Encontramos en Roberto Arlt 1900 – 1942 un ejercicio del realismo literario; pero modificado a partir de ser consciente de lo que hacía. El realismo de Arlt tiene un alto contenido de aporte subjetivo que lo hace innovador o mejor que intenta superar la copia de la realidad.
El realismo iniciado a comienzos del siglo diecinueve (XIX), por el cambio en el “procedimiento para construir imágenes”1 literarias, se mantuvo en Europa y América hasta los primeros años del siglo veinte. Al comienzo del decimonónico siglo la construcción de imágenes literarias se entroncó con el prestigio de la razón práctica y los modelos de las ciencias que permitieron imaginar la construcción de naves viajeras a la luna o al fondo del mar, a la manera del antecesor Cirano de Bergerac. Cirano tuvo como fuerza propulsora la pólvora; en cambio en el alba del siglo diecinueve fue la electricidad: piénsese en Goethe o en Balzac.
Ese realismo que transversalizó el siglo, se interrumpió a comienzos del veinte. Los americanos (mejicanos, brasileños, argentinos) estuvieron huérfanos de modelos de 1914 a 1919, tiempo de la primera guerra mundial, y les tocó buscar en las inspiraciones coloniales. Pero pasada la guerra, por efecto de la facilidad de las comunicaciones, hubo un fluir de irreverencias y extravagancias futuristas; el procedimiento para construir imágenes, encontró otra inspiración en un nuevo realismo. Y en esta ocasión, en el realismo socialista potenciado por la revolución bolchevique en Rusia. Un realismo de clara inspiración política, cultivado desde 1875 por Tolstoi.
En Latinoamérica, el recurso de la lengua colonial permitió al realismo mirar hacia el interior de la cultura y de si mismo para producir una literatura que evitó “los riesgos del localismo exacerbado, como los del universalismo sin mordientes nacionales o regionales”2 como Macunaima del brasilero Mario de Andrade 1928. Y en Argentina un grupo de escritores coincidieron en ese principio aglutinador a pesar de haber adoptado pasajeramente el vanguardismo expresado en el ultraísmo difundido por Borges en 1921, el tardío futurismo y el constructivismo cubista3.
Pero estos esnobismos fueron superados por las discusiones sobre “la naturaleza del lenguaje poético” que dirigió la creatividad hacia una subjetividad innovadora. Ganó el interés por convertir la literatura en terreno de las luchas sociales: se expresó en ella el anarquismo y el socialismo4. Roberto Arlt se inscribe en este realismo; pero la novedad de su trabajo no está en la adopción del modelo “realismo socialista”; Arlt trabaja en la perspectiva de la “literatura como una actividad en la que lo imaginario provee sus propias normas de significación”5.
Por eso Arlt espera que en su obra iniciada con El juguete rabioso, el lector identifique la realidad de la obra con su propia realidad. El realismo de Arlt no es moralista, no es conductivista; está en la voluntad del narrador omnipresente, omnisciente, para salvar o condenar al personaje por sus actuaciones. En este realismo, considerado insuficiente, ya trascendido, juega especial importancia los tópicos freudianos, en especial el subconsciente. La obra de Arlt está impregnada ineludiblemente por la atmósfera de la angustia que flota sobre la humanidad.
Está en Arlt la intención y el diseño de la estructura del relato. Busca a conciencia hacer que los personajes sean una alegoría verosímil del mundo sin caer en la proclama. Hace que el personaje tenga una clase social, que habite lugares apropiados a su calidad y tenga una práctica de vida sectorizada.
El consciente ejercicio literario se dirige a hacer una radiografía de la sociedad argentina de las primeras décadas del siglo XX, con un realismo de inspiración marxista y un contenido ideológico de los personajes más psicoanalítico que militante. Está ahí la intención de mostrar el mundo de la sociedad con base en el comportamiento de los personajes y sus relaciones con los demás y con las instituciones. Pero la construcción del personaje la hace teniendo en cuenta su psique identitaria. Le resulta una abstracción-ficción atada a la realidad, a un realismo que obedece a la lucha de clases, a la desigualdad creada por el capitalismo burgués. La realidad está descrita por el narrador omnisciente ejemplarizada por los actos de los personajes.
En el cuento Del que no se casa, el pretexto para no hacerlo, ya cumplidos los tiempos del noviazgo y salvados los obstáculos, debió casarse a no ser por el estallido de la revolución de 1930 en la que los militares y empresarios tumbaron el gobierno civilista de Yrigoyen. Por la convulsión social el protagonista evitó casarse. Además, ese novio tenía varias convicciones: para que casarse si la costumbre destruirá la relación; es mejor y más sostenible el noviazgo porque exorciza la costumbre y el tedio. La suegra estuvo “a pie juntillas” supervisando las actividades del novio por la que seguía los trabajos o empleos y el monto del salario, hasta llegar a 300 pesos, economía suficiente para casarse. El novio llegó a ese nivel, pero la revolución le dio argumentos para no hacerlo.
El cuento El gato cocido, muestra la crueldad de alguien que se deshace en amores por los pollos recién nacidos. Esta Aquí en este relato -o cuento- la venganza de una mujer contra una de sus mascotas. Pone a cocinar a fuego lento a su gato asesino de pollos. Los aullidos del animal colman el deseo de venganza, satisfecha con los aullidos de dolor. Pudo más en ella el sufrimiento de los pollos: uno devorado por el gato, otro mal herido. Relato sencillo, pero revela a que grado de sadismo llega el ser humano cuando es cegado por la incomprensión.
En De la luna roja, cuento de 1932, se visibiliza un acontecimiento planetario. Luego de describir la vida en una ciudad de rascacielos donde se desarrollan las actividades básicas de la sociedad, además del lujo y el hedonismo, pues en los pisos altos de los edificios habitan los poderosos, desentendidos del trabajo manual o trabajos rutinarios. Ellos se dedican al mantenimiento del cuerpo para el goce del mismo en la fiesta y el sexismo.
Desde la altura se describe la ciudad con detalle como lo puede hacer alguien que vuela. Descripción que se frena cuando aparece en las alturas una gran luna roja que inunda el cielo de rojo, pero oscurece las calles y el interior de los rascacielos. Arlt sorprende, porque ante tal acontecimiento los ciudadanos no se precipitan, ni se amontonan, ni hacen estampidas. Todos con la calma y la serenidad de unos ciudadanos educados, bajan de las torres ordenadamente, como si tuviesen siempre presente la llegada del fin. El narrador en primera persona del singular dice: “comprendían esta vez que el incendio había estallado sobre todo el planeta, y que nadie se salvaría. Es posible que, en este cuento de Arlt, esté presente La guerra de los mundos de H. G. Wells, así como en Orson Welles están ambos. Es el llevar a la literatura y el cine la preocupación de la humanidad, de finales del siglo diecinueve y principio del veinte, por la posible existencia de seres extraterrestres.
Notas
1.Prieto, Adolfo.
Prólogo Los siete locos, Los lanzallamas de Roberto Arlt. Biblioteca Ayacucho.
Caracas 1978. Pág. X.
2. Ídem. Pág. XI
3. 4. Ídem. Pág. XIII
5. Ídem. Pág.
XIV
Recreación de Imagen tomada de https://narrativabreve.com/2022/11/luna-roja-cuento-arlt.html
Guillermo Aguirre González
29 de
octubre de2025





