lunes, 3 de febrero de 2025

El hombre ridículo de Dostoievski psicoanalizado.


   Algo debe decirse sobre un autor tan leído, tan clásico, tan analizado. Y ese algo debe estar regido por una máxima anónima y prestigiosa con cierta fama que dice: “cada generación tiene el derecho y el deber de reescribir la historia”. Y en este caso, la literatura cabe dentro de la historia. Cada generación debe leer la literatura anterior, la de su tiempo y pronunciarse sobre lo conocido.

   Con esta consideración se puede escribir sobre esta obra corta de Dostoievski titulada El sueño de un hombre ridículo [en adelante El hombre R] y apoyarse para hacerlo en dos análisis muy conocidos. Uno el ensayo de Freud titulado “Dostoievski y el parricidio” publicado en 1928. Otro el de Stefan Zweig incluido en “Tres maestros (Balzac, Dickens, Dostoievski) publicado en 1920.

   “El sueño del hombre ridículo” es una muestra del genio literario del escritor ruso, porque en él nada hay de raro o extraño. El tema es de dominio generalizado. Todos nos hemos asustado o sorprendido ante noticias sobre suicidas; a todos algún día nos ha conmovido la pobreza de una niña desamparada; hemos soñado con paraísos, con infiernos y con el horror o el dolor. Estos temas el autor ruso los desarrolla dentro del contexto cultural de su época. Toma el fenómeno del sueño como un acontecimiento, estudiado desde la religión o la sicología, para mostrar en él las aspiraciones o frustraciones del ser humano. Involucra la astronomía porque viaja entre planetas y estrellas hasta dar con un mundo hogar de unos seres humanos completamente felices, dedicados a la contemplación, la música y el canto: algo así como un paraíso.

   Pero el hombre R obcecado en el suicidio, corrompe ese mundo; y queda ahí para el lector, expuesto el mundo rousseauniano teorizado en el Discurso sobre las ciencias y las artes. El estado primordial de la humanidad, pleno de felicidad, porque allí no existió la necesidad. El hombre R en su sueño hace salir la humanidad de ese estado feliz y frugal y les siembra el odio, la codicia, la guerra, la desigualdad y muchos otros males. Ahí aparece El Emilio de Jean Jaques: el ser humano nace bueno y la sociedad lo corrompe. La humanidad ha devenido, de la felicidad al dolor, es decir se plantea una distopía.

   El hombre R despierta y decide no suicidarse, porque en el sueño le ha sido revelada la verdad y todo gracias a la niña pobre que le pide piedad entendida como una estrellita premonitoria y por ella renuncia al suicidio. El hombre R se torna tranquilo, y no le importa que lo juzguen y le llamen ridículo. En el sueño ha descubierto la verdad y ahora la proclama. Es claro que por eso le insultan, lo hacen objeto de burlas y el ríe porque sabe que no es ridículo, tiene la aletheia.

   Este hombre R visto con las herramientas que trae Freud, es sacado de la vida real de su creador, como todos los demás personajes. El autor ruso al final de su vida se convierte en defensor de la tradición rusa y el cristianismo ortodoxo. Dostoievski no ha inventado el personaje, El hombre R es Dostoievski. En los personajes Freud lee, el ser terrible que fue el autor ruso y por ello no han servido como ejemplo y guía para la sociedad, no es ético. Esta condición ocurre por haber sido Dostoievski un hombre enfermo regido por el dolor y la culpa. Enfermó de epilepsia: dice Freud que esta enfermedad tiene dos causas, una física, por mal formación o accidente del cerebro; otra por la mentalidad del sujeto.

   La epilepsia de Dostoievski, según las investigaciones del psicoanalista, basadas en testimonios de conocedores del autor en vida, estuvo motivada en su propia psiquis. El estado mental se revela en la gran obra clásica de la literatura universal como lo es Los hermanos Karamazov. En el comportamiento de los personajes está planteada la cusa: la culpa por el deseo del parricidio, tanto como partícipes de la religión cristina que tiene en la base el parricidio originario, planteado por Freud en Moisés y la religión monoteísta. Pero Freud reconoce que en Dostoievski se debe diferenciar varias personalidades: el literato, el neurótico, el pensador ético y el pecador. * El literato está casi siempre después de los ataques de epilepsia o después de haberlo perdido todo en los casinos.

   Zweig ubicado en el análisis literario toma partido por la creación y diseño de los personajes. Estos no son producto de una compulsión esquiza después del juego o el ataque epiléptico. Dostoievski pasa todo el tiempo creándolos y solo ocurre el momento en el que salen de su cabeza por efecto de la escritura, “…como hace el árbol con los frutos, Dostoievski sacude los personajes acabados, maduros…”.**

   El escritor observador toma los rasgos de los rusos de su tiempo por él conocidos, los piensa, los concreta, los carga de inhibiciones, de incertidumbres, temores, intimidaciones, humillaciones, ofensas …. “y todo por el mismo sentimiento atávico de una nación: el de no saber quiénes son.”*** porque el origen bárbaro los hace advenedizos en el tiempo, afirma Zweig.

   El hombre R, Raskólnikov, Kirílov, Iván Karamazov, son unos solitarios nihilistas, pero altruistas con delirio imperial y aspiraciones a la grandeza. Dostoievski ama estos personajes porque sufren y subliman su caos interno en acciones memorables, bellamente escritas.

   Algo debe decirse sobre un autor tan leído, tan clásico, tan analizado. La humanidad lo tiene como ejemplo de la creatividad humana, potenciador y enriquecedor de la cultura, ese artificio que nos hace poner la humanidad en el centro. No como destino sino como creadora obsesiva.

 *Freud Sigmund. Dostoievski y el parricidio. En Obras completas. Ed Amorrotu. Tomo 21 Págs. 172 – 191. Pág. 175

 **Zweig Stefan. Tres maestros (Balzac, Dickens, Dostoievski). Título original: Drei Meister. Stefan Zweig, 1920. Traducción: Joan Fontcuberta. Editor digital: hofmiller. Pág. 106.    (https://www.itsup.edu.ec/library/index.php?page=3&id=7437&db=0)

***Ídem. Pág. 111



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