martes, 1 de octubre de 2024

Azimov. Un poco de lumbre y calor


    Anochecer y Robbie, dos relatos de Azimov, nos muestran un ejercicio de la ficción literaria, que exige una disposición para comprender el vuelo de la imaginación atada a verosimilitud, y esta inscrita en el juego de lo posible. Si se tiene un cohete impulsado por la pólvora que se eleva, porque no pensar en un artefacto más grande y más cargado para sacar de la tierra un viajero y ponerlo en la luna. Si se tiene navegación aérea porque no pensar en navegación interplanetaria. La ficción de Azimov es tan verosímil como los viajes de Verne.

   Azimov presenta un tiempo en el que la humanidad convive con robots y se ha conquistado la luna para vivir en ella igual que en la tierra: se vive en el año 1988. Los autos funcionan “a reacción”; un pasatiempo turístico es viajar a la estratósfera donde todo toma un color púrpura y la tierra se observaba como un recipiente cóncavo.

   La trama en Robbie está dentro de una familia con una hija única de nueve años. Le han puesto a la niña un robot, con las características de un perro que funciona como mascota. La niña vive sólo para su perro robot y por ello se ha aislado de los demás niños del barrio. Esta novedad llevó a una crítica social contra la familia Weston por dejar al cuidado de una máquina a la pequeña Gloria.

  La crítica vecinal acompañada de una actitud de rechazo, obligó a la madre a entrar en conflicto con el padre. La madre hace eco ante su marido de los maldecires del vecindario. Preocupa el aislamiento social de Gloria. Los vecinos prohíben a sus hijos la compañía de la niña cuando está con Robbie. Por eso ella se entrega toda a la mascota robot hasta el punto de no poder estar sin el metálico perro.

  La madre logró que su esposo se deshiciera de Robbie y en su lugar pusiera un hermoso cazador escocés, especializado en el cuidado de niños. Gloria entró en depresión y no quiso cambiar su perro metálico por el de carne y hueso. El padre se sintió culpable de la crisis de su hija y para remediar la equivocación planeó y realizó un viaje de vacaciones a Nueva York con la familia. Allí se llevó a Gloria a muchos escenarios, incluido un viaje a la estratósfera. Gloria presentó síntomas de recuperación; pero en realidad esperaba que todo concluyera con el retorno de Robbie. Llegó el momento de visitar “una exhibición de magia científica a escala de la mentalidad infantil”: se encontraban un grupo de robot que operaban y producían sus metálicos sonidos. Allí Gloria distinguió el sonido característico de Robbie y saltó a su encuentro, pero en ese trance una grúa cruzaba poniendo en peligro la vida de la niña. Con la velocidad de una máquina el perro robot saltó y evitó el accidente de su ama. Tras este acontecimiento, los Watson tuvieron que resignarse a recibir de nuevo la mascota, y se limitaron a esperar la muerte de Robbie por oxidación.

  Este cuento relato tiene una trama sencilla y recurrente en la literatura: el apego de los niños a sus mascotas hasta llegar a fundirse con ellas de manera inseparable. Pero el ingrediente que adhiere Azimov son un tiempo y un espacio concebidos por su imaginación de ficción. Esas categorías ficcionadas se pueblan con acontecimientos que revelan un gran talento inventivo. Se escribe por el entusiasmo ante la ciencia y la tecnología puetas en proyección futura. Así como lo hizo Verne en el siglo diecinueve lo hizo Azimov en la mayor parte del veinte. La navegación aérea posibilitó imaginar y proyectar viajes extraterrestres. Robbie y Gloria habitan un espacio surcado por autos movidos a reacción y turistean por la estratósfera. Para el padre cientificista es complemento lógico y normal que su hija conviva con una mascota robot; pero para la madre, presentada por Azimov como un ser inferior por ser mujer y practicante de cultos religiosos, le parecía una desgracia, así como a sus vecinos.

 


  La vida y el mundo transformados por la ciencia, hacen posible que los seres humanos viajen y habiten un planeta con varios soles. En el cuento-relato Anochecer un periodista investiga las convicciones de un grupo de científicos en la universidad de Saro, por las que advierten el fin del mundo, basados en la demostración de la existencia cíclica de la humanidad. Los soles que alumbran el planeta Lagash, nombrados con letras griegas, se han alejado y los humanos se avocan a entrar en un ciclo de frío y oscuridad. Por eso se quemarán los ampos y las ciudades en busca de un poco de lumbre y calor.

  El periodista es atacado por el jefe de los científicos por promocionar en sus escritos publicados en diarios, la posible falla de esas teorías; pero además testifica las convicciones del jefe como definitivamente científicas en contraste con las tesis de los cultos religiosos, quienes no creen que el fin del planeta ha llegado y son acusados de vivir prisioneros de los mitos.

  Las predicciones se cumplen. Llega la oscuridad, el frío y la destrucción. Los “cultistas”, así llama a los religiosos, organizan una asonada y se tomas las instalaciones del observatorio de los científicos, las incendian para mostrar el triunfo del culto sobre la ciencia.

  Así como en Robbie, Azimov con una trama sencilla y recurrente presenta la guerra entre la ciencia y la religión, pero en una humanidad que ha logrado habitar otros planetas. La lucha se presenta en un contexto ficticio que obliga al lector a imaginar un planeta alumbrado por varios soles, que se alejan o son eclipsados por planetas gigantes quienes someten el medio humano a una lucha a muerte. Parece concluirse: la humanidad seguirá guerreando donde quiera que habite.

Guillermo Aguirre González

Septiembre de 2024

Imagenes tomadas de

https://comunicagenia.com/blog/isaac-asimov-inteligencia-artificial/

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