Ideología marxista de Artelista óleo sobre papel
Vivir como pez en el
agua, es saber moverse en el medio acuoso y tener el cuerpo adecuado. Un cuerpo
hidrodinámico. Esta imagen la tomo de una referencia que hizo Michel Foucault
sobre Carlos Marx. Dijo que Marx se movió intelectualmente en el siglo XIX como
pez en el agua. Imagino un Marx con un pensamiento pertrechado con todo ese bagaje
de culto a la ciencia, como medio y cuerpo, apropiado para ese siglo.
Marx cogió la
cultura por la historia. Elevó a un estado científico la historia, luego de una
crítica demoledora de la historia idealista de Hegel y de los filósofos
enciclopedistas e ilustrados. La historia después del marxismo tiene un cuerpo
apropiado para moverse en la cultura moderna. Tenemos una historia exacta
obediente del método, al menos hasta la segunda posguerra, momento en el que la
crítica ilustrada se trueca en crítica del discurso desde un plano lingüístico.
Esta crítica descentra la historia de la cultura occidental. Enfrenta la
historia de génesis científico-técnica de los europeos y sus conquistados, con
la historia de otros pueblos con una cultura de base mítica o mágica.
Ese cotejo hace concebir
la historia de varias maneras y es posible pensar que hubiésemos entrado en una
babelia respecto al tema, porque hoy el discurso de la historia tiene matices individuales.
Cada historiador maneja lo básico del método. Nombro: los archivos escritos,
orales, magnéticos; las huellas monumentales, el arte plástico, el arte
literario y los productos de la arqueología.
Ese básico, en manos
e imaginación del individuo historiador, adquiere un giro personal. El
sometimiento, de lo hallado en lo básico del método, a la crítica, produce un
discurso histórico con ribetes científicos. Se cumple con el mandato moderno de
enfrentar el mundo: Archivo – estadística – crítica – tesis histórico
científica. Pero debe advertirse que se está en el plano de lo cualitativo y por
eso, en el plano de la interpretación. Este mundo del imago de la
interpretación, de la comprensión, nos saca del culto del progreso moderno, de
la ciencia histórica exacta y verdadera y nos lanza al mundo movedizo del
sujeto particular. El mundo del nombre, de la palabra y de la percepción de ser
creadores indefinidos.
La crítica a la
modernidad ilustrada, a partir del primado de la lengua, de la lingüística,
hecho del siglo XX, produce una historia en libertad, plena de comprensión y
cualidades. Ya no es posible hablar de la historia sino de historias. Tantas
cuantos pueblos hallan. La historia universal, proyecto moderno, se ha
disuelto. Ese constructo se separó de la humanidad y se convirtió en una divinidad
extraterrestre y quien accediese a ella por medio del espíritu científico
adquiría derecho en su nombre a esclavizar los seres humanos.
La historia juzgará;
la historia me absolverá; la historia exige que quien no la comprenda tiene que
repetirla; la historia es sabia; la historia liberará la humanidad de la
opresión … Son sentencias construidas a partir de considerar la historia como algo
que comanda el devenir humano. Por eso, esta concepción de la historia ha
quedado en el haber cultural del poder moderno de derecha o de izquierda, hasta
hoy. Este fenómeno mental del ser humano moderno da pie a algunos aforismos así:
Desde algún lugar
metafísico, la historia universal comanda el destino humano. Es la raíz cristiana
de la modernidad en operación.
Los seres humanos
hacen la historia pero no son consientes de eso, no saben que la hacen. Es la
metafísica de los movimientos políticos redentores.
Los que no conocen
la historia están condenados a repetirla. Es el camino inexorable de la
humanidad, de tener que cumplir con los dictados de quien accede a la ciencia
de la historia y en el nombre de ella traza las conductas.
La crítica del
lenguaje, nos permite ver la facticidad del poder hablar, como la construcción
de un animal, por efecto de la acción físico mecánica de su cuerpo. El lenguaje
no es un don y tras él, el mundo metafísico de los dones (el trabajo, el verbo,
la historia, la razón, la ciencia, la religión y el etcétera de la cultura).
La crítica del
lenguaje deja concebir al ser humano en un transcurrir no acumulativo y por eso
mismo metido en alternativas de vida sin plan. Alternativas que son creaciones.
La crítica del lenguaje obliga a concebir el ser humano como un creador y no
como una criatura. Toda la cultura es un constructo incluido el mundo y la
realidad.
La lingüística y la
paleontología desde el alba del siglo XX, hallaron la condición básica para
concebir el ser humano: el lenguaje (producción de sonidos con el órgano de la
lengua. Lenguaje articulado). Cada pueblo organizó su lengua a través de su
existencia y relación con la materia. Construyó una imagen del tiempo y de sí
mismo, una cultura. Esas culturas tiene muchos universales, menos la historia.
Es universal la facultad del lenguaje pero no lo que se hace con él.
Vivo en una ciudad
de quinientos mil habitantes que tiene un Centro de Historia y escribo estas palabras
salientes de mi lenguaje callado, porque un político exalcalde de Bello,
escribió: Si los del Centro de Historia de Bello son historiadores yo soy
filósofo.
La historia no se
reduce al recuerdo de anécdotas y pasajes. No es sacar información de los
archivos y unirlas con alguna coherencia de tiempo y lugar. Por lo dicho atrás
la imagen de la historia que podemos elaborar está en el fundamento de la
cultura y según el tipo de acercamiento con ella, depende nuestra conducta para
los demás y con la humanidad.
Ser historiador o
ser filósofo, no ocurre por un autodecreto y menos por el embeleco de la
afición. El mundo que habitamos ha tenido desde siempre al aprendiz y al
consumado en todos los campos de la cultura, y en ellos se sufre del efecto Kruguer:
el necio habla con seguridad y el docto concede el beneficio de la duda.
Hola Guillermo. !Que inmensa alegría leer tu esclarecedor y magistral texto La historia de varias maneras¡. En repuesta al exalcalde Guillermo León Velásquez, haces un texto erudito y riguroso, como bien no lo han indicado nuestos colegas historiadores franceses.Me siento orgulloso de contarme entre tus lectores y amigos.Congratulaciones, con afecto, Manuel.
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