En la historia local
aplicada al municipio de Bello, se ha encontrado para finales del siglo XVIII
un territorio poblado por una sociedad mestiza de jerarquía piramidal en cuya
cúspide estaba el color de la piel adjunto a los conceptos de nobleza y
riqueza. La élite de la cúspide entró en contradicciones profundas con la
monarquía, resueltas con un pensamiento y prácticas ilustradas revolucionarias,
para terminar en un movimiento juntista de soberanías populares materializadas
en constituciones provinciales. En estas se dejó inscrito el ideario
independentista. Algunos de los participantes en ese movimiento juntista salieron
del territorio del Hatoviejo (hoy Bello), lo que ha llevado a la indagación de
los contenidos sociopolíticos y económicos de esa elite, para mejor
entendimiento en la construcción de la historia local.
Los problemas
enfrentados por esas mujeres y hombres y la forma de resolverlos ocasionaron
nuevos conflictos, ya no con la corona española sino entre la elite. Uno de
ellos tuvo que ver con el orden o sistema político a adoptar; por eso el primer
debate asumido por la las juntas o colegios constituyentes fue entre
federalista y centralistas. Este conflicto se lee, latente, en la constitución
de Antioquia de 1812, en las de otras regiones neogranadinas y lo asume Bolívar
en La carta de Jamaica de 1815.
El 6 de septiembre
de 1815 se escribe en Kingston una respuesta a las preguntas de un caballero de
Jamaica sobre el futuro político de Hispanoamérica. Respuesta considerada como
una obra de la literatura epistolar o un ensayo ejemplar. Bolívar se sitúa en
el tiempo diacrónico para presentar el destino de América del Sur como producto
de la historia. Aunque manifiesta su falta de información más profunda,
respondió con lo que tenía, resultando un manifiesto de la universalidad de su
pensamiento.
Comenzó por
calificar la conquista española de América como una expresión de barbarie
increíble, tal como la describe Bartolomé de las Casas en su crónica Historia
de las Indias. Al pronunciarse sobre este periodo, Bolívar muestra haber leído
además de De las casas a otros cronistas de Indias, para formarse un juicio
radical sobre España por el genocidio americano. Dice que nos une el odio
profesado contra la “desnaturalizada madrastra”, una España sin ciencia, sin
política, sin producciones ni industria.
Para poder trazar el
camino futuro de América, toma las estadísticas disponibles. Piensa en los
próximos administradores enfrentados al reto de darle un gobierno a los 15
millones de americanos distribuidos en 17 estados así: Rio de la Plata
1.000.000; Chile 800.000; Perú 1 .500.000; Nueva Granada 2.000.000; Venezuela
1.000.000; Nueva España (Méjico) 7.800.000; Puerto Rico y Cuba 800.000. Seres
que habitan un territorio de 2.000 leguas de longitud y 900 de latitud, según
mediciones de Humboldt conocidas y estudiadas por Bolívar.
¿Qué tipo de
gobierno adoptar? América está, dice, como cuando se acabó el Imperio Romano:
“cada desmembración formó un sistema político”, situación que ha llevado al
enfrentamiento entre partidos y al abuso de poder, creándose una situación más
cruel que las impuestas por la tiranía monárquica. Y por el deseo de ser
racional hay que acabar con la servidumbre, dejar el contrato social hecho
entre el rey y los conquistadores, según el cual estos debían hacerlo todo a
sus costas y pagar un tributo por ello (el famoso quinto real). Por eso resultó
en la América conquistada a sangre y fuego un Estado feudal con la servidumbre
como relación social.
El gobierno
revolucionario, autónomo iniciado con las juntas populares, resultantes de la
cautividad de Bayona, hecha por Napoleón, tomó la forma federalista. Todos,
Venezuela, Nueva Granada, Chile, Buenos Aires, adoptaron el federalismo, con
garantías de libertad de empresa, de imprenta, libertad civil, los Derechos del
Hombre y el equilibrio de poderes. Menos Méjico que creó una Junta Nacional sin
separación de poderes y por tanto siguió la forma monárquica de gobierno.
La República
Democrática y Federal que se ha adoptado sufre de infancia por la aparición de
partidos que han hecho retornar la esclavitud, porque ellos no separan los
poderes tal como fue el método de la monarquía. Dice Bolívar al caballero
jamaiquino que nos falta talento y virtud política para hacer un federalismo
como el norteamericano. Allá se llegará luego que el pueblo se eduque y se
puedan conseguir unas instituciones liberales, para la felicidad de todos.
Por el instinto
humano de buscar la felicidad, se alcanzan las sociedades civiles basadas en la
justicia, la libertad, y la igualdad. “Los estados americanos han menester de
los cuidados de gobiernos paternales que cierren las llagas y heridas del
despotismo y la guerra”. Gobiernos paternales creados con las facultades de un
dios y las luces y virtudes de todos los hombres.
Bolívar mismo cierra
las puertas de una sociedad de instituciones liberales, se decide por lo que se
tiene, el federalismo norteamericano o el modelo inglés. Ambos sistemas, dice,
exigen muchas cualidades que América no tiene (se refiere a América hispana),
luces y virtudes. Por eso se desliza hacia un gobierno paternal, tutelar de los
derechos, una República dirigida por esclarecidos, iluminados y virtuosos;
dirección durable en el tiempo hasta poder educar el pueblo para que al fin
asuma la democracia.
Pero debe adoptarse
un modelo o crearse; por eso dice, se debe formar una Colombia con Nueva
Granada y Venezuela, hacer un gobierno tipo inglés, sin rey, pero con un
ejecutivo vitalicio electivo y no hereditario; con legislativo compuesto por
senado hereditario y una cámara baja de libe elección restringida por el
senado.
No se puede pensar
en una sola nación, porque América tiene 17 estados a pesar de tener la misma
lengua, el mismo origen, las mismas costumbres, igual religión. Las naciones
resultantes deben civilizar a los indígenas y ayudar a los esclavos a salir de
la corrosión servil para que aprecien la libertad.
La lucha por la nación,
también debe darse contra la costumbre para sacar el pueblo de la ignorancia y
la actitud conservadora creada por la tradición cristiana, al igual que la
tradición indígena creada por la religión de Quetzalcóatl maestro de la
civilización y su discípulo Moctezuma, que prometieron volver a pedir cuentas
como Jesús. Ante estas costumbres conservadoras debe decirse que América
Meridional será una Nación Liberal.
El pensamiento
bolivariano, que se lee en la Carta de Jamaica - Contestación de un americano
meridional a un caballero de esta isla [Henry Cullen], no pudo materializarse
en la Constitución de Cúcuta de 1821 cuando se creó la República de la Gran
Colombia que puso bajo una misma autoridad a la Nueva Granada, Venezuela,
Ecuador y Perú. Se expresó en la liberación del Alto Perú y la creación de la
república de Bolivia. Allí si Bolívar constituyó un poder ejecutivo vitalicio
electivo y no hereditario; un poder legislativo con senado hereditario, una
cámara baja de libe elección y un poder judicial con magistrados hereditarios.
La nación liberal
estuvo en la inspiración roussoniana y en el Espíritu de las leyes de
Montesquieu; pero no en la operatividad del poder. Ese ideario liberal al ser
llevado por Bolívar a la práctica le resultó un régimen aristocrático y
autoritario por esa concepción del pueblo como corrompido y falto de virtudes
políticas, digno de ser tutelado hasta que obtuviera la mayoría de edad y se le
pudiere dar la libertad. Esta práctica y pensamiento de Bolívar tuvo su
contraparte en los santanderistas, quienes con los mismos principios
filosóficos – políticos construyeron una república basada en el imperio de la
ley o el equilibrio del poder tripartito.
Imagen: Germán
Tessarolo. Bolívar. Óleo sobre lienzo 1996
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