domingo, 24 de abril de 2016

La luz de una esperma bajo el parasol

De la Tour. La Magdalena penitente. Óleo 1644
La tarde de un día de abril trajo una sombra fresca en la Esquina de Sebastián. Así se llama ese café con parasoles de tela y sillas cómodas en su frente. Está el café en una calle sin tránsito vehicular y con árboles altos que dejan circular el aire con facilidad. El lugar es muy apetecido por los profesores de dos colegios de ese sector central de la ciudad. Se les ve hablar y beber y hacen parte de la vida cotidiana para los que tienen que transitar por ahí. En esa tarde hablan, entre ellas, de temas exóticos dos mujeres. Alba de pelo negro boca pequeña, cuerpo grueso y ojos grandes inevitables, certifica vehemente, creer en la permanencia de los seres humanos después de morir, en los lugares habitados, en los que vivieron con intensidad. Pero no el cuerpo –afirma-, sino el alma, el espíritu, el ánima; estas formas incorpóreas mueven las cosas y el aire, así se hacen sentir. Estas formas se le expresan a veces a cualquiera, otras a un elegido. Creo que a mí me eligieron para siempre, le dice a Tonia, con un expresión solemne y llena de una seguridad angustiosa. Te digo: hace cinco meses me tocó coordinar en el colegio un acto artístico. El invitado fue un muchacho joven. Presentó un espectáculo de clawn. Le vi maquillarse con una dedicación parecida a un rito religioso. El payaso resultante desbordaba alegría contagiosa. Me pareció increíble ver a ese hombre sencillo de yines roídos, camisilla de algodón, baja estatura y un poco robusto, transformarse en un ser magnífico de gran colorido, centro de todas las atenciones. Luego de la presentación le vi volver a ser el hombre sencillo. Te digo Tonia: me enteré la semana pasada de la agonía y muerte del Clawn. Se llamaba Orlando. Le dio un dolor ventral –me dijeron- para morir luego de varios días. La noche del día de la noticia, llegué a casa dispuesta a organizar unos documentos para el rector del colegio; pero Orlando no me dejó. Movía las puertas abiertas, hacía entrar por una de las ventanas que da a la calle un aire frío a pesar del tiempo caluroso que hacía. Opté por encerrarme en mi cuarto bajo llave. Pensé largo rato sobre el porqué Orlando se estaba manifestando, si él no conoció mi casa. Me consolé pensando en la admiración que le manifesté el día de la presentación. Mis ojos atentos crearon una conexión con su espíritu, con sus ojos. Y eso fue suficiente para llegar a mi casa y despedirse. Encendí una esperma, uní los índices con los pulgares, hice el loto, después pude dormir.
Tonia escuchaba metida entre el miedo y la aceptación. ¡Porqué no le rezaste un padrenuestro! –Dijo resuelta- eso ocurre porque es un alma en penas, sedienta de oraciones, de seguro murió en pecado. Uno tiene que orar por todo y ante todo. Ante el dolor, ante el peligro, ante la indecisión, ante el mal. Eso le digo yo a mis alumnos, que los considero como mis hijos. Les enseño ciencias sociales; les recalco mucho sobre todo lo que le sobra al mundo. Lo esencial está revuelto con mucha basura. Ejemplo: he descubierto con el método americano de lectura algo fundamental; en un libro de trescientas páginas el ochenta por ciento de las palabras escritas son relleno, son artimaña de los escritores para esconder las ideas centrales. Eso le debió pasar a Orlando, su alma estuvo envuelta en muchas sobras. A la hora en que se presentó en tu casa, pedía lo básico de la vida, la oración. Con seguridad Orlando nunca oró y a la hora del juicio divino necesitó muchas. Por eso te visitó. A mis estudiantes, les hablo regularmente de la necesidad de la oración para autoayudarse a vivir. Les creo el compromiso con los turnos que les impongo para mantenerle ofrendas al cristo que preside el salón de clase.
Alba, te pregunto… ¿Tu no le hablás a tus estudiantes de esas experiencias? Es bueno ser transparentes con los estudiantes, mostrarse como uno es, lo que tiene, con sus defectos y bondades. Mostrarse tal cual es para evitar enfermarse por tener dos vidas: la privada y la pública. Estar dividida en dos es terrible. Me pasó. Muchas veces caía en cuenta que miraba fijo a una de mis estudiantes de último grado. Veía muy bella su forma de moverse y ocupar el pupitre, me gustaba. Una vez me dijo por qué la miraba más que a otras. Esas palabras me llevaron a preguntarme sobe la causa de mis atenciones para con esa estudiante. Concluí eso que te dije antes, tenía una vida doble. En privado había liberado mis gustos bisexuales, pero en público ante los estudiantes y compañeros de trabajo era una mujer normal. Los ojos de esa estudiante me convencieron de ser consecuente y tomar un comportamiento único; pero fui incapaz de hacerlo. Para ocultar esa situación me dediqué a burlarme de todos, porque creía saber y ver en los ojos de los demás esa lucha interior entre el comportamiento público y el privado. Convertí en ridiculez las conversaciones y monopolicé la atención para pensar en otra cosa o no dejar pensar; así daba salida a mi indefinición. Opté, impulsada por la pérdida progresiva del sueño y el descanso, hacer conquistas, seduje a amigos y amigas. Mi actitud de hacer de todo un chiste, resultó tener mucha aceptación. La gente a mí alrededor, me decía loca, pero reía y me buscaban para animar las horas. A los seducidos los sometí a una cruel venganza, porque me tomaron como una relación pasajera y yo quería que las cosas duraran bastante. Hice público sus gustos y formas de hacer el sexo. Aproveché los momentos de hacer de todo un chiste para poner como ejemplo las cosas íntimas de este o aquel. Me di cuenta que vivimos con gente que huele el culo a los demás, para decidir cómo tratarle. En estas, pasó algo necesario. Aquellos de quién me burlé me sacaron de su entorno, y depronto me vi rechazada. En el saludo que me daban, tenía el lado formal y el recriminatorio. Esta situación taladraba mi mente, la relacionaba con la falta de sueño. La ansiedad me obligó a buscar la medicina. Un médico le recetó antidepresivos a mi mal y hoy no puedo vivir sin ellos. Los tomo cuando mis mundos público y privado se dividen. El Clorhidrato de F. me deja ser una sola ante el mundo y mis estudiantes; solo, que he decidido ser una ante dios. Él me permite ir más allá del mundo del sexo. Ahora a nadie miro con deseo. Sé que todos necesitan ayuda y estoy convencida de que uno tiene que orar por todo y ante todo. Ante el dolor, ante el peligro, ante la indecisión, ante el mal.
Tonia sacó de su bolso un pañuelo de papel y secó el sudo abundante de su frente. Los ojos cafés y el pelo castaño a esa hora de la tarde se magnificaban. Apretó el pañuelo entre los dedos de su mano derecha y siguió hablando con los ojos fijos en los de Alba: en los cursos de ciencias sociales que les doy a los estudiantes del colegio –como tú sabes Alba- les insisto sobre la necesidad de la oración. Les digo que en los tratados de historia, de sociología, de comportamiento que deben leer, tienen que ser capaces de distinguir la basura de las ideas fundamentales. Así tendrán tiempo para dedicar a la oración y evitar el dolor de tener un espíritu dividido. Les hablo de ejemplos en el mundo, de seres que han obligado a la gente a ser transparentes ante los demás. Han obligado a todo el mundo, en un cara a cara, a tener una sola conducta pública y sacar las cosas ocultas de lo privado a la luz. Esos personajes, les digo a los estudiantes, intentaron salvar el mundo para la oración, pero fueron vencidos por la sinrazón y el libertinaje.
Alba levantó una mano y dijo:
-pará, pará. Creo que te estás contradiciendo. ¿Si el dejar de tener los dos mundos, el privado y el público, te enfermó y tuviste que ir al médico y por eso tomás antidepresivos, como seguís hablando de eso a los estudiantes? Sé que estás convencida de enseñar con el ejemplo, pero una no puede enseñarles a los jóvenes que se enfermen para luego curarlos. Sé que dices amar a tus alumnos y los dejas hacer lo que quieren y no intervenís en sus conductas porque las están haciendo públicas y eso te llena de satisfacción. Pero Tonia, la ciencia nos ha enseñado que el espíritu es uno en la casa y en la calle; por eso la educación debe cultivar el alma, llevarla a la luz, para que contemple las ideas puras y ser capaz de conectarse con los demás por ese lenguaje sin palabras que se hace con los ojos. El cuerpo obedece a ese lenguaje, en vez de orar, mira los estudiantes a los ojos, transmíteles la paz y el conocimiento y diles que la manera de ser uno mismo es con la meditación. Con ella se logra sacar los fantasmas y los espíritus de los muertos de nuestro entorno. Enséñales a amar la luz, enséñales a tener siempre encendida la luz del alma y de una esperma.
Tonia llamó para pagar el servicio golpeando la mesa con la tasa de café. Se levantó brusca y se fue sin decir nada. Alba le dijo -¿porque te vas así?- No hubo respuesta. La tarde se tornó noche. Las bujías comenzaron a encenderse y Alba pidió otra taza de café.

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