La noticia sobre un
periodista árabe descuartizado en el consulado de su país en la ciudad de
Estambul, me produjo una solidaridad radical con los practicantes de esa
profesión básica para la sociedad moderna. El cálculo y el diseño del crimen realizado
por el estado árabe-saudí, como quedó inscrito en la opinión internacional,
dejó expuesta la sensación de la llegada de tiempos tan difíciles como la época
del nacionalsocialismo, para la libre expresión.
Obliga este crimen a
contemplar la relación del Estado con los derechos humanos en nuestro tiempo de
predominio de las repúblicas democráticas. Derechos entre los que está la
libertad de expresión, base del orden y del estado justo. Los hilos del poder
estatal son manejados por sujetos materiales con intereses personales, pero que
en teoría debe primar el interés general de la garantía de los fines del estado
de derecho: la libertad de expresión. Estar inscrito en el orden republicano
democrático obliga deponer los intereses individuales y dejar primar el interés
colectivo. Puede decirse que estamos inmersos en una sociedad liberal sostenida
por la voluntad política de los individuos construida por la educación y el
ejemplo.
Sabemos de la
fragilidad del orden republicano democrático, por la llegada al poder del
Estado, de hombres o mujeres carentes de la sensibilidad necesaria para
sostener la modernidad política de la vigencia básica de los derechos y se han
desviado hacia regímenes autoritarios personalistas. Falla la educación y en su
lugar queda el imaginario de usufructo personal del poder. Pero ese usufructo ha
virado de las personas a los grupos adscritos a clases sociales que quieren
mantener el primado de la ganancia del capital.
El orden republicano
democrático de inspiración filosófica liberal en manos del interés de grupos
clasistas o corporativos, ha devenido en un formalismo que desconoce la
fragilidad política de la democracia y deja una situación presente de negación práctica
de ella. La evidencia está en el tratamiento de la libertad de prensa. Si al
profesional del periodismo y la comunicación se le atan las manos y se le
obliga a ser un apologista de la democracia formal, es porque el poder de la
sociedad ha caído en manos que defienden y ejecutan la política de los
poderosos.
El liberalismo fundacional
de libertad económica y social necesitó del Estado intervencionista para controlar
el egoísmo de las clases dueñas de la riqueza. Hoy se han destruido los
controles y quedó flagrantemente expuesta la defensa a ultranza de los réditos
del capital. El periodismo es reclutado en general y la minoría de
profesionales defensores de la libertad de expresión y crítica, independientes,
sufren el exterminio. Los reclutados muestran todos los vicios de un profesional
pagado, mercenario: envilecido, mendaz, fundamenta el odio entre las etnias, es
homofóbico y misógino; se camufla entre la izquierda y la derecha política; usa
el talento del cultivo de las letras para defender el orden de los grupos
clasistas corporados internacionalmente. El lugar en el que se desarrolla y
crece, son los medios masivos de comunicación hoy monopolizados por el gran
capital promotores de la liberad descontextualizada lo social y lo político.
El profesional
periodista independiente y convencido de la fragilidad de la democracia,
resiste y denuncia la apropiación del poder del Estado para proteger y garantizar
los intereses particulares. La condición de resistencia le obliga a investigar
la forma como el poder se apropia; apropiación que tiene necesariamente un sujeto
o un individuo como actor. La investigación tiene como objeto una persona, que
por manejar los hilos del poder y ser dueño de riqueza, opta por la eliminación
del investigador.
La republica
democrática se ha volcado sobre el control de la riqueza de las naciones para
privatizarla y destruir el carácter público. La época se ha concebido desde la
filosofía política como de predominio del neoliberalismo, en plena ruptura con
el intervencionismo de Estado, porque no quiere controles de ninguna clase y
menos de los intervencionismos inspirados en la izquierda política. El
neoliberalismo hoy es campeante y lleva al poder unos partidos políticos
depredadores del tesoro público por vías jurídicas o por el simple raponeo y
tiene solo control del periodismo investigativo que funge heroico ante los
inmensos poderes que enfrenta.
El periodista
descuartizado en el consulado saudí de Turquía no enfrentó una república
democrática, enfrentó una monarquía absoluta de corte medieval; pero igual
sufrió el exterminio al que se someten los críticos del poder concentrado en
una persona, en un grupo clasista corporado, en una de esas mafias políticas o
mafias narco-traficantes que han cooptado el poder local o nacional.
La historia
colombiana reciente está plena de profesionales del periodismo sacrificados, críticos
de la democracia formal ocultadora de la corrupción incrustada en todos los
niveles del estado. Perseguidos, asesinados, exiliados, silenciados, neutralizados,
calumniados, desplazados, son los caminos obligados por inscribirse en el fundamento
ético de unos seres humanos defensores del derecho a la libertad de expresión,
regla general del orden social constituido.
Podemos buscar en el
pensamiento social e histórico, los fundamentos teóricos de la percepción aquí
esbozada. Y se encuentra fundamentación desde el lado que se quiera, porque los
grandes edificios teóricos modernos se han diversificado y antes que enfrentarse
para refutarse mutuamente, se coadyuvan para explicar los actos sociales que deben
conducir a la defensa de una vida humana digna. El marxismo, el funcionalismo,
el interaccionalismo simbólico, la nueva historia, el estructuralismo
filosófico o antropológico, aportan para comprender la complejidad humana,
imposible de ser asumida o explicada desde una sola vertiente de pensamiento.
Por eso sigue en pie
una concepción clasista de la sociedad, enriquecida con la idea de estructura
social compuesta por grupos profesionales jerarquizados según los roles de
desempeño económico y cultural. Esta convicción fundamenta el concepto de grupo clasista corporado, protagonista
del secuestre del Estado y la democracia para usufructo privado de la riqueza
de la sociedad.
Imagen: Otto Dix.
Retrato de la periodista Silvia von Harden 1926