Tienen los actos humanos un interés regido por las condiciones de existencia. Se actúa individualmente o colectivamente, para satisfacer necesidades creadas por la sociedad; necesidades que responden a los tiempos. Hoy, el nuestro, es un tiempo pleno de aspiraciones a poseer los bienes que ha producido el proceso civilizatorio. Con estas consideraciones se pueden interpretar y comprender dos hechos o actos de la vida colombiana de nuestros días.
En este tiempo hay un grupo de ofendidos por los actos del alcalde de Medellín, tendientes a hacer pagar por los errores en la construcción de Hidroituango, y a quitarle al Grupo Empresarial Antioqueño (GEA) los dineros públicos de la Capital de la Montaña que ha usado por varias décadas como su fondo financiero. Esos ofendidos están impulsando un proceso para revocar el mandato del Alcalde Daniel Quintero. Esos ofendidos se perciben como los que se sitúan políticamente del lado de los ungidos desde hace décadas por el GEA, para ocupar la alcaldía de Medellín y la gobernación de Antioquia.
En este tiempo hay un despliegue de actos del grupo político que gobierna la república de Colombia para conseguir de nuevo la presidencia del país. La procuradora general de la república creó el 27 de diciembre de 2021 mil doscientos cargos, argumentado que la Corte Interamericana de Derechos Humanos lo había ordenado cuando juzgó el caso de destitución de Gustavo Petro como alcalde de Bogotá. Dice la procuradora Margarita Cabello que lo hace sin ningún interés, puesto que son cargos de carrera administrativa y serán ocupados por concurso de méritos; pero olvida decir que mientras llega el concurso, los cargos se llenan a discreción y según los réditos políticos que brinden para el objetivo de apoyar los candidatos del partido de gobierno.
Los actos de los colombianos contemporáneos están inmersos en un proceso social susceptible de ser entendido con los conceptos acuñados por Norbert Elías, que ahora se están recuperando de ese casi inmenso entramado de la teoría social. Uno de ellos es el de configuración que permite comprender dentro del proceso civilizatorio la adopción de un orden que involucra en un todo las relaciones individuo y sociedad. Ese todo tiene unas mutuas relaciones de poder con responsabilidades de los actores, tanto de los que cumplen roles dominantes como de los que los padecen.
Los dos actos sociales resaltados en estas líneas, se conciben e interpretan desde esa mutua responsabilidad planteada. El proceso de candidatura y elección del alcalde Daniel Quintero fue y es un acto de responsabilidad de los electores, configurados como una sociedad participativa, enrutada en la resolución pacífica del conflicto de la pérdida o detrimento del tesoro público por los errores en la construcción de Hidroituango. Los administradores de las Empresas Públicas de Medellín en la que estuvo profundamente involucrado el Grupo Empresarial Antioqueño, las anteriores alcaldías y gobernaciones debieron responder por las billonarias pérdidas y para eso se eligió a Daniel Quintero.
Ahora, en este tiempo, se percibe un sector de los electores de Quintero asustados por la dimensión de los actos de señalamiento de las responsabilidades (ocurre algo así como lo acuñado por el viejo dicho: “mataron el tigre y se asustan con la piel”), y el gremio de empresarios agrupados en el GEA, entrar a engrosar un grupo que impulsa la revocatoria del mandato de Quintero, configurando una oposición apoyada por el partido de gobierno Centro Democrático.
El acto o el hecho de crear en la procuraduría, mil doscientos cargos en época preelectoral, y pretextando el recurso de Gustavo Petro ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos, configura la intencionalidad de hacer un movimiento en el juego político contra la oposición para ganarle el pulso, dejando de paso la sensación de culpabilidad de la oposición por los cargos. La procuradora aprovecha una oportunidad, esperanzada en la aceptación de los colombianos de acciones antipetristas concebidas equivocadamente como prosocialistas. Cabello responde por su rol de poder, para garantizar la permanencia de sus copartidarios en el gobierno. La opinión responde con la crítica contra esos actos y los ubica en el contexto de utilización de lo que permite el ser gobernante para poner al servicio de sus intereses electorales las instituciones y los recursos económicos.
Los dos actos sociales resaltados se posan sobre el panorama político preelectoral colombiano para ponerlo a cumplir un papel útil a favor de la continuidad del partido de gobierno en el poder. La revocatoria de Quintero tiene un alcalde ad hoc, nombrado por el presidente de la república, hecho que se puede interpretar como una actitud parcializada del gobierno; además el coro de los afines al partido de gobierno que han puesto la revocatoria como una tarea política prioritaria para mantener el gobierno de Colombia en sus manos por otros cuatro años.
Con estos elementos teóricos y empíricos, se puede decir que en Colombia se tienen dos configuraciones sociales, que van más allá de la dicotomía gobierno oposición. Se piensan como dos sensibilidades que involucran imaginarios, gestos, lenguajes y toma de posiciones de responsabilidad. De un lado se tiene la sensibilidad reaccia a las imposiciones del tiempo y las condiciones una sociedad de grandes masas hacinadas en las ciudades que exigen condiciones dignas de existencia y que cada vez producen estallidos sociales muchas veces aprovechados por grupos a quienes les interesa el caos y la anarquía. La sensibilidad reaccia imagina una sociedad tradicional amarrada a un patriotismo anquilosado; sus gestos son expresión de violencia contra las estéticas que muestran el cuerpo como un territorio autoempoderado, en el que el individuo es soberano. El lenguaje lo tienen lleno de modos y frases que califican al opositor como el lado oscuro o como lo demoníaco.
Asistimos a la configuración de un campo social que aspira a un país ordenado con base en una libertad controlada por la igualdad de acceso a los bienes de la cultura, la tecnología y la economía; se expresa estéticamente con horror al vacío; y a la manera de un neobarroquismo, quiere llenar las paredes o la misma piel de sus cuerpos con figuraciones muestras de sus imaginarios. La contención y represión a las formas de expresión de este campo social, lo obliga a responder y responsabilizarse de sus tareas con la confrontación. Esto es, la necesidad de resolver el conflicto entre los dos campos, con formas violentas o pacíficas dependiendo de la comprensión que ambas configuraciones posibiliten.
Nota. Este texto salió de la lectura de Norbert Elías: Sociología procesual y campo político, de Enrique Guerra Manzo. En Pensamiento Político Contemporáneo. Gerardo Ávalos tenorio (Coordinador). Universidad Autónoma Metropolitana. Xochimilco. México 2014.
Jaque mate. Composición con Imagen tomada de: https://www.informacion.es/blogs/juego-de-series/2021/09/25/jaque-mate-netflix-57671928.html