El partido Centro Democrático en puja por el poder con
el Movimiento Colombia Humana, son la expresión del animal político –zoon
politikón- colombiano. Ambas organizaciones, por estar en el tiempo, posibilitan
una hermenéutica sobre los actos de sus militantes, los grupos que los
componen, las expresiones verbales de sus pronunciamientos, las imágenes que
producen y se forman en el cerebro del público objeto de ellas.
El ejercicio hermenéutico ocurre por la obligación
de asumir la historia para entender y comprender el acontecimiento que vivimos
los presentes, de tener por primera vez un rito electoral entre la derecha en
bloque y la izquierda colombiana. Es un acontecimiento inédito; pero con una raigambre
histórico-política. El partido Centro Democrático y el Movimiento Colombia
Humana por estar ahí en la vida, están sujetos a la afección de opuestos histórico-filosóficos
o de contradictores presentes. Por eso tienen una cara para el público y otra
para el ejercicio del poder, como obliga el juego de intereses: no todo se
puede hacer público. Maquiavelo le mostró a Lorenzo de Medici como funcionó y
funcionaba el poder político; hizo público los engranajes motivacionales y el
interés y escandalizó a su mecenas. Los contradictores, una vez entrados en
inteligencia sobre el ser o estar ahí en la vida de los partidos, se
fundamentan en su opción política para tomar decisiones electorales. La
claridad sobre el ser en la vida del partido, la facilita el ejercicio hermenéutico.
Los partidos mencionados (sean movimientos, frentes, coaliciones o alianzas) a
pesar de ser nuevos, al menos en sus nombres, son producto del proceso o del devenir
histórico colombiano.
El enfilamiento tras el Centro Democrático de todos
los viejos de la política tradicional, suma en su haber el acervo del
pensamiento y la obra del viejo país bicentenario. Ahí están los constituyentes
pioneros decimonónicos, que impusieron a un pueblo analfabeta el requisito para
elegir y ser elegido, el saber leer y escribir. Es la revelación de la
dominación político-económica hereditaria, sembrada por los conquistadores y
colonizadores españoles. La vocación de apropiación y privatización de lo
público, hecho subrepticio y enmascarado a través del siglo diecinueve y
veinte, ha quedado hoy expuesto y flagrante por la pérdida de recato. El
político perteneciente al viejo país y hoy reclutado por el Centro Democrático,
proclama en la plaza pública sendos discursos anticorrupción; pero cuando
resulta electo hace depredación de todo lo que sea riqueza. El ejercicio
político de estos hombres y mujeres acostumbrados al poder, traslada anualmente
de la hacienda pública a sus cuentas bancarias personales, cincuenta billones
de pesos1. Con este dinero se hacen reelegir periódica y
sistemáticamente, utilizando todos los métodos, desde la compra de votos hasta
el asesinato de líderes sociales, incluyendo los magnicidios. Estas prácticas
son las que permiten ubicar este partido, según una lógica taxonómica y bipolar,
en la extrema derecha. Ha arrasado con todo, no cesa en reeditar las
instituciones, rehacer las leyes, reformar el Estado para garantizar una
situación apropiada a sus intereses. El ejemplo más revelador es la destrucción
de los partidos tradicionales. Esas viejas estructuras republicanas,
constituidas en el mediano siglo diecinueve, tenían en su haber el mostrar ante
la opinión pública la cara de la honestidad y la pulcritud moral, aunque
soterradamente se hiciera lo contrario. Esa doble moral fue necesario destruirla
y en su lugar se han levantado las empresas electorales que llaman al
patriotismo y demás ignorancias populares para mantenerse.
Está ahí en el mundo, a su vez, como opositor y partícipe
del acontecer, La Colombia Humana, partido sujeto a la historia y objeto de una
hermeneusis que lo arroja al juego de intereses, pero con un lugar dado por la lógica
taxonómica y bipolar: ese lugar se llama La izquierda colombiana. Hereda, en la
bicentenaria historia de Colombia, las prácticas opositoras al régimen de
dominación de los hombres y mujeres del viejo país político. Prácticas que
tiene un ideario de lucha y resistencia, pero que los sujetos las han encarnado,
atados a la época. Los gremios de artesanos de la primera mitad del siglo
diecinueve defendieron sus colectivos ante la aspiración de libertad económica
de las élites gobernantes. Perdieron por la equivocación de algunos de sus
líderes, al poner la organización al servicio de la lucha partidista. Los
artesanos fueros destruidos y dispersados. Luego, Jorge Eliécer Gaitán, en 1933,
toma las prácticas de María Cano e Ignacio Torres Giraldo y las organizaciones
de huelguistas defensoras de los trabajadores, las subsume en la creación del movimiento
político Unión Nacional de Izquierda Revolucionaria (UNIR), se potencia para
matizar la historia de la izquierda de la primera mitad del siglo veinte, alrededor
de su caudillismo. Opción destruida en 1948 con su asesinato. Esta historia deja
a la mirada hermenéutica, una conclusión: la izquierda en Colombia es sinónimo
de desunión, es oportunismo, está plena de personalidades que se hacen
idolatrar.
La coyuntura presente, es inédita porque la fuerza
de los acontecimientos obligó a la unidad. La derecha ha demostrado desde el
siglo diecinueve que se puede unir, con mucha rapidez, ante cualquier
contingencia adversa. Por eso lo ha hecho hoy, sin mayor esfuerzo. El opuesto,
la unidad de la izquierda no ha sido posible, anteponen desavenencias
personales con el candidato de La Colombia Humana. Siguen la tradición:
sacrifican el modelo oposicionista, en aras de mantener el orgullo, por no ser
ellos los protagonistas. Al quedar avocados a votar por la derecha, optan mejor
por abstenerse, marginarse o llaman a votar en blanco o se llenan la boca con
burlas mórbidas y dicen votar en sepia, en lila o en negro.
Izquierda o derecha, es una construcción de la
lógica taxonómica, pero lo que debe leerse en el texto del acontecimiento
coyuntural colombiano, es la posibilidad de neutralizar la corrupción, reorganizar
los mecanismos de control, dignificar el ejercicio de la política, quitarle los
jóvenes a la guerra con oportunidades de trabajo y realizar la sociedad moderna
sistemáticamente aplazada. Elegir la tradición o atreverse por lo distinto,
parece ser la agenda de la política colombiana inmediata, según la lectura
histórico-hermenéutica que debe hacerse.
1. Declaraciones del contralor general de la
República, Edgardo Maya Villazón. El Heraldo. Barranquilla 25 de octubre de
2017.
Imagen: Los papagayos. Beatriz González 1986
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