Las preocupaciones por saber algo sobre las
sociedades prehistóricas, me han llevado a buscar autores cuyo trabajo está
dedicado a esas edades. En ellos encontré ideas propiciatorias de un
cuestionamiento que aún me sorprende y es: el ser humano sapiens desde la época
de su aparición sigue igual en sus contenidos o facultades. Por eso es
improcedente hablar de hombre primitivo o de cultura primitiva. Se ha calculado
la edad del sapiens en cuarenta mil años y alrededor del año veinticinco mil
comenzó a dejar huellas gráficas, testimonio de su mundo interior, su mundo
mental. En esos grafismos se puede ver y leer actividades encantatorias,
divinidades sexuales y ritos propiciatorios de la voluntad de los seres
superiores imaginados.
El ser humano sapiens manejó todo un
aparato técnico lítico, que iba desde una maza hasta una aguja, y la
interpretación de esa facultad o esa facticidad, se concebía como un don de esas
divinidades que se expresaban con los desastres naturales y cuya voz terrible
era tronante y su cólera un rayo fulminante. La técnica se ejercía al lado del
mundo mental mágico religioso. Igual que hoy la tecnología se ejerce al lado de
las luchas y las mentalidades religiosas. El homo sapiens sigue intacto y por
eso no se puede hablar de homo sapiens primitivo y homo sapiens contemporáneo
perfeccionado.
Todos los contenidos del sapiens de hace
cuarenta mil años se pueden rastrear y mirarlos en su devenir. Nos cercioramos
de ver, una facultad, arroparse, desnudarse, sofisticarse, atenuarse,
potenciarse, comandar u ocultarse; pero es ella desde el fondo del tiempo.
Hago estas evocaciones, para contextualizar
la satisfacción que tuve en el final del año 2015 y principio del 2016, de
haber encontrado El banquete humano. Una historia cultural del canibalismo, del
periodista y antropólogo Luis Pancorbo. El arqueo global que hace seduce porque
es muestra de la observación planetaria de un tema causal de repugnancia,
escándalo, pero al mismo tiempo algo que no se puede dejar.
Pancorbo trata la antropofagia a través de
todos los tiempos y todos los lugares. La pone como una actividad humana
insoslayable, unas veces manifiesta otras atenuada, pero siempre presente. Esa
presencia perturba al ser humano contemporáneo autovalorado como el ser que ha
salido de la animalidad, del salvajismo, de la barbarie, del paganismo, es
decir, del canibalismo.
El canibalismo tratado así, sirve como hilo
direccionador para hacer una historia general de la cultura. La sociedad
occidental constructora de la imagen del civilizado, adoptó el término caníbal
como el opuesto al de civilizado y a partir de este entramado mental vertido en
leyes, códigos y libros sagrados se abrogó el derecho de conquistar el mundo
para sacar de él a los salvajes antropófagos.
Luis Pancorbo a partir de considerar el
canibalismo como una práctica humana, y luego de observarla en todas partes,
saca una sentencia también anclada en todas partes. Todos los grupos sociales
aceptan el canibalismo pero en los vecinos. El caníbal es el otro. Y esto hace
parte del etnocentrismo, por el cual todos los atributos humanos hacen parte
del grupo social al que pertenezco. Lo negativo, lo no humano lo tienen los
otros y por eso mismo son objeto de esclavitud y exterminio.
Eso ocurrió en el contacto de españoles y
americanos. Allende el mar estaba el monstruo comedor de humanos, deforme, con
todas las variaciones posibles: unípedo, cinocéfalo, blemias (con la cara en el
pecho) y mujeres varoniles o amazonas. Todos estaban bautizados de antemano
como caníbales, palabra que devino, a su contacto con la tierra firme americana, en caribes. Los grupos sociales indígenas imbatibles se declaraban
caribes (caníbales) y se adquiría franquicia para someterlos o esclavizarlos.
El canibalismo sublimado de Europa, se
encontró persistente en América, bajo las condiciones de existencia posibles: como
recurso ante las hambrunas, lo practicaron la mayoría de los viajeros europeos
desde el siglo XVI y los indígenas. Como elemento cultural para adquirir las
características de inteligencia y valentía del vencido, por eso muchos
españoles fueron vencidos y comidos. Y como práctica que involucraba las dos
formas anteriores, para convertirse en vocación. Pancorbo trae la noticia de una
tribu de Papua-Nueva Guinea que practicaban el canibalismo funerario. Ingerían,
en rito mortuorio, el cerebro del muerto en descomposición. Ese grupo papuano adquirió
el Kuru
una enefermedad parecida a la de las vacas locas inglesas, alimentadas con
desechos cárnicos.
En momentos de necesidad se atenúa la
monstruosidad y la prohibición. Los españoles en América canibalizaron a sus
compañeros y a los indígenas, para alimentarse. Puede decirse que además de la
necesidad tenían el permiso de la remembranza de un pasado remoto. En el fondo
de la cultura occidental el sacrificio e ingesta de carne humana obedece a la
tradición griega y hebrea. Cronos devoraba a sus hijos. Jehová exigía el
sacrificio de jóvenes como Isaac, mito que el cristianismo lo convirtió en el símil
del pan y el vino como reemplazo de la carne y la sangre del padre.
El canibalismo rastreado por Pancorbo, lo
encuentra aún en el siglo XX. En Oceanía, se testimonia por los misioneros, en
su mayoría evangélicos. La evangelización se centraba en hacer dejar la
práctica de ese consumo y en esa lid muchos misioneros fueron comidos. Esta persistencia
del canibalismo refuerza la sentencia con la cual comencé este escrito: el
concepto de sociedad sapiens primitiva, no tiene asidero. La etnografía de la Polinesia
o del Amazonas, ha mostrado grupos sociales que tienen milenios de existencia
reproduciendo un dispositivo social. En esos grupos se puede observar el estado
del homo sapiens a la edad de diez o veinticinco mil años atrás.
La propuesta occidental de orden social es
una posibilidad entre muchas y se ha expandido transformando hondos
sentimientos y prácticas humanas, en monstruos, para perpetuar el dominio. Pero
la monstruosidad vista en un canibalismo ritual, es equivalente a la forma como
la máquina capitalista se alimenta del cuerpo, la sangre, la mente y los hijos
de la gente trabajadora. La antropofagia ritual sería más ecológica. La
antropofagia del trabajo capitalista, además de ser antiestética es más cruel,
aunque la sangre tenga forma de sudor.
Excelente...concluye uno que el capitalismo es la forma mas primitiva de Antropofagia...
ResponderEliminar