De la Tour. La Magdalena penitente. Óleo 1644
La tarde de un día
de abril trajo una sombra fresca en la Esquina de Sebastián. Así se llama ese café
con parasoles de tela y sillas cómodas en su frente. Está el café en una calle
sin tránsito vehicular y con árboles altos que dejan circular el aire con
facilidad. El lugar es muy apetecido por los profesores de dos colegios de ese
sector central de la ciudad. Se les ve hablar y beber y hacen parte de la vida
cotidiana para los que tienen que transitar por ahí. En esa tarde hablan, entre
ellas, de temas exóticos dos mujeres. Alba de pelo negro boca pequeña, cuerpo
grueso y ojos grandes inevitables, certifica vehemente, creer en la permanencia
de los seres humanos después de morir, en los lugares habitados, en los que
vivieron con intensidad. Pero no el cuerpo –afirma-, sino el alma, el
espíritu, el ánima; estas formas incorpóreas mueven las cosas y el aire, así se
hacen sentir. Estas formas se le expresan a veces a cualquiera, otras a un
elegido. Creo que a mí me eligieron para siempre, le dice a Tonia, con un
expresión solemne y llena de una seguridad angustiosa. Te digo: hace cinco
meses me tocó coordinar en el colegio un acto artístico. El invitado fue un
muchacho joven. Presentó un espectáculo de clawn. Le vi maquillarse con una
dedicación parecida a un rito religioso. El payaso resultante desbordaba
alegría contagiosa. Me pareció increíble ver a ese hombre sencillo de yines
roídos, camisilla de algodón, baja estatura y un poco robusto, transformarse en
un ser magnífico de gran colorido, centro de todas las atenciones. Luego de la
presentación le vi volver a ser el hombre sencillo. Te digo Tonia: me enteré la
semana pasada de la agonía y muerte del Clawn. Se llamaba Orlando. Le dio un
dolor ventral –me dijeron- para morir luego de varios días. La noche del día de
la noticia, llegué a casa dispuesta a organizar unos documentos para el rector
del colegio; pero Orlando no me dejó. Movía las puertas abiertas, hacía entrar por
una de las ventanas que da a la calle un aire frío a pesar del tiempo caluroso
que hacía. Opté por encerrarme en mi cuarto bajo llave. Pensé largo rato sobre
el porqué Orlando se estaba manifestando, si él no conoció mi casa. Me consolé
pensando en la admiración que le manifesté el día de la presentación. Mis ojos
atentos crearon una conexión con su espíritu, con sus ojos. Y eso fue
suficiente para llegar a mi casa y despedirse. Encendí una esperma, uní los
índices con los pulgares, hice el loto, después pude dormir.
Tonia escuchaba
metida entre el miedo y la aceptación. ¡Porqué no le rezaste un padrenuestro! –Dijo
resuelta- eso ocurre porque es un alma en penas, sedienta de oraciones, de
seguro murió en pecado. Uno tiene que orar por todo y ante todo. Ante el dolor,
ante el peligro, ante la indecisión, ante el mal. Eso le digo yo a mis alumnos,
que los considero como mis hijos. Les enseño ciencias sociales; les recalco
mucho sobre todo lo que le sobra al mundo. Lo esencial está revuelto con mucha
basura. Ejemplo: he descubierto con el método americano de lectura algo
fundamental; en un libro de trescientas páginas el ochenta por ciento de las
palabras escritas son relleno, son artimaña de los escritores para esconder las
ideas centrales. Eso le debió pasar a Orlando, su alma estuvo envuelta en
muchas sobras. A la hora en que se presentó en tu casa, pedía lo básico de la
vida, la oración. Con seguridad Orlando nunca oró y a la hora del juicio divino
necesitó muchas. Por eso te visitó. A mis estudiantes, les hablo regularmente
de la necesidad de la oración para autoayudarse a vivir. Les creo el compromiso
con los turnos que les impongo para mantenerle ofrendas al cristo que preside
el salón de clase.
Alba, te pregunto… ¿Tu
no le hablás a tus estudiantes de esas experiencias? Es bueno ser transparentes
con los estudiantes, mostrarse como uno es, lo que tiene, con sus defectos y
bondades. Mostrarse tal cual es para evitar enfermarse por tener dos vidas: la
privada y la pública. Estar dividida en dos es terrible. Me pasó. Muchas veces caía
en cuenta que miraba fijo a una de mis estudiantes de último grado. Veía muy
bella su forma de moverse y ocupar el pupitre, me gustaba. Una vez me dijo por
qué la miraba más que a otras. Esas palabras me llevaron a preguntarme sobe la
causa de mis atenciones para con esa estudiante. Concluí eso que te dije antes,
tenía una vida doble. En privado había liberado mis gustos bisexuales, pero en
público ante los estudiantes y compañeros de trabajo era una mujer normal. Los
ojos de esa estudiante me convencieron de ser consecuente y tomar un
comportamiento único; pero fui incapaz de hacerlo. Para ocultar esa situación
me dediqué a burlarme de todos, porque creía saber y ver en los ojos de los
demás esa lucha interior entre el comportamiento público y el privado. Convertí
en ridiculez las conversaciones y monopolicé la atención para pensar en otra
cosa o no dejar pensar; así daba salida a mi indefinición. Opté, impulsada por
la pérdida progresiva del sueño y el descanso, hacer conquistas, seduje a
amigos y amigas. Mi actitud de hacer de todo un chiste, resultó tener mucha
aceptación. La gente a mí alrededor, me decía loca, pero reía y me buscaban
para animar las horas. A los seducidos los sometí a una cruel venganza, porque
me tomaron como una relación pasajera y yo quería que las cosas duraran bastante.
Hice público sus gustos y formas de hacer el sexo. Aproveché los momentos de
hacer de todo un chiste para poner como ejemplo las cosas íntimas de este o
aquel. Me di cuenta que vivimos con gente que huele el culo a los demás, para
decidir cómo tratarle. En estas, pasó algo necesario. Aquellos de quién me
burlé me sacaron de su entorno, y depronto me vi rechazada. En el saludo que
me daban, tenía el lado formal y el recriminatorio. Esta situación taladraba mi
mente, la relacionaba con la falta de sueño. La ansiedad me obligó a buscar la
medicina. Un médico le recetó antidepresivos a mi mal y hoy no puedo vivir sin
ellos. Los tomo cuando mis mundos público y privado se dividen. El Clorhidrato
de F. me deja ser una sola ante el mundo y mis estudiantes; solo, que he
decidido ser una ante dios. Él me permite ir más allá del mundo del sexo. Ahora
a nadie miro con deseo. Sé que todos necesitan ayuda y estoy convencida de que uno
tiene que orar por todo y ante todo. Ante el dolor, ante el peligro, ante la
indecisión, ante el mal.
Tonia sacó de su
bolso un pañuelo de papel y secó el sudo abundante de su frente. Los ojos cafés
y el pelo castaño a esa hora de la tarde se magnificaban. Apretó el pañuelo entre
los dedos de su mano derecha y siguió hablando con los ojos fijos en los de
Alba: en los cursos de ciencias sociales que les doy a los estudiantes del
colegio –como tú sabes Alba- les insisto sobre la necesidad de la oración. Les
digo que en los tratados de historia, de sociología, de comportamiento que
deben leer, tienen que ser capaces de distinguir la basura de las ideas fundamentales.
Así tendrán tiempo para dedicar a la oración y evitar el dolor de tener un
espíritu dividido. Les hablo de ejemplos en el mundo, de seres que han obligado
a la gente a ser transparentes ante los demás. Han obligado a todo el mundo, en
un cara a cara, a tener una sola conducta pública y sacar las cosas ocultas de
lo privado a la luz. Esos personajes, les digo a los estudiantes, intentaron
salvar el mundo para la oración, pero fueron vencidos por la sinrazón y el
libertinaje.
Alba levantó una
mano y dijo:
-pará, pará. Creo que
te estás contradiciendo. ¿Si el dejar de tener los dos mundos, el privado y el
público, te enfermó y tuviste que ir al médico y por eso tomás antidepresivos,
como seguís hablando de eso a los estudiantes? Sé que estás convencida de
enseñar con el ejemplo, pero una no puede enseñarles a los jóvenes que se
enfermen para luego curarlos. Sé que dices amar a tus alumnos y los dejas hacer
lo que quieren y no intervenís en sus conductas porque las están haciendo
públicas y eso te llena de satisfacción. Pero Tonia, la ciencia nos ha enseñado
que el espíritu es uno en la casa y en la calle; por eso la educación debe
cultivar el alma, llevarla a la luz, para que contemple las ideas puras y ser
capaz de conectarse con los demás por ese lenguaje sin palabras que se hace con
los ojos. El cuerpo obedece a ese lenguaje, en vez de orar, mira los
estudiantes a los ojos, transmíteles la paz y el conocimiento y diles que la
manera de ser uno mismo es con la meditación. Con ella se logra sacar los
fantasmas y los espíritus de los muertos de nuestro entorno. Enséñales a amar
la luz, enséñales a tener siempre encendida la luz del alma y de una esperma.
Tonia llamó para pagar el servicio golpeando la
mesa con la tasa de café. Se levantó brusca y se fue sin decir nada. Alba le dijo
-¿porque te vas así?- No hubo respuesta. La tarde se tornó noche. Las bujías
comenzaron a encenderse y Alba pidió otra taza de café.