Eulalia, la abuela, se presenta como una mujer culta. Ha indagado de manera atenta por una explicación sobre el ser humano y su comportamiento. Luego de descubrir las intenciones de Benito Suárez de recluir a su esposa Dora en una clínica para enfermos mentales por considerarla una mujer sexualmente insaciable, Eulalia y Lina se quedan impávidas por la noticia. y él además poseído por una sospecha sistémica de infidelidad. Eulalia muestra un saber inspirado en el psicoanálisis para explicar la conducta de Benito Suárez a quien se le puso ese nombre, recuerda ella, por haber sido sus padres admiradores del fascista Benito Mussolini.
Suárez para Eulalia era un hombre preso de los instintos y los dejaba fluir incontrolables. Ellos le salían a flote por pulsiones ocultas, “pulsiones [que] operaban en regiones a donde nadie había sabido nunca aventurarse…” (Pág. 113).; y más se tenía desconfianza ante cualquier intento de intervenirlas. La conciencia del instinto podía llevar a la gente a adaptarse a las reglas sociales y controlar la violencia o por el contrario condenar definitivamente a quien fuera a “imperativos morales asociados a una utópica libertad de elección […] agravar en el hombre el sentimiento de culpa […] y […] fustigar una agresividad…” (Pág. 140) expresada en un instante para luego opacarla y entrar en unos sentimientos de grandeza o miseria, felicidad o desdicha. Con el ejercicio de la violencia se desmoralizaba y perdía el respeto de sí mismo, o se llenaba de orgullo para legitimarla. Pero en todo caso el instinto seguía allí para desencadenarse ante un mínimo estímulo.
Marvel se expresa con una voz omnisciente sobre la burguesía barranquillera de la segunda mitad del siglo XX. Dice que se comporta en una dualidad: una conducta pública y otra desencadenante del ser real cuando le facilitan la posibilidad de expresarlo de manera oculta ante los ojos de los demás. Divina Arriaga heredera de una naviera, llegó a Barranquilla huyendo de la guerra en Europa. Trajo una hija fruto de su amancebamiento con un polaco, llamada Catalina dueña de una hermosura insoportable. La práctica de vida de Divina Arriaga fue moldeada en la Europa de preguerra, llena de exceso de libertad. Las fiestas que armaba en su casa de Puerto Colombia, permitían a los invitados escapar “…cada quien tenía la impresión de escapar de la ciudad y según sus antojos se aventuraba en el laberinto de un yo desconocido por donde iba y venía hasta encontrar su verdad más profunda, aquella que podía conducirlo a la euforia o al suicidio, a jugar su fortuna en una mesa de póquer o su vida en una apuesta irrisoria; a descubrir su deseo de la mujer o de un amigo o del amigo mismo”. (Pág. 164).
La profusa narrativa de Marvel revela el dominio de un inmenso contenido cultural, adquirido por ella en su trajín de vida. Deleita esa capacidad y coherencia y obliga a estar con la atención en tensión. Nos mete en la escena barranquillera de la primera parte del siglo xx para mostrarnos las andanzas de la bella Catalina con una alta técnica compositiva. Marvel Moreno desarrolla un personaje y a su lado los que necesariamente debe poner para mostrar el contexto económico social en el que se mueven, por eso tras Catalina entran en el escenario de “En diciembre llegan las brisas”, la madre y sus ancestros; el pretendiente y luego esposo de la bella; y al mismo tiempo con una ilación clara y poderosa, entroniza la genealogía del esposo, un psiquiatra racista, misógino, adicto al alcohol y violento. En este contexto presenta un cuestionamiento de la psiquiatría, y los diálogos de la abuela y tías de catalina, mujeres que han logrado deshacerse del dominio de sus maridos caribeños plenos de violencia contra ellas. La tía Eloísa expresa su crítica al patriarcado que ha sometido a la mujer a la represión sexual y luego, dice, viene Freud a teorizar esa represión y culparlas a ellas por una condición impuesta por el poder masculino. Concluye Eloísa: “Puesto que a las mujeres se les imponía la castidad a fin de dominarlas, volviéndolas infantiles, dependientes y cobardes, su afirmación en el mundo pasaba necesariamente por la afirmación de su sexualidad” (Pág. 223). Así puede percibirse una crítica al psicoanálisis y decir que este “se movía como pez en el agua”, parodiando la expresión de Foucault al referirse al marxismo en el siglo XIX.
Lina y su abuela Eulalia, Divina Arriaga, Catalina y su tía Eloísa, Benito Suárez y su esposa Dora, hacen parte de la sociedad pudiente, rica y burguesa de la ciudad, acostumbrada a reunirse cotidianamente en el Country Club. Sociedad que se cerraba ante los demás conciudadanos por un racismo heredado de la época colonial, haciendo vigente las denominaciones de los demás según el color de la piel; por eso en la novela, la autora utiliza reiteradamente los términos mestizo, mulato, criollo, blanco y negro. Sobre todo, se insiste en los ojos azules como característica de superioridad.
Este ambiente es el que recibe a los inmigrantes, llegados en busa de refugio. Llegaron primero los judíos, perseguidos por los nazis; luego llegaron los nazis derrotados, franceses “colaboracionistas” e italianos perseguidos por los aliados. Estos se mezclaron con la elite barranquillera con mucha facilidad porque compartían la cultura patriarcal, racista y misógina. Los inmigrantes iniciaron industrias, especialmente textiles y levantaron inmensas fortunas.
“En diciembre llegan las brisas” es una novela construida con el testimonio del personaje Lina quien recibe información del pasado por su abuela y tías y del presente, según el tiempo de la obra, por su propia vivencia tanto en la ciudad caribeña, como en las colonias que los barranquilleros ricos armaron en Europa. Los hijos producto de los matrimonios entre caribeños pudientes e inmigrantes desarrollaron una cultura económica de ostentación, gasto y poco laboriosa. Y en el aspecto comportamental unas relaciones interpersonales fariseas e hipócritas porque la promiscuidad era generalizada. Los ejemplos cifrados por Marvel de los matrimonios realizados tuvieron como principio una violación. O el compromiso y noviazgo se tomaba como un permiso para violentar de entrada a la mujer.
La crítica social, la ilustración de los círculos de poder y el racismo misógino y patriarcal llevan a que en la novela se decante un feminismo, una sexualidad y una violencia como bases de las relaciones sociales de la región caribe colombiana, en especial, en la ciudad de Barranquilla. Al unísono de la violencia sexual, está la expresión de un feminismo cultivado por aquellas mujeres que vivieron el inicio cruel de la sexualidad y ya maduras estudiaron y se documentaron sobre las causas de ese orden social que las condenaba a la opresión sistemática, a la inferioridad. Ellas se encargaron de alertar a las hijas, nietas y bisnietas de ese fenómeno.
Ante las convicciones de Beatriz Avendaño que planeo con detalle y sabiduría la separación de su poderoso esposo Javier Fresen y al no poderlo hacer por las violencias de este, decidió suicidarse. Lina la admira y la concibe como un virus dispuesto a atacar… “Con los años, Lina la compararía a un virus de sorprendente sagacidad que después de conocer todos los antibióticos […] hubiera resuelto mantenerse invisible a la espera de la más completa degradación del organismo en el cual se alojaba para arrojarse contra él cundo ninguna defensa fuese posible”. (Pág. 416). Así Lina, la testigo que cruza de principio a fin la novela, observó todas las violencias de género y decidió vivir y morir soltera, después de haber adquirido una inmensa sabiduría.
Guillermo Aguirre González
Marzo de 2024
Imagen Tomada de https://www.bbc.com/mundo/noticias-51243682