Algo debe decirse
sobre un autor tan leído, tan clásico, tan analizado. Y ese algo debe estar
regido por una máxima anónima y prestigiosa con cierta fama que dice: “cada
generación tiene el derecho y el deber de reescribir la historia”. Y en este
caso, la literatura cabe dentro de la historia. Cada generación debe leer la
literatura anterior, la de su tiempo y pronunciarse sobre lo conocido.
Con esta consideración
se puede escribir sobre esta obra corta de Dostoievski titulada El sueño de un
hombre ridículo [en adelante El hombre R] y apoyarse para hacerlo en dos
análisis muy conocidos. Uno el ensayo de Freud titulado
“Dostoievski y el parricidio” publicado en 1928. Otro el de Stefan Zweig
incluido en “Tres maestros (Balzac, Dickens, Dostoievski) publicado en 1920.
“El sueño del hombre
ridículo” es una muestra del genio literario del escritor ruso, porque en él nada
hay de raro o extraño. El tema es de dominio generalizado. Todos nos hemos
asustado o sorprendido ante noticias sobre suicidas; a todos algún día nos ha
conmovido la pobreza de una niña desamparada; hemos soñado con paraísos, con
infiernos y con el horror o el dolor. Estos temas el autor ruso los desarrolla
dentro del contexto cultural de su época. Toma el fenómeno del sueño como un
acontecimiento, estudiado desde la religión o la sicología, para mostrar en él
las aspiraciones o frustraciones del ser humano. Involucra la astronomía porque
viaja entre planetas y estrellas hasta dar con un mundo hogar de unos seres
humanos completamente felices, dedicados a la contemplación, la música y el
canto: algo así como un paraíso.
Pero el hombre R
obcecado en el suicidio, corrompe ese mundo; y queda ahí para el lector,
expuesto el mundo rousseauniano teorizado en el Discurso sobre las ciencias y
las artes. El estado primordial de la humanidad, pleno de felicidad, porque
allí no existió la necesidad. El hombre R en su sueño hace salir la
humanidad de ese estado feliz y frugal y les siembra el odio, la codicia, la
guerra, la desigualdad y muchos otros males. Ahí aparece El Emilio de Jean
Jaques: el ser humano nace bueno y la sociedad lo corrompe. La humanidad ha
devenido, de la felicidad al dolor, es decir se plantea una distopía.
El hombre R despierta y decide no suicidarse,
porque en el sueño le ha sido revelada la verdad y todo gracias a la niña pobre
que le pide piedad entendida como una estrellita premonitoria y por ella
renuncia al suicidio. El hombre R se torna tranquilo, y no le importa
que lo juzguen y le llamen ridículo. En el sueño ha descubierto la verdad y
ahora la proclama. Es claro que por eso le insultan, lo hacen objeto de burlas y
el ríe porque sabe que no es ridículo, tiene la aletheia.
Este hombre R visto
con las herramientas que trae Freud, es sacado de la vida real de su creador,
como todos los demás personajes. El autor ruso al final de su vida se convierte
en defensor de la tradición rusa y el cristianismo ortodoxo. Dostoievski no ha
inventado el personaje, El hombre R es Dostoievski. En los personajes
Freud lee, el ser terrible que fue el autor ruso y por ello no han servido como
ejemplo y guía para la sociedad, no es ético. Esta condición ocurre por haber
sido Dostoievski un hombre enfermo regido por el dolor y la culpa. Enfermó de
epilepsia: dice Freud que esta enfermedad tiene dos causas, una física, por mal
formación o accidente del cerebro; otra por la mentalidad del sujeto.
La epilepsia de
Dostoievski, según las investigaciones del psicoanalista, basadas en
testimonios de conocedores del autor en vida, estuvo motivada en su propia
psiquis. El estado mental se revela en la gran obra clásica de la literatura
universal como lo es Los hermanos Karamazov. En el comportamiento de los
personajes está planteada la cusa: la culpa por el deseo del parricidio, tanto como
partícipes de la religión cristina que tiene en la base el parricidio
originario, planteado por Freud en Moisés y la religión monoteísta. Pero
Freud reconoce que en Dostoievski se debe diferenciar varias personalidades: el
literato, el neurótico, el pensador ético y el pecador. * El literato está casi
siempre después de los ataques de epilepsia o después de haberlo perdido todo
en los casinos.
Zweig ubicado en el
análisis literario toma partido por la creación y diseño de los personajes.
Estos no son producto de una compulsión esquiza después del juego o el ataque
epiléptico. Dostoievski pasa todo el tiempo creándolos y solo ocurre el momento
en el que salen de su cabeza por efecto de la escritura, “…como hace el
árbol con los frutos, Dostoievski sacude los personajes acabados, maduros…”.**
El escritor observador toma los rasgos de los rusos de su tiempo por él
conocidos, los piensa, los concreta, los carga de inhibiciones, de
incertidumbres, temores, intimidaciones, humillaciones, ofensas …. “y todo por
el mismo sentimiento atávico de una nación: el de no saber quiénes son.”***
porque el origen bárbaro los hace advenedizos en el tiempo, afirma Zweig.
El hombre R, Raskólnikov, Kirílov, Iván Karamazov, son unos
solitarios nihilistas, pero altruistas con delirio imperial y aspiraciones a la
grandeza. Dostoievski ama estos personajes porque sufren y subliman su caos
interno en acciones memorables, bellamente escritas.
Algo debe decirse sobre un autor tan leído, tan clásico, tan analizado.
La humanidad lo tiene como ejemplo de la creatividad humana, potenciador y
enriquecedor de la cultura, ese artificio que nos hace poner la humanidad en el
centro. No como destino sino como creadora obsesiva.
*Freud Sigmund. Dostoievski y el parricidio. En Obras completas. Ed
Amorrotu. Tomo 21 Págs. 172 – 191. Pág. 175
**Zweig Stefan. Tres
maestros (Balzac, Dickens, Dostoievski). Título original: Drei
Meister. Stefan Zweig, 1920. Traducción: Joan Fontcuberta. Editor digital:
hofmiller. Pág. 106. (https://www.itsup.edu.ec/library/index.php?page=3&id=7437&db=0)
***Ídem. Pág. 111