Autorretrato con esposa de Max Slevogt. Impresionismo alemán 1904
La Viena de 1913 abriga un hombre deslumbrado por la tecnología y
la ciencia. Ese hombre expresa con su vida y comportamiento el sentir de la
parte occidental del mundo. Es un sentir centrado en la capital cultural de la
época. Allí se organizó y se produjo la obra del Círculo de Viena en 1920. La Viena,
capital del imperio Austrohúngaro, en los primeros años del siglo XX, tuvo un
grupo de pensadores y escritores, radicados en la universidad. El grupo dirigió
todo su interés intelectual, al problema de la ciencia y su método, decantado
en el tema de la lógica científica. La escuela filosófica de Viena elevó la
racionalidad científica a la condición de verdad irrebatible y señaló a las
disciplinas que no asumen ese método como faltas de rigor y por consiguiente de
cientificidad.
Ese hombre deslumbrado por la tecnología y la ciencia, abandona el
mundo seguro de los padres, la familia y la religión, mundo, que denomina el
narrador, del hombre con atributos, y se dedica a darse un mundo controlado por
la tecnociencia; pero ese mundo está en construcción y para ser asumido es
necesario abandonar los atributos y quedar despejado y vacío y dispuesto a ser
llenado por los bienes de la modernidad: la ciencia y la tecnología, que no
necesitan un ser humano con moralidad tradicional, sino uno en permanente
revolución espiritual y material, tal como funciona la ciencia.
Ese hombre deslumbrado se llama Ulrich. Creció con Clarisse y
Walter. El trio ya adulto esgrime sus profesiones. Walter es un artista, toca
admirablemente el piano y pinta sobre lienzos con los estilos revolucionarios
de la época: Impresionismo y expresionismo. Ella ama la música, toca el piano y
pinta, pero dice no poder llegar a la perfección lograda por su esposo Walter.
Ulrich ha dejado atrás la cultura y la educación que sus padres le dieron y ha
abrazado la obra de Nietzsche y las matemáticas. Desde ahí le habla de manera
seductora a Clarisse y llena de celos a Walter. En el encuentro de los tres
amigos de infancia, hablan y se miran con sentimientos opuestos de amor y celos
y extasiados por la bella interpretación que hace Walter del Himno de la
Alegría de Beethoven.
El narrador, voz atrevida que irrespeta la verosimilitud o la
fuerza, dice que a Ulrich, la filosofía nietzscheana le quitó los atributos y
de esa transformación de su amigo se entera Walter, quien vive en matrimonio
con Clarisse. Walter hombre lleno, pleno, sin dudas, le advierte a su esposa
sobre los peligros de la personalidad del amigo común, porque ha caído en la
nada y solo le queda la palabra seductora y bien articulada del sofista.
La voz que habla, narra, lo sabe todo, le da cuerpo a la novela de
Robert Musil. La voz interrumpe el diálogo de los personajes para ayudarles a
expresarse o para contextualizar sus dominios político-económicos. Avanzada la
novela y su argumentación, se percibe la tendencia objeto de la obra: Mostrar
lo que los austrohúngaros tenían en la cabeza, sus ideas, la intelectualidad,
los prejuicios, las convicciones, los miedos y la furia. El poder
político-económico sirve de fondo y base material de esos contenidos del imperio
vienes.
Un Crimen atroz, morbosamente narrado, es introducido abruptamente
por la voz que habla, para luego mostrar a Ulrich como salvador del asesino,
por haber detectado con sus conocimientos lógicos, matemáticos y psicológicos,
la inocencia del criminal. Ocurre el crimen, el juicio y la entrada de Ulrich a
los espacios de la nobleza feudal dominante, ayudada por la burguesía
todopoderosa. Allí Ulrich pide clemencia y le es concedida. Sus conocimientos
de sicología han justificado el crimen atroz y decide la libertad, en justicia,
inspirada en la ciencia. Una ciencia que no está en la clase dominante
austrohúngara. Ulrich ha sido entronizado en la corte por su padre que le dice
ser esa, parte de la herencia. Encuentra en palacio los promotores de un
proyecto político de culto a la patria y a los valores religiosos e imperiales,
expresados en la máxima, vivir el espíritu universal. El proyecto tiene el
nombre de “la acción paralela” y se dirige a desterrar el materialismo, la
sicología, el sensualismo, ideologías que amenazan los atributos del ser
alemán, tal como lo escribió Fichte en su Discurso al a Nación Alemana.
El narrador da muestras de suplantar el papel de los personajes al
inducir el lector. Le dice como concebir y qué quiere decir el personaje. Es el
caso de Diotima la prima de Ulrich. Es una hermosa mujer cortesana, que se
relaciona con las más altas esferas del poder imperial. Ella ha interpretado el
deseo de su esposo, alto dignatario del imperio, de desarrollar el proyecto
patriótico.
Diotima y Ulrich, son familia que han escalado en la corte
imperial y hacen parte del fenómeno clasista de la época, alborada del siglo
XX: la burguesía austriaca se quiere ennoblecer. Los primos son hijos de
comerciantes y han tenido acceso a una educación para garantizar la acumulación
de capital. Son alfabetos en la ciencia y la tecnología; pero el deseo de
ennoblecerse les hace dudar de los beneficios culturales de esas novedades
modernas y quieren mezclar sus contenidos mentales, “su alma” con el sentimiento
patriótico, con el proyecto patriótico, llamado en palacio “acción paralela”.
Al alma práctica, pragmática, sensualista y tecnocientífica se le debe dar un
sentido ideológico nacionalista.
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