miércoles, 31 de octubre de 2018

Periodismo entre el heroísmo y la venalidad


La noticia sobre un periodista árabe descuartizado en el consulado de su país en la ciudad de Estambul, me produjo una solidaridad radical con los practicantes de esa profesión básica para la sociedad moderna. El cálculo y el diseño del crimen realizado por el estado árabe-saudí, como quedó inscrito en la opinión internacional, dejó expuesta la sensación de la llegada de tiempos tan difíciles como la época del nacionalsocialismo, para la libre expresión.

Obliga este crimen a contemplar la relación del Estado con los derechos humanos en nuestro tiempo de predominio de las repúblicas democráticas. Derechos entre los que está la libertad de expresión, base del orden y del estado justo. Los hilos del poder estatal son manejados por sujetos materiales con intereses personales, pero que en teoría debe primar el interés general de la garantía de los fines del estado de derecho: la libertad de expresión. Estar inscrito en el orden republicano democrático obliga deponer los intereses individuales y dejar primar el interés colectivo. Puede decirse que estamos inmersos en una sociedad liberal sostenida por la voluntad política de los individuos construida por la educación y el ejemplo.

Sabemos de la fragilidad del orden republicano democrático, por la llegada al poder del Estado, de hombres o mujeres carentes de la sensibilidad necesaria para sostener la modernidad política de la vigencia básica de los derechos y se han desviado hacia regímenes autoritarios personalistas. Falla la educación y en su lugar queda el imaginario de usufructo personal del poder. Pero ese usufructo ha virado de las personas a los grupos adscritos a clases sociales que quieren mantener el primado de la ganancia del capital.

El orden republicano democrático de inspiración filosófica liberal en manos del interés de grupos clasistas o corporativos, ha devenido en un formalismo que desconoce la fragilidad política de la democracia y deja una situación presente de negación práctica de ella. La evidencia está en el tratamiento de la libertad de prensa. Si al profesional del periodismo y la comunicación se le atan las manos y se le obliga a ser un apologista de la democracia formal, es porque el poder de la sociedad ha caído en manos que defienden y ejecutan la política de los poderosos.

El liberalismo fundacional de libertad económica y social necesitó del Estado intervencionista para controlar el egoísmo de las clases dueñas de la riqueza. Hoy se han destruido los controles y quedó flagrantemente expuesta la defensa a ultranza de los réditos del capital. El periodismo es reclutado en general y la minoría de profesionales defensores de la libertad de expresión y crítica, independientes, sufren el exterminio. Los reclutados muestran todos los vicios de un profesional pagado, mercenario: envilecido, mendaz, fundamenta el odio entre las etnias, es homofóbico y misógino; se camufla entre la izquierda y la derecha política; usa el talento del cultivo de las letras para defender el orden de los grupos clasistas corporados internacionalmente. El lugar en el que se desarrolla y crece, son los medios masivos de comunicación hoy monopolizados por el gran capital promotores de la liberad descontextualizada lo social y lo político.

El profesional periodista independiente y convencido de la fragilidad de la democracia, resiste y denuncia la apropiación del poder del Estado para proteger y garantizar los intereses particulares. La condición de resistencia le obliga a investigar la forma como el poder se apropia; apropiación que tiene necesariamente un sujeto o un individuo como actor. La investigación tiene como objeto una persona, que por manejar los hilos del poder y ser dueño de riqueza, opta por la eliminación del investigador.

La republica democrática se ha volcado sobre el control de la riqueza de las naciones para privatizarla y destruir el carácter público. La época se ha concebido desde la filosofía política como de predominio del neoliberalismo, en plena ruptura con el intervencionismo de Estado, porque no quiere controles de ninguna clase y menos de los intervencionismos inspirados en la izquierda política. El neoliberalismo hoy es campeante y lleva al poder unos partidos políticos depredadores del tesoro público por vías jurídicas o por el simple raponeo y tiene solo control del periodismo investigativo que funge heroico ante los inmensos poderes que enfrenta.

El periodista descuartizado en el consulado saudí de Turquía no enfrentó una república democrática, enfrentó una monarquía absoluta de corte medieval; pero igual sufrió el exterminio al que se someten los críticos del poder concentrado en una persona, en un grupo clasista corporado, en una de esas mafias políticas o mafias narco-traficantes que han cooptado el poder local o nacional.

La historia colombiana reciente está plena de profesionales del periodismo sacrificados, críticos de la democracia formal ocultadora de la corrupción incrustada en todos los niveles del estado. Perseguidos, asesinados, exiliados, silenciados, neutralizados, calumniados, desplazados, son los caminos obligados por inscribirse en el fundamento ético de unos seres humanos defensores del derecho a la libertad de expresión, regla general del orden social constituido.

Podemos buscar en el pensamiento social e histórico, los fundamentos teóricos de la percepción aquí esbozada. Y se encuentra fundamentación desde el lado que se quiera, porque los grandes edificios teóricos modernos se han diversificado y antes que enfrentarse para refutarse mutuamente, se coadyuvan para explicar los actos sociales que deben conducir a la defensa de una vida humana digna. El marxismo, el funcionalismo, el interaccionalismo simbólico, la nueva historia, el estructuralismo filosófico o antropológico, aportan para comprender la complejidad humana, imposible de ser asumida o explicada desde una sola vertiente de pensamiento.

Por eso sigue en pie una concepción clasista de la sociedad, enriquecida con la idea de estructura social compuesta por grupos profesionales jerarquizados según los roles de desempeño económico y cultural. Esta convicción fundamenta el concepto de grupo clasista corporado, protagonista del secuestre del Estado y la democracia para usufructo privado de la riqueza de la sociedad.

Imagen: Otto Dix. Retrato de la periodista Silvia von Harden 1926

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