La ciudad, la familia y el campo. Mural de Jorge Cárdenas 1982
Formar el acontecimiento con la información recabada del medio,
obliga dar unos pasos más para entrar en el redil del historiador y dejar el
momento periodístico como el registro del presente, dice Jean Lacouture1.
Entrar en la esfera de la historia, es decir entrar en el plano de la
disciplina y acatár las reglas para producir conocimiento. Así se hace historia
del presente. Hay ejemplos memorables: Marx, El dieciocho brumario de Luis
Bonaparte. Heródoto, Los nueve libros de la historia. Trotsky, Historia de la
revolución rusa. José Manuel Restrepo, Historia de la revolución de la
república de Colombia.
La identidad de estas obras está en el haber sido concebidas y
realizadas con información del presente vivido por sus autores; información que
se trató como insumo para producir conocimiento histórico. Es un reto hoy
sopesar el logro o no de ese conocimiento; pero sí son fuente de información
para hace la historia universal o la historia de Colombia.
El género está legitimado. Tiene como base la formación del
acontecimiento. Se puede hacer un ejercicio, con información extraída de hechos
del hoy colombiano para construir historia del presente. Se dice así: Colombia
está escindida entre una sociedad del enunciado escrito y otra, práctica, que
niega los enunciados fundantes de la república democrática.
La del enunciado escrito es una sociedad de papel. Existe en los
textos de las constituciones y proclama las plenas libertades modernas. Se
define como una sociedad laica de derecho positivo. Pero la sociedad real y
práctica tiene una sociabilidad basada en la vigencia de valores coloniales y
clericales.
Esta escisión de la sociedad colombiana ha salido de la penumbra y
se ha manifestado con crudeza por el Acuerdo de paz en curso que está aplicando
la constitución. La letra ha salido del papel y se está materializando en la
efectividad del derecho. El enfoque de género impulsado por la ONU y esbozado
en la constitución colombiana de 1991, ha llevado a garantizar el derecho de
las minorías y hacer realidad la adopción de niños por los nuevos tipos de
familia, entre ellas, la monoparental y la homoparental de ambos sexos. Esta
materialización del laicismo generó la reacción de la sociabilidad basada en la
vigencia de valores coloniales.
Se registra el recurso a la mentira, para explotar la falta de
educación de los colombianos, respecto a la adopción, porque la experiencia
muestra que no hay diferencia conductual entre los niños educados por familias de
un mismo sexo o por solteros, separados o viudos. El querer llevar la decisión
a un plebiscito, se lee como la imposición de la mayoría católica a las
aspiraciones de una minoría y es muestra del fundamentalismo católico y de las
sectas religiosas1.1.
La construcción de una legislación desprendida de los credos
religiosos no fue fácil. La primera lucha la dio Moreno y Escandón en 1760
cuando cambió en el plan de estudios la religión, por el estudio de la historia
de la religión, convencido de que la biblia antes que dogma era un registro de
acontecimientos históricos. La segunda la hizo Santander en 1823, cuando sacó
de los estudios de derecho a Balmes y puso a Jeremías Bentham: pasó del derecho
de inspiración divina a la inspiración por interés y el placer. Luego otras
luchas como el cierre de conventos para convertir sus claustros en escuelas,
motivó y originó la Guerra de los Supremos en 1839. Tomás Cipriano de Mosquera
interpretó el sentimiento capitalista de liberales y conservadores en 1863, por
eso, ambos partidos aceptaron quitarle la tierra a los muertos y dársela a los
vivos. Ese hecho se llamó desamortización y fue un acto laico contra las
finanzas del clero. Por todo el periodo de la Colombia federal, llamado el
Olimpo Radical, se impuso una concepción del estado y de la sociedad de supremacía
civil sobre los credos religiosos. El orden fue completamente laico y los
distintos gobiernos ejercieron un patronato sobre la iglesia.
La experiencia del octtocento
político colombiano generó una reacción de la sociabilidad basada en la vigencia
de valores coloniales, solemnizada en la constitución de 1886. El estado
colombiano acepta ser tutelado por el clero y el derecho volvió a ser de
inspiración divina; pero la modernidad capitalista y burguesa rompió ese
obstáculo y ahora exige dejar la tradición, cambiarla por el hedonismo
utilitarista del consumidor.
El Estado Social de Derecho proclamado en 1991, reivindica el
derecho de vida y expresión de las minorías culturales y étnicas. Garantiza la
libertad de cultos; pero esa modernidad de papel no ha llegado a imponerse y
cambiar la sociabilidad colonial por una sociabilidad laica con primacía del
respeto del otro. Sin este cambio la mayoría cristiana impone su visión del
mundo a las minorías.
El acontecimiento de la escisión de la sociedad, ubicado en el
tiempo y en el espacio, se impone por su influencia en la política colombiana
fundada en la falta de educación de la población. Para dejar la escisión, se necesita
que la educación permita al individuo llevar a la vida práctica las normas y
enunciados del papel carta de la constitución. Si no hay educación para el
ejercicio político, el sujeto colombiano toma las decisiones políticas desde la
sociabilidad colonial.
La práctica política hoy en Colombia está en lucha entre lo nuevo
y o viejo. Entre el país clerical y el país de la libertad. Se lee en los
hechos registrados por los medios de comunicación: El partido Centro Democrático
realizó una convención en la que se programó una coalición del viejo país
tradicional contra el proceso de paz, y terciar en las elecciones
presidenciales del 2018. La convención se reunió en la sede de una iglesia
protestante cristiana. El jefe del partido Álvaro Uribe Vélez dijo “que los
creyentes tendrán un rol importante en la estrategia electoral”2, y
trabajaremos con todos ellos para la defensa de la familia, la vida y la
intimidad; hacer que la educación no esté exenta de ideología. En el
acontecimiento presente, para este partido, hay familia cuando es nuclear, dice
defender la vida porque piensa en la prohibición del aborto y señala una
educación controlada por la religión cristiana, sea católica o protestante.
El Acuerdo de paz se impone como
hecho revelador. Se lee en los medios periódicos que los enemigos de la paz quieren
volver a la Constitución de 1886, que se ofenden cuando se reitera el principio
universal de la prevalencia del interés general sobre el particular,
establecido constitucionalmente desde 19363. Estos pilares de la
sociedad liberal se están condenando como socialistas y se extrema hasta estigmatizar
un funcionario del estado por expresar en público su ateísmo4.
El Acuerdo saca la letra del
papel y la hace práctica. Se registran reformas necesarias, en el caso del
ordenamiento electoral; pero la costumbre inscrita en la sociabilidad colonial
hizo que los partidos que han usufructuado el estado, se unieran para enfrentar
la reforma, porque no quieren rendir cuentas5.
La sociedad escindida y un
Acuerdo que pretende abolir la escisión para darle efectividad y vida a la
letra, es el acontecimiento que marca el presente y la lucha entre lo viejo y
lo nuevo; la lucha entre el clericalismo y el liberalismo. Las contradicciones del
octtocento, no se han resuelto.
1. Lacuture,
Jean. La historia inmediata. En Le Goff, Jacques; Roger Chartier; Jacques Reve
(1988). La nueva historia. Mensajero.
1.1. Uprimny,
Rodrigo. ¿Congresistas o notarios? El Espectador online. 6 Mayo 2017. Bogotá
2. La
cruzada que Ordóñez le propuso al Centro Democrático. Revista Semana online. 5
de mayo de 2017. Bogotá.
3. Bejarano
Guzmán, Ramiro. La nueva cruzada del fascismo criollo. El Espectador online. 6
Mayo 2017. Bogotá.
4. Botero, Jorge
Humberto. ¡Vade retro, Satanás! Revista Semana online. Mayo 5 de 2017. Bogotá.
5. Duzán, María
Jimena. Falsos demócratas. Revista Semana online. Mayo 5 de 2017 Bogotá.
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