Ser distinto
y pensar a su manera
Por Guillermo Aguirre González
La opinión es un ejercicio de libertad y es producto de ese
propósito de los grupos humanos de "conquistar el derecho que todo el
mundo tiene a ser diferente, a ser especial, a sentir, pensar y vivir cada uno
a su manera". Este derecho se radica a su vez en el instinto animal porque
se relaciona la libertad con el ser a su manera. Grossman concibe la libertad
como un instinto y por él interpretó lo que pasó en el mundo en la primera
mitad del siglo XX, como la adopción del totalitarismo. De paso, en un
diálogo de presos políticos en un gulag, se dice que Marx no valoró la libertad
y esta afirmación relaciona la concepción de la libertad como instinto y como
derecho inalienable.
Quedan planteadas dos concepciones de la libertad. Una como derecho
inalienable y la otra como un constructo social. Ambas tienen las mismas
consecuencias en el mundo; pero se diferencian en el origen. Lo inalienable en
el ser humano se funda en la naturaleza. La libertad es inalienable porque es
un derecho natural, un don natural. Estos pensamientos, del ámbito de la
filosofía, pasaron a la política y de ahí al mundo práctico. Desde el siglo
XVII, el mundo occidental, comenzó una lucha interna entre las clases sociales
y entre el viejo y el nuevo régimen, para adoptar por acuerdo los bienes inalienables
del ser humano y elevarlos a la condición de valores sociales. En otras
palabras, la creencia en la existencia de derechos naturales se transformó en
un acuerdo, o como lo nombró Rousseau, en un contrato social. De esta manera se
conquistó el derecho a la diferencia, a pensar y sentir cada uno a su manera.
La otra concepción, plantea la libertad como una construcción
social, y cada época de la humanidad ha tenido la suya. La sociedad moderna
adopta los derechos del hombre y el ciudadano, porque la acumulación de riqueza
con el método capitalista, exige declarar al ser humano practicante de todas
las libertades. Libertad de pensamiento, de movilidad, de empresa, libertad
religiosa y libertad de vender o no su fuerza de trabajo.
Esta concepción fue calificada de liberal por Marx. La teoría
marxista del ser humano y de la sociedad no tiene como base la libertad. Tiene
como base el trabajo. La producción de los medios de subsistencia hace que el
ser humano adopte formas de relacionarse y por tanto un tipo de libertad. De
esta manera la humanidad ha construido formas diversas de relacionarse,
dependiendo de las formas de producir los medios de subsistencia. Así la
historia de la humanidad tiene en su haber una libertad primitivista o tribal, una
libertad antigua (egipcia, griega, romana) en la que coexistían los libres con
los esclavos. Una libertad medieval con señores dominantes y siervos sometidos.
Un libertad moderna burguesa y capitalista, la misma que garantiza la
acumulación de la riqueza del mundo, en pocas manos.
Decir que Marx no valoró la liberad, que el mundo se debe
organizar en torno al derecho de conquistar la diferencia, el derecho a ser
distinto, a pensar a su manera, son proposiciones que lesionaron las políticas
del partido comunista soviético. La teoría social, la libertad, el ser humano,
deben pensarse según las directrices del partido y hacerlo de modo distinto es
declararse en disidencia y someterse al castigo, a la purga. Por eso Vida y
destino de Grossman fue una novela confiscada, censurada y no circuló en el
mundo ruso.
Medir el mundo a partir del concepto de libertad y luchar por
organizarlo en torno a este concepto, obliga a ubicar en un lugar común a todos
quienes quieren medir el mundo y organizarlo por la raza o por la economía.
Por eso Grossman construye la idea de totalitarismo para ubicar en él, los
regímenes que impiden la individualidad y el derecho a ser diferente. Son
totalitarios los nazis, los comunistas soviéticos, los cristianos y musulmanes
fundamentalistas. Es muy liberal abogar por la libertad per se, por un régimen
que garantice pensar y sentir distinto. Y es muy comunista, pensar en un
régimen que tenga como principio la prohibición de enriquecerse, de acumular y
acaparar los medios de subsistencia y condenar a la mayoría a la carencia de
todo incluida la vida.
Parece que los seres humanos están inmersos en un misterio. Si
adoptan la plena libertad, tendrán que sufrir la guerra por el monopolio de los
bienes y vender su fuerza de trabajo al mejor postor o quien pague lo que sea
por ella: se tienen todas las libertades incluida la de morirse de hambre. La
otra, si adoptan un régimen que garantice la subsistencia (salud, educación y
vivienda) deben sacrificar la libertad o parte de ella. No hay término medio.