Un presente rico en acontecimientos es el que vivimos;
pero no nos llenemos de sentimiento único por ser favorecidos. Decir que
estamos en un presente prolífico en hechos y sucesos como ninguna otra época es
un consuelo de tontos o de falta de conocimiento. Todos los presentes son ricos
en hechos. Hágase el ejercicio de detenerse en cualquier momento de la historia
remota, antigua o del inmediato pasado y se encontrará una humanidad en plena
acción. Si se topa con una época de paz se tendrá acontecimientos prolíficos,
plenos de actos sin violencia, pero inscritos en el conflicto necesario de la
vida en sociedad. Si se topa con una época bélica, como lo son la mayoría,
porque la historia que tenemos los privilegia, el acontecimiento abunda.
Hago este preámbulo para hacer historia del presente
colombiano en el que se ha agudizado el conflicto social a pesar de estar
inmersos en un proceso de paz; presente que se nos aparece como una plétora de
acontecimientos inéditos. En el pasado inmediato colombiano, se han desmovilizado
dos ejércitos paraestatales, uno de extrema derecha y otro de extrema
izquierda. Ambos ejércitos dejaron unos restos grandes, peligrosos, violentos,
síntoma de alejamiento de la anhelada paz; restos compuestos por combatientes
descontentos con los acuerdos con el gobierno. A los restos de derecha se les
llamó Bandas Criminales y los de izquierda Grupos Residuales. El incumplimiento
de los acuerdos de la Habana por el gobierno de Juan Manuel Santos y el ataque que
viene realizando el actual gobierno de Iván Duque han convertido a esos restos
de los ejércitos paraestatales, de nuevo, en protagonistas con una importancia
igual a la de antes de los acuerdos.
Los acuerdos con la guerrilla y con las autodefensas
(ejércitos paraestatales) dejaron dos alas, una legal y otra persistente en la
guerra. A esta resultante se debe adicionar la guerrilla Ejército de Liberación
Nacional, y las organizaciones delincuenciales de los barrios de las ciudades, para
conformar el sector social que enfrenta al Estado y lo suplanta. Percibimos que
los procesos de paz se han reducido a permitir la legalización o conversión de
parte de los miembros de los ejércitos en agentes políticos desarmados, y la persistencia
en la guerra de la otra parte, quiere decir que no se ha podido terminar con el
conflicto armado.
Una parte de las causas de la persistencia del
conflicto armado es el incumplimiento estatal de los acuerdos; pero otra, la
mayor parte es la raigambre poderosa de la exclusión social, explotada
miserablemente por los enemigos de la paz que quieren esconder tras la guerra y
el desorden institucional el ejercicio de una corrupción profunda. La exclusión
social se materializa en unas convicciones sustentadas en la sociedad
patriarcal cristiana que no acepta la diferencia y menos que la diferencia
tenga derecho a gobernar a los colombianos. Este modo de ser social excluyente
lesiona la democracia y deja la sensación que la democracia vigente en Colombia
es un remedo.
Hoy, como producto de los acuerdos de la Habana, una
población importante que antes luchaba contra el Estado, hoy está haciendo
parte de él y participando en la gestión social desde la dinámica de las
comunidades. Pero la parte de la sociedad que práctica la exclusión (suficientemente
teledirigida) se viene manifestando por la opinión y por el hecho contra ella. Las
críticas y el cuestionamiento a la corrupción y el señalamiento de los
corruptos es tomada como un “sicariato moral” y esa sociedad excluyente
proclama que prefiere ver la guerrilla disparando y no en el parlamento
acusando a los dignos hombres y mujeres representantes de corruptos1.
Bajo esta atmósfera se inscribe el asesinato de la
defensora del pueblo o personera de Samaniego - Nariño por sus denuncias de
corrupción de un grupo administrador del sistema de salud2 y las
amenazas de muerte pronunciadas por el personero de Aguadas – Caldas y su padre
contra dos líderes que organizan las víctimas del conflicto3. Estos
casos protagonizados por dos agentes oficiales deja ver en el Estado y la
sociedad civil un comportamiento respecto al proceso de paz o más allá,
respecto al proceso de reconciliación.
El acuerdo de la Habana, elevado a norma
constitucional ha enfrentado dos batallas: primera, la misma confección del
acuerdo, en la que se debió luchar contra los enemigos ubicados en todos los
sectores sociales, políticos, gremios económicos, religiosos y populares.
Segunda, luego de la firma de los acuerdos, sus contradictores, los han atacado
desde el lugar social que habitan. No solo realizan campañas publicitarias,
sino ejecutan o incitan a la aplicación de la pena de muerte contra los líderes
sociales y activistas de los derechos humanos. Quien alce la voz para denunciar
los crímenes cometidos durante el conflicto, la corrupción campeante, o quien
participe en actividades en pro de del cumplimiento de los acuerdos, es puesto
en la “picota pública” y luego del desprestigio es asesinado4.
Esta práctica de oposición a los acuerdos de la
Habana, tiene un engranaje social y se puede decir que la sociedad civil
atiacuerdo de paz pone al servicio de su causa el poder que tiene en su lugar
social y según el territorio del país que habite5. La violencia
contra los líderes sociales se ejerce desde todos los sectores sociales,
empresarios del campo y la ciudad, gremios económicos, credos religiosos y
entes del estado, agrupados o no en partidos políticos. Por eso las amenazas y
los asesinatos se vienen ejecutando a nombre de “las águilas negras”, que
indica una actitud de ocultarse para delinquir a disposición de quien quiera.
Los sectores sociales que quieren “hacer trizas” los acuerdos de la Habana y
las normas constitucionales que los abalan, aupados por el triunfo en las urnas
en el año 2018, no necesitan hacer concilios para trazar un plan de acción
puntual. Tiene una agenda proclamada por las voces altisonantes de miembros del
partido de gobierno que crean una atmósfera para el ataque de los acuerdos de
paz, las instituciones creadas para ello, sus defensores y en general los que
hablamos y actuamos por un orden social del posconflicto.
La sociedad colombiana, a pesar de su ancestro
cristiano autoritario, está dispuesta a cambiar. Los momentos de extrema violencia
y terror han dispuesto el espíritu para estar en la época de predominio del
concepto de humanidad global. Pero un sector social corrompido, que vive de
saquear los dineros públicos, dueños o con acceso al poder de los medios de
comunicación, ha satanizado el cambio social y lo han convertido en una fuente
de miedo, odio y mentiras. Pero tenemos la esperanza del predominio de la
reconciliación6 cuando esta cale en la intimidad de los hogares y en
los individuos. Cuando las comunidades de ancestro común sientan y diferencien
la guerra de la paz. Cuando prime el derecho, veamos en el Estado un árbitro
necesario y elevemos lo público a un sitio sacro.
1. “Prefiero un guerrillero en armas que un sicario
moral”: Uribe a Petro. El Universal. Cartagena 25 de mayo 2019. https://www.eluniversal.com.co/colombia/prefiero-un-guerrillero-en-armas-que-un-sicario-moral-uribe-a-petro-XL1058066
2. Personera de Samaniego, Nariño, fue asesinada. El
Espectador. Bogotá 20 de mayo 2019. https://www.elespectador.com/noticias/nacional/personera-de-samaniego-narino-fue-asesinada-articulo-861766?fbclid=IwAR0jngvNwexrbbDwOvAgr48jrOV40JZ75mUYHRn-ROYCIFZ0H5pp-NKnBZo
3. “El anda con dos escoltas y yo ando con cuatro
bandidos”: Personero de Aguadas Caldas. Revista Semana. Bogotá 18 de mayo 2019.
https://www.semana.com/nacion/articulo/el-anda-con-dos-escoltas-y-yo-ando-con-cuatro-bandidos-carlos-arturo-arango-rios-personero-de-aguadas-caldas/616030?fbclid=iwar1bjpysntipzopqboonwrhq9fn0dhrfzcn2sa5prrqpadq3vvawmc5y9b0
4. Padilla, Nelson Fredy. Expedición narrativa hacia
la verdad desde las orillas del Caribe. En Rodríguez, César y Meghan, Morris
(Coord.). Hacer justicia en tiempos de transición. Centro de estudios de
derecho, justicia y sociedad (Dejusticia). Siglo XXI Argentina 2018.
5. Montoya Arango, Vladimir. ¿Cómo ordenar y gestionar
los territorios sin la guerra en Colombia? Hacia una imaginación geográfica de
la paz. En Las ciencias sociales en sus desplazamientos. Nuevas epistemes y
nuevos desafíos. Clacso. Buenos Aires 2017.
6. Ospina Saavedra, Paula Andrea. Tras las claves de
la reconciliación. En Las ciencias sociales en sus desplazamientos. Nuevas
epistemes y nuevos desafíos. Clacso. Buenos Aires 2017.
Imagen: Rubens. El Prometeo capturado 1611