martes, 15 de diciembre de 2015

La historia de varias maneras

Ideología marxista de Artelista óleo sobre papel


Vivir como pez en el agua, es saber moverse en el medio acuoso y tener el cuerpo adecuado. Un cuerpo hidrodinámico. Esta imagen la tomo de una referencia que hizo Michel Foucault sobre Carlos Marx. Dijo que Marx se movió intelectualmente en el siglo XIX como pez en el agua. Imagino un Marx con un pensamiento pertrechado con todo ese bagaje de culto a la ciencia, como medio y cuerpo, apropiado para ese siglo.

Marx cogió la cultura por la historia. Elevó a un estado científico la historia, luego de una crítica demoledora de la historia idealista de Hegel y de los filósofos enciclopedistas e ilustrados. La historia después del marxismo tiene un cuerpo apropiado para moverse en la cultura moderna. Tenemos una historia exacta obediente del método, al menos hasta la segunda posguerra, momento en el que la crítica ilustrada se trueca en crítica del discurso desde un plano lingüístico. Esta crítica descentra la historia de la cultura occidental. Enfrenta la historia de génesis científico-técnica de los europeos y sus conquistados, con la historia de otros pueblos con una cultura de base mítica o mágica.

Ese cotejo hace concebir la historia de varias maneras y es posible pensar que hubiésemos entrado en una babelia respecto al tema, porque hoy el discurso de la historia tiene matices individuales. Cada historiador maneja lo básico del método. Nombro: los archivos escritos, orales, magnéticos; las huellas monumentales, el arte plástico, el arte literario y los productos de la arqueología.

Ese básico, en manos e imaginación del individuo historiador, adquiere un giro personal. El sometimiento, de lo hallado en lo básico del método, a la crítica, produce un discurso histórico con ribetes científicos. Se cumple con el mandato moderno de enfrentar el mundo: Archivo – estadística – crítica – tesis histórico científica. Pero debe advertirse que se está en el plano de lo cualitativo y por eso, en el plano de la interpretación. Este mundo del imago de la interpretación, de la comprensión, nos saca del culto del progreso moderno, de la ciencia histórica exacta y verdadera y nos lanza al mundo movedizo del sujeto particular. El mundo del nombre, de la palabra y de la percepción de ser creadores indefinidos.

La crítica a la modernidad ilustrada, a partir del primado de la lengua, de la lingüística, hecho del siglo XX, produce una historia en libertad, plena de comprensión y cualidades. Ya no es posible hablar de la historia sino de historias. Tantas cuantos pueblos hallan. La historia universal, proyecto moderno, se ha disuelto. Ese constructo se separó de la humanidad y se convirtió en una divinidad extraterrestre y quien accediese a ella por medio del espíritu científico adquiría derecho en su nombre a esclavizar los seres humanos.

La historia juzgará; la historia me absolverá; la historia exige que quien no la comprenda tiene que repetirla; la historia es sabia; la historia liberará la humanidad de la opresión … Son sentencias construidas a partir de considerar la historia como algo que comanda el devenir humano. Por eso, esta concepción de la historia ha quedado en el haber cultural del poder moderno de derecha o de izquierda, hasta hoy. Este fenómeno mental del ser humano moderno da pie a algunos aforismos así:

Desde algún lugar metafísico, la historia universal comanda el destino humano. Es la raíz cristiana de la modernidad en operación.

Los seres humanos hacen la historia pero no son consientes de eso, no saben que la hacen. Es la metafísica de los movimientos políticos redentores.

Los que no conocen la historia están condenados a repetirla. Es el camino inexorable de la humanidad, de tener que cumplir con los dictados de quien accede a la ciencia de la historia y en el nombre de ella traza las conductas.

La crítica del lenguaje, nos permite ver la facticidad del poder hablar, como la construcción de un animal, por efecto de la acción físico mecánica de su cuerpo. El lenguaje no es un don y tras él, el mundo metafísico de los dones (el trabajo, el verbo, la historia, la razón, la ciencia, la religión y el etcétera de la cultura).

La crítica del lenguaje deja concebir al ser humano en un transcurrir no acumulativo y por eso mismo metido en alternativas de vida sin plan. Alternativas que son creaciones. La crítica del lenguaje obliga a concebir el ser humano como un creador y no como una criatura. Toda la cultura es un constructo incluido el mundo y la realidad.

La lingüística y la paleontología desde el alba del siglo XX, hallaron la condición básica para concebir el ser humano: el lenguaje (producción de sonidos con el órgano de la lengua. Lenguaje articulado). Cada pueblo organizó su lengua a través de su existencia y relación con la materia. Construyó una imagen del tiempo y de sí mismo, una cultura. Esas culturas tiene muchos universales, menos la historia. Es universal la facultad del lenguaje pero no lo que se hace con él.

Vivo en una ciudad de quinientos mil habitantes que tiene un Centro de Historia y escribo estas palabras salientes de mi lenguaje callado, porque un político exalcalde de Bello, escribió: Si los del Centro de Historia de Bello son historiadores yo soy filósofo.

La historia no se reduce al recuerdo de anécdotas y pasajes. No es sacar información de los archivos y unirlas con alguna coherencia de tiempo y lugar. Por lo dicho atrás la imagen de la historia que podemos elaborar está en el fundamento de la cultura y según el tipo de acercamiento con ella, depende nuestra conducta para los demás y con la humanidad.

Ser historiador o ser filósofo, no ocurre por un autodecreto y menos por el embeleco de la afición. El mundo que habitamos ha tenido desde siempre al aprendiz y al consumado en todos los campos de la cultura, y en ellos se sufre del efecto Kruguer: el necio habla con seguridad y el docto concede el beneficio de la duda.

1 comentario:

  1. Hola Guillermo. !Que inmensa alegría leer tu esclarecedor y magistral texto La historia de varias maneras¡. En repuesta al exalcalde Guillermo León Velásquez, haces un texto erudito y riguroso, como bien no lo han indicado nuestos colegas historiadores franceses.Me siento orgulloso de contarme entre tus lectores y amigos.Congratulaciones, con afecto, Manuel.

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