Oscilar entre lo
genérico y lo particular es la dualidad inherente a los problemas humanos. Está
planteado en el lenguaje con los términos generales como arboleda y su
respectivo particular el árbol. Dualidad llevada a las ciencias físico
matemáticas o a las humanas. Allí el análisis a nivel de las estructuras señala
para definir el lugar de los elementos. El estudio del Estado se hace a costa
del estudio del individuo a pesar de que ambos estudios se retroalimentan. Esta
oscilación se expresa a su vez en la historia porque permite ir de la macro a
la microhistoria o de la historia general, universal o total a la historia
local.
En lo local están
planteados unos objetos o problemas de estudio claros y distintos a los planteados
por la historia macro, a pesar de utilizar los mismos recursos de cientificidad
como son la estadística o la cualitatividad. En la historia local–micro, los
objetos de estudio son los sujetos interrelacionados, sus instituciones, sin
ser las mismas del orden general de la sociedad o el Estado.
El hacedor de la
historia local saca a la luz las instituciones o los órdenes por medio de la
observación y la vivencia comunitaria, observación que obliga a una actitud
inductiva, es decir, obliga a registrar esas organizaciones inéditas por medio
del lenguaje y la narración, posibilitando inscribirlas en la conciencia. Es en
el nivel de la microhistoria donde tiene fundamento empírico los hechos humanos
y las acciones individuales; pero esta observación directa no puede convertirse
en una vana gloria para deslegitimar la cientificidad de la historia universal,
porque se antepone la noción de realidad como un constructo complejo: es tan
real la categorización genérica, como la específica.
La historia local no
es la versión micro o simple de las leyes generales de la historia, tiene un
nivel de racionalidad distinto. El acuerdo de la comunidad científica de
historiadores sobre la realidad del modelo historicista o marxista, ha
permitido producir una historia sometida a leyes generales. El historicismo
mide el devenir de las sociedades por su grado de progreso y decadencia. El
materialismo histórico obliga a cumplir con el dictado de las formaciones
sociales que han resuelto su contradicción socioeconómica: si se deviene de un
comunismo primitivo, un esclavismo, un feudalismo, un capitalismo, es necesario
cumplir con estas leyes históricas y construir el comunismo, luego de resolver
la contradicción entre la propiedad y el trabajo o entre las clases sociales
burguesía y proletariado.
Pero esa generalidad
no aplica en lo local porque se opera por inducción y la generalización no es
pertinente, porque no se trata de convertir los hechos de los individuos
territorializados en hechos universales. En lo local, el historiador tiene que
vérselas con el individuo, los signos y los símbolos atados al territorio. En
lo local hay una cotidianidad identitaria irreductible a reglas universales. Es
claro que esta actitud de la historiografía contemporánea de volverse sobre lo
local, no plantea una disyuntiva insalvable entre micro y macrohistoria. Lo que
se trata de hacer visible es la legitimidad de la historia local y la
especificidad de su epistemología, materializada en la producción de sus
propias categorías.
Se trata de recabar
información sobre la vida cotidiana enlazada con el tiempo en el que discurre,
atada al espacio o territorio en el que se despliega, ejemplarizada en la vida
de los sujetos individualizados a voluntad del historiador. Las categorías de
análisis tienen esa referencia producida por la información, pero pueden ser
modeladas por las ciencias sociales (sociología, antropología, psicología,
etnografía) y localizarlas en el cuerpo, en la mentalidad, en la interrelación
societal, en la gestualidad, en la actitud ritual, en el recurso al inconsciente
y en las formas de sustentar la vida.
Categoría cuerpo
dócil, modelado y consumido por las instituciones o la tradición. Cuerpo que
compila el ejercicio de poder de las instituciones educativas sobre la carne,
los gestos, las maneras formales, subversivas o alternativas. Categoría de lo
político que lee el poder en perenne relación con la posesión de la riqueza y
generador de conflictos y violencias que caracterizan el régimen político como
justo, desigual o corrupto.
Categoría
mentalidad, acervo imaginado del mito de origen y de la norma, por el que la
oralidad respeta reglas: qué se puede decir, qué callar; es decir, la forma del
pensamiento y su contenido. Categoría ritualidad por la que se rescata o
constituyen las fiestas y efemérides anualizadas de la política y la religión;
o las prácticas culturales ancestrales de resistencia indígenas y africanas.
Categoría referida al recurso de las conductas de base en las convicciones
profundas o miedos colectivos potenciadores de asonadas, pánicos o aplicación
de justicia por mano propia: la generación de justicieros a la manera de
Raskolnikov.
La historia local,
sumerge al historiador en una nueva actitud del conocimiento. Se deja, se abandona
el proceder tradicional de leer en la vida de los pueblos o los individuos la
normatividad del poder o el producto del diseño social de los grandes sistemas
filosófico-económicos, ese proceder de lo general a lo particular que se ahorra
la observación y hace desaparecer la libertad.
La historia local se
dedica a rastrear en las relaciones entre los individuos, el margen de libertad
que permite a los sujetos consensuar los comportamientos y resistir el poder
supuestamente total e invencible. Los acuerdos se construyen en una relación
inmaterial de lectura de los signos y las aspiraciones de autogobierno de los
cuerpos, con la convicción que es más valioso que el dinero esa libertad
labrada a contrapoder.
La historia local se
escribe no como como una narrativa diacrónica en la que los individuos son
marionetas sometidos a los dictados de las leyes generales. La historia local
se escribe sustentada en la ciencia, visible en textos de rigor argumentativo,
producidos por la observación de la vida local palpitante o de su memoria
inscrita en la oralidad o en los archivos, insumos para una demografía,
alimento y base de las categorías de análisis nombradas. En lo local hallamos la
complejidad de lo humano que obliga a reconocer la imposibilidad de someterlo a
leyes eternas o normas inamovibles. En este nivel de existencia todo es imprevisto,
versátil, movedizo, de una duración suficiente hasta la próxima revaluación.
Imagen: Un pueblo.
Pintura de Fernando Botero 1997
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