jueves, 2 de marzo de 2017

Cien años de izquierda en Colombia

Después de la revolución de octubre llegó Silvestre Savitsnki a los cafés de Bogotá a promocionar la fundación de un partido comunista en Colombia. Bogotá 1925 Tomada del blog Los desvelados

Noticias de los opinaderos o mentideros sin respaldo alguno en fuentes, salvo el “dicen por ahí”, informan que en las próximas elecciones presidenciales en Colombia se tendrá la derecha unida alrededor del Centro Democrático contra todos los defensores de los acuerdos de paz apostados en un frente político. El prurito, rasquiña o consigna será acabar con la corrupción. Pero más allá de este ideal de todos los colombianos, están los modelos de gobierno posibles visualizados por ambos contendores. La derecha unida sabe que el gobierno de un posible Frente prodefensa de los acuerdos de paz, perseguirá a los corruptos que han usufructuado el poder desde la fundación de la república y gobernará para extender la justicia socioeconómica. En otras palabras le pondrá coto a las ganancias exorbitantes de los capitalistas criollos.

Ese escenario posible, para que no ocurra, es tergiversado y atacado con calumnias. Dicen que un triunfo de ese frente llevaría a la república a una situación como la venezolana; por eso se compara a Petro o a Robledo o a Piedad Córdoba, o a De la Calle o a Clara y Claudia López, con Chávez o Maduro.

Los opositores a la derecha unida alrededor del Centro democrático, visualizan un gobierno de esa unión como destructor de los acuerdos de paz, para enturbiar el ambiente nacional y volver a la guerra, la misma que le da sustento y fundamento a su ser: defensa de las ganancias exorbitantes del capital, a costa de las necesidades insatisfechas de la gran mayoría.

El poner como imagen del futuro político colombiano la situación venezolana, es un ejercicio maquiavélico. Colombia no llegará allá porque no tiene unas fuerzas armadas deliberantes, con capacidad de apoyar un frente de izquierda; o además, la izquierda colombiana no se pone de acuerdo ni para una fiesta, como lo ha demostrado su historia de desunión y disidencias, desde el alba del siglo XX. Un gobierno de un frente político defensor de los acuerdos de paz, si ocurre, deberá garantizar un capitalismo humanizado para tener contentos a todos y evitar los extremos.

La vigencia de la oposición política izquierda-derecha
Referir la política, es entrar en el mundo de lo provisional, de lo indefinido y sujeto al debate permanente. Existe la ciencia política, la teoría política, la filosofía política, el pensamiento político, campos de la cultura, en peramente construcción y por eso mismo permiten el apoyo de discursos, textos o pronunciamientos. Hay unas ideas generales que pueden ser comunes a esos campos nombrados y son las que se refieren a la verdad (relación legítima para toda la cultura). La política y la verdad, profundizan la indefinición, pues, la concepción de la verdad, por fuera de los absolutos dogmáticos, hay que asumirla como provisional.

El objeto de estudio de la política, en sus campos nombrados, son los contenidos sociales, sujetos al devenir histórico y el desarrollo del pensamiento, y este desarrollo tiene como base la provisionalidad de la verdad, de la percepción de la realidad. Así cuando se habla de la política colombiana se debe referir a las convicciones cambiantes de la sociedad. La puesta en la opinión pública de formas de pensar la realidad, por los medios de comunicación o por movimientos políticos, hacen que los colombianos apoyen opciones políticas, que luego en el poder gobiernan contra los intereses de los electores. Son los casos de las leyes de flexibilidad laboral, la ley 100, las que han aumentado la edad de jubilación, y muchas otras.

En este orden, la percepción que tiene los colombianos, de la dinámica política del país como la confrontación entre izquierda y derecha, es legítima, aunque sea una verdad provisional. Esto ocurre porque la opinión gobierna el imaginario político, una opinión que ha devenido a reemplazar la oposición liberales – conservadores, por la oposición clase política dominante versus clases populares.

Y esta es una verdad provisional, porque los campos de la cultura que se refieren a la política, han construido sobre nuestro tiempo otras verdades, sobre otras realidades. Ejemplo: la cuasi muerte de los partidos tradicionales en Colombia, dejó expuesta la construcción de movimientos o frentes políticos, con grupos de distintos idearios. Práctica llamada pluripartidismo, con el fin principal del reparto burocrático, aunque promocionen divisas justicialistas. Este pluripartidismo lleva incluida la sentencia de muerte de las ideologías incluida izquierdas y derechas. Pero según lo dicho, también es una verdad provisional que mueve las conductas.

Cien años después y sigue atomizada
La izquierda colombiana quiere ser protagonista, quiere gobernar el país y cada feudo o sector que la compone sueña con una izquierda unida en el poder, para realizar un gobierno justicialista o en otras palabras, democratizar los bienes terrenales de la humanidad colombiana. Eso no más, porque el pensamiento y la filosofía que arrulló la cuna de la izquierda, ya no es vigente. La directriz de emplear todos los métodos de lucha para llegar al poder se han reducido drásticamente a la sola lucha electoral.

Esa reducción de las formas de lucha, en esos años noventa del siglo veinte, pasado, permitió decir, desde los más altos podios, que había ocurrido la muerte de las ideologías políticas, así como Nietzsche dijo: dios ha muerto, allá en la segunda mitad del decimonónico. Muerte de las ideologías, situación que fue una consecuencia de la coexistencia pacífica de los dos imperios (oriente comunista y occidente capitalista) y sus correspondientes ideologías marxista y capitalista. El análisis, fue hasta decir, que el mundo había entrado en una etapa posmoderna, en la que los grandes relatos sustentadores de la imaginación, habían perdido su vigencia y eran reemplazados por los mensajes planetarizados de los medios masivos de comunicación.

Los grandes relatos: uno, la racionalidad acumulativa que garantizaba bienestar y progreso permanente por efecto de la ciencia y la tecnología. Otro, la promesa de la redención de la humanidad por la resolución de la lucha de clases, a favor de la justicia social y la construcción de una sociedad sin diferencia económica y definitivamente feliz.

Las dos guerras mundiales y su correspondiente consumo cruel de vidas humanas, tumbaron el mito del desarrollo y el progreso permanente: el ser humano no ha progresado en su ética y moral. Sigue siendo un animal ambicioso, acumulador de riqueza a costa del hambre de los demás.

La construcción de los grandes sistemas marxistas, asesinó la cultura ancestral de los pueblos bajo su dominio, con la promesa de un hombre nuevo. Ni lo uno ni lo otro. Terminaron construyendo unos regímenes, para rendirle culto a la personalidad y seguir el sometimiento de los seres humanos a los dictados de camarillas, muchas veces familiares, y la negación de las más elementales libertades.

La crítica y la propuesta quedaron en proclamar la muerte de las ideologías y necesidad de una acción política que recurra a la voluntad, a la conciencia, a la sensibilidad por los demás, a convencer al dueño de la riqueza de la necesidad de darle un rostro humano al capital.

La acción política, de la izquierda hoy, tiene el signo de la pluralidad y el multipartidismo. Es lo que debe hacer la izquierda colombiana. Luchar por una sociedad culta en su voluntad, conciencia y sensibilidad política. Si se equivoca y trata de revivir todos los métodos de lucha, resulta repotenciando la derecha, el capitalismo cruel. Un gobierno de izquierda que no respete la tasa de ganancia del capital, será sometido al desabasto por los dueños de la riqueza, así ocurre en Venezuela, así ocurrió en Chile.

La izquierda colombiana si quiere ser protagonista, si quiere gobernar el país, debe dejar su conciencia de feudo, dejar esas convicciones de tener la solución a la crisis ética del país, guardada en sus surcos. Hace cien años la izquierda entró a Colombia, es hora de que se haga unidad de acción, plural, multipartidista y multicolor.

La edad de la acumulación
Un sentimiento de orfandad viene al pensamiento cuando se intuye la larga vida del capitalismo y se lee un grafiti por el estilo “capitalismo tus milenios están contados”, grafiti que parodia el dicho tradicional “ese mal tiene los días contados”. Y hay orfandad porque el capitalismo no resiste ningún análisis como sistema protector de la humanidad. El capital de Marx y Economía y sociedad de Max Weber, son dos obras que desnudan la avaricia del sistema capitalista y los capitalistas. Las bondades son mínimas, comparadas con la gran cantidad de perjuicios.

La libre empresa, la competencia, trajeron suficientes recursos para enfrentar las necesidades de la población en crecimiento. En 1798, Thomas Robert Malthus, en su teoría de la población, dedujo que en la tierra, la población se estancaría por no haber los suficientes alimentos. Estos crecen a un ritmo aritmético, y los humanos crecen a uno geométrico. Pero ese maltusianismo fue derrotado por la libre empresa y la competencia, actitudes económicas potenciadoras de la innovación técnica y tecnológica.

Esta es una de las bondades del capitalismo. Otra, el enriquecimiento del concepto y la práctica de la libertad. La reivindicación del individuo, el volcamiento de la cultura hacia el derecho y garantías del hombre y el ciudadano, y luego los llamados derechos humanos, dejó expuesta la vocación de la edad moderna capitalista de rendirle culto a la libertad per se.

Pero el orden social, montado sobre la acumulación de riqueza y capital, orden moderno vigente en el mundo, deja como secuela la traición–tergiversación de sus propios principios. El individuo es masificado y su libertad es coaccionada por la riqueza acumulada en unas pocas manos. Cada vez el rico será más rico y el pobre más pobre. Esta consecuencia se trata de paliar con el intervencionismo de Estado en la economía; pero el Estado en manos de los dueños del capital, hacen inocuo el intervencionismo. Y si el socialismo del siglo XXI, pretende romper la cadena capitalista, su mismo principio de utilización electoral, se tendrá que enfrentar a una economía en manos del capitalismo y tendrá que abdicar el intervencionismo.

El análisis marxista, desde el decimonónico siglo, dejó trazado el camino político para superar el socialismo utópico y aterrizarlo, al convertirlo en científico. Este, para poder ser y hacerlo real es obligante emplear en la lucha político partidista todas las formas de lucha, es decir el socialismo científico vendrá luego de la revolución proletaria.

Max Weber, que pudo observar la sociedad capitalista en el siglo XX, promocionó la inutilidad de la revolución, porque la libertad y la igualdad económica pueden lograrse por la creciente burocratización y estratificación de la población, que trae la distribución de recursos, según las capacidades o méritos.

Queda expuesta la táctica del debate electoral, la lucha electoral por el control del Estado para desde él pactar con los dueños de capital, la democratización de los recursos. Se hace vigente luego, la concertación, el pacto, el acuerdo, la convención; y estas son las actitudes a tomar en un momento constitucional.

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