El miedo al comunismo en Colombia, promocionado por las familias poderosa incrustadas en la iglesia, las fuerzas armadas y en el estado, hoy tiene la forma de ser un fantasma para asustar niños. ¿Pero a quien asusta en la Colombia de hoy el fantasma del comunismo? A los colombianos que aún se mantienen en la minoría de edad intelectual. El modo de mentir para lograr la manipulación de los imaginarios y las conductas de las gentes es una flagrante consideración de infantilidad de los colombianos.
Hoy, por el repunte en la favorabilidad para ocupar la presidencia de la república 2022 – 2026 de Gustavo Petro, se le difama como comunista y un posible expropiador de bienes de los colombianos pudientes. Estas acusaciones no tienen fundamento, porque la génesis política e intelectual del candidato demuestran lo contrario y quienes persisten en ver comunismo en el candidato caen en la mentira estratégica para concitar el miedo de los colombianos que aún se mantienen en la minoría de edad intelectual.
Puede leerse en los acontecimientos sociopolíticos del siglo XX colombiano como el Movimiento 19 de abril (M19) nació en 1970, en respuesta al robo del triunfo electoral del general Gustavo Rojas Pinilla. Los partidarios del general construidos por las prácticas populistas de su gobierno dictatorial de 1953 a 1958 y por la presentación durante la década de los años sesenta de la fuerza política llamada Alianza Nacional Popular (ANAPO), lograron ser una alternativa política ante el bipartidismo liberal – conservador, monopolista del poder desde 1958. La frustración ocurrida en las elecciones de abril de 1970 generó el que los militantes más aguerridos de la ANAPO, organizaran otra guerrilla mas en Colombia. Esta guerrilla tuvo como fundamentos políticos el pensamiento nacionalista del general Rojas, levantado a lo largo de su carrera militar, y de corte profundamente anticomunista. Por eso liberales y conservadores antilaureanistas y anticomunistas, le facilitaron el golpe militar en 1953 para frenar el crecimiento de la guerrilla panideológica de los llanos, que en su última conferencia general había decidido marchar sobre Bogotá.
El gobierno dadivoso de Gustavo Rojas Pinilla creó una base social acostumbrada a recibir bienes de primera necesidad a bajo costo por parte del estado, esto ha permitido en la distancia catalogarlo como un gobierno populista, cumpliendo así con una de las características generales de todo populismo: darle al pueblo lo que pide para mantenerlo satisfecho en términos socioeconómicos. Así, el ideario del rojaspinillismo, base de la ANAPO, se matizó como un movimiento amplio, una alianza en la que tuvieron cabida todos menos los comunistas, para hacer un gobierno nacionalista, a la colombiana. En 1970 la guerrilla que se desprende del acontecimiento electoral del 19 de abril, le adiciona al ideario, el ingrediente de un socialismo a la colombiana, tal como lo hizo el general en el quinquenio de su gobierno.
Fue el M19 una guerrilla urbana, que se presentó como alternativa a la guerrilla comunista iniciada en Colombia en los primeros años de la década de los sesenta. Se percibe como la filiación político-ideológica de Gustavo Petro, no es comunista, ni socialista, ni liberal, ni conservadora, es nacionalista. Y puede decirse: un nacionalismo de corte populista.
Pero se sabe que el populismo ha sido utilizado igualmente por la derecha para conseguir perpetuar la dominación tradicional. El populismo de derecha promete continuar con la tradición bicentenaria: el país autoritario, violento y excluyente. El populismo de izquierda promete la inclusión, el consenso y la paz. El populismo tiene vigencia, porque es un recurso presente en la actividad política de la modernidad.
Los contradictores de Gustavo Petro llaman a sus propuestas y a su pensamiento, comunistas, y lo hacen para asustar o meter miedo en el electorado que lo está prefiriendo en el presente proceso electoral. Se recurre al sentimiento anticomunista sembrado por el rojaspinillismo de los años cincuenta y el anapismo de los años sesenta. Se profesa ese anticomunismo por la intensa propaganda de las familias poderosa enquistadas en el poder, más no por una comprensión del ese ideario. Se recurre a la mentira para manipular el imaginario y la conducta de los colombianos considerados presos de una infantilidad manipulable.
La alianza Pacto Histórico, busca el consenso político para presentarla como alternativa ante la tradición política del bipartidismo que ha privatizado la riqueza pública y condenado a la mayoría de los colombianos a vivir en el acoso de las necesidades insatisfechas. El consenso tiene la tarea de restaurar la justicia social y económica para romper la tradición de un poder que decide sobre la vida y la muerte de la gente aplazando o destruyendo la vigencia de las instituciones.
Colombia ha sido condenada a vivir en una violencia que permea todos los contenidos sociales. El estado la irradia por no operar en todo el territorio y dejarlo en manos de fuerzas paraestatales que ejercen una dictadura cruel. La familia cristiana tradicional ejerce violencia sobre sus miembros, excluye a los diferentes o los obliga permanecer por la fuerza en su seno. En la vida extramural, en la calle, en el espacio público, los excluidos de la economía, los desposeídos, ejercen la violencia del lumpen contra el transeúnte. Cobra vigencia la teoría alternativa sobre el poder acuñada por Michel Foucault llamada biopolítica y por la cual el poder del estado debe comprenderse como la decisión sobre quien vive y quien muere. Por eso es hora de un estado colombiano decidido por la vida.
Guillermo Aguirre
Abril de 2022
Imagen: caricatura de Udo Keppler 1896. El Populismo de William Jennings Bryan
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