domingo, 10 de abril de 2016

Los héroes civilizatotrios


Prometeo de Jan Cossiers 1638
 
La persistencia de la religión en estos tiempos de aplicación del método científico a la aptitud técnica, para generar la tecnología, llama a insistir sobre su origen humano. La tecnología es una novedad que arrasa con las culturas nacionales, en pos de una cultura planetaria de claro contenido pragmático y hedonista; sin embargo la religión sigue ahí; además de haber resistido los embates del materialismo de los regímenes socialistas comunistas, resiste el mundo globalizado liberal. Las guerras motivadas en la lucha económica han dejado expuesto como inquietud la posibilidad de una nueva guerra de religión, como una imposición a la imaginación, del aparentemente invencible sentimiento religioso. Al final de las ideologías políticas, siguen vigentes y amenazantes los fundamentalismos religiosos.

Esta invencibilidad de la religión, motiva a indagar por su historicidad. Responder porqué, está afianzada en lo hondo de la memoria y ha sobrevivido a pesar de las conquistas de sistemas filosóficos materialistas que bien explican el estar en el mundo sin necesidad de divinidades inquisitorias. No hay grupos humanos sin un complicado discurso que les satisfaga las preguntas sobre el origen y el presente. Los estudios dedicados a este problema desde el fin del siglo XIX han puesto explicaciones desde la sociología, la antropología, la sicología, la etnología. Las respuestas en general se han dado desde el estudio de las sociedades arcaicas resistentes a los embates del occidente dominante y etnocéntrico. Por eso los estudios han profundizado más en las culturas occidentales, y si se ha ido a las sociedades de otras partes del mundo es para establecer comparaciones.

Las religiones indoeuropeas tienen una misma raíz y son tripartitas. En ellas luchan tres divinidades que corresponden a tres castas originarias: sacerdotes, guerreros y labradores, las tres castas del fenómeno urbano. Las religiones indoeuropeas no son primitivas, son urbanoneolíticas. Antes de la ciudad, las explicaciones de los seres humanos sobre su existencia era una construcción animista, base de las distintas magias preneolíticas. La complejidad de la cultura de ciudad permite, además de todas las novedades, unas explicaciones sobre el ser humano distintas a la magia y es la que se denomina explicaciones mítico-religiosas.

El mito nace con la ciudad o la polis y se diferencia radicalmente de la magia. Lo tripartito del mito se ejemplariza con el caso romano. Rómulo símbolo de la guerra, asesina a su hermano gemelo Remo, porque traspasó el círculo de la violencia y traicionó su signo sagrado. Estos guerreros invaden a los labradores sabinos, símbolo del orden de lo público. El crimen de Remo, fratricidio primordial, es el signo de la expiación e instauración de la sacralidad. Guerreros, sacerdotes y labradores, estructuran el mito de las sociedades sedentarias. Rómulo y Remo guerreros pastores trashumantes se funden con los sabinos labradores y originaron la ciudadanía romana. La vida material expresada en la invasión y la fusión de pueblos es verbalizada y elevada a la forma de un relato tradicional identitario, por efecto de las actividades de los miembros del grupo con funciones extáticas. Funciones radicadas en la herencia de la humanidad y ejercida por los chamanes preneolíticos y luego por los sacerdotes, pitonisas y adivinos civilizados.

La función extática se basa en el simbolismo del vuelo. Imaginan la altura y se liberan de la gravedad. En ese lugar alto e ingrávido, establecen el hábitat y origen de los seres suprahumanos (dioses, espíritus, héroes civilizadores). La función extática, revela los entusiasmos, las locuras y a los homicidas; interpreta la noche, crea imágenes de la muerte, de las catástrofes o todo lo que afecte el grupo humano.

Los descubrimientos del sedentario, la cerámica, el control del fuego, la metalurgia; se transmutan en fabulaciones, ritos y misterios. Son la materia prima de los mitos, junto con las actividades que le dan el ser al grupo tribal. Se puede decir que el mito es civilizado y se forma a partir de tres coexistencias y persistencias: uno, la práctica de la caza continua en el hombre de guerra. La muerte del cazado (animal o ser humano) hecha por el cazador, se le atribuye a un otro, por lo general extranjero, que trae la venganza del animal abatido, justificada ante el señor dios de los animales. Dos, la práctica del cultivo de los tubérculos se atribuye a un asesinato primordial; el cadáver del muerto fue descuartizado y enterrado, como una variación del canibalismo no consumado o de sacrificios humanos o de animales. Tres, la práctica del cultivo de los cereales, se atribuye a un robo o conquista de ese bien poseído por los dioses de lo alto; un héroe civilizador fue por los cereales y luego de su hierogamia, matrimonio entre un dios y el héroe, este roba el cereal y lo da a los seres humanos. Así la muerte del cazado, la extracción de la raíz alimentaria y el cereal almacenable, tiene en la memoria una explicación atada al mundo ingrávido de lo alto, a ese mundo frecuentado por los que logran el vuelo extático.

La mitología religiosa de los cultivadores sedentarios civilizados, funde dos motivaciones para imaginar el origen y darle sentido a la existencia, la de los cazadores basada en los huesos y la sangre; y la propia de los cultivadores basada en el esperma y la sangre. Esta novedad en el desarrollo de la cultura, se fecha a partir del año 9.000 antes de nuestra era. Sangre, huesos y semen del cuerpo humano o animal, para rendirle culto a la memoria y ubicarla en un panteón. Es el sentido de la genealogía divina, humana o la mescla de ambas. Cultivar la memoria es hacer genealogías seminales ancladas al origen divino del ser humano. La memoria se divide en partes con regencias de divinidades independientes pero relacionadas filialmente. Para el caso griego Zeus se une con Mnemóside, durante nueve noches para dar nacimiento a las nueve musas cuya misión e historia es cantar y alabar la grandeza del padre. Esta genealogía panteísta tuvo que luchar contra la escritura. La cultura y los seres humanos protohistóricos, para defender el mito y defender la memoria, como mecanismo de preservación de los secretos y ritos propiciatorios, impidieron la grafía de los mitos; pero a partir del triunfo de la escritura, desde el cuatro mil antes de nuestra era, el mito se inscribe y se detiene su reinvención y renovación. Comienza la religión y el dogma. La memoria sigue otras sendas.

La religión persiste, porque la cultura del ser humano es acumulativa y se transmite por la oralidad o la escritura. El acumulado tiene, el vuelo del chamán, la ascesis del sacerdote, el fichero del escritor, el saber de los oficiantes, es decir en la memoria están todas las creaciones de la humanidad. (Este texto le debe mucho a Mircea Eliade).

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