El nacimiento
del sol nuevo y la Navidad
Por Guillermo Aguirre González
El cristianismo pasó a ser una religión legal en el
año 313, por el Edicto de Milán del emperador Constantino. Con esta
legalización y los primeros concilios canónicos, la iglesia comenzó un proceso
de montar fiestas religiosas cristianas sobre las fiestas paganas de los
romanos. Estas estuvieron claramente periodizadas por el calendario de Julio
César, llamado calendario juliano desde el año 46 antes de nuestra era o antes
de Cristo. El calendario juliano fue solar. Por eso las fiestas más especiales
fueron los solsticios de verano e invierno.
En el solsticio de invierno, los romanos celebraban
el nacimiento del sol nuevo (Natalis Solis Invicti) con las fiestas
saturnales. Estas tuvieron una duración de siete días y se ubicaban en los
últimos días de diciembre. Por las fiestas se aplazaban las guerras, los
negocios, se intercambiaba regalos y se encendían luces en todas las casas. Las
saturnales se celebraban en Roma desde el año 237 antes de la era cristiana se
hacían en nombre de Saturno, dios del campo y de las siembras. En estas fiestas
quienes más las disfrutaban, porque se hacían para ellos, fueron los esclavos,
pues terminaba el trabajo y entraba el descanso de fin de año.
Hacer fiesta o celebraciones en el solsticio de
invierno es un acontecimiento de culturas diversas con calendario solar, como
los egipcios, los mayas y los incas.
El cristianismo en su cometido de cristianizar a
los paganos, montó sobre la época de las saturninas, la efemérides del
nacimiento de Jesús Cristo. En un principio coexistieron, pero cuando la
iglesia tomó poder político, las fiestas paganas desaparecieron. Solo sobre
vivió la forma y las actividades: las luces, los regalos, el banquete, el descanso,
en general la fiesta.
A esta efemérides de la natividad de Jesús, se le
agrega el pesebre entre el siglo XII y el Siglo XIII de nuestra era. Lo hace el
italiano Francisco de Asís, quien luego será canonizado. En sus largas estadías
en el bosque, donde hablaba con la naturaleza, pues concebía a los animales sus
hermanos, celebraba la navidad haciendo una réplica en miniatura de la ciudad
de Belén, en tiempos del nacimiento de su dios Jesús.
Esta tradición la conserva el mundo occidental
cristiano. Celebra la víspera del nacimiento el veinticuatro de diciembre y la
hierofanía o la epifanía el día siguiente. Es el momento en el que llega o se
muestra lo sagrado. La navidad más que una conmemoración es la renovación, la
actualización ritual de lo sagrado. Por eso el pesebre popular es atemporal o
anacrónico. Se mezcla el presente con el pasado porque Jesús niño viene de
Belén a la urbe de hoy.
La navidad en este tiempo, no se reduce a la
epifanía de Jesús. Se dedica todo el mes de diciembre a muchas actividades con
periodicidad anual: Los balances, el cierre de actividades de instituciones y
organizaciones; el siete y ocho de diciembre dedicado a la virgen y el último
día del año para las nostalgias, premoniciones y la promesa de un cambio.
Por eso dice la canción de Lucy Figueroa: Llegó Diciembre con su alegría mes de
parrandas y animación. En que se baila de noche y día y es solo juergas y
diversión. Se hace natilla se hacen buñuelos, se dan regalos en caridad.
Engringolados chicos y abuelos hacen el árbol de navidad. El marranito que
había comprado desde Noviembre para engordar, ya de las patas bien amarrado y
vengan todos a chamuscar. Nube de globos el cielo llena, pólvora a chorro llena
también. Y algunos novios en nochebuena por chupar piña ni oyen ni ven. Ya
nació el niño ya tiene un diente ya siente ganas de caminar. Que traigan vino,
ron y aguardiente porque toditos quieren bailar. Toquen guabina después el
porro, luego un merengue cumbia al vaivén. Y que me toquen a mi un pasillo y un
bambuquito quiero también.
No hay comentarios:
Publicar un comentario