viernes, 22 de agosto de 2014

Novelas sobre la guerra. Vida y destino de Vasili Grossman

Los méritos y la mantequilla
Por Guillermo Aguirre González
Con el énfasis en la presencia, tal como aparecen a los ojos de los otros, y con la carta psicológica de los personajes, Vasili Grossman presenta el acontecer de la segunda guerra mundial, en la geografía de la Rusia soviética.
 
A la geografía y las gentes que habitaron esa concepción del mundo, la del soviet supremo, Grossman le pone carne y tierra a esas ideas. Hace que el lector de Vida y destino, vea la guerra como lo que está perturbando la rutina, lo cotidiano, el día a día del hogar y los allegados, madres, padres, hijos, hermanos, vecinos y amigos. Hablar del trabajo, luego de la jornada, en la casa, es el sentido de la vida. Ese trabajo puede estar en el laboratorio, el taller, la lectura de Balzac o Maupassant. El hecho contundente, para el lector es la imagen de la vida civil, en la que prima el mutuo reconocimiento y respeto. Condiciones que son perturbadas por el nuevo régimen.
 
La descripción de los personajes, incluye el situarlos en la sociedad y en el régimen político. Libre del determinismo o de alguna predestinación, Rusia se enroló en la tarea de construir una sociedad comunista y a los veintitrés años de iniciado el experimento, se tiene el testimonio de Grossman, sobre las nuevas instituciones, las relaciones interpersonales y las consecuencias de la colectivización de la propiedad. Por esta se instaura el drástico racionamiento de los medios de vida y para el acceso a ellos es necesario el mérito. Grossman hace decir a uno de sus personajes, Nadia, hija de un físico, que su padre cambiaba su talento por mantequilla. El literato no enmascara, ni oculta su visión del mundo que le rodea. Muestra el culto a la persona de José Stalin. Quien habla mal de él es acusado de liberal, puede ser considerado delincuente y condenado a años de prisión. El escritor se duele del fascismo, porque ha borrado el individuo y en su lugar ha puesto la masa, la misma que se trata con base en la probabilidad, así como opera la física cuántica. El padre de Nadia dice que existe "un parecido terrible entre los principios del fascismo y los principios de la física contemporánea". Y añora la tranquilidad del siglo XIX.
 
Grossman presenta los niveles jerárquicos del nuevo orden en tono crítico. El ascenso dentro del partido permite llegar a un individuo a ser secretario del comité de un territorio o “como se suele decir, el dueño de la región”. Su opinión es suficiente para condenar o absolver a alguien que haya cometido una falta. Esta conducta es lógica dentro del concepto de dictadura del proletariado, base del orden soviético y para entenderlo es necesario pensarlo con otros puntos de vista sobre el derecho, la política y la democracia. Si ese centralismo se mide con los criterios del liberalismo moderno, aparece necesariamente como un régimen sin libertad, y esta parece ser la posición del escritor de Vida y destino.
 
Grossman dice que el partido ha depositado toda la confianza en sus cuadros incondicionales, por eso el secretario de un comité, con una “palabra suya podía decidir el destino del catedrático de una universidad, de un ingeniero, del director de un banco, del secretario de un sindicato, de un Koljós, de una producción teatral”. Y para hacerlo más cruel, ese personaje solo tiene en su cabeza el partido y no conoce de nada más; pero decide sobre la ciencia, el arte y la política.
 
La crítica a esa omnipotencia del partido y sus jerarquías, son señaladas con sendos análisis teóricos y con nombres que pasan a convertirse en sinónimo de maldad y traición, ejemplo: el desviacionismo. Cuando un dirigente o un ciudadano hablan de la vida, del comunismo, de la justicia, del derecho y no lo hace dentro de las directrices del partido, está desviando el curso de la historia y engaña a las masas. Los desviacionistas, son tan peligrosos como los fascistas y pueden recibir la misma pena. Dentro de los desviacionistas estaban los trotskistas, los derechistas y la sanción llegaba a todos los que alguna vez estuvieron en contacto ellos.
 
La resultante de ese estado de cosas, no podía ser otro que un régimen policivo, la vigencia de la delación, el control estrecho de la opinión y por tanto la ausencia de la libertad de prensa por la censura del partido.
 
La vida cotidiana de los alemanes, por la misma época, regida por el régimen nazi, tiene como base la masificación y el tratamiento estadístico de los comportamientos, al menos en cuanto a los efectos de la propaganda. Puede decirse que desde el año 1890 la cultura occidental opaca la modernidad liberal, garante de los derechos individuales, la libre empresa y la autonomía de pensamiento. Las consecuencias del desarrollo del capitalismo industrial se materializan en el culto de las masas, en el movimiento del sentimiento nacional dirigido hacia fines político-económicos.
 
Se tiene dos salidas al fenómeno de masas. Una nazi-fascista con criterios políticos nacionalsocialistas; y otra la salida comunista que disuelve el nacionalismo en el internacionalismo proletario. Ambas salidas políticas terminaron construyendo regímenes policivos en los que la delación por faltas contra el Führer o el Soviet supremo condenaba a la muerte o la prisión perpetua.

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