La utilización de la crueldad para obtener el poder del Estado, se transforma en la modernidad. En esta época se llama a utilizar la virtud, entendida como la capacidad de liderazgo para convencer al elector de estar ante un ser humano líder, justo, libertario y respetuoso de la vida. La crueldad se trueca en virtud. La modernidad trajo otras transformaciones revolucionarias. Hizo del sujeto un individuo que dejó atrás el sujeto colectivizado y comunitarista. Se introyectó el control social, contra el control basado en la fuerza y la violencia del cuerpo.
La virtud política del gobernante y el gobernado, entró a ser la base del orden social, de la justicia y la libertad. El volcamiento de la cultura sobre el individuo responsable de su conducta, y el cambio del castigo del cuerpo del infractor por la privación de los derechos o el castigo subjetivo, son el contenido de la proclama de los fundamentos del poder del Estado moderno. Pero la proclama está en su lugar, en la plaza pública, en la opinión pública, en las aulas de la escuela. La virtud se hace pública; pero el ejercicio del poder del Estado sigue los viejos códigos y métodos declarados por Maquiavelo en el alba de la modernidad y rastreados en toda la historia de la humanidad disponible en 1570. Dice este pionero de la ciencia política que el poder del Estado pareciera tener una lógica propia e independiente de la virtud. Cuando el poder se hereda o se delega se convierte en fugaz; pero cuando se conquista y se destruye un pueblo para darle el orden del conquistador, el poder del Estado resultante permanece. Es como construir sobre la tierra arrasada, un orden nuevo absolutamente controlado. Se dice en El Príncipe: No se puede, pues, atribuir a la fortuna o a la virtud lo que se consiguió sin la ayuda de una ni de la otra.
A esta forma teórica se le está dando vigencia en Colombia. Se está arrasando con la república liberal, para refundar el autoritarismo patriótico de las primeras décadas del siglo XIX. Se busca un orden social de base monetaria, en el que los ciudadanos, profundamente individualizados, se enfrenten cotidianamente, en una lucha sórdida por sobreaguar en un mar de desigualdad y violencia. La supremacía del individuo egoísta deshistorizado, está llevando a sorber con ansiedad el discurso inscrito en la virtud de plaza pública, de los políticos especializados.
Hemos escuchado y visto en este año electoral del 2018 a los políticos posar de líderes humanizados, justos, libertarios y respetuosos de la vida, con discursos que hurgaron en el sentimiento popular, el imaginario de la virtud política; dijeron lo que la gente quiere oír: rebaja de impuestos, aumento del salario, trabajo para todos, educación gratuita en todos los niveles y el logro definitivo de una paz longeva. La escena montada en parques, plazas, radio y televisión, fue el espectáculo de hombres y mujeres absortos en el ideal de un país cercano a la felicidad generalizada. Promesa repetida en el tiempo y repetidamente traicionada, porque el político especializado sabe de la memoria fugaz de los individuos egolatrizados, que periódicamente olvidan la traición. Una vez conquistado el poder del Estado, dan otro paso en hacer real la destrucción de las pocas conquistas del orden republicano liberal. Orden que llegó al mundo de los humanos para quitarle los cuerpos a los poderosos y evitar seguir siendo objeto de satisfacción de la insaciable sed de poder de los acumuladores de riqueza. La inviolabilidad del derecho a la vida, la libre movilidad, la liberad de palabra y obra, libertad de creencia y la autoridad personal sobre el propio cuerpo, son conquistas hoy amenazadas o cercenadas. A partir de esa tierra arrasada los virtuosos de plaza pública, quieren construir el orden de utilidad para el rendimiento capitalista. Este orden nuevo será indestructible y perenne, como lo observó Maquiavelo en las épocas pasadas estudiadas. Destruida la república liberal, ocupa su lugar un orden social en el que la inmensa mayoría de colombianos entra a engrosar el ejército de reserva de mano de obra, lumpenizado por efecto de ser individuos egolatrizados. Esta última es una imagen tomada del pensamiento de Marx, expuesto en el siglo XIX pero con plena vigencia.
En este ejército de reserva de mano de obra, el señor capital, que ha cooptado el poder del Estado, toma lo que quiere al precio que quiere. Y dentro de este ejército de reserva los seres humanos se hacen rapiña en lo poco que tienen “los hombres ofenden por miedo o por odio”.
Sabemos que la república liberal también fue destruida por el proyecto social marxista, ejemplos: Rusia 1917, China 1945, Cuba 1959, Chile 1970, entre otros. Destrucción programada y sustentada desde la filosofía, la política y la historia; pero no dio resultado el nuevo orden; cumplió medianamente con los hallazgos de Maquiavelo, de destruir un orden para crear desde la nada otro perenne. En su lugar quedaron unos órdenes en hibridación, en los que sufre la libertad socialmente concebida.
Una paradoja pues se presenta con la república liberal. Ella sacó el sujeto del orden feudal-medieval y lo convirtió en individuo libre y autónomo con el derecho a estar bajo un Estado protector y garante. En este periodo de modernidad cuatro veces centenaria, se presenta la insoportabilidad de esa república. La democracia base de su ideario y operatividad le es insostenible por el desarrollo de la autonomía de sus sujetos. La república liberal quiere recoger sus principios, olvidarlos y en su lugar construir la negación.
Este año electoral del 2018 de los colombianos, mostró una vez más, la vigencia de las observaciones de Maquiavelo. La virtud política es de pacotilla, de pantalla, es una proclama de plaza pública. La república liberal con separación de poderes empieza a morir para satisfacción de los dueños de la riqueza. Ahora se perfecciona más los métodos de ampliar la masa de reserva o ejército de reserva, la misma que se mata entre ella o se ofende por miedo o por odio.
Armando Villegas. Guerrero con aves. Óleo sobre lienzo 2012
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