domingo, 2 de diciembre de 2018

La libertad y la historia local


Oscilar entre lo genérico y lo particular es la dualidad inherente a los problemas humanos. Está planteado en el lenguaje con los términos generales como arboleda y su respectivo particular el árbol. Dualidad llevada a las ciencias físico matemáticas o a las humanas. Allí el análisis a nivel de las estructuras señala para definir el lugar de los elementos. El estudio del Estado se hace a costa del estudio del individuo a pesar de que ambos estudios se retroalimentan. Esta oscilación se expresa a su vez en la historia porque permite ir de la macro a la microhistoria o de la historia general, universal o total a la historia local.

En lo local están planteados unos objetos o problemas de estudio claros y distintos a los planteados por la historia macro, a pesar de utilizar los mismos recursos de cientificidad como son la estadística o la cualitatividad. En la historia local–micro, los objetos de estudio son los sujetos interrelacionados, sus instituciones, sin ser las mismas del orden general de la sociedad o el Estado.

El hacedor de la historia local saca a la luz las instituciones o los órdenes por medio de la observación y la vivencia comunitaria, observación que obliga a una actitud inductiva, es decir, obliga a registrar esas organizaciones inéditas por medio del lenguaje y la narración, posibilitando inscribirlas en la conciencia. Es en el nivel de la microhistoria donde tiene fundamento empírico los hechos humanos y las acciones individuales; pero esta observación directa no puede convertirse en una vana gloria para deslegitimar la cientificidad de la historia universal, porque se antepone la noción de realidad como un constructo complejo: es tan real la categorización genérica, como la específica.

La historia local no es la versión micro o simple de las leyes generales de la historia, tiene un nivel de racionalidad distinto. El acuerdo de la comunidad científica de historiadores sobre la realidad del modelo historicista o marxista, ha permitido producir una historia sometida a leyes generales. El historicismo mide el devenir de las sociedades por su grado de progreso y decadencia. El materialismo histórico obliga a cumplir con el dictado de las formaciones sociales que han resuelto su contradicción socioeconómica: si se deviene de un comunismo primitivo, un esclavismo, un feudalismo, un capitalismo, es necesario cumplir con estas leyes históricas y construir el comunismo, luego de resolver la contradicción entre la propiedad y el trabajo o entre las clases sociales burguesía y proletariado.

Pero esa generalidad no aplica en lo local porque se opera por inducción y la generalización no es pertinente, porque no se trata de convertir los hechos de los individuos territorializados en hechos universales. En lo local, el historiador tiene que vérselas con el individuo, los signos y los símbolos atados al territorio. En lo local hay una cotidianidad identitaria irreductible a reglas universales. Es claro que esta actitud de la historiografía contemporánea de volverse sobre lo local, no plantea una disyuntiva insalvable entre micro y macrohistoria. Lo que se trata de hacer visible es la legitimidad de la historia local y la especificidad de su epistemología, materializada en la producción de sus propias categorías.

Se trata de recabar información sobre la vida cotidiana enlazada con el tiempo en el que discurre, atada al espacio o territorio en el que se despliega, ejemplarizada en la vida de los sujetos individualizados a voluntad del historiador. Las categorías de análisis tienen esa referencia producida por la información, pero pueden ser modeladas por las ciencias sociales (sociología, antropología, psicología, etnografía) y localizarlas en el cuerpo, en la mentalidad, en la interrelación societal, en la gestualidad, en la actitud ritual, en el recurso al inconsciente y en las formas de sustentar la vida.

Categoría cuerpo dócil, modelado y consumido por las instituciones o la tradición. Cuerpo que compila el ejercicio de poder de las instituciones educativas sobre la carne, los gestos, las maneras formales, subversivas o alternativas. Categoría de lo político que lee el poder en perenne relación con la posesión de la riqueza y generador de conflictos y violencias que caracterizan el régimen político como justo, desigual o corrupto.

Categoría mentalidad, acervo imaginado del mito de origen y de la norma, por el que la oralidad respeta reglas: qué se puede decir, qué callar; es decir, la forma del pensamiento y su contenido. Categoría ritualidad por la que se rescata o constituyen las fiestas y efemérides anualizadas de la política y la religión; o las prácticas culturales ancestrales de resistencia indígenas y africanas. Categoría referida al recurso de las conductas de base en las convicciones profundas o miedos colectivos potenciadores de asonadas, pánicos o aplicación de justicia por mano propia: la generación de justicieros a la manera de Raskolnikov.

La historia local, sumerge al historiador en una nueva actitud del conocimiento. Se deja, se abandona el proceder tradicional de leer en la vida de los pueblos o los individuos la normatividad del poder o el producto del diseño social de los grandes sistemas filosófico-económicos, ese proceder de lo general a lo particular que se ahorra la observación y hace desaparecer la libertad.

La historia local se dedica a rastrear en las relaciones entre los individuos, el margen de libertad que permite a los sujetos consensuar los comportamientos y resistir el poder supuestamente total e invencible. Los acuerdos se construyen en una relación inmaterial de lectura de los signos y las aspiraciones de autogobierno de los cuerpos, con la convicción que es más valioso que el dinero esa libertad labrada a contrapoder.

La historia local se escribe no como como una narrativa diacrónica en la que los individuos son marionetas sometidos a los dictados de las leyes generales. La historia local se escribe sustentada en la ciencia, visible en textos de rigor argumentativo, producidos por la observación de la vida local palpitante o de su memoria inscrita en la oralidad o en los archivos, insumos para una demografía, alimento y base de las categorías de análisis nombradas. En lo local hallamos la complejidad de lo humano que obliga a reconocer la imposibilidad de someterlo a leyes eternas o normas inamovibles. En este nivel de existencia todo es imprevisto, versátil, movedizo, de una duración suficiente hasta la próxima revaluación.

Imagen: Un pueblo. Pintura de Fernando Botero 1997

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