jueves, 29 de junio de 2017

Una utopía, ni liberal, ni comunista

Voceadores de Débora Arango (detalle). Acuarela de 1937
La práctica de imponer por la fuerza de las armas, por la violencia, el comunismo a la sociedad colombiana, creó un anticomunismo tácito, que aflora en momentos coyunturales de la actividad política. Hoy, ante el acontecimiento de la conversión de la guerrilla más grande en partido político, se expresa el miedo al comunismo y se escuchan manifestaciones de congresistas dedicados a estudiar la teoría y la práctica de ese ideario, con la intención de impedir su llegada a Colombia.

Esta actitud está relacionada con la reinvención de un enemigo muerto en 1989 por la implosión del régimen soviético. Hoy el enemigo de la burguesía capitalista es el fundamentalismo religioso expresado en el terrorismo indiscriminado y no el comunismo. Si en Colombia se quiere revivir el miedo al comunismo, es más por una táctica política que quiere explotar los miedos de la gente; pero no por una comprensión inteligente del devenir histórico.

Los partidos políticos, que tienen en sus propuestas y agendas, la democratización de la riqueza, la modernización de las costumbres políticas, la creación de ciudadanos participativos – deliberantes, la erradicación de la corrupción, no lo pueden hacer desde una inspiración comunista, porque su vigencia lo fue desde 1848 (publicación del manifiesto comunista), hasta 1989. El edificio teórico práctico de la propuesta comunista, conquistó la imaginación política del planeta por ciento cincuenta años. La filosofía del materialismo dialéctico, atada al materialismo histórico, se creó para presentar una alternativa de orden social distinto al orden del capitalismo burgués, el mismo que se inspiró en la filosofía liberal y terminó instituyendo una violencia legal.


La vigencia debe entenderse en perspectiva histórica. El concepto de vigencia no está aquí igualado a la idea de error. Ni el comunismo es un error, ni el liberalismo es una equivocación. Ambas propuestas de orden social tienen su justificación histórica y su tiempo. La edad moderna, expuesta en su posibilidad a mediados del siglo XVII, le impuso a la humanidad la tarea de construir un mundo para hacer feliz la vida sobre la tierra. Esta territorialización del bienestar, le quitó a los credos religiosos la promesa de felicidad después de la muerte, y la puso sobre la superficie de la tierra. Crease lo que se crea; pero el orden social moderno adopta una lógica de vivir bien en la existencia terrenal, en el mundo.


El camino para materializar esos cometidos modernos, se llenó de revoluciones crueles y necesarias, dirigidas a quitar los obstáculos, entre ellos, las monarquías absolutas, el cesarismo napoleónico y el anarquismo. Como consecuencia de estos procesos históricos se enarboló, el liberalismo, signo de la libertad individual, de la libertad económica y de la deliberación, para hacer un régimen conveniente. El liberalismo adoptó la república democrática de factura grecorromana, como el régimen más apropiado a las actitudes y aspiraciones socioeconómicas modernas.

El liberalismo, une las teorías políticas de John Locke, Rousseau y Montesquieu, con el pensamiento económico de Adams Smith y David Ricardo. John Stuart Mill, hace la fusión lógica y le da estatuto epistémico. Jeremías Bentham traza la conducta y el comportamiento del ser liberal. El ser humano debe dejar que la naturaleza obre y evitar intervenir el orden natural. La naturaleza ha hecho al humano como individuos distintos y por tanto desiguales. La riqueza fluye como oferta según la demanda y toda intervención es una violación a este orden natural. El objetivo de la vida humana es ser feliz y por eso la legislación dentro de la república democrática debe construirse para hacer humanos felices. El sentido de la vida es la búsqueda de la felicidad y la lucha contra el displacer. Este orden de práctica y pensamiento, produjo la acumulación de la riqueza en pocas manos en una sociedad con profunda desigualdad en todos los sentidos.
Se levanta, casi al mismo tiempo, el diseño de una forma distinta de concebir la edad moderna. Es la propuesta comunista. Los socialistas utópicos fueron la puerta de entrada, para que Carlos Marx, pertrechado con una dialéctica materialista, levantara una estructura teórica, política y filosófica, anclada en la historia de la vida económica de la humanidad. Se aplica la dialéctica materialista a la historia humana, para producir un materialismo histórico, por el cual se concibe al ser humano como producto de la lucha de las clases sociales o lucha por el acceso a los recursos económicos. Cada periodo de la historia tiene su identidad de acuerdo con el estado de la lucha y los conflictos son el ámbito en el que se fragua un nuevo orden. La conducta política de los partidos comunistas inspirados en el marxismo, parte de trazarse la tarea de organizar la clase social del proletariado, para que asuma el poder como consecuencia de la revolución comunista, empleando todos los medios de lucha entre ellos la violencia. Este proceso se justifica porque está inspirado en el materialismo histórico concebido como una ciencia que obliga a cumplir sus leyes insoslayables e inevitables.

El comunismo en Colombia desde su aparición, a principios del siglo XX, fue practicado por sectores sociales que han asumido dogmáticamente las ideas. Unos y otros han dejado de lado las prácticas violentas o las han adoptado hasta el punto de declararle la guerra al Estado: por eso originaron el movimiento guerrillero, desde 1950. La historia del comunismo en Colombia es una historia de desunión, lucha de intereses, persecuciones internas y culto de la personalidad de líderes iluminados. Esas prácticas ocasionaron un desgaste nacional, el mismo que inmerso en la crisis internacional de la opción comunista, ha generado en la actualidad un descreimiento.

Ni el liberalismo, ni el comunismo tienen vigencia en la Colombia que debe construirse a partir del presente. La coyuntura política obliga a una utopía, ni liberal, ni comunista. La utopía ahora debe ser por una sociedad deliberante. Crear un acuerdo nacional para ponerle tope a la acumulación insaciable de riqueza en pocas manos; ponerle fin a la violencia política y quitarle su fuente nutricia: la corrupción.

El nuevo partido resultante del acuerdo de paz con la guerrilla y las coaliciones que haga con otros partidos o movimientos, no pueden tener como agenda política impulsar en Colombia un régimen comunista, por inviabilidad histórica, porque sería un anacronismo, porque comunismo sin violencia no puede ser. Si la violencia política la ha dejado atrás la guerrilla más grande, es signo que llama a la deliberación y a un acuerdo nacional sobre el futuro.

viernes, 23 de junio de 2017

Bello rural, sólido y líquido. Patrimonio olvidado



Amanecer en Llano de Ovejas. Óleo de Jaime Carmona 1992 

En la década de los noventa, hicimos el libro Bello Patrimonio Cultural. Lo llevé a la biblioteca de la universidad Autónoma Latinoamericana y el director luego de mirarlo me dijo: Bello parece una pequeña Suiza. Me expliqué esta apreciación por la primacía del color verde en el apartado dedicado a las veredas del municipio. Sabemos que de los 142 kilómetros cuadrados, área total del territorio, solo en 19 está la zona urbana; el resto es zona rural mayoritariamente ubicada en la meseta norte de Antioquia. Pero ese territorio no es una planicie llana, es ondulado y surcado por innumerables fuentes de agua que alimentan las quebradas típicas de Bello. Entre las ondulaciones están los hatos, las sementeras, los cultivos más o menos extensivos y el hábitat de los campesinos bellanitas.

Allí nacen las quebradas típicas, porque descienden al valle de Aburrá, entran al río Medellín y crean el territorio del municipio, estructuran el territorio, tipifican la geografía. Se puede decir que los otrora habitantes coloniales del Hatoviejo le dieron nombre a esas quebradas porque al nombrarlas las hacían suyas y les daban identidad. La conquista y poblamiento de la zona rural se hizo remontando las cuencas de las quebradas hacia el altiplano por el sector occidental y norte. Y por el oriente hacía Arví.

Los sectores rurales de Bello tienen una fuente de agua que identifica y caracteriza, tanto la geografía como las gentes y sus producciones. La quebrada La Madera, es el límite entre Bello y Medellín, su nombre se tomó de la actividad económica ancestral: por su cauce se bajaba madera para la construcción en el Hatoviejo y Medellín. En el nacimiento de la quebrada La Madera hoy encontramos la vereda el Carmelo con fincas de recreo y sectores que producen hortalizas y frutas de tierra fría.

Entre La Madera y la quebrada de los Escobares, límite de Bello con el municipio de Copacabana se ubica la cuenca de la quebrada La Loca en cuyo nacimiento está la vereda la Palma, tierra ganadera. La cuenca de la quebrada del Hato, alma líquida del municipio, origina en su nacimiento la vereda Sabanalarga y el sector sede del corregimiento de San Félix; produce ganado hortalizas y desde hace algunos años ha adquirido la vocación de zona de recreo. La quebrada La García y su sus numerosos afluentes (El Barro, La Gallinaza, La Porquera, La Chachafruto), hacen unas cuencas estriadas con todas las producciones agrícolas de tierra fría, porcinos, aves de corral y una importante vocación de cría de ganado lechero, hasta llegar a ser destino turístico bajo el slogan de “Vía láctea”.

La mirada de los habitantes de Bello y sus visitantes, se choca al norte con la imponencia del Cerro Quitasol. Es un cerro con una sola vertiente, pues tras de su cúspide está la meseta norte Antioquia y la vereda Cerezales, zona rizada propia para el cultivo de papa y ganado lechero. Esa zona cobija las cuencas de las quebradas la Señorita, Los Seminaristas, Quebrada Seca y la anteriormente nombrada de Los Escobares.

El oriente de Bello tiene las cuencas de la Quebrada Negra (Seca ó Vélez), límites con Medellín y la de Quebrada de Rodas, límite con Copacabana. Ambas quebradas cobijan la vereda Granizal que entre producciones agrícolas, alberga la planta de Tratamiento de agua Manantiales. Por este sector se gana el parque Arví, frío y ancestral.

La zona rural de Bello invoca la belleza y llevada a la fotografía le hizo ver al director de la Biblioteca de la Universidad Autónoma Latinoamericana en 1994, una pequeña Suiza, pero es el Bello verde, el rizoma, las estrías de gea, las aguas abundantes de la geografía rural, el ganado que pasta, las producciones. Las gentes de la zona rural de Bello, son pocas en comparación con los habitantes urbanos, pero son fundamentales, en sus manos está el cuidado del verde y el agua que nos quedan.

Habitar un territorio, es no solo pasar el día o la noche bajo su abrigo, es amarlo en sus elementos constitutivos. El territorio tiene además de la tierra, agua, aire, fauna, minerales, vegetales y el componente humano. La identidad con el territorio está en amar su complejidad. Pero ese amor terrenal está mediado por la construcción simbólica en la memoria, hecha sobre esos elementos. Así, de manera simple damos un concepto de lo que es el patrimonio cultural. Basta que una comunidad ame sus ríos y montañas, la arquitectura, el lenguaje y las artes, los signifique como parte de su ser, para poder decir: ese es el patrimonio cultural material e inmaterial de la ciudad.

La descripción anterior se debe conectar con el deber ser del patrimonio cultural olvidado, el ambiental. Olvidado por su indefinición. La legislación colombiana deja a iniciativa de los entes territoriales y locales, el inventario y la declaratoria. Y es la comunidad organizada quien debe hacerse oír y decirle a los gobernantes de turno que el paisaje, los ríos, las montañas, el aire, son bienes culturales dignos de ser valorados como patrimonio de los bellanitas.

El POT de Bello (Plan de Ordenamiento Territorial), habla de bienes patrimoniales de carácter natural y entre ellos se mete el cerro Quitasol, la Represa La García o de Fabricato, el Salto quebrada el Hato o “Chorroelhato”, El Charco Verde, el Camino Antioqueño, el Camino a Corrales, los sitios con interés arqueológico, ubicados en la Serranía de Las Baldías, la Cuchilla del Yolombo, la vereda Cerezales (Alto de Sepultura y Canelón de La Mata), el Cerro Quitasol, el Alto de Medina. Estos son bienes mínimos en número con respecto al reconocimiento que tiene el pueblo bellanita de su entorno medioambiental. Y se dice mínimos porque se deben incluir las cuencas y el paisaje verde.

El patrimonio cultural ambiental se colige del texto del decreto 2941 del 2009. Esta legislación regula el Patrimonio Cultural Inmaterial de Colombia. Dice que dentro de él se incluyen: lenguas y tradición oral; organización social, conocimiento tradicional sobre la naturaleza y el universo; medicina tradicional; producción tradicional; Artes populares de recreación, músicas, danzas, literatura, audiovisuales y plásticas; fiestas; eventos religiosos tradicionales de carácter colectivo; conocimientos y técnicas tradicionales asociadas al hábitat.; cultura culinaria; y patrimonio cultural inmaterial asociado a los espacios culturales.

Dentro de esta lista hay varios contenidos que involucran el Patrimonio Cultural Ambiental. Cuando se señala el conocimiento tradicional sobre la naturaleza y el universo, se dice que la base de ese conocimiento es el territorio compuesto de agua, tierra, aire, flora y fauna. Cuando se indica la medicina tradicional, incluye la botánica. La producción agropecuaria, forestal, pesquera y la recolección solo son posibles con la preservación del Patrimonio Cultural Ambiental. Cuando se manda incluir las fiestas religiosas y los ejercicios lúdicos de la comunidad, excepto los actos de violencia contra los animales, se colige el patrimonio ambiental.

El concepto de Patrimonio Cultural Ambiental, como puede verse no tiene una identidad dentro de la legislación y dentro del globo de lo que conocemos como Patrimonio Cultural. Pero la base del Patrimonio Cultural Inmaterial, son el agua, la tierra, el aire, la flora y la fauna, es decir el medio ambiente.

Los ciudadanos de Bello, organizados como comunidad, los entes administrativos y las organizaciones no gubernamentales, tenemos una tarea de obligado cumplimiento: levantar la Lista Representativa del Patrimonio Cultural Inmaterial y dotar el municipio de sendos planes de manejo y protección del medio ambiente, como lo manda la ley y especialmente el Plan de Ordenamiento Territorial.

Estas notas fueron publicadas en dos partes, pero hoy se recuperan y se unen para llamar la atención sobre una práctica que se exige y se debe imponer: los habitantes urbanos tienen el deber de frenar el consumo desenfrenado y la mejor manera de coadyuvar al cumplimiento de ese deber es traerles a la conciencia la existencia del Patrimonio Cultural Ambiental para que se visite, respete, preserve, salve, se ame y se transite con responsabilidad.

viernes, 16 de junio de 2017

Cambia las armas por la palabra

Fernando Botero. La familia presidencial (1957)

Audios tendenciosos circulan en las redes, en especial por la mensajería familiar y personal como lo es el whatsapp. Las voces tienen una entonación autoritaria y burlesca contra las instituciones colombianas, específicamente contra la presidencia de la república de Colombia. Pero la voz es la misma en los mensajes que se escuchan desde el inicio de las negociaciones de la Habana. La entonación deja pensar, ser de un militar adiestrado en los tiempos de la Escuela de las Américas, lugar donde salieron todos los golpistas de los años setenta del siglo veinte, con la misión de derrotar el comunismo en los países latinoamericanos, llamado el enemigo interno.

Los mensajes tienen el mismo objetivo, la misma argumentación y se dirigen a crear en el destinatario, miedo por el futuro político y social. Los dos últimos escuchados comienzan dirigiéndose al grupo de whatsapp y advirtiendo sobre la necesidad de compartir el audio para evitar que la situación descrita ocurra.

La situación planteada en el primero es un desabastecimiento del país, por causa de los próximos paros que los sectores económicos básicos de Colombia harán contra “ese desastre de Santos”. Pararán los transportadores, la justicia, los productores del campo, los maestros y la salud. Por eso “abatescasen” de todo: la voz nombra muchos productos de primera necesidad y señala la situación de Venezuela. Explica que la consigna del presidente Santos es conducir el país a ese estado de cosas, porque así quedó acordado en la Habana.

En el segundo, la voz ordinaria de mala dicción; pero vehemente, llama a enterarse de lo que va a pasar en Colombia –dice- con el entrenamiento de mil “guerrillos” para hacerlos escoltas y que funcionarán como lo hicieron las convivir en la década de los noventa. Imagínense ustedes lo que sería tener de vecinos, guerrilleros con armas oficiales “enseñados a secuestrar, violar y asesinar”. El mensaje termina con la constante advertencia de que la forma de impedir ese futuro es compartir el audio.

Esos dos mensajes, circularon por las redes de whatsapp en los últimos días y son parte de la campaña de uno de los sectores políticos en que se divide hoy la opinión de los colombianos: los defensores y los detractores de los acuerdos de paz. Los detractores utilizan ese sentimiento fóbico de la gente sencilla, lo incentivan desde dos niveles del lenguaje: el ordinario y mal hablado, como los ejemplos anteriores y otro más construido que tiene podio, pues está en los medios, la radio y la televisión. Lo utilizan los precandidatos presidenciales. Dicen destruir los acuerdos si ganan las elecciones del 2018. Tienen una crítica expedita a los pasos que se vienen cumpliendo, inspirada en lo que ellos hicieron con los acuerdos de paz con el paramilitarismo y las autodefensas. Pero son críticas que se encuentran con el inevitable fracaso político esa desmovilización mendaz.

Enrutar el país hacía la primacía de las instituciones implica reivindicar el Estado como garante de los deberes y derechos. La reestructuración de la república implica la destrucción de los paraestados privados que suplantan la ley y la convierten en la defensa de sus privilegios. Acabar con la corrupción campeante en todas las capas de la sociedad y la necesidad de construir un ciudadano participativo de conciencia laica, son tareas urgentes que no están en los supuestos y programas políticos de ese sector contrario a los acuerdos de paz. Defienden el orden republicano en Colombia atado a la herencia política del privilegio y el dictado de la riqueza acumulada en un puñado de familias. Nunca han imaginado un país para todos y las cartas constitucionales que han salido de sendos conflictos violentos, han proclamado la igualdad ante la ley pero sin efectividad, porque en vez de disminuir la desigualdad, la profundizan.

El presente es inédito los dos sectores políticos en que se divide hoy la opinión de los colombianos tienden a enfrentarse a futuro y prometen un rito electoral del 2018, regido por la lucha entre el miedo y el optimismo. El miedo explota un electorado inculto y profundamente religioso. El optimismo convoca a las gentes convencidas de la efectividad de los acuerdos paz, porque es quitarle a la guerra y la violencia un ejército de siete mil combatientes que han demostrado hacer mucho daño.

La historia inmediata es una construcción cuyo archivo es el acontecer en caliente de la vida. El fundamento filosófico político no está en las pretendidas leyes de la historia, deterministas, porque la humanidad no tiene una finalidad trazada. Si así fuere, la ciencia moderna ya hubiese logrado un ser humano respetuoso del otro e igualitario. A finales del siglo diecinueve, occidente estuvo convencido de entrar en el siglo siguiente con el logro de la paz perpetua y un progreso perfeccionista permanente; pero los conflictos que llegaron demostraron la inexistencia de las leyes históricas del progreso indefinido.

El presente colombiano, tiene la novedad de haber dejado atrás el bipartidismo originado en 1848 y la aparición, en el devenir, de dos sectores políticos que no se pueden concebir como partidos. Son posiciones filosóficas políticas, que tienen su universo social, concebido uno, desde la tradición colonial y otro desde el deseo de un país moderno que quiere resolver los conflictos sociales, causa de la violencia sistemática.

Tenerle miedo a la resolución pacífica de los conflictos quiere decir no estar dispuesto a abandonar la imposición de un solo punto de vista al contrario. Esa es la tradición política colonial. El autoritarismo de la supremacía construida por occidente está vivo y se ha decantado en los opositores al acuerdo de paz de la Habana.

El optimismo sobre una sociedad colombiana moderna, de plena vigencia del derecho, la justicia; sociedad igualitaria, sin miedo, es la opción que se busca cuando un ejército se desarma y cambia las armas por la palabra. Esta es una exigencia de un estado social de masas, metidas en el espacio de la ciudad, en el que la violación de los derechos humanos se da con facilidad. Los dineros de la guerra ahora deben ir a satisfacer las necesidades de los ciudadanos.

viernes, 9 de junio de 2017

La velocidad de la máquina. Sobre el El hombre sin atributos de Musil

 Velocità óleo de Giacomo Balla 1913

Ha madurado el espacio y el tiempo del Hombre sin atributos. El espacio es llamado el Imperio de Kakania; y Musil lo hace coincidir con el imperio Austrohúngaro. El poder del emperador Francisco José, su corte, los ministerios, el cumpleaños sesenta del reinado, las aspiraciones universalistas y la construcción de un frente ideológico para frenar el desorden social, disolvente de la tradición y el respeto de la autoridad, ocurre en la tierra de kakania, espacio en el que se despliega la tradición y la herencia de la civilización a occidental, llamada a redimir la humanidad amenazada en el tiempo de la pérdida de los atributos.
 
El tiempo está identificado por la calidad de los personajes. Lo que dicen y sienten se contextualiza en la cultura, porque la sociedad que habita Kakania es heredera de la tradición occidental. La gestualidad corporal, los deseos y las aspiraciones de las gentes del imperio solo pudieron ocurrir en la primera década del siglo veinte, en el tiempo de la novela.
 
En un encuentro de jóvenes menores de treintaicinco años, Arheim, rico dueño de periódicos, industrias de balas, comercios, se sorprendió por observar y escuchar discursos sobre el culto a la agilidad del músculo. El mundo es de los que tienen la plena potencia del cuerpo y la capacidad de desplazarse con eficiencia. La madurez del ser humano y la cultura, ha adoptado la velocidad de la máquina y por eso el arte ha optado por sus expresiones más excelsas, la arquitectura y la religión, como la forma superior. Los jóvenes son quienes están en capacidad de observar y vivir la velocidad del automóvil y tienen la posibilidad de verter o acomodar la cultura al primado de esa máquina.
 
El dueño de periódicos, escribe en ellos, en su propiedad. Exhibe en sus artículos la sabiduría que puede lograr un ser humano culto en los albores del siglo. La capacidad de hablar y escribir sobre política, cultura, arte, economía, literatura, la ciencia y la técnica, le hace ser admirado en el encuentro de jóvenes. El rico escritor admira y participa en la reunión. La inscribe dentro de la empresa de la “Acción Paralela”, porque ambas hacen una de las prácticas más importantes de una sociedad: reunirse para hablar.
 
El escritor seduce a Diotima, la promotora de la Acción y esposa de un ministro del rey austrohúngaro. La lectura, la escritura y la riqueza lo hacen irresistible. La cultura y la educación llenan su dicción de una tonalidad, agradable al oído. Ante su dicción se rinden todos y solo reaccionan los generales del monarca porque creen en la superioridad de la campiña y en la plena potencia del músculo joven.
 
En la reunión para hablar, se mezclan muchas ideas; pero se decantan dos vertientes de pensamiento: una, el culto a la patria y a sus jóvenes que encarnan el tiempo presente y quieren reducir la cultura al arte de la construcción y la religión, a la velocidad de la máquina. La otra, la del escritor, que trae el universo abierto en su cabeza, admira todas las producciones de la humanidad y tiene como principio la igualdad de los seres humanos.
 
Musil hace sentir el tiempo, en la vivencia de otra mujer, partícipe de la Acción, órgano de la alta sociedad destinado a salvar la humanidad. Es la amiga de juventud del secretario: Clarisse. El secretario Ulrich, ejerce una atracción parecida a la del escritor sobre Diotima; pero no por la universalidad del saber, sino por la búsqueda en la filosofía de un sustento del ser alemán libre de los atributos tradicionales. El alemán de Ulrich debe estar absorto en la técnica y en la ciencia; debe ser un hombre nuevo, recio, poderoso, pleno de energía joven, y en ruptura con la tradición paralizante. El hombre nuevo superior, tiene asiento en Austria y será modelo para Alemania y el universo. Ulrich busca en Fichte, Goethe y Nietsche. Este último ha calado en la imaginación de la bella y joven Clarisse. Ella siente pesimismo por el poder, se inclina por la austeridad; le inquieta la persistencia del horror; el mal y los apetitos espantosos son como enemigos dignos. Concibe la profundidad de las “tendencias antimorales” y “tales palabras producían en su boca, cuando las pensaba, una excitación sensual, tan dulce y fuerte como leche que apenas pudiera tragar”. ¿El hombre sin atributos es un hombre nuevo? Se pregunta.
 
Clarisse tiene deseos inexplicables por Ulrich y contempla la posibilidad de serle infiel a su esposo; dejar que las palabras diestras del secretario de la Acción se conviertan en manos que serpentean sobre la piel de su cuerpo. Piensa en una situación igual del tiempo de su pubertad con las caricias eróticas de su padre y en esa noche de verano en una cabaña de montaña alquilada por varias familias, en la que un amigo adulto de su padre, entró en la oscuridad de la habitación y la tocó intensamente sin encontrar resistencia.
 
Diotima, compara al anciano ministro del rey, su esposo. Su voz trémula, sus palabras medidas son como un árbol seco ante el flujo exuberante y fresco de las palabras de Arheim. En ellas está el mundo que ha recorrido, la experiencia de ver y nutrirse de la cultura de otros países. El cuerpo maduro y esbelto, cubierto de sobrias vestiduras a la moda, son una mezclan exacta de refinamiento. La voz del escritor, agradable al oído de la hermosa aristócrata, la llevan a remembrar momentos de igual intensidad. Los bailes, los cuerpos de los familiares y compañeros de clase, forman en el tiempo de su memoria las experiencias eróticas tempranas. Ahora está dispuesta a cambiar la resequedad de su esposo por la frondosidad del escritor; la infidelidad está servida y atenuada.
 
Las palabras de la boca son tan seductoras como las palabras escritas. La “Acción Paralela” avoca el asunto. Como la dirección está en manos de los ministros de la monarquía, se asume el tema desde la vertiente de pensamiento de culto a la patria, la tradición, la religión y supremacía austríaca. Los periódicos no pueden cambiar los fundamentos del ser alemán. Lo que hacen es pura literatura, dice el jefe la Acción. También es literatura las peticiones de la gente a la organización. La literatura es una invención de los judíos dueños de periódicos y creadores de utopías. Con la sola inteligencia no se puede ser moral y hacer política. Es necesaria la fuerza del músculo joven atado al arte excelso y la religión.
 
Musil se obliga a defender el escritor. Lo caracteriza. Relata con minucias lo que debe hacer un constructor de artículos de periódicos. La misma periodicidad le impone una disciplina y un ritmo de estudio permanente para escribir con convicción, sabiduría, y aportar a la construcción de un ser humano culto e igualitario.