Luego de la fundación de
Antioquia por Jorge Robledo en 1541, los indígenas catíos la asediaron
permanentemente por la ausencia del fundador. Él debió viajar a España para
hacer crear la gobernación y separarla de Cartagena y Popayán. La ausencia
posibilitó el asedio indígena hasta hacerla despoblar. La Audiencia del Nuevo
Reino encomendó a Gómez Hernández, fundador de Caramanta, la
pacificación de los catíos gobernados por el cacique Toné, territoriales en la
entrada del Chocó. Se le hizo merced a Gómez Hernández de la gobernación
del Chocó. Gómez partió de Caramanta con ochenta (80) soldados, entre ellos
Bernardino Mojica de Guevara (dice Castellanos que Bernardino vive actualmente
en su mismo pueblo, dato que debe entenderse cómo este conquistador fue una
fuente de información para las Elegías). Con su gente “De caballo y de pie, y
el avío [en que] Gastó crecida suma de dinero”1 de su haber, en el
año de 1557 partió en busca
“Del cacique toné, bárbaro duro,
Gallardo mozo, suelto, bien dispuesto,
De fuerza monstruosas y atrevido,
En quien nunca jamas hubo descuido
Para se defender de sus contrarios
En ciertas barbacoas2, cuyos troncos
Gruesos, bien fijados en la tierra,
Subían en altura cuatro brazas,
Espesas las hileras, y por orden
Que atravesadas vigas por alto
Y dada perfición al soberado,
Pudieron fabricar seguramente
Casas pajizas para sus albergues;
Y lo más alto de la barbacoa
Ceñido con maderos ajustados
Que volaban según el colgadizo
Que llaman los latinos meniano,
Tan alto que servía de muralla
Y amparo contra tiros estrangeros.”3
En ese fuerte, Toné
y su gente tenían gran cantidad de lanzas, piedras, flechas dardos, estacones
terminados en punta tostada, vigas para hacerlas rodar sobre los enemigos;
muchos alimentos y agua recogida en canoas, vasijas con bebidas (Castellanos
dice vinos), y un sistema de “guádubas” que recogía el agua lluvia y las
dirigía a las canoas. En los caminos y alrededores del fuerte tenían cavados
hoyos en cuyo fondo había estacones afilados para que ahí cayesen los enemigos
y los caballos.
Toné habitaba en la más alta barbacoa, con sus hijos, mujeres y familia. Tenía cien (100) indios de pelea, Castellanos los llama “Gandules de pelea”, para defender la fortaleza. El fuerte estaba ubicado en una loma de doscientos pasos de largo y cincuenta de ancho; situación que los hacía inexpugnable. Los españoles la rodearon y aislaron los indios fuera de la loma. Requirieron a Toné y su familia rendirse, “Porque si se mostraban pertinaces Los pasarían todos a cuchillo,”4
Esa fue la superioridad de los conquistadores, el cuchillo, el hierro. Pero toné les decía: -acérquense cristianos que sí dejaremos las armas pero sobre vuestras cabezas. Y la paz que me pedís será el descuartizamiento de vuestros cuerpos-. A esto los españoles respondieron con ataques de arcabuces cerrados, para permitir que otros soldados se acercaran a la fortaleza “con mantas de madera”, en medio de la nube de dardos y flechas. A diego de Ardila le cayó un estacón que le atravezó la rodela, el cojín y el brazo5. A Bernardo de Mojica le dio una pedrada
“…por el costado
Encima de las armas, que lo hizo
Rodar por la ladera trompicando”5
Luego de seis días de asedio, el ataque español no parecía prosperar. Optaron por rodear de paja la base de los maderos del fuerte y prenderle fuego. Lo hicieron. Ante la humareda Toné se vio sin posibilidades y comenzó a evacuar hacia el monte las mujeres. Falló el incendio y los españoles decidieron construir un “baluarte”, edificio de madera para alcanzar con disparos a Toné y su gente. Fracasaron por la lluvia de piedras y flechas. Bernardo de Mojica recibió otra pedrada en la cara. García de Arce cargaba constantemente el arcabuz, pero no alcanzaba a dar de baja a todos los combatientes de Toné. En ese furor del combate (Castellanos dice reventón) un “mozo robusto” llamado Valdelomar “de grandes fuerzas”, avanzó decidido por la loma; pero una piedra le dio en la cabeza y le abolló la celada. En tierra casi muerto, diciendo “!Dios me valga¡”, fue rescatado.
Toné continuo en el fuerte. A los treinta días, ambos bandos estuvieron fatigados. Ante el silencio de los indígenas, ya no insultaban a los españoles, ni producían gritos guerra, dos soldados, Francisco Barco y Cristóbal González, quisieron llegar al fuerte, gateando con las rodelas y las armas en la espalda; pero fueron descubiertos y regresaron en medio
“De jáculos y piedras que tras ellos
Iban encaminadas por los aires”6.
En la noche un indio
ladino, desde el fuerte de Toné en castellano insultaba a los
españoles y García Arce disparó al lugar de donde venía la voz y acertó, mató
al ladino quien “cayó dando gemidos lamentables”7. Más los indios
salían por lugares secretos de la fortaleza y asediaban permanentemente los
ranchos donde estaban los españoles. La situación llevó al cansancio y la tropa
comenzó a pedir que siguieran hacia el cometido inicial de entrar en el Dabaibe
y el Chocó,
pues ahí estaban perdiendo el tiempo. Escuchadas estas peticiones
“…Francisco Moreno, valeroso
Soldado, de los viejos de Antioquia,
A quien después mató Gaspar de Rodas
En singular certamen combatiendo,
Levantóse del lecho mal herido,
Y dijo las palabras que siguen:”8
-No señores, si dejamos
el asedio, es dar la fuerza y aliento a Toné y sus gentes. Si ganamos este
asedio, ahorramos trabajo para sostener esta tierra. El honor hispano no se
puede perder. El tiempo que llevamos aquí y con los indígenas en su fuerte,
algún día caerán-. Francisco Moreno vecino de la villa de Antioquia, “En cuyos
propios términos caían Las gentes que venían allanando”9 estuvo de
acuerdo con Gómez Hernández quien les dijo a quienes querían abandonar el sitio
a Toné
que merecían ser castigados. Luego mandó a todos armarse de “mantas de madera”
y hacer cerco de maderos clavados que detuvieran “cantidad de leña”. Montaron
varios cercos hasta alcanzar los cimientos del fuerte. Fueron vanas las
prevenciones de los naturales para impedir la acumulación de leña. Gómez
Hernández antes de prender fuego, le hizo requerimiento a Toné para que saliese de
paz; pero se rehusó y los españoles pegaron fuego a la leña. El fuego se
extendió rápido y alcanzó las casas pajizas del fuerte. Los indígenas
reconocieron la astucia de los conquistadores y anota Juan de Castellanos que
decían:
“Ya sabeis, cristianos,
Enasi que tanto como los Catíos
En astucias y en ardides de guerra”10
Los indígenas al verse vencidos, unos se sometieron, otros en huida fueron muertos, otros más pelearon hasta incinerarse dentro del fuerte y postreramente dieron otra pedrada potente a Bernardino Mojica en un hombro. Se lo fracturaron y hoy continúa quejándose –dice castellanos que lo tiene por vecino-. Muchos de los indios atrapados fueron ahorcados…
“Y el uno dellos, cuando pregonaban
“El rey manda hacer esta justicia”
Dijo con un desgaire desdeñando:
¿Qué rey, que rey es ese que lo manda?”
Y el capitan, [Gómez Hernández] por ver el desacato
Y aquel torvo mirar y furibundo,
Mandó soltar un perro furioso,
En estas cazas muy ejercitado,
Que con impetuoso movimiento
Fajó con él, y estándolo comiendo
El indio le decía: “come, come”,
Sin que de su tormento diese muestra,
Formase queja ni torciese gesto”11.
Los demás indios
quedaron sin nariz, mancos; los más viejos indomables se les puso una cruz en
las manos y se obligaron a traer sus amigos a la paz, entre ellos a Toné.
Y este cacique llegó y “guardó paz inviolable”.
Debió ocurrir en 1558, luego de vencido Toné. Gómez Hernández dejó en el poblado viejo de Antioquia con veinte (20) soldados a Francisco Barahona, en cumplimiento del mandato de la real Audiencia que quería repoblar Antioquia. Él (Gómez Hernández) con otros ochenta (80) soldados fue por el “Dabaibe”. Le fue mal. Hambrientos, muertos la mayoría, bajaron por el río “Redes” al mar del norte y por “Tolú” llegaron a Cartagena.
“[…] Y todo hecho,
En cumplimiento de lo que mandaron
Los jueces de la real audiencia,
A la población fueron de Antioquia,
Donde poblaron, y quedó con veinte
Soldados u Francisco Barahona,
Cuya refundación duró muy poco,
Por no ser parte para sustentarse”12.
En Cartagena, Gómez Hernández, consiguió gente, compró bergantines y por el río “Oromira” volvió a Antioquia; pero al entrar a la provincia Tabebe limítrofe con Antioquia, los naturales al verlos “Enfermos, flacos, flojos, consumidos”12 mataron cuatro españoles, los demás huyeron; pero Francisco Barco le gritaba al capitán Gómez Hernández que huir es perder el honor. Los convenció, enfrentaron los indígenas y los hicieron retroceder y huir.
Llagaron a Antioquia donde habían dejado a Barahona, pero encontraron el lugar despoblado; y fueron anunciados por indios de paz, de la existencia de la Villa de Santafé de Antioquia, trasladada del asiento original, en territorio del cacique Toné. Allí fueron recibidos y se recuperaron.
Gómez Hernández partió de allí para su casa en Ancerma (Castellanos escribe Encerma), donde encontró recursos y con Francisco Barco viajó a Castilla España a dar cuenta de lo hecho y recibió el cargo de gobernador del Chocó; pero de regreso, en Cartagena, murió en 1559. La gobernación del Chocó se le dio a Melchor Velásquez. Este hizo varias incursiones desde Ancerma y Popayán. Se encontró muchos pueblos de indios desiertos, por causa de una epidemia de viruela. Castellanos termina esta parte, hablando de como ahora (tiempo en el que escribe) en 1588 se extiende otra vez la viruela igual que en el tiempo de Melchor Velásquez.
Notas:
1. De Castellanos, Juan. Elegías de varones ilustres de Indias. Editor
Gerardo Rivas Moreno. Bogotá – Bucaramanga 1977. Prólogo de Javier Ocampo
López. Pág. 1055
2. Real Academia española. Palabra de origen caribe. Indica: Casa
pequeña construida en alto sobre árboles o estacas.
3. Ídem. Pág. 1055
4. Ídem. Pág. 1056
5. Ídem. Pág. 1057. Los conquistadores utilizaron los tejidos de algodón
indígenas para hacerse construir sayos gruesos como base de las armaduras.
Cuando Castellanos escribe “indios de servicio” se entiende que la tropa española
se movía con tejedores.
6. Ídem. Pág. 1061
7. Ídem. Pág. 1061
8. Ídem. Pág. 1061
9. Ídem. Pág. 1062
10. Ídem. Pág. 1063
11. Ídem. Pág. 1063
12. Ídem. Pág. 1063
Imagen: Urna funeraria La Pintada Antioquia. Colección Museo Universidad de Antioquia
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