En esta novela de Carrasquilla se encuentra la
percepción de un escritor de su entorno: las gentes, el paisaje, el espacio, el
tiempo y lo más seductor la mentalidad de los personajes; una mentalidad que se
conduce hasta ponerla como causa de las posturas del cuerpo, o como hoy se
llama una semiótica del cuerpo. Uno de los personajes, la mujer llamada Magola,
de veinticuatro años, bachiller, es una lectora devoradora de libros sobre
todos los temas, incluye autores como Nietzsche y Schopenhauer. Mescla la
cristianidad con el medio profano y ella se define así:
“Aquí
se aprenden tantas cosas útiles! Tantas […] que esa educación cristiana tan
sólida, que nos dan de niñas, se revuelve después, con otras educaciones
vistas, oídas y hasta olidas, que aquello queda un menjurje de agua vendita e
incienso, con solimán, asafétida y otras yerbas, que lo entenderá mi Señor
Jesucristo. Ya ve yo […] mamá me puso donde las hermanas; aprendí mucho, y
disque he resultado pagana”1.
Magola es una joven sin prejuicios, escucha a todas
las personas que pasan por su vida, por igual, aunque ante su formación
aparezcan como incultos, menguados, insulsos o soberbios. Su mentalidad la
lleva a asumir actitudes más allá de los prejuicios religiosos y racistas.
La novela la concluyó Carrasquilla en 1910. El
tiempo y el espacio en el actúan los personajes es la ciudad de Medellín de
entre los siglos diecinueve y veinte, última y primera década. La mentalidad nobiliaria
es tabla rasa de las gentes convertidas en personajes. Ven la democracia como
asunto de negros y artesanos. Dice la madre de Magola hablando de los libros de
sus hijo, tan lector como la hermana: “Y ve que tal es la gente de ociosa:
tiene uno enorme que se llama La
democracia. Figúrate! Ponerse a escribir ese mundo de fojas para hablar de
los negros…”2. ¿Cómo se entiende que este ideario o mentalidad colonial
siga presente en una república democrática? Sorprende la respuesta: el
pensamiento republicano democrático de estirpe filosófico liberal no logró
derrotar en la cabeza de los colombianos las convicciones coloniales, que a la
vuelta de cien años potencian las viejas prácticas de la religiosidad absoluta
y una actitud ante la vida y los demás mediada por la posesión de riqueza o por
los rasgos blancos en la piel. Aunque el mestizo, mulato, pardo o zambo cuando
se enriquecían abrían todas las puertas menos las de la jerarquía sacerdotal.
Carrasquilla enfoca con su narrativa las familias
que componen “cierta clase social de nuestra ilustre Villa de la Candelaria” de
Medellín. Dice que le han pedido este tema. Familias adineradas que viajan a
Europa a pasear o a estudiar. Son cuidadosas con los matrimonios de sus hijos.
Cuando estos asumen algún criterio y separan el amor del interés, se les
declara extraviados y faltos de juicio. Magdalena Samudio o Magola, la lectora,
la bachiller, escandaliza a su familia y a la otra, la elegida por su madre por
tener varones casaderos y mucho dinero.
La habitabilidad del espacio ciudadano está íntimamente
relacionado con el poder económico. Bailan en el Dollar Club, asisten al teatro de zarzuelas, participan de costosos
bailes de disfraces y gastan mucho dinero en la moda. Viven en el centro urbano
de la ciudad y tienen posesiones en las ciudades pequeñas conurbadas a las que
llaman pueblos con gentes de la “puebleriada” de costumbres campechanas. Se
nombran: Caldas, Sabaneta, Itagüí, Guayabal, Poblado, Envigado, Aguacatal o
Bello. La comunicación regular se establece a caballo y cuando va la familia lo
hacen en coches nombrados también carruajes o victorias. El Dollar Club, debió ser un edificio con
dos pisos. En el primero un patio. En el segundo un salón con un piano y
decorado con una Venus de Milo. Dice Magola que uno de los hombres (un médico
borracho) que había elegido como amor de su vida se le salió del corazón porque
“supe de una deliciosa que se puso en el Dollar Club. Le dio quebradora,
dantesca, y acabó con todo, hasta con la Venus de Milo, que era el mimo de
todos los socios. Solo el piano se le escapó, porque no pudo tirarlo al patio…”3.
Esos hombres jóvenes son presentados como “La
Horda”, un grupo, que se hacen llamar así. Tienen como centro de actividad el
licor, la música o la fiesta y, animada por músicos de la “la Lira, o la […]
Banda de los Paniaguas”4. El hermano de Magdalena toca el tiple y
canta; es reconocido. El pretendiente de la hermana de Magola se llama Arturo
Granda, apodado Grandeza, no es “algún ñapango caviloso de estos pueblos que
han inventado la suma con la guerra y con los negocios tan raros de ahora”5.
Es el momento de mostrar el origen de la riqueza de
estos jóvenes y sus familias. Carrasquilla ve como fundamental los rasgos
blancos de la piel para poder hablar de la gente y la posesión de riqueza. Grandeza
es un zambo de Anorí, nieto de “ño Granda”, dicho como una demostración
peyorativa por ser un zambo rico, adinerado. Grandeza no ha podido entrar a la
clase social alta de la villa por su origen. “los que pasan de pobres a ricos,
quedan como si fueran expulsados del infierno: ni San Pedro les abre, ni el
diablo los vuelve a recibir”6. La familia Samudio, la de Mogola encabezada
por una viuda criada en los campos de Envigado, se acepta a Grandeza por su
dinero “…esta ñapanga de Arturo tiene remedio, […] le hacemos comprar un título
en España, bien lindo: El Marqués de Grandeza”7. Se desentraña el
origen del dinero de Grandeza. Llegó de Anorí con su padre cuando tenía nueve
años de edad. Estudió con los jesuitas (debió ser en San Ignacio) y se hizo
bachiller. La familia montó un negocio en el barrio del comercio (debió ser
Guayaquil – la Alpujarra). Después de la muerte de los padres los tres Grandas
se asociaron en “Granda Hermanos”. Metieron la sociedad en la bolsa. Esto debió
ocurrir antes de la guerra de los Mil días 1899 – 1903, porque en el desarrollo
de la misma los valores cayeron y solo se elevaron los negocios comerciales con
el exterior como el de los hermanos. Granda hermanos de golpe se llenó de
dinero. Grandeza viajaba a Europa y distribuye lujos franceses e italianos en
Antioquia.
La potencia económica de “Granda Hermanos” y la
quiebra de otros, se la adjudicaron en Medellín a la maldición de los ángeles
perversos, a dos rafaeles: Rafael Uribe Uribe y Rafael Núñez; ellos “Los
Rafaeles, los arcángeles, son las aves negras de Colombia [pero] otros, entre
tanto, prendían velas a San Rafael Uribe, para que siguiera esta guerrita,
parienta de Aladino, que en vez de té traía en la mano la varita de virtudes…”8.
Ese otros era Arturo Granda, enriquecido, que viajaba muy regularmente entre
bellos caballos o en carruajes o en lujosos coches a Bello a divertirse, a
descansar, temporizar o a temperar.
En la novela hay dos geografías que son tratadas
casi como sujetos. Las selvas del río Cauca y Bello. El hermano de Magola,
bachiller no abandonó la hacienda de su padre Samudio ubicada en Envigado.
Mantuvo una crítica permanente contra su madre por su arribismo y el derroche
de dinero en fiestas y modas. Se casó y decidió demostrarles a su madre y
amigos citadinos que la riqueza estaba en el campo. Se metió por el sur del
valle de Aburrá a toparse y colonizar el Cauca. En tres o cuatro años peleó
contra el bosque milenario y el paludismo. Venció, fundó y levantó un pueblo y
lo llenó de colonos bajo su mando, don muy loado por sus subordinados.
El Bello nombrado delata fechas; el tiempo de la
novela ocurrió después de 1883 año del cambio de nombre de Hatoviejo por el de
Bello; y tiempo de inicio de la construcción de la nueva iglesia del Rosario
1895; o luego de la guerra 1903 en adelante. En la visita de Grandeza se apreciaban
los cimientos de la nueva iglesia, construcción detenida por la guerra. Hay
alcalde y alcaldía, aunque Bello aún no fuese erigido municipio (esto ocurrió
en 1913). Está la fábrica de tejidos inaugurada en 1908. Dice Carrasquilla: “En
tus contornos, por las faldas, por lo plano, en carreteras, en veredas, arriba,
abajo, distantes, cercanas, juntas, dispersas, chozas, casas, granjas, quintas,
villas, la imponente fábrica de la “Compañía de Tejidos”: la vida. Salve!”9.
El espacio en el que ocurren los acontecimientos de la familia Samudio y la
pretendida familia Cuenca, es el valle de Aburrá. Familias cuyos troncos
coloniales se han bifurcado desde Sabaneta hasta Bello. Una fiesta decembrina
(debió ser la navidad de 1908) le permite al narrador involucrar el valle. Dice
que los vivientes en la villa se trasladaban a los pueblos (Sabaneta, Itagüí,
Envigado, Bello) o a las faldas de las montañas y los habitantes de las faldas
bajaban a Medellín o a las plazas de los mentados. Esa atracción ocurría por
los programas (igual en todo el valle) en la víspera de la “nochebuena” (debió
ser el veintitrés de diciembre):
“Cabalgatas
de caballeros y damas, caravanas pedestres de las clases pobres, coches de
punto* y de particulares, carros y carretillas cargados de paseantes, ciclistas
y bandas, murgas, y charangas, cohetes y triquitraques […] por la noche (debió
ser el veinticuatro de diciembre) retañe la jornada […] el trajín de vehículos
y viandantes, los cantorrios, los gritos, los berridos, la pólvora, el
aguardiente”10. La noche se llena de globos incandescentes “los echan
de Santaelena, ya del Picacho, ahora de Sancristóbal, ahora de las Nieves (de
muchas formas y colores). Principian en Bello: les echan de las quintas
vecinas, de las carreteras, de las calles, de la plaza de la aldea. A cada uno
que cae, corren a buscarlo, grito pelado, sin pensar en distancias, toda la
chiquillería y hasta la grandería”11. Entra la noche con los juegos
de pólvora y “arman vacalocas, unos trafalgares formidables […] las casas y los
árboles con sus hileras, sus ondulaciones y sus quingos de farolillos a la
veneciana, multiformes y multicolores, deslumbran, en una apoteosis de quietud
y serenidad”12.
A la plaza de Bello llegan gentes de todas clases:
pudientes alquilan casas o llegan donde familiares o son invitados por amigos.
Paseantes llegan a estar o a hacer negocio,
“toda
la caimanería del bronce, toda la bohemia de El Blumen y de los antros de Guayaquil, discurre por ahí revuelta
con La Horda, con la cachaquería de alto bordo, con el alcalde y el cuerpo de
policía. En las casas se siente el baile, los cantos y el bureo, y en las
calles se desborda el aguardiente […] En las casas hay regalos, aguinaldos y
banquetes, cantos, recitaciones. En la mañana del veinticinco de diciembre hubo
carrera de caballos; se habilitó la carretera como hipódromo; los pudientes
apostaron. En la tarde corrida de toros en la plaza al pie de los mangos y
barreras que se han levantado para las corridas”13.
Llegaban cabalgatas de la ciudad y de “otros campos
donde se veraneaba, que iban a dar un vistazo a Bello, para volver, sin haberse
desmontado”14. Terminada la corrida el cura montó una tómbola para
producir dinero para el templo, un órgano y santos ornamentos; se vendió al
mejor postor flores y objetos. “El veintiséis y veintisiete duermen y pasan el
guayabo los medellinenses de Bello […] parquesi, guitarreos, y cantares, entre
zagalillas y zagalones promiscuados ingenuamente, bajo los mangos de la plaza y
hasta las diez de la noche”15. El veintiocho de diciembre los
medellinenses (Grandeza y su escudero Linares, La Horda, “mocitos
bullangueros”, temperadores) jugaron una broma a los bellanitas. En la
madrugada sellan las puertas y ventanas por fuera y los residentes quedan
encerrados. Producen un pánico. Cambian los avisos de los sitios santos por los
profanos. El cura y el alcalde corren a cobrarles a esos “caifanes bandidos […]
los multa a todos de diez a cien pesos […] ahí mismo les arranca la palta […]
todo el día y la santa noche siguen la juerga y el bobeo, los disfraces y
astucias y el aguardiente de mi Dios”16. Los “medellinenses de Bello”,
se diseminan, se esparcen por el Valle de Aburrá para recibir el año nuevo de 1909.
Los Samudio van a Sabaneta a casa del abuelo materno. La fiesta es distinta a
la de navidad: más sosegada, más clasista, más familiar.
Las mentalidades tienen su ritmo regido por el
poder económico. Se pasa del colectivismo de la natividad al individualismo de
año nuevo. Los ricos personajes de Carrasquilla van a sus haciendas y los
pobres a sus chozas de bahareque. Las mentes siguen un curso decantado por la
tradición de la sociedad esclavista, venida abruptamente a una sociedad con un
liberalismo insuficiente. El liberalismo es practicado como un libertinaje, y
la democracia se decanta en lo que se tiene en el bolsillo.
La novela tiene un final trágico, así como la
tragedia de las zagalillas y zagalones promiscuados bajo los mangos de la plaza
en la noche del veintisiete de diciembre. Esta historia trágica que insinúan prostitución
o ejercicio de supremacía social, no se detalla; pero se asume igual a la acontecida
después de la quiebra económica de Grandeza que se ve obligado a huir de la Villa.
Su bella y joven esposa hermana de Magola, termina abandonada y presa de la
madre que la utiliza como objeto de negocio de su arribismo. El hermano,
conquistador y poblador de un pedazo de selva el Cauca medio, desafía a un pretendiente
de la abandonada, porque puso en boca de toda Medellín la conducta de la bella
y de la familia. El desafío tipo duelo, terminó con la muerte del hermano, con la
tragedia de los Samudio.
1. Carrasquilla, Tomás. Grandeza. En Obras
completas. Editorial Bedout. Medellín 1958.
2. Ídem. Pág. 267
3. Ídem. Pág. 286
4. Ídem. Pág. 266
5. Ídem. Pág. 287
6. Ídem. Pág. 287
7. Ídem. Pág. 287
8. Ídem. Págs. 307 - 308
9. Ídem. Pág. 311
10. Ídem. Pág. 311
11, 12, 13. Ídem. Págs. 312
14. Ídem. Pág. 316
15. Ídem. Pág. 317
16. Ídem. Pág. 318
*Llamados así por estacionarse en un lugar (punto)
para ser alquilados a quien los necesitase. Pág. 280
Imagen: Coche del tipo victoria. 1917. Autor:
Melitón Rodríguez Márquez. © Biblioteca Pública Piloto de Medellín (acercamiento).