Dice en las Relaciones y visitas a los Andes,
Hermes Tovar, que la relación atribuida a Jorge Robledo ha tenido varias
versiones con transcripciones repetidoras de múltiples errores; por eso él
debió ir al Archivo General de Indias y consultar y transcribir el documento
original titulado “Relación de lo que subcedió en el descubrimiento de las
provincias de Antiochia, Anzerma y Cartago y cibdades que en ellas están
pobladas por el señor Capitán Jorge Robledo”. Hermes lo publica con el nombre
de Relación
de Anzerma.
Este documento atribuido a la pluma de Jorge
Robledo, es una muestra de las percepciones de un conquistador sobre los seres
humanos que sometió. Se puede leer y ver un hombre de guerra con la idea de
fondo de haber dominado y destruido unas sociedades con unas costumbres básicas
como las suyas aunque realizadas de otra manera. Hombres y mujeres que nacen,
aprenden las conductas de sus mayores, se casan, tienen hijos y dioses y se
sepultan en condiciones de ir a otra vida. Este último atributo es un indudable
contenido metafísico de las culturas precolombinas de muy difícil
reconstrucción.
La relación comienza con una revelación
perturbadora “…entramos sin lenguas y con muy gran falta de sal e cuando se
tomaba algún yndio, le preguntábamos por señas por sal a la cual ellos en su
lengua nombravan Anzer y por este
vocablo de Anzer, como no aprendimos
otro la llamamos Anzerma que su natural nombre de la provincia de Humbra”1
Perturba el saber que la mayoría de los nombres de lugares adjudicados por los
conquistadores y conservados hasta hoy, es la fonetización castellana de los
vocablos indígenas. Fonetización errática que se manifiesta en la forma distinta
de escribir los nombres. Además se despojó así los paisajes de las
connotaciones culturales de sus habitantes. Así ocurrió, porque España destruyó
la civilización indígena y sobre sus ruinas construyó y nombró el nuevo mundo.
Robledo bajo el nombre de provincia subsumió
numerosos pueblos indígenas comarcanos vecinos ubicados en un territorio y se
formó una imagen de sus diferencias socioeconómicas. Por eso su relación es un documento
con información que hoy podemos usar como etnográfica y socioantropológica. Se
puede tratar de recabarla de forma siguiente:
Humbría -
Ancerma
En la banda izquierda del río Cauca nombra la
provincia de Humbra centrada en Anzerma con muchos pueblos. Esta
provincia tiene al norte los valles de Amiçeca [amiceca] a tres leguas; el
valle de Chanburuqua a una legua, donde se hace sal. Hacia el oriente a
cuatro leguas los pueblos de “Yrra e
Angasca e Guacayca e Aconchara”2 Hacia el occidente Gunnia,
el valle de Apia, Chatapa, Andica, Hunbria
y Taupa.
Más retiradas las provincias de Carantama y Caramanta. Pasando la
cordillera “está la provincia de Chocó
que es en las Barbacoas por la cual corre el río del Darién es muy poblada y de
mucha gente la qual yo descobrí”3
Los naturales del territorio de Hunbra
alrededor de la ciudad de Santa María o Santa Ana de los caballeros o Anzerma,
“son gente bien tratada”4: esta observación de Robledo se puede
comprender en los términos de gente satisfecha y de buena presentación. A sus
señores o caciques los tienen en altas consideraciones, los transportan en hombros
o en andas; llevan un grupo de “diez o doze mujeres muy bien adereçadas y
hermosas”5 para cuando el descienda de las andas lo toman y cargan
en sus rodillas para impedir que toque el suelo. Dice Robledo que esto es una
muestra de “mayor veneración”6. Y debe entenderse más allá de la
veneración como la condición divina de los caciques y del poder. Ellos traían
la cara pintada de diversos colores y mucho oro en collares, “caricorie”
[narigueras], “que pesa xv o xx castellanos que es a manera de barra de oro retorcida
y les cae sobre la boca, tiene(n) por çima de las ventana de las narizes //
unos agujerillos de cada parte el suyo donde ponen unas perillas de oro que
pesarán quatro o cinco castellanos las quales tienen unas asillas [sostenes]
con que tienen los agujeros de las narizes”7
Robledo dice que los brazos y piernas de los
aborígenes de Humbra, tienen prietos los músculos porque ponen debajo de las
rodillas, encima de los tobillos, encima de las muñecas, “un gran bulto de
chaquira ques unas cuenteçicas menudas muy iguales blancas parejas…”8 .
El objeto de estas chaquiras prietas es, “criar molledo” [que es] “La
parte carnosa y redonda de algún miembro, especialmente de la parte alta de los
brazos, y los muslos y pantorrillas”, según diccionario de antigüedades, anota
Hermes Tovar9. Los caciques o señores, usan un cinturón [el relator
dice cincho] también de chaquiras blancas y de oro que les sostiene el maure
[tejido de algodón de 180 x 80 centímetros, vara y media por una] “con que
tapan sus vergúenças”10. El maure, pintado, pasa bajo las
piernas dejando adelante la menor parte y atrás cuelga casi hasta el suelo.
Tienen el cabello muy largo y cuidado y lo traen
cogido, para dejar ver la guirnalda [corona] de diversas formas. Entre más
rango tiene el señor o cacique deja crecer más largas sus uñas. Practican
muchas abusiones [creencia disparatada] y agüeros “cuando ven venir [lluvia o
nubes] todos empieçan a soplar y a escupir cara al çielo y a desviar el agua
con las manos para que no llegue…”11
Todos tienen maure, y el cinturón (cincho) que lo
sostiene, se distingue según el estatus. Ancho con chaquiras y cuentas de oro
para los caciques y su corte; en los comunes (que no son señores) su cinturón
es “una sarta de cuentas gruesas”12 y los de menor calidad tienen
“un hilo”13 o madeja. Las orejas de todos tienen múltiples agujeros
de los que penden varios pares de sarcillos de oro, el cuello lo rodea una
cinta de chaquiras terminada en el frente con una joya de oro (sapo o rana). La
ropa es un distintivo social, tiene más arte mientras más alto es el estado de
quien la lleva, dice Jorge Robledo14
Las fiestas duran varios días; se juntan “muchos caçiques
e munchos onbres principales”15. Se bebe mucho vino que ellos llaman
chicha
y se come poco. La chicha cuando la quieren fuerte la aderezan con yerbas que
llaman tabaque [una especie de clavo de olor, anota Hermes Tovar]16.
Beben, bailan, cantan y al final de la extrema embriaguez se pelean entre ellos
“y se matan muchos unos con otros y desta man(e)ra pasan su fiesta”17
En la provincia de Hombría hay dos señores
principales que son obedecidos por toda la comarca. Se llaman Humbruça
y Ocuzca.
Pero a tres leguas al norte esta la provincia de Yrra que habla otra
lengua y es otro señor - cacique, llamado Cananao, sustentado su poder en el
dominio de un brazo del río Cauca18.
Las mujeres de Humbría – Anzerma, no gozaban el
mismo reconocimiento que los hombres; pero “bien adereçadas y hermosas”, van
vestidas con naguas hasta los pies muy pintadas, ceñidas a la cintura. El
torso lo cubren con una “como mantellina”, una manta pintada cogida en los
hombros con dos puntos. El cabello lo traen largo y muy bien tratado. Ellas
solo sirven a sus maridos y ellas son servidas por sus criadas. Llevan los
alimentos a su hombre en copas bien tapadas y los prueban hincadas de rodillas,
antes que él los coma19. Los habitantes de Humbría – Anzerma comen
poca carne, pero si cazan la mucha y rica fauna que tienen. Cuando guerrean
toman prisioneros y se los comen. La comida tiene como base las frutas y las
yerbas (verduras) guisadas con ají. Van descalzos; tiene camas de esteras,
altas del suelo y duermen cubiertos “con sus mantas grandes de algodón”20.
La fe es lo que dicen “algunos yndios hechizeros”.
Tienen unos ídolos de madera con caras pintadas arreboladas con muchos colores.
Los hechiceros curan los enfermos y pronostican el futuro del paciente. La
curación se hace poniendo las manos sobre la parte del cuerpo donde está el
mal; se aprieta la carne y se chupa y luego sopla hacia arriba “diciendo // que
en aquello que chupan les sacan el mal e lo echan fuera”21. Los
hechiceros son retribuidos con joyas de oro y cosas valiosas.
Los hechiceros de que habla Robledo, debemos
entenderlos como sujetos especializados en la comunicación del grupo social con
su mundo metafísico. Es claro que el conquistador solo ve en los ídolos de
colores arrebolados los demonios que trae en su mente. Robledo testimonia que a
los hechiceros, sus dioses representados en sus ídolos, se les aparecen por los
caminos y en sus casas y les dicen que es su padre y “es el que cría todas las
cosas y ansy las del cielo como las de la tierra […] e ansy como lo veen ansy
lo pintan”22 en sus maures, en sus cuerpos, en sus caras. No tienen
sacrificios humanos pero si invocan el sol y la luna como hijos del ídolo de
colores arrebolados, en tiempos de necesidad, de lluvias. Saben que a la muerte
irán a estar con su (ídolo) dios (demonio para Robledo) en el “çielo porq(ue)
este diablo q(ue) a ellos se les paresçe dize que allí es donde él está y que
todos van con él…”23
Los caciques se casan con las hijas de los otros
caciques comarcanos; tienen entre diez o doce mujeres y duermen entre ellas o
no, según su querer. Se guardan de relacionarse sexualmente con hermanas y las
sobrinas, “Fasta tercer grado, de allí arriba no...”24 Se convierte
en mujer principal dentro el cacicazgo la que primero se embaraza. Luego,
regresa a sus tierra a parir y solo vuelve cuando el hijo tiene tres años. Este
hijo de la primera embarazada ejerce mayorazgo; se convierte en heredero del
cacique y ejerce autoridad aunque su padre esté vivo. Si este falta el
mayorazgo pasa al segundo hijo, que puede ser una mujer.
Las apreciaciones sobre sobre la provincia de
Humbría – Anzerma, las termina Jorge Robledo, describiendo el territorio y la
forma de enterramiento de los naturales. Santa Ana de los Caballeros se fundó
en una loma alta bordeada por dos ríos de aguas claras, a tres leguas de la
cordillera de las Barbacoas o del Chocó, de la que se saca “muy
grandes cedros muy hermosos...”25.
Desde la ciudad se observan todos los demás pueblos con mucha cantidad de
indígenas que celebran los tianguez “que en nuestra lengua se
dizen mercados donde ellos se juntan a vender y comprar”26. Son
indígenas muy entendidos y amantes de las mujeres, ellas y ellos no consienten
el “buxarrones [la sodomía] como en otras partes y tiene(n)lo por cosa fea”27.
Si alguno roba, el ofendido tiene el derecho de esclavizar al ladrón y venderlo
en otro lugar.
Los señores o los caciques cuando mueres tienen una
manera de enterrarse. Al cuerpo se le quita la grasa sometiéndolo a “dos fuegos
en una barbacoa a man(er)a de parrillas a desaynar [quitar la grasa de un
animal] hasta que se para muy seco y después […] le enbixan con aquella bixa
colorada…”28 [Achiote]. Se les tiene encasa por dos meses para
llorarlos. Le ponen todos los atuendos que usaba en vida, chaquiras en brazos y
piernas y las joyas de oro. Las demás joyas que no caben en el cuerpo, el oro
demás, lo hacen añicos, aplastan o destruyes su uso, y asi lo entierran con el
cacique, como queriendo decir “que pues él muere que perezca todo”29
Se envuelve en gran cantidad de mantas de algodón
preparadas con mucho tiempo. Se le lleva a la sepultura cavada en un lugar
secreto: “La sepoltura es muy honda [cuatro o cinco cuerpos] e de dentro hecha
una gra(n)de bóveda que pueden estar quatro de a cavallo con una puerta que se çierra
con unos palos que no se pudren…”30 Matan dos indígenas de su
servicio y los ponen uno a los pies y otro en la cabecera. Meten además sus
armas, sus sillas, vasijas en que solía beber llenas de chicha y comidas; “y
dizen que lo hacen para que coman de noche y ansí escuchan de noche ençima de
la sepultura”31.
Dice Robledo que como los indígenas son “abusioneros”
[agoreros, supersticiosos] y tienen sus maestros en ello, “hacen creer que
hablan e que come e que pregunta por sus padres y por su gente”32 En
los dos meses de tenencia del cuerpo muerto del cacique en casa, le cantan en
medio de largas borracheras, “endechas”: canciones tristes y lamentables, que
narran los actos de vida del difunto.
Quimbaya -
Cartago
Provincia quebrada con múltiples cerros y valles,
que la hacen fértil y llena de oro. Cartago dista catorce leguas de Ancerma, el
río cauca de por medio; y está a nueve leguas del río, arrimada a las sierras
nevadas, hoy nombradas como nevado del Ruiz. Del nevado desciendes múltiples
ríos pequeños que dejan “muy grandes vegas [llenas de cañaverales] donde los indios
tienen sus sementeras e granjerías e grandes arboledas de frutas, hay entre
estos cañaverales mucho género de caça [caza] porque aunque hay cañas no es
tierra de anegadizos […] sino tierra buena y muy sana…”33
La provincia, está centrada en la ciudad de Cartago
y tiene un territorio ancho y largo de diez y seis leguas, totalmente poblado
con “más de ochenta caciques”. La ciudad está asentada en un llano entre dos
ríos, la tierra es muy buena “donde los xristianos tiene(n) sus granjerías e
labranza e a tres leguas de allí tienen muy grandes zabanas pa(ra) para
criaderos de ganados.”34
De Cartago – Quimbaya, río Cauca arriba (al sur), a
treinata leguas hay una provincia con una lengua diferente a la usada por los indígenas
de Ancerma – Cartago. Robledo no la nombra pero si describe su fabulosa
cultura. Son enemigos, tienen muchos señores de más “pundonor” que los
Quimbaya; “beben en vasos de oro q(ue) […] pesa treçientos castellanos”35.
Todos los indígenas tienen muchas joyas; las mujeres visten y se comportan como
las de Humbría. Las cucharas y vasijas son de oro mejor labrado que el de las
otras provincias. “son de más razó(n) porque no son tan delicados y esto causa
ser los indios más ovidientes a sus Señores y ansi tiene(n) mejores casas y
mejor arte en su servicio que los de la provincia de Hunbra”36. Los
principales caciques se llaman Tacoronvi, Yanba, Çaçaquavi
(Zazacuavi), Via y Pindana. Son todos iguales y ninguno
le obedece a otro. Se casan entre ellos. Van motilados, son más robustos, más
morenos y mejores que los de (Hunbra) Humbría.
Hacía el norte hay varias provincias sujetas y al
servicio a Cartago, a catorce y veinte leguas, se llaman Quindío, Carrapa,
Picara,
Paucura,
Pozo,
Arma
y muchos otros pueblos. Todos tiene distinta lengua y “tienen
diferentes las opiniones e sacrificios”37. Pozo, dice Robledo, está
en una loma que cae al río Cauca, de difícil entrada. Los indígenas, tienen en
sus casas muchos ídolos, unos de la estatura de un hombre, otros pequeños
“hechos de madera e con sus ojos y narizes y sus devisas de joyas e sus colores
y arreboles como los Señores se ponen…”38 Son indomables, belicosos,
viven en guerra con los comarcanos y practican la behetería o la elección de
sus caciques o señores. Robledo le adjudica a esta práctica la belicosidad y el
irrespeto que tienen por sus caciques; además dice haber sido la provincia que
más dificultad presentó para ser conquistada: “el primer día que entré en ella
me hiriero(n) mal […] que llegué a punto de muerte […] son muy grandes carnyçiros
de carne humana tiene(n) dentro de las casas muchos huesos e calavernas de los
hombres que han comydo”39. Sacrifican algunos de sus miembros
jóvenes a sus dioses (Robledo dice demonios) poniéndolos “aspados” en unos
palos altos dirigidos hacia el sol saliente.
Jorge Robledo en este pasaje sobre los sacrificios,
rebela la forma como obtuvo la información: en Paucura “pregunté yo al
Señor q(ue) quantos indios sacrificava a los ydolos cada día y medixo que cinco
y questo lo hazía de temor del diablo porque no los asolasen a todos y no se
enojase le ofreçian los coraçones”40. Observa que los pueblos
vecinos de Paucura hacen a diario los mismos sacrificios humanos; tienen
la misma forma de portar las joyas y chaquiras. Visten el maure y las mantas.
Arma
Dos leguas al norte de Paucura, está la
provincia de Arma. Es diferente. Es grande y rica sin igualar a la de Quimbaya.
Está en las laderas occidentales de la sierra nevada, “en un seno que se haze
en la misma sierra”41. Hace frío y no se cultiva el algodón. Las
indias usan una “panpanyllas ques hasta palmo y medio de paño de algodón que la
çiñe(n) al cuerpo”42 El torso y los muslos los llevan desnudos; los
indios no usan maure, llevan una prenda de vegetales que parece “papel de
estraça [que es como] cáñamo y lienzo basto, que sirve para envolver
mercaderías…”43 en España.
Los de Arma son muy ricos en oro, pero no
son tan refinados (Robledo dice pulidos) ni en el comer y beber, como los de Quimbaya.
Las casas son redondas, bien hechas y grandes; albergan hasta diez hombres con
sus mujeres e hijos “e cada uno tiene su apartado dentro donde duerme”44.
El Señor - cacique de Arma se llama Maytama quien al igual de otros de
su importancia tiene el labio inferior con muchas perforaciones y en ellas
“meten unas barretas de oro que los xristianos llamamos barvas porque andan
colgando […] los agujeros algunos tan grandes q(ue) la comida se les sale por
ellos”45. Llevan además narigueras (o caricoríes) y sarcillos en las
orejas. Al encuentro del enemigo van cantando con el cuerpo cubierto de tierras
y el rostro con cenizas “que parecían Monstruos”46 Dice Robledo. Son
fuertes pero poco astutos para la guerra y si muy dobles en el trato, es decir
mentirosos, falsos.
Jorge Robledo con esta
observación sobre los Arma, legó a nuestro tiempo un
testimonio, un documento de contenido etnográfico y socioantropológico: Ellos
tuvieron el espacio organizado según sus ritos religiosos, lo que debe
entenderse como una cosmogonía. Estas prácticas para los conquistadores solo
era un comportamiento regido por el demonio. Los Arma organizaban su
espacio de vida con grupos de seis casas alrededor de una plaza. Casas
circulares, formando un círculo alrededor de un redondel de guaduas o “cañas
gruesas como dos muslos”47 Las guaduas distan una de otra, uno o dos
palmos. Dentro del primer redondel viene otro y así hasta veinte hileras o
“rengleras” que forma “como un monte”48. En medio tiene una escalera
de seis palmos de ancho adherida a la pared del círculo interno. En las gradas se
tienen ídolos y en la cima un lugar para sacrificar indios e indias; “en esta
tierra se hace mucho sacrificio al diablo y destos sacrificaderos ay muchos e
los más principales son en las plaças [plazas] de los Señores y en la punta de
lo alto destas cañas tiene(n) puestas calavernas de hombres”49
La referencia a los Arma,
se termina anotando sobre el parentesco. Dice el conquistador que solo guardan (prohíben)
entre hermanos la relación sexual y esto los hace ser gente grosera, además la
tierra no es tan “abastecida de frutas como es la de Quimbaya e Unbra [y por
eso] no tienen tanta puliçía”50, se entiende este concepto como
gobierno. Ellos mismos se llaman gente de bellacas costumbres: “sygund ellos
son de vellacas costumbres”51. Estas calificaciones completamente
eurocentristas, manifiestan la argumentación o justificación de la conquista,
convicción de Robledo y su hueste.
Cenufaná
Al tratar sobre la provincia de “Cenufama”,
en otras partes Cenufaná, distante veinte leguas de Arma, al norte, dice que
“se puede entender el gran servicio que a Dios se haze en poblarse esta tierra”52
porque los indígenas, toda esta gente, son grandes antropófagos –Robledo
dice carniceros-; celebran con fiesta el tener en sus casas muchas calaveras y
osamentas de los enemigos, prisioneros de guerra, que han comido.
Los de Cenufaná tienen una
lengua distinta. De Arma a Aburrá, pasando por Cenufaná,
hay veinte y seis leguas y por todo el camino se observan “grandes asientos de
pueblos antiguos e muy grandes edificios de caminos hechos a mano e grandes por
las syerras e medias laderas que en el Cuzco
no los ay mayores y todo esto perdydo e destruydo e no ay indio que sepa decir
como ha sido ni de que se a despoblado por lo que se puede pensar que los a
despoblado las grandes guerras que avido entre los naturales”53.
Murgia
La pequeña provincia de Murguia
[Murgia] está en lo alto de la sierra y tiene cinco o seis pueblos. Su gente y
lengua son distintos; vivaces, entendidos, son “grandes rescatadores”54
(comerciantes), por las salinas y las técnicas para hacer la sal: Robledo dice
“e aparejo de hazer sal”55. Las mujeres y los hombres se visten como
los de Quimbaya. Ellas llevan faldas –naguas- largas y ellos mantas. Tiene sus
ídolos, sacan oro y comen mucha carne tanto de caza como la de los enemigos. De
la Provincia de Murguia se pasa a la de Arma a través de la cordillera de la
Sierra Nevada; pero en ese paso hay un valle con un río grande en el medio. En
este Valle está la Provincia de Aburrá.
Aburrá
La gente de Aburrá es diferente de
todas las otras (se entiende de las otras provincias sometidas por Robledo).
Las casas y los trajes son distintos. Los hombres en lugar de cinturón para
sostener el maure, -Robledo dice cincho-, llevan “una madexa de hilo
colorado o blanco”56 y su pene lo llevan atado del prepucio hacia
arriba: Robledo dice: “y su natura cogida arriba asyda por el capillo”55.
No comen carne humana, son pobres porque tienen poco oro; pero son grandes
labradores, tiene mucha ropa (se entiende que son tejedores y cultivan el
algodón) “e mucho de comer ansy de carne como de frutas porque tienen grandes
arboledas y están en aquel valle ques muy ancho e viçioso”57. Son
beligerantes, tiene armas diferentes como la estólica o tiradera que impulsan “dardos
delgados” con gran fuerza.
Estas características de los
habitantes del valle de Aburrá, hechas por Robledo, no se
quedan solo en el sector del sur y deben extenderse a toda la geografía que hoy
abarca el valle. El conquistador sale de él por la “syerra adelante”, y se entiende
que salió por el norte y vio los demás pueblos de indígenas. Por ese sector,
río del Aburrá abajo, a veinte leguas llegó a la provincia de Amache
cuyos habitantes “son flecheros e tienen yerba, son de otra lengua”58.
Por ahí también encontró mucha tierra despoblada con caminos anchos, acequias
hechas a mano y ruinas de grandes pueblos.
Antioquia
La ciudad de Antioquia se fundó el 21 de noviembre
de 1541 en las “provyncias de Ebixico”.
Estas provincias ocupan un territorio de más de cuarenta leguas de largo y
ancho. Tienen otra lengua, son la gente más cruel de aquellas tierras, más carniceros
“e que más se comen unos a otros”59. La ciudad se hizo con la
cordillera detrás (Robledo se refiere a la cordillera occidental). En ella
nacen cuatro o cinco fuentes de agua que llegan a la ciudad. “En esta provincia
ay muchos géneros de frutas muy buenas e más que en Cartago ni Santana
[Ancerma]”60. Los indígenas tienen mucho oro que sacan de varias
minas y con él compran a los vecinos abastecimientos, para eso usan pesos y
medidas, “tienen gran contratación” -dice Robledo.
Los señores –caciques- van acompañados, no tanto
como los de Humbría y Cartago y usan maures y mantas y las mujeres llevan
las faldas –naguas- largas. Son “muy entendidos y avisados para ser indios”61.
Muy crecidos y de gran fuerza. No tienen ídolos pero si se emborrachan y hablan
con el diablo que lo tienen por señor. Esta observación incita a pensar que los
ebéjicos
habían construido un dios abstracto sin representación material. Por eso dice
Robledo que los ebéjicos eran “grandes “hecchiceros e myran en abusyones
[supersticiones] e cosas porque cuando ellos quieren que los xristianos no
pasen por algund camino ponen unas rayces […] hecho en ellas figuras […]
creyendo que pasando por allí nos avemos de morir o dexar de pasar”67
En una laguna cercana a la ciudad creían que en ella había una serpiente grande
con orejas y ojos, salía y les hablaba y para que no se enojase le echaban
comida. Robledo, de nuevo dice ser el demonio que se les aparecía, porque ellos
allí bañaban los caballos ante el asombro de los indígenas.
Vecinos de las provincias de los ebéjicos,
son otros indígenas de provincias muy pobladas, se llaman Penco, Ytuango, Jundabe, Brero,
Porruto, Corome y muchas otras. Están en tierra “rasa e otras en
montañas”, entre ríos, arroyos y quebradas llenas de pescado y jaibas. La tierra
tiene mucha cantidad de animales; entre perdices y conejos hay un puerco montés
“que tienen el onbligo sobre el espinazo”68. Esta fabulación de
Robledo delata que en su relación incluye su propia experiencia con los dichos
circulantes entre los conquistadores. Nombra también tigres, armadillos, osos
hormigueros y zarigüeyas que los indígenas llaman çevo64 (cevo).
En la laguna cercana a la ciudad, en una loma
cercana, dice Robleo que hizo poner una cruz: “hize entender a los indios que
no la avían de quitar porque aquella hera ynsynia de los xristianos y que la
tenyamos en gran veneración porque el que hizo todo el mundo e crió todas las
cosas dél nos la avía dado por señal e bandera para contra todas las cosas
malas e que ansy ellos la podían tener contra aquel diablo que se les apareçia
y que quando lo viesen que hizien aquella señal con la mano o con palos e que
luego huiría…”65
Robledo escribe que recién fundada la ciudad los
indígenas le tendieron una trampa al momento de pasar por un camino estrecho;
pero él lo esquivó y entró al valle haciendo un rodeo y encontró en la loma más
de diez mil hombres alrededor de la cruz “lo cual tovimos por milagro no avella
quitado porque ninguna cosa nuestra ellos veen que no la deshacen…”; queman las
casas donde han estado los españoles y destruyen lo hecho incluidas las cruces.
La anécdota de la cruz tiene especial significado
por mostrar las dos actitudes que se confrontas en la conquista. Los españoles
prohíben a los indígenas hablar con sus dioses; pero los llaman a hablar con la
cruz para que los saque de sus tradiciones. Este pasaje de la cruz en la loma a
su vez ilustra esa paradoja de la conquista, por la cual un puñado de soldados
españoles vence y somete un ejército de diez mil indígenas; dice Robledo: “En
este valle me tovieron los indios cercado tres días en los cuales tuve
guazabaras y escaramuzas con ellos donde ovo indio que acometió a dos españoles
e hirió al uno muy mal [con] armas arrojadizos […] con un mo(n)tante [espada de
palma tostada] […] hasta que estuve en lo alto […] e con los que allí yvan y
ansy los desbaratamos e hicimos huyr porque luego subimos los caballos e me fui
al asiento donde fundé la ciudad”66
Luego de fundada la ciudad hubo una alianza de los
indígenas de Pequy con los ebéjicos para echar a los españoles
de la tierra, pero fueron enfrentados por el alférez Álvaro de Mendoza y otros
a caballo “tovieron con ellos otra guaçabara e alançearon muchos dellos e a
otros hizieron despeñar [los indígenas] se retiraron e nunca más tovieron ánimo
de venyr de guerra e salieron luego de paz”67.
Esta dificultad, de tener los indígenas una actitud
indomable, hace que Robledo se la explique desde el tratamiento que él dice,
haberle dado a los indígenas, es decir, su método de conquista. Y se responde:
en el primer contacto que tuvieron con los españoles fueron saqueados y
tratados con extrema crueldad. Según se sabe –Robledo no lo dice- fue la
incursión de Badillo en 1538: “otros xristianos que avían pasado por la
provincia de Nori que avían quemado a
los Señores saliéndoles de paz sobre demandarles oro”68 Los caciques
le salieron de paz a Badillo y sus soldados. Pero por el afán y la ambición, los
torturó y los quemó vivos por negarse a entregar oro. Por eso dice Robledo que
a él le tocó trabajar el doble para someter al servicio de la corona los
indígenas de la zona de Antiochia.
Antioquia se ubicó a tres o cuatro leguas del río
Cauca, para llegar a él todo es cuesta abajo con valles muy poblados. Der la
otra banda “está una syerra muy alta la cual es las provincias de Nutabe y Brero ques donde me mataron tres xristianos”69 A quince
leguas de Antioquia, río abajo, hay un puente que atraviesa el río, hecho por
los indígenas Brera: “es de bexucos muy gruesos e torçidos unos con otros que
hacen unas maromas [nudos] gruesas como el cuerpo e tienen sus yngenyos con que
las estiran, tienen del un cavo del río y del otro casas en donde tienen çierta
guarnición para defender la puente…”70 Los Brera cobran peaje para
pasarlo, porque está hecho para comerciar y por allí el río es imposible
pasarlo a nado o con balsas. Robledo termina la ubicación de Antioquia haciéndola
vecina de las provincias de Nori, Guaca, y Buriticá enclvadas en
la sierra de Abibe.
Notas
1. Relación de Anzerma. En Tovar, Hermes. Relaciones y visitas a los Andes.
Siglo XVI. Colcultura. Bogotá 1993. Pág. 335.
2. 3. 4. 5. 6. Ídem. Pág. 336
7. 8. 9. 10. Ídem. Pág. 337
11. 12.13. 14. Ídem. Pág. 338
15. 16. 17. 18. Ídem. Pág. 339
19. Ídem. Pág. 339-40
20. 21. Ídem. Pág. 340
22. 23. 24. Ídem. Pág. 341
25. 26. 27. Ídem. Pág. 342
28. Ídem. Pág. 343.
29. Ídem. Pág. 344
30. Ídem. Pág. 343
31. 32. Ídem. Pág. 344
33. 34. Ídem. Pág. 345
35. 36. 37. Ídem. Pág. 346
38. 39. 40. Ídem. Pág. 347
41. Ídem. Pág. 348.
42. Ídem. Pág. 348.
43. 44. 45. 46. Ídem. Pág. 348
47. 48. 49. 50. 51. Ídem. Pág. 349
52. 53. 54. 55. Ídem. Pág. 350
56. Ídem. Pág. 351
57. Ídem. Pág. 350
58. 59. Ídem. Pág. 351
60. 61. Ídem. Pág. 352
62. 63. 64. Ídem. Pág. 353
65. Ídem. Pág. 354
66. 67. 68. Ídem. Pág. 356
69. 70. Ídem. Pág. 357
Imágenes:
indígena con su atuendo de oro en el
Museo del Oro Calima en Cali
Indígena en andas
Mujer Caribe por Charles E. Taylor (1888)