros sindicalistas, una barrendera de calles, [y] una ama
de casa [uno de los choferes] Tato Muñoz estaba furioso porque él no quería ser
concejal, él lo que necesitaba era un puesto”96 y se entiende porque
los concejales no tenían remuneración.
A los conservadores
anapistas los dirigía el presidente del sindicato de la fábrica de Textiles
Panamericanos -Pantex- de nombre Jesús H. Ospina. Y el dirigente de los
anapistas liberales fue el taxista Pablo Baena. En ese año de 1970 la alcaldía
estuvo en manos del visitador administrativo Ignacio Mejía Maya, quien, ante la
exigencia de los concejales de entregarles el tren burocrático del municipio,
les respondió que él no podía porque no era alcalde titular97.
El nuevo concejo se
posesionó el 1º. De enero de 1971. Se eligió presidente a Jesús H. Ospina,
quien dijo en su posesión: “No se moverían [en Bello] las hojas de
los árboles sin permiso de la Anapo”98. Trajeron
de Medellín empleados para los puestos especializados, porque no encontraron
dentro de sus filas hombres o mujeres capacitadas. Para hacer solventes las
arcas del municipio recurrieron a la fuente principal de ingresos: los
impuestos a las empresas textileras Pantex y Fabricato; resolvieron subirles
los impuestos. Otra fuente de ingresos lo fue el acueducto y para regularlo
acordaron la instalación de medidores domiciliarios cobrados a los usuarios;
pero como el agua se enturbiaba o enlodaba periódicamente con el invierno, los
medidores se obstruyeron y se debió seguir con el cobro de una tarifa genérica.
Esta conmoción
política ocasionada por el arribo de los anapistas al poder local tuvo como
escenario La avenida Suárez contigua al palacio Municipal. Comprendía el
espacio, la calle entre el monumento Choza Marco Fidel Suárez y el parque
Santander. La avenida la cruzaba la calle 52 dejando cuatro esquinas; dos de
ellas una frente a la otra mediando la avenida, hacia el norte, en los años
setenta, fueron el alberge de cantinas, o salones de frescos o bares. De ellos
el más famoso fue El Cortijo de Carmen García, lugar de encuentro, muy
familiar. Al frente el Refugio, bar de Libardo González, famoso por recibir a
los conservadores. Las esquinas que daban el frente al monumento Choza MFS, una
albergaba El Selecto, bar de Jaime Naranjo por el que pasaban todos los
políticos o personajes de renombre que visitaban la localidad. De cara al
Selecto, la otra esquina, se especializó en atender las familias con sus hijos
grandes o chicos con un espacio llamado Salón de Frescos. En la calle
circunvalar que rodea el monumento existieron diversos bares, y talleres de
metalmecánica.
Desde el monumento en
dirección al parque Santander, cruzando la 52, mediada la cuadra, una frente a
la otra, funcionaron a la izquierda la heladería El Ródano de José Zabala,
lugar de gran venta de licor y para la embriaguez de quien quisiera gastar
dinero. Al frente estaba La Ancheta de Óscar Agudelo, hombre sensible a la
lectura y la música clásica, por lo que atraía a cultos y conversadores. En el
mismo sentido al entrar al parque Santander por la izquierda, el andén
terminaba en ápice por la bifurcación de la carrera 50 y la avenida. En ese
ápice estuvo desde 1910 una venta llamada El Centenario con diversas
especialidades -café, cantina, bar, salón de frescos, heladería, etc. Ahí
estaba la visual que mostraba el palacio Municipal. Y por la derecha se tenía
El San Marino espacio que para los años sesenta y setenta, fue un amplio salón
de mixtura entre cafetería, restaurante, licorera, bar, cantina y mentidero
como todos los otros lugares de la avenida.
Trae Velásquez
Cardona una anécdota reveladora sobre el concejo anapista ocurrida en El San
Marino. Fue como concejal conservador, en medio de la mayoría anapista. Les
hizo oposición y por eso fue amenazado. A mediados de mayo de 1971 se encontró
tomando café en El San Marino. En otra mesa estaba el presidente Jesús H.
Ospina acompañado de su grupo, entre ellos uno que lo apodaban el Caricortado,
hombre furioso que hablaba con acento santandereano; este se acercó amenazante
a Velásquez Cardona, le dijo que su presencia era molesta para el presidente
Jesús H. Ospina y que lo iba a matar. Velásquez respondió con palabras
violentas y en ese momento hubo un corte de luz. Velásquez se refugió en el
baño; allí encontró a los agentes de seguridad y control -entre ellos a Rafael
Hincapié- quienes lo protegieron y lo conminaron a permitirles matar al
Caricortado. Volvió la luz y Jesús H. Ospina al ver protegido al concejal
Velásquez abandonó el lugar con su grupo99. La noticia del
incidente le llegó al alcalde encargado Ignacio Mejía Maya quien citó al
presidente y le dijo que lo culparía de lo que le llegase a pasar al concejal.
Velásquez Cardona era trabajador de Fabricato y ad-honorem ejercía la
concejalía. Sus entradas y salidas de la fábrica debieron ser vigiladas por
agentes secretos enviados por el partido conservador.
Velásquez Cardona hace un recuento de hechos políticos de su pasado
inmediato como alcalde y dice: El 13 de octubre de 1971 el gobernador Diego
Calle Restrepo nombró alcalde en propiedad al periodista Miguel Zapata
Restrepo. “Miguel Lenguas”,
como nuevo alcalde, se hizo del lado de los anapistas y le tocó dirimir la
confrontación por la creación de las Empresas Varias de Bello. Jesús H. Ospina
quería poner de gerente a su sobrino Hernán Gómez; pero el otro jefe anapista,
Pablo Baena, tenía otro candidato. En enero de 1972 esa confrontación se tornó
violenta. En la primera sesión del concejo los concejales llegaron armados100.
A ella asistió el jefe departamental de la Anapo Jaime Piedrahita Cardona afín
al sector de Pablo Baena. Al finalizar la sesión, un matón de apellido Murcia
-dice Velásquez Cardona- atentó contra Piedrahita. El hermano de Pablo, Manuel
Baena, defendió al jefe departamental y atacó a Murcia. Entró en escena el
veterano de la guerra de Corea apodado El Coreano y le pegó cinco balazos a
Manuel. La policía capturó a El Coreano, al final de las dos cuadras que
alcanzó a correr101 sin importarle la presencia de los policías
Pablo Baena mató a El Coreano de “un certero disparo en la frente”102.
Dice Velásquez Cardona que en ese hecho todos estuvieron presentes menos el
alcalde Miguel Zapata Restrepo también director del radioperiódico “Clarín”. No
hubo investigaciones ni declaraciones. La muerte del coreano quedó en la
impunidad, y los clamores por la destitución del alcalde ante el gobernador
Diego Calle Restrepo, cayeron en el vacío, “no se sabe si por amistad, o por
miedo a los ataques que el periodista pudiera hacerle desde su radio periódico”103.
El viernes siete de
enero de 1972, Miguel Zapata Restrepo llegó al recinto del concejo y se
enfrentó con el concejal Guillermo León Velásquez Cardona por tener noticia de
una alianza entre liberales y conservadores, para sacar a los anapistas. Por
ese enfrentamiento Zapata Restrepo renunció. De su paso por la alcaldía de
Bello dejó una memoria editada como libro titulado “El Virgo…Maestre”.
La alianza se
concretó y el nuevo alcalde Leonidas Villegas Giraldo (1972-1974) de filiación
conservadora la apoyó. Guillermo León Velásquez conservador alvarista y Jaime
Arango Rojas liberal oficialista, en la heladería “La Rosa” pactaron sacar a
los anapistas. Así ocurrió. En septiembre de 1972 la coalición restauró la
paridad; “la personería y la contraloría le fueron entregadas al Partido
Liberal […] la tesorería y la secretaría del concejo para el Partido
Conservador […] Guillermo León [Velásquez Cardona] fue elegido presidente de la
corporación”104.
Este presidente que
alternaba su trabajo en la fábrica textil con la actividad política, en 1973
gestionó la celebración de los cincuenta años de Fabricato. El acto se realizó
en el Patronato María Paussepin con la presencia del presidente de la república
Misael Pastrana Borrero, quien luego fue invitado al recinto del concejo donde
entregó un auxilio de quince millones de pesos ($15.000.000) para el acueducto
municipal; por eso fue ovacionado dentro y fuera del palacio por una multitud,
según Velásquez Cardona105.
Iniciado el gobierno de Alfonso López Michelsen y del gobernador de
Antioquia Jaime R. Echavarría, en Bello se originó una pugna por el
nombramiento del alcalde. Los liberales dirigidos por Jaime Arango Rojas y en
coalición con los conservadores valderramistas pretendían poner su candidato
José Abel Jiménez; y los conservadores impulsaron a Guillermo León Velásquez
Cardona apoyado por Fabricato, los conservadores alvaristas y un sector
liberal. El gobernador Jaime R. Echavarría se decidió por Velásquez Cardona,
quien narra así lo ocurrido en el concejo de Bello:
“La noticia del nombramiento se filtró rápidamente, los Valderramistas
se alborotaron, los liberales ni se diga. Por la noche hubo sesión del Concejo
y a la salida Gilberto Sánchez, alias Kolinos, le pegó una cachetada a
Guillermo León [señalado alcalde], este reaccionó y de un estrujón lo tiró al
suelo y lo tomó por las orejas, estaba al punto de darle contra el borde del
andén, cuando se lo quitó la policía”106.
Este grado de
beligerancia, de violencia, de agresividad, venía de los años cuarenta; se
postergó durante la dictadura de Rojas y en el tiempo del concejo monolítico de
la Anapo. Y estalló en el momento del final del Frente nacional, cuando volvió
la puja o medición de fuerzas electorales por el poder. Velásquez Cardona dice
que esa puja por la alcaldía la ganó él y el concejal Rafael Piedrahita logró
establecer un puente entre los partidos; como patriarca liberal reunió el
partido y muchos militantes en la parte trasera de su farmacia, invitó a
Velásquez Cardona quien expuso verbalmente y con amplitud su plan de gobierno.
Les dijo que gobernaría con todos, pero con independencia, porque a pesar que
aceptaría nombres de candidatos a ocupar los puestos administrativos del
municipio, estos deberían ser competentes. Dijo que pondrá por encima de las
rencillas políticas las necesidades del municipio como lo son el acueducto,
construcción de escuelas, colegios y modernización del impuesto predial107.
El libro de Velásquez
Cardona “De Hato Viejo a Bello”, le sirvió para detallar sus actos
administrativos. Dice que luchó contra la tugurización, contra quienes alegaban
ser propietarios de tierras, pero no tenían títulos. Luchó contra bares y
cantinas que violaban los acuerdos; contra la delincuencia, especialmente,
“delincuentes reconocidos, a quienes les aplicaba el famoso Treintazo,
el cual consistía en adjudicarle al delincuente el “delito de sospecha”
y era enviado a la cárcel por treinta días o debía pagar una fianza acorde con
su peligrosidad”108. Con esta política de orden público,
encarceló por las épocas navideñas de 1975 y 1976 (prolongada a 1977 por otros
alcaldes), a los sospechosos de ser delincuentes habituales, detenidos en
batidas “de la policía y de los agentes de Seguridad y Control”109.
Velásquez Cardona con estas descripciones muestra su concepción del
mundo, del poder y la democracia; se ve la expresión y ejercicio autoritario
del poder. El siguiente párrafo es revelador: “Había gobernabilidad; aún no
existían los abogados resocializadores, ni las Ong defensoras de los
delincuentes, ni toda esa parafernalia judicial que opera a favor de los malos
y deja desprotegidos a los ciudadanos de bien”110.
En otro escenario, cuando trata de su relación con los trabajadores y
sus sindicatos, dice que se acordó con un médico para hacerle un tratamiento
anticonceptivo a un trabajador que tenía diez hijos; sin su consentimiento y
con plena violación de los Derechos Humanos “el alcalde [Velásquez Cardona] se
puso de acuerdo con un médico y lo envió a una institución; allí le dijeron que
tenían que extirparle un granito que podía ponerse maligno y le hicieron la
vasectomía. El trabajador llegó feliz a contarle a sus compañeros que lo habían
atendido muy bien, que le habían dado refresco y torta. En el refresco iba el
anestésico”111. Entre burlas, chistes y risas sarcásticas, Velásquez
Cardona, se mofa del poder y testimonia ejercer una especie de dictadura contra
los no conservadores que muy personalmente concibe.
Velásquez Cardona se proclama modernizador de la administración
municipal. Dice que convirtió la Inspección de tránsito creada en 1972, en la
Secretaría de Tránsito. Por eso se enfrentó al INTRA (Instituto Nacional de
Tránsito) porque era este organismo quien nombraba inspector para Bello.
Además, dice que por reforma administrativa se crearon las secretarías de obras
públicas, planeación, gobierno, valorización y los departamentos de impuestos y
catastro. El alcalde Velásquez hizo la reforma “Debido a la falta de planeación
y de control. El crecimiento urbano se hacía en forma caótica, pululaban las
urbanizaciones piratas, las construcciones sin permiso, los pasajes
residenciales, las calles sin continuidad, los balcones rectangulares, que
parecían hechos con el mismo diseño […] esas edificaciones eran hechas con los
planos que les alquilaba Roberto Ortega, un terrateniente de Bello…”112
Contrató el servicio de acueducto y alcantarillado con las Empresas
Públicas de Medellín y se “pasó” a multar a los urbanizadores piratas.
Velásquez Cardona, escribió lo siguiente a este respecto: “...se estaba
desarrollando una urbanización pirata en una famosa finca llamada San
Gabriel, en las faldas del cerro Quitasol y de propiedad de la familia
Zapata Lotero. El Alcalde [la] suspendió […] y le aplicó una multa al Dr. Raúl
Zapata Lotero; cuando este fue a notificarse, le dijo al Alcalde que no era
justo que lo sancionara, y que en Bello siempre se habían hecho así las cosas…”113. El alcalde le mostró a Zapata lotero el texto
de una ley presentada al Congreso de la república, redactada por el mismo
Zapata y le dujo: “-Esta es la ley que me faculta para multarlo, le fue
presentada al Congreso por el Dr. Raúl Zapata Lotero, que si no estoy mal es
usted, o sea, que [usted] es víctima de su propio invento-”114.
Ese espíritu de reforma y modernización del cual se ufana Velásquez
Cardona lo lleva a un amplio anecdotario. Dice: Alberto Uribe (padre del
expresidente Álvaro Uribe) compró la finca Hacienda Niquía. Esta y la hacienda
de los Barrientos colindante se surtían de agua por una acequia que la tomaba
en la vereda Tierradentro y la conducía por la ladera del Cerro Quitasol hasta
Niquía. Los Uribe le quitaron el servicio a los Barrientos. El lío lo dirimió
el alcalde a favor de estos últimos mediada una confrontación agresiva en su
despacho115.
Otro día, anota: llegaron a su despacho funcionarios del ministerio de
justicia para que les aprobara los planos de la cárcel Bellavista ya
construida; les dijo: “... ¿Cómo es eso de que primero se construye y luego
se sacan los planos? -Esa si es la revolución de la ingeniería-”116.
Firmó para que no lo destituyeran.
Luego, funcionarios de Empresas varias de Medellín, llegaron a la
alcaldía y presentaron un bloque de planos para hacer en el barrio Gran Avenida
un relleno sanitario: “el Alcalde los escuchó atentamente y al finalizar, con
cierta rabia, les dijo: -¿De manera que la propuesta de ustedes es que nosotros
autoricemos que depositen la basura de Medellín en el corazón de Bello? No me
crean tan güevón […] y tomando [el bloque de planos] lo arrojó al cesto de la
basura…”117.
En Julio de 1976, las centrales obreras tenían organizado un paro
nacional; para prevenir disturbios, y por el estado de sitio del país, el
gobierno nacional decretó la Ley Seca; pero como “En Bello no pasaba nada y el
Alcalde permitió la venta de licor, lo cual no fue del agrado de la policía,
dando origen a una queja del comandante de Policía Antioquia al Gobernador”118.
Este llamó al alcalde de Bello y le dijo: “- ¿Es verdad que en Bello están
vendiendo licor como si nada? -El Alcalde respondió: si, Gobernador, es
verdad, y di el permiso, porque […] quienes están bebiendo y jugando cartas o
jugando billar, no están interesados en paros … [el gobernador respondió]
-puedes que tengas razón, pero es una ley […] nacional […] si te sancionan no
digás que no se te advirtió-”.119
Obró sobre “El barrio Santa Ana construido por Fabricato en 1955 […]
levantado en los predios de la Hacienda Providencia o Santa Ana, comprada al
terrateniente Nicolás Sierra”120. Al barrio solo se podía acceder
por un carreteable destapado embocado con la autopista norte y por un puente
improvisado hecho en madera sobre la quebrada del Hato. “Para solucionar esta
situación, la administración construyó un puente de buenas especificaciones”121
y con la gobernación consiguió una franja de tierra para comunicarlo con el
barrio Obrero; “obra que desembotelló completamente a Santa Ana e hizo posible
dotarlo de transporte”122.
Contra el libertinaje en la ciudad ocasionado por la falta de acceso
vial de la autoridad, amplió el puente de Playa Rica; amplió la calle 53 a
costa de recortar la casa de la pintora Lola Vélez. La calle 54 que terminaba
en la famosa Ramada, la conectó con la carrera 50 llevándose de paso el Pasaje
San Francisco. Esta decisión le valió críticas de “los mal llamados
progresistas (conservadores), emitieron boletines acusando al Alcalde de haber
torcido una calle para favorecer al Sr. Everardo Aguilar cuyo negocio quedaba
haciendo esquina…”123.
A mediados del año 1976 entregó la planta física del Liceo Fernando
Vélez en el barrio El Carmelo; lo hizo gestionando $700.000 con la
administración departamental. Los planos los hizo el Instituto de
Construcciones Escolares -INCE- y la obra la realizó el ingeniero de Obras
públicas de Bello Rodrigo Botero A. Luego los estudiantes decretaron un paro
para reclamar profesores faltantes y modernización del pensum. Salieron a la
calle, apedrearon vehículos y locales comerciales. El Alcalde ordenó al rector
expulsar a los dirigentes, bajo la condición de poder seguir con la ayuda de la
administración. Intervino la secretaría de educación departamental y reubicó a
los estudiantes en un colegio de Medellín.
Hizo la propuesta de construir un polideportivo, con ocasión de los
Juegos Panamericanos, en los terrenos de la Granja Tulio Ospina, donados a los
Municipios Asociados del Valle de Aburrá -MASA-. Coldeportes atendió la
propuesta pues la carencia de políticas deportivas se expresaba en desorden
social. La selección Bello de fútbol, funcionaba sin orientación profesional.
“Lamentablemente no tenían quien los dirigiera, ni les impusiera normas, por lo
cual revolvían el deporte con marihuana, llevaban cuchillos, armaban peleas, se
robaban las toallas de los hoteles […] en algunos municipios no los dejaban
entrar”124. Velásquez Cardona ante esta situación expulsó a los
marihuaneros, dotó el equipo de implementos, nombró al director de planta de
Fabricato, José Saule, como entrenador y se trajo del Atlético Nacional el
portero Raúl Navarro. Por eso en 1976 “por primera vez [la Selección Bello] se
coronó Campeón Departamental” con ayuda de la Junta Municipal de Deportes,
entre quienes estaban Rafael Piedrahita Arango, Gonzalo Velásquez Z., Gilberto
Álvarez G., Alfonso Hernández y Mario García125.
El agua se tomaba de la quebrada del Hato y se conducía a un tanque
ubicado en el barrio El Carmelo llamado “los filtros”. De allí se distribuía a
los barrios según horario porque el tanque era insuficiente. El agua sin ningún
tratamiento, su calidad estaba sujeta a las épocas de invierno o verano. Pero
desde 1973 se comenzaron las negociaciones con las Empresas públicas de
Medellín para dotar el municipio de acueducto y alcantarillado técnicamente
diseñados, así como se había hecho con el servicio telefónico. Se utilizaron
$15.000.000 destinados por la presidencia de Misael Pastrana Borrero y la
disposición del nuevo gerente adscrito a la presidencia de López Michelsen.
Además, Bello aportaba otras finanzas producto del sistema de valorización y la
deuda pública.126
El sistema de valorización tuvo una reacción popular en contra
dirigida por el Movimiento Obrero de Izquierda Revolucionaria -MOIR- y los
conservadores valderramistas. El alcalde para cumplir con el Estatuto de Valorización
reunió a los propietarios en el Teatro Bello; el público airado abandonó el
teatro y se encontró con otros representantes de la comunidad. En la calle
esperaron al alcalde y le hicieron una manifestación. Dice Velásquez Cardona:
“A la salida […] los opositores se habían concentrado en la esquina en una
especie de manifestación; un primo del Alcalde, Ignacio Velásquez Muñoz, hijo
de Miguel Velásquez Uribe, azuzaba a la multitud gritando que lo lincharan […]
en vista de la situación, el alcalde desenfundó su revólver y los conminó
diciendo: -al primero que se me acerque lo quemo”.127La
policía detuvo a Ignacio Velásquez y el alcalde ordenó cinco días de arresto.
Miguel Velásquez intercedió ante el alcalde -su sobrino- por su hijo; pero
Velásquez Cardona le dijo: “...ese muchacho salió comunista [...] el tiene
que entender que un revolucionario que no pague cana no sirve para nada…”.128
El domingo seis de octubre de 1974 a las diez de la mañana, el
concejal del MOIR Alonso Berrío con otros dirigentes de ese partido, en la
platea de la Choza Marco Fidel Suárez realizaban una manifestación contra
valorización. El alcalde les manifestó que esa manifestación era ilegal por
estar el país en Estado de Sitio. La negativa de Berrío para disolver la
manifestación, hizo que el alcalde enviara un escuadrón de policías; la
disolvieron y detuvieron cien manifestantes. Ente los detenidos estuvieron el
concejal Berrío, Ignacio Velásquez, Antonio (Toño) Zapata y copartidarios del
MOIR llegados de la ciudad de Medellín.
Los detenidos fueron condenados en “audiencia pública presidida por el
alcalde con intervención del Ministerio Público y en grupos de a diez personas”129;
la mayor pena se impuso al concejal Berrío. Ocho días después llegaron al
despacho del alcalde Amílcar Acosta, dirigente nacional del MOIR y el director
de Voz Proletaria, a pedir permiso para visitar al concejal y certificar su
estado. Dice Velásquez Cardona, que pasado el tiempo cuando hacía décadas había
dejado la alcaldía se encontró “con Toño Zapata, quien fue uno de los detenidos
en la asonada y que luego se convirtió en miembro de la guerrilla del M-19 y
fue entrenado en Cuba, en la especialidad de manejo de explosivos. A Toño le
gustó más el narcotráfico que la revolución y se metió de lleno en la mafia,
llegando a ser uno de los más peligrosos delincuentes del país [cierto día] en
un negocio frente a la Choza de Suárez conocido como El Bastón [Toño le dijo] -Usted
me metió a la cárcel- […] Claro Toño, si estabas alborotando el orden
público y a mi como alcalde no me gustaba que lo hicieras”.130 Se tomaron un
aguardiente y hablaron de los dos Mercedes Benz de Toño Zapata y su ser
comunista, dice irónicamente Velásquez Cardona. Se despidieron “Al poco tiempo
mataron a Toño en la autopista norte cerca del estadero Nemqueteba”131.
Luego encontró a Alonso Berrío “en el restaurante La Sombrilla, en la
vía a las palmas de Medellín. Allí recibió de Berrío un reconocimiento porque
el haberlo metido a la cárcel le permitió reaccionar y reflexionar acerca de lo
que estaba haciendo con su vida y que no se estaba conduciendo a ninguna
parte…”132
Velásquez Cardona termina su libro nombrando al rico casateniente
Nicolás Sierra. “Don Nicolás tenía fama de mal colaborador. Su esposa la
exdiputada y educadora Ana Gómez de Sierra, natural de Rionegro, se oponía al
cobro de valorización”133. Pero Nicolás Sierra se interesó en el
acueducto porque le beneficiaba su negocio de alquiler de viviendas y por eso
pagó la valorización. Los dueños de la cadena de almacenes Ley manifestaron su
apoyo porque pretendían construir una sede en el parque de Bello. La oposición
de los mandos medios de Fabricato -dice- la solucionó con una intriga con el
gerente Jorge Posada. Y la oposición de los partidos políticos, el MOIR, un
sector liberal y los valderramistas conservadores se solucionó con la
advertencia de que para ganar las elecciones de 1976 debían darles agua potable
a los habitantes.
Al fin en los primeros meses de 1977 comenzó a llegar agua potable y
por supuesto tratada al municipio de Bello. “El acueducto se inauguró
oficialmente en agosto de 1977…”134. Concluye Velásquez Cardona: ahí
comenzó la vida moderna en la ciudad de Bello.
Valorización y rebeldía
El cobro de Valorización y la rebeldía se juntaron en el Bello de los
años setenta del siglo XX. Los habitantes se movilizaron contra el sistema de
valorización; pero esa movilización no fue espontánea. Fue el producto de una
acción de líderes, pertenecientes a diversos grupos políticos concertados para
enfrentar a la alcaldía y su decisión de financiar el acueducto con el gravamen
de valorización. La movilización no fue la única ni la más extraordinaria de la
década, pero si fue la expresión de algo nuevo; en ella participaron todos los
pobladores afectados sin distingo clasista.
Esta característica de la lucha generó una práctica social y política,
expresada a nivel local, pero generalizada nacionalmente y que para finales de
la década se convirtió en una alternativa de acción potenciada por una nueva
conceptualización sobre la sociedad y la historia. Desde 1978 esas
movilizaciones se pueden entender como unos Movimientos Sociales (movimientos
cívicos, Movimientos culturales, movimientos étnicos, movimientos de género)
pasados a ser los Nuevos Sujetos Sociales en la analítica de la sociedad
colombiana.
Esas reflexiones fueron presentadas en el segundo lustro de la década
de los setenta. Y también las motivaron la crisis de representación de la
izquierda armada y sus formas organizativas inscritas en un autoritarismo
dogmático. Hubo un desencanto con ese grupo de intelectuales que se proclamaban
como la vanguardia invencible.135 Estos Movimientos sociales fueron
los nuevos sujetos del cambio social.
Convicción generadora de nuevas actitudes que replantearon el trabajo de
la historia, replantearon la perspectiva histórica, replantearon el pasado, el
presente y el futuro de la sociedad colombiana. Los Movimientos Sociales se
presentaron como una resistencia colectiva a la dominación, negada
sistemáticamente a satisfacer las necesidades básicas de la población. Este
acontecimiento, del cual partió la actitud social de ruptura de los años
ochenta próximos, se caracterizó por la pretendida despolitización de las
movilizaciones.
Estadística de la delincuencia
Desde todos los
puntos de vista registrados, en la década de los setenta, se señala el delito y
la delincuencia como el mayor problema; pero el acercamiento que se ha hecho
aquí ha conectado todos los problemas. Desde estas primeras tres décadas del
siglo XXI se puede decir que los habitantes de Bello en esos años vivieron una
especie de desahucio por los altos precios, la insalubridad, la lentitud o en
la ejecución dela poca obra pública que se impulsó, el desempleo, la
inmigración descontrolada y todo esto coronado por la delincuencia campeante.
La Inspección 3ª.
Municipal de Policía del barrio París en abril de 1975 le pide al jefe del
Departamento de Investigaciones y Control represión de la delincuencia en el
barrio con la realización de batidas constantes diurnas y nocturnas, para que
se logre la “aprehensión y desintegración de los grupos de antisociales que,
[…] abundan en este barrio”136.
En el mismo mes de
abril el inspector 2º. del Barrio Zamora Javier Valencia Correa, se dirige al
Jefe de Seguridad y Control Marco Aurelio Betancur al momento de asumir el
cargo pidiendo apoyo para “nuevos planes y estratégicas en busca de una bien
coordinada acción con miras al exterminio completo de los indeseables…”137
Los habitantes que han aprendido a movilizarse para exigir la
satisfacción de sus necesidades se sentían burlados con las actuaciones de los
políticos o administradores y se puede decir que parte del desorden social fue
ocasionado por las decisiones del jefe de impuestos Juan Ortega Isaza y la
alcaldía de Guillermo León Velásquez; le comunican al Jefe de Seguridad y
Control un “Previo concierto” para prohibir los venteros ambulantes en varias
cuadras alrededor del parque Santander; pero con “dos excepciones: tres
venteros frente al teatro Iris y dos frente al teatro Rosalía, en ambos casos
deberán acreditar la autorización correspondiente”. Ese privilegio fue una
incitación a romper la prohibición por los demás venteros.138
Se ha observado los oficios del departamento de Seguridad y Control
del año 1975.139 Ahí se tienen los delitos más comunes como una
muestra de lo ocurrido en la década. De los cien oficios analizados se nota que
el delito más común es el hurto con treinta y cinco casos ubicados en toda la
población; lo sigue el homicidio en número de veinte localizados en los barrios
Niquía, La Camila y París. Diez casos de lesiones personales igualmente
distribuidos en todo el municipio. Sigue en jerarquía la estafa y el abuso de
confianza con diez casos; y tres accidentes de tránsito con víctimas fatales.
Tres de tráfico y consumo de marihuana; dos violaciones carnales, dos casos de
falsedad en documentos; dos riñas en la parte central; dos casos de abandono de
hogar y otros como fuga, inasistencia alimentaria, abandono de infantes y la
indocumentación.
La zona de mayor frecuencia delictiva es el centro del municipio,
seguida por Niquía y la Gran Avenida. El alcalde encargado Javier Pulgarín
Vanegas, acatando la directriz
de Velásquez Cardona de luchar contra bares y cantinas que violaban los
acuerdos; contra la delincuencia, especialmente, “delincuentes reconocidos”,
oficia al Jefe de Seguridad y
Control Marco Aurelio Betancur ordenándole visitar algunos negocios porque
“Tiene quejas este despacho sobre la inmoralidad [en] Bar Niquía, del señor
Jesús Ángel Blandón, situado en calle 51, crucero carrera 45. Y el granero
mixto situado en la calle 51 con la Plazuela de la Madre, administrado por la
mujer llamada “La Foca”.140
Esa afirmación
convincente del inspector de Zamora Javier Valencia Correa de “exterminio completo
de los indeseables” puede considerarse una vocación porque los agentes de Seguridad y Control Jorge
Monsalve, Gabriel Velásquez y Fernando Morales fueron llamados por la Juez
Tercera Municipal Dolly Peláez Henao a entregar sus armas y los llamó a responder
por el asesinato del menor de edad John Jairo González Osorio.141
Personajes
de Bello resaltados por Velásquez Cardona
La memoria del
exalcalde Velásquez Cardona y la obra de Miguel Zapata Restrepo presentan una
similitud; ambos autores hablan a través de un tercero. Miguel Zapata se
encarna en don Lucho Paniagua; y Guillermo Velásquez narra a través de un
alcalde al que le pone su propio nombre. Se percibe que De Hatoviejo a Bello
fue escrito como respuesta a los apodos del Virgo… Maestre, donde Velásquez
Cardona es llamado “Care retrete”. Ambas obras fueron elaboradas desde un
sentido tragicómico y burlesco. Miguel zapata, lo hace por ser “Bello un
municipio en obra negra” y estar a merced de unos monstruos devoradores. Y
Velásquez Cardona lo hace por haber presenciado en su vida la intriga y la
rapiña, en una especie de guerra de todos contra todos, a pesar de la
participación directa del él y su familia.
Por eso se considera
que los retratos caricaturescos y la burla o exageración de sus acciones, son
necesarios de resaltar, porque primó el afán de registrarlos antes de
considerar la filiación. El autor los hizo por venganza, o por constancia de su
conocimiento o desquite. A diferencia de la motivación, se considera de valor
histórico hacer el inventario que sigue:
El Concejal Enrique Mora “…era un hombre regordete,
bajito, de pelo crespo, usaba gafas oscuras y anillos de grandes piedras en
todos los dedos […] sus ratos libres los dedicaba a la política como militante
del partido Conservador.”142
La señora Gabriela Uribe de Benjumea fue de las
primeras mujeres en participar en política “…alta, delgada, de tez blanca y
ojos azules, con un cabello entre cano y […] dueña de una recia personalidad,
pero de un trato agradable […] No sabemos por qué razón era conocida [como] la
Panda…”143. Casada con José Benjumea. Conservadora. Auxiliaba a sus
copartidarios perseguidos por los liberales.
José Benjumea “Oficiaba como fotógrafo (años sesenta) del
pueblo y para ello, convirtió la sala de su amplia casa en local para su
negocio y lo dotó de un flamante aviso en baquelita, letras de color café, con
bombillo por dentro; el aviso anunciaba: Foto Benjumea. Allí…”144
se tomaban fotos a recién casados, cumpleaños, bautizados, quinceañeras, para
carné… La cámara montada sobre un trípode operaba con placas metálicas y un
bombillo de tungsteno.
Marco Antonio Uribe “alias Chupeta”. Dentista y mecánico dental
junto con Gabriel Moreno, Jaime Estrada y “Rafael Uribe alias “Grillo o Firifiri [este] era de estatura regular
moreno, flaco, pelo ensortijado, bigote a lo Clark Gable, buen bebedor […] se
emborrachaba y peleaba con él mismo, rastrillaba los dientes [...] produciendo
un ruido”.145
Rafael Piedrahita, Pompilio
Hernández, Henrique Mora y Miguel Hernández fueron los farmaceutas
más memorables. Pompilio “alternaba sus labores con la política […] ferviente
conservador”146 se excedía en oratoria y llevaba sus largos
discursos escritos. Rafael Piedrahita
Arango, patriarca liberal: “hombre alto, de tez morena clara, cara redonda,
cabello lacio negro [de] gran simpatía…” Ídem Pág. 128 Se casó con una sobrina
del presbítero Rogelio Arango párroco de la iglesia del Rosario por más de
cuarenta años. Pariente del jefe liberal Jaime Arango Rojas. Dueño de la
Farmacia Suárez; más que vender medicamentos preparaba con fórmulas originales
los propios que lo hicieron famoso en Bello. Lo ayudaba en la farmacia Germán
Velásquez hermano de Miguel “El Bizco” Velásquez y padre de Guillermo León
Velásquez Cardona. Rafael ayudaba a quienes les faltaba dinero para las
medicinas, “su simpatía y gran corazón le granjearon […] el cariño del pueblo.
El Partido Liberal, además de tenerlo como miembro del Directorio, siempre
encabezaba la lista al Concejo con su nombre, para garantizar una buena
votación”.147
Los judíos
inmigrantes: Salomón Rabinovich,
llamado “el Míster”, recorría las calles vendiendo telas a crédito y puerta a
puerta. Dice Velásquez Cardona. “Este vendedor terminó fundando la empresa de
textiles Telsa”.148 Jacobo
Shuster, igual que Ravinovich, llegó a la ciudad de Bello huyendo de la
segunda guerra; “hombre alto, ojos azules [corte de cabello militar] tenía un
almacén de calzado contiguo al […] de don Abelardo Villa”.149 Y León Reznick quien también llegó huyendo
de la segunda guerra era “Robusto, bajito, con una cara enmarcada de unas
gruesas gafas de carey […] tuvo un almacén de telas contiguo a la iglesia de
Hatoviejo.150
Libardo González, fue director de la biblioteca Marco Fidel
Suárez; “un honesto exempleado de la aduana y dueño de una cierta cultura,
tenía su cantina en la Avenida Suárez, al frente del Cortijo […] era conocido
como Purgante…”151 por su mal genio. Su cantina la llamó El
Refugio.
El cineasta Enoc Roldán; “Hombre corpulento, de tez
blanca y ojos saltones, cabello ensortijado […] fue uno de los precursores del
cine colombiano. Fundó su empresa, Error films, la cual con el lema […]
“Filmamos hasta el diablo” produjo varias películas, entre ellas…[…] “El Hijo
de la Choza” [en la que] puso a actuar a personajes de Bello como Everardo
Aguilar Velásquez en el papel de MFS; Norberto Pérez, Antonio Laverde, Jaime
“Chuleto” López y José “El Pollo” Restrepo como ministros”.152
Leonel Pionono Gómez, apodado “El marinillo” fue
compañero de andanzas de Miguel Velásquez. Pequeño, Blanco, ojos grises,
cabello lacio y entrecano; dentista pionero con Celio Arroyave.153
La señora Esther Uribe Sierra,
tía de Miguel Velásquez Uribe. Conservadora, “alentaba a los [copartidarios]
para sus refriegas con los liberales, asistía puntual a todas las reuniones y
manifestaciones y daba cobijo en su casa a los conservadores […] heridos o
perseguidos”.154
Miguel Velásquez Uribe hijo de Sofía Uribe Sierra. Fue
personero, encargado de Obras Públicas en 1945. Concejal y jefe del Partido
Conservador. Lo apodaban “el Bizcocho”. Descendiente de la familia conservadora
de Teódulo, Romualdo, Octavio y Samuel Velásquez. “Miguel era de estatura
regular, bigote a lo Jorge Negrete, moreno, delgado, pelo lacio y con un ligero
estrabismo en el ojo derecho; dueño de una gran […] oratoria y de una
inteligencia innata…”155. Miguel y Leonel “Pionono” Gómez, en la
década de los cuarenta y cincuenta fueron los jefes del conservatismo
laureanista en Bello “defensores a ultranza de la fe católica y de la iglesia;
las hordas que los seguían promovían sus manifestaciones al grito de “viva
Cristo Rey, abajo manzanillos hijueputas!”156 . Estuvieron al
frente de “los aplanchadores como Pastelero, Bucheperra, Macías, Arboleda, Luís
Flórez…”157. Organizaron una peregrinación a la población de Santa
Rosa de Osos para celebrarle al obispo Miguel Ángel Builes las bodas de oro.
Los acompañaba Gabriela Uribe Benjumea; al llegar mientras cantaban himnos a
cristo y las “Acacias” del Dueto de Antaño158 los liberales les hicieron
detener el bus “Escalera”; Gabriela hirió uno de los liberales con un botellazo
y los hizo desistir. Luego en el parque del pueblo entre vivas a sus partidos liberales
y conservadores iniciaron la pelea. Miguel Velásquez y Leonel “Pionono” Gómez
también llamado “El Marinillo” recibieron puñaladas, lo que obligó a
trasladarlos de urgencia a Medellín. También resultaron heridos Julio Mesa, José A. Vélez y Luis Emilio
Villa.
En otra ocasión, por
un petardo que le estallaron a Mariano Ospina Pérez en Marinilla, Miguel “El
Bizco” Velásquez y “El Marinillo” culparon a los liberales de Rionegro y
decidieron cobrar venganza. Salieron de Bello en un camión “Escalera”, repleto
de conservadores con el objeto de quemar la ciudad de Rionegro; pero “los
estaban esperando los liberales […] los recibieron a bala [y en medio de la
confusión] sólo pudieron quemar una pequeña parte”159 de la plaza de
mercado, se desbandaron y muchos tuvieron que regresar a pie. Miguel fue
enjuiciado y le decretaron orden de captura. Gabriela de Benjumea lo escondió
en el sótano de su casa y luego Alfonso Zapata le prestó una casa en el Picacho
para que evitara la justicia160. Al tiempo consideró que ya se había
olvidado su delito, regresó a su casa ubicada contigua al cerro El Calvario; pero
finalmente fue capturado y pagó un año de cárcel en La Ladera de Medellín, al
cabo del cual regresó al concejo. “A la salida de una de las sesiones […] un
sujeto se abalanzó contra Miguel blandiendo un puñal […] Miguel […]
desenfundando un revolver y de un solo disparo liquidó a su presunto homicida
[…] el arma se la llevó el Turco espinal y […] Miguel se tragó la
vainilla razón por la cual cuando llegó la policía…”161 no encontró
culpables. En 1949 Belisario Betancur daba un discurso desde la terraza del
quiosco en el parque Santander. Una piedra liberal le dio en la cabeza y lo
derribó. Miguel “El Bizco” Velásquez se llevó el orador herido hasta la tienda
de Tista Tobón para curarle. Afuera se desarrolló una pelea entre liberales y
conservadores.
Francisco Luis “Colis” Paniagua, sufrió el estallido de un petardo
en su casa el 9 de abril de 1948. Luego, como desagravio recibió visita del
Directorio Liberal Departamental; “Para dar los agradecimientos, “Colis” se
subió a un taburete de cuero y comenzó su discurso diciendo: -Ilustres jefes
del partido, yo recogí la bandera liberal que otros habían dejado tirada-
aplausos- y llamando a su esposa gritó, Teresa, Traiga la bandera“.162
Guillermo Aguirre González
Noviembre de 2022
Notas:
1. Vainfas, Ronaldo. De la
Historia de las Mentalidades a la Historia Cultural. Traducción de Pablo
Rodríguez. En Anuario Colombiano de Historia Social y de la Cultura. No. 23.
Bogotá Universidad Nacional 1996. Pág. 222
2. Ídem. Pág. 223.
3. Borja, Jaime Humberto. Frente
Nacional: Lleras Retrepo y Pastrana (1966-1974). En Gran Enciclopedia de
Colombia. Círculo de Lectores. Bogotá 2007. Pág. 215
4. Ídem. Pág. 216
5. Ídem. Pág. 216
6. Ídem. Pág. 217
7. Ídem. Pág. 220
8. Ídem. Pág. 220
9. López Restrepo, Andrés.
Gobierno de Alfonso López Michelsen (1974-1978). En Gran Enciclopedia de
Colombia. Círculo de Lectores. Bogotá 2007. Pág. 225.
10. Ídem. Pág.226
11. Ídem. Pág. 229
12. López Restrepo, Andrés.
Gobierno de Julio César Turbay Ayala (1978-1982). En Gran Enciclopedia de
Colombia. Círculo de Lectores. Bogotá 2007. Pág. 234
13. Ídem. Pág. 234
14. Revista Fabricato Al Día. No.
95. Septiembre – octubre. Medellín 1970. Pág. 36-37-38
15. Ídem. Pág. 37
16. Ídem. Pág. 10
17. Ídem. Pág. 10
18. Ídem. Pág. 10
19. Periódico Estrella del Norte. No.41.
Bello. Enero 17 de 1970.
20. Ídem. Pág. 5
21. Ídem. Pág. 5
22. Ídem. Pág. 8
23. Ídem. Pág. 8
24. Ídem. Pág. 4
25. Ídem. Pág. 7
26. Periódico Estrella del Norte. No.42.
Bello. Enero 24 de 1970. Pág. 5
27. Ídem. Pág. 5
28. Ídem. Pág. 5
29. Ídem. Pág. 5
30. Periódico Estrella del Norte. No.43.
Bello. Enero 31 de 1970. Pág. 1
31. Ídem. Pág. 3
32. Ídem. Pág. 5
33. Periódico Estrella del Norte. No.45.
Bello. Febrero 28 de 1970. Pág. 1
34. Ídem. No.46. Marzo 6 de 1970. Pág. 3
35. Ídem. No.51. Mayo - junio de 1970.
Pág. 7
36. Ídem. No.47. Marzo 14 de 1970. Pág.
7
37. Ídem. No.48. Marzo 24 de 1970. Pág.
7
38. Ídem. No.50. Abril 11 de 1970. Pág.
10
39. Ídem. No.47. Marzo 14 de 1970. Pág.
1
40. Ídem. No.47. Marzo 14 de 1970. Pág.
2
41. Ídem. No.48. Marzo 24 de 1970. Pág.
2
42. Ídem. No.50. Abril 11 de 1970. Pág.
2
43. Ídem. Pág. 6
44. Ídem. Pág. 7
45. Ídem. No.52. Julio - agosto de
1970. Pág. 10
46. Ídem. Pág. 10
47. Zapata Restrepo, Miguel. El Virgo…
Maestre. Editorial Beta. Medellín 1972
48. Ídem. Pág. 7
49. Ídem. Pág. 8
50. Ídem. Pág. 9
51. Ídem. Pág. 9
52. Ídem. Pág. 11
53. Ídem. Pág. 11
54. Ídem. Pág. 11
55. Ídem. Pág. 12
56. Ídem. Pág. 21
57. Ídem. Pág. 14
58. Ídem. Pág. 14
59. Ídem. Pág. 14
60. Ídem. Pág. 19
61. Ídem. Pág. 21
62. Ídem. Pág. 31
63. Ídem. Pág. 32
64. Ídem. Pág. 32
65. Ídem. Pág. 33
66. Ídem. Pág. 35
67. Ídem. Pág. 35
68. Ídem. Pág. 36
69. Ídem. Pág. 39
70. Ídem. Pág. 40
71. Ídem. Pág. 41
72. Ídem. Pág. 43
73. Ídem. Pág. 43
74. Ídem. Pág. 44
75. Ídem. Pág. 51
76. Ídem. Pág. 59
77. Ídem. Pág. 60
78. Ídem. Pág. 65
79. Ídem. Pág. 66
80. Ídem. Pág. 70
81. Ídem. Pág. 70
82. Ídem. Pág. 72
83. Ídem. Pág. 73
84. Ídem. Pág. 74
85. Ídem. Pág. 76
86. Ídem. Pág. 80
87. Ídem. Pág. 81
88. Ídem. Pág. 82
89. Velásquez Cardona, Guillermo
León. De Hato viejo a Bello. Ed. Municipio de Bello.2015. Pág. 41
90. Ídem. Pág. 101
91. Ídem. Pág. 102
92. Ídem. Pág. 103
93. Ídem. Pág. 103
94. Ídem. Pág. 105
95. Ídem. Pág. 105
96. Ídem. Pág. 105
97. Ídem. Pág. 105
98. Ídem. Pág. 106
99. Ídem. Pág. 106
100. Ídem. Pág. 111
101. Ídem. Pág. 112
102. Ídem. Pág. 112
103. Ídem. Pág. 112
104. Ídem. Pág. 118
105. Ídem. Pág. 119
106. Ídem. Pág. 127
107. Ídem. Pág. 131
108. Ídem. Pág. 131
109. Ídem. Pág. 139
110. Ídem. Pág. 140
111. Ídem. Pág. 142
112. Ídem. Pág. 158
113. Ídem. Pág. 159
114. Ídem. Pág. 159
115. Ídem. Pág. 160
116. Ídem. Pág. 160
117. Ídem. Pág. 161
118. Ídem. Pág. 164
119. Ídem. Pág. 165
120. Ídem. Pág. 169.
121. Ídem. Pág. 169
122. Ídem. Pág. 169
123. Ídem. Pág. 171
124. Ídem. Pág. 181.
125. Ídem. Pág. 181.
126. Ídem. Pág. 190.
127. Ídem. Pág. 194
128. Ídem. Pág. 195
129. Ídem. Pág. 196
130. Ídem. Pág. 197
131. Ídem. Pág. 198
132. Ídem. Pág. 198
133. Ídem. Pág. 200
134. Ídem. Pág. 202
135. Archila, Mauricio. Historiografía
sobre los movimientos sociales en Colombia. Siglo XX. En La historia al final
del milenio. Universidad nacional de Colombia. Bogotá 1994. Pág. 255
136. A.H.B. Oficios Recibidos.
Departamento de Seguridad y Control. Enero 1975 a febrero de 1976. Folio 108
137. Ídem. Folio 109
138. Ídem. Folio 114
139. A.H.B. Oficios Recibidos. Departamento
de Seguridad y Control. Enero 1975 a febrero de 1976
140. Ídem. Folio 89
141. Ídem. Folio 169
142. Velásquez Cardona. Op. Cit.
Pág. 17
143. Ídem. Pág. 22
144. Ídem. Pág. 22
145. Ídem. Pág. 26
146. Ídem. Pág. 27
147. Ídem. Pág. 128
148. Ídem. Pág. 29
149. Ídem. Pág. 29
150. Ídem. Pág. 29
151. Ídem. Pág. 28
152. Ídem. Pág. 29
153. Ídem. Pág. 24
154. Ídem. Pág. 23
155. Ídem. Pág. 23
156. Ídem. Pág. 32
157. Ídem. Pág. 32
158. Ídem. Pág. 33
159. Ídem. Pág. 34
160. Ídem. Pág. 34
161. Ídem. Pág. 35
162. Ídem. Pág. 39