lunes, 11 de noviembre de 2024

Lo que no fue dicho de José Zuleta


  Creo que a José Zuleta hay que leerlo, así como a Héctor Abad, por ser hijos de intelectuales orgánicos de la sociedad colombiana. Hijos que en sus obras testimonian la relación padre e hijos sin nada de especial. Estos hijos escriben motivados por circunstancias en que poco o nada funciona la herencia intelectual; pero en la historia de vida de esos padres conspicuos han visto materia novelable.

  Esta novela de José, aparenta ser un documento testimonial, antes que una pieza literaria; esto puede decirse si se abre el texto con expectativas del arte literario, ese arte que con la palabra nos mete en un éxtasis estético. Pero avanzada la lectura, convence el ser un testimonio de la experiencia del autor con su familia comenzada desde la memoria primigenia suya.

  Es conciso, avanza con frases muy cortas: le interesa no perder escenas que invoca con una proposición breve. Esto se percibe porque nuestra generación conoció al aquí involucrado Estanislao Zuleta. Las escenas palabreadas por José nos llegaron nombradas con interés, con asombro o solo como chisme, a los pasillos de Unaula, la Unal y la U de A. Y sobre todo después de escuchar las magníficas conferencias de Estanislao, sobre la relación entre Freud, Nietzsche y Marx.

  Aumentaba el asombro por las capacidades didácticas y la profundidad y cuando se proclamaba que Estanislao se formó como autodidacta para luego ser reconocida su erudición con títulos honoris causa. La militancia lo llevó a adherirse a tesis anticapitalistas y la crítica de la educación, la familia y los medios de comunicación por operar como “aparatos ideológicos del Estado”. Y por eso impidió que sus hijos fuesen a la escuela; aunque luego, como afirmó “Toño Restrepo el viejo” gran amigo de Estanislao, se arrepentiría porque dessocializó a sus hijos. La “ruptura” con la izquierda guerrerista le permitió cosechar fama de ser el intelectual más importante de Colombia.

  Por eso en los días de la toma del Palacio de Justicia por la guerrilla del M-19, el presidente de la república Belisario Betancur convocó al palacio de gobierno a intelectuales y analistas políticos para enfrentar la crisis y entre ellos estuvo Estanislao Zuleta. Ello sirvió de poco porque como afirmó “Toño Restrepo el viejo”, sobre la plaza de Bolívar quedó el muerto más famoso de la toma: la figura presidencial. La crisis la resolvieron los militares sin contar con su jefe máximo (el presidente de la república), situación que debe entenderse como un golpe de estado ejercido por los días que duró la toma.

  Las cortas y concisas frases o proposiciones de José Zuleta, leídas en Lo que no fue dicho, son un testimonio de familia, de hechos percibidos desde los procesos académicos de la ciudad, en las últimas décadas del siglo XX. Es claro que la obra de José no se queda ahí. Vira hacia el ejercicio narrativo en primera persona, hacia el ejercicio literario propiamente dicho, por hacer de la experiencia personal ubicada en el tiempo, una novela testimonial. Hay belleza, en especial el contacto del joven de quince años con Laila de treinta y tres, abandonada con dos hijos por su marido.

  El hecho de ser José un escritor contradice a quienes censuraron a Estanislao por quitarles la escuela a sus hijos y en su lugar, él se apersonó de la educación. El que seas un escritor demuestra que tu padre no se equivocó, le dijo su madre cuando José la encontró. Lo que no fue dicho es una de esas obras que obligan a seguir al sujeto de las distintas experiencias comenzadas a temprana edad, para ver, sentir o imaginar el como salió de ellas. El periplo es amplio en el tiempo. Comenzó una vida independiente de la familia desde los catorce años y terminó a los treinta hablando con su madre. Las citas de dichos de su padre Estanislao involucradas en su forma de ser, se refieren a un hedonismo fundamental. El ateísmo no lo compartió por esa increíble contradicción de haberle puesto el nombre de José. Las filosofías y políticas revolucionarias tampoco, porque en su padre esas ideas siempre se las escucho en estado de alicoramiento: el licor le daba una efervescencia del lenguaje en medio de proclamas altisonantes, que ningún interlocutor se atrevía a interrumpir. Dice José de la vida ser algo distinto; está por ejemplo la belleza de los humanos y sus actos, por eso antes de amarrarse a una academia como su padre optó por recorrer geografías…

“Yo necesitaba otra cosa, y era urgente: ser sin él, sin su tutela, sin sus preocupaciones existenciales. Vivir como tenía copiado en la libreta: “El sentido de la vida es alcanzar su fin último, que para el hedonismo es la ausencia de dolor (aponía) que nos dará la tranquilidad de ánimo (ataraxia), en ello radica la felicidad.” Pg. 80.

  Lo que no fue dicho termina con una narración en segunda persona, de gran belleza. El conocer a su madre ya adulto y prestigiado como escritor recibe de ella la misión de escribir su historia. Se pregunta como hacerlo si nada sabe de ella. Pero opta por el ejercicio de la entrevista y el testimonio de registro magnetofónico. Con este insumo dice: me lees, interrumpes, silencio, dices que recuerdas “-primero fui del grupo de Las Policarpas, después simpatizante del M-19, después galanista y ahora nada”. Pg. 241. La información que le proporciona su madre es la que da quien desde su práctica de vida establece una jerarquía de recuerdos, según lo dicta su percepción de la cultura y la sociedad. Ella hace énfasis en su genealogía iniciada por la heroína Antonia Santos y termina en Enrique Santos Montejo (Calibán) de quien dice ser su abuelo y haber sido un semental preñador, en tono de burla con un dejo de vana gloria.

  El cambio del yo al tú, muestra dominio del arte literario, ejercido por un escritor que desde edad temprana lee incesante. Los viajes y las gentes que conoce, están cruzados por los libros que lee, porque los involucra, y ejerce la promoción de lectura.

Guillermo Aguirre González

Noviembre 2024

Zuleta Ortiz José. Lo que no fue dicho. Seix Barral. Bogotá 2021

Imagen: Epicuro. Detalle en “La escuela de Atenas” (1512), de Rafael Sanzio. Estancias Vaticanas, Roma

martes, 22 de octubre de 2024

El abuelo de Vargas Llosa harto de rutinas


  En Vargas Llosa nos acercamos a sus cuentos iniciáticos compilados bajo el nombre de Los jefes. Se mide el acercamiento por el recuerdo de algunas obras importantes y famosas de este autor peruano como Pantaleón y las visitadoras, ¿Quién Mató a Palomino Molero?, o Lituma en los Andes. Obras que permiten hacer la diferencia entre la madurez y la juventud. Estos cuentos iniciales de 1959 dejan en el lector la convicción de la influencia de la experiencia de vida en la obra literaria. Claro que esto es una perogrullada, porque lo vivido es la fuente de inspiración para que lo escrito sea la creación de un mundo independiente y completamente ficcionado.

  Experiencia de vida localizada en su patria chica, porque se ubica en el espacio del colegio, en sus relaciones juveniles con posibilidad de visitar los bares, beber licor, desafiarse entre amigos y citarse a duelos como es el caso de lo narrado en el cuento Los jefes. Después de leer al Vargas Llosa maduro puede decirse que en los cuentos encontramos una prosa iniciática, por tener pasajes en los que, como se dice coloquialmente, telegrafía la descripción del espacio, el tiempo y los acontecimientos. Pero se observa que tiene una honda preocupación sociopolítica, rastreada en el tratamiento de la organización estudiantil colegial, el duelo a muerte azuzado entre jóvenes ocasionado por el odio y el amor. Los hermanos que persiguen y matan a un indio por racismo, creen vengar el honor mancillado de la hermana menor, a pesar de la advertencia de ella de no haber sido ultrajada. El delator traicionado por quienes lo contrataron para ubicar un fugitivo. El abuelo, un rico aburrido, asusta a su familia haciendo aparecer en el jardín de la casa una calavera que emite luz por las cuencas, vacías por supuesto. Los “pajarracos” un grupo de jóvenes que vacilan en acercarse a las mujeres, pero compiten, arriesgando la vida, al nadar en el océano gélido, por tener la exclusiva de acercarse a la bella Flora.

   Es una sanción general decir que nadie puede hacer literatura desde cero cuando se habla y se escribe sobre la influencia de la vida en la escritura. La vida local de los primeros años del autor son un insumo necesario. Pero el ejercicio estético de factura eminentemente personal, hace que esa vida local se convierta en expresión universal. Si se lee un autor en otras partes del mundo distintas a la suya, y los lectores comprenden o se identifican con los hechos, es porque el autor ha logrado convertir la experiencia personal local en una obra de arte universal.

   En “García Márquez. La Historia de un deicidio” Vargas Llosa desentraña en la obra de Gabo muchas de esas vivencias personales convertidas en cuentos o novelas; la hermeneusis es muy profesional y elegante porque le hace un contexto sociopolítico en la historia de Colombia a las obras del nobel colombiano. Y lo que deja entrever Vargas Llosa es una expresión personal de las mismas técnicas por él utilizadas y pareciera como si se dijese o concibiese estar en el camino correcto.

   Además de exigir del escritor un trabajo permanente, una dedicación exclusiva, está el acercamiento al acto creativo, momento en que se une por efecto de la observación de un transeúnte, de un hecho callejero, de un recuerdo de infancia o juventud, la intensión y la imaginación de la obra posible. Esa unión o simbiosis o bricolaje de muchas vertientes materializan el cuento o la novela, el ensayo, la crónica o el drama teatral.

   Eso se tiene en Los jefes. La vida llevada a la literatura, pero sin caer en la copia tediosa del tiempo cotidiano. O como era costumbre en los años sesenta del siglo pasado, calificar de panfletaria una obra que involucrara consignas políticas en la narrativa, en la poesía o en la dramaturgia. En los jefes, se ve y se lee la convicción de acercar la literatura a la realidad y hacerla aparecer como una magia discursiva que lleva el lector a un mundo coherente, apasionante, donde puede tocar a los personajes y caminar o sentarse con ellos.

  El deicidio detectado y propuesto por Vargas Llosa tiene que ver con quitarle a la literatura latinoamericana de la segunda parte del siglo pasado el supuesto garcíamarquismo. Pero el fenómeno no estaba ahí, estuvo en el norte de América, en la obra de William Faulkner de la cual aprendieron todos a mirar la experiencia de vida como fuente para hacer literatura. Una experiencia vista desde una perspectiva faulkneriana en la que la comicidad de los hechos populares o no, daban cuenta de una idiosincrasia o una identidad de las sociedades salidas de la colonización.

  Y la obra de Faulkner fue producto de la ubicación sociocultural de este autor en la atmósfera intelectual o epistémica de la primera parte del siglo veinte que creó un interés por la historia social o la historia descentrada del dominio de la política o de la historia política. Vargas Llosa ve en la obra de García Márquez un predominio de la mentalidad costeña del caribe colombiano, concepto acuñado por la historia social inventada en la Europa de los albores del siglo veinte.

  La mentalidad del sur peruano es la que está en Los jefes. Los personajes son presentados y puestos en un espacio tiempo tragicómico. Un domingo dos contertulios beben cerveza hasta la náusea y luego se meten en las aguas del océano frío a competir por el amor de una muchacha ignorante de lo que pasa. O el viejo Abuelo harto de rutinas que asusta a su familia y luego se evade hacía la calle a reírse de lo hecho. Realismo mágico se ha llamado esta actitud literaria.

Guillermo Aguirre González

Octubre de 2024

Imagen: Fernando Botero. Retrato de Vargas Llosa 1988

martes, 1 de octubre de 2024

Azimov. Un poco de lumbre y calor


    Anochecer y Robbie, dos relatos de Azimov, nos muestran un ejercicio de la ficción literaria, que exige una disposición para comprender el vuelo de la imaginación atada a verosimilitud, y esta inscrita en el juego de lo posible. Si se tiene un cohete impulsado por la pólvora que se eleva, porque no pensar en un artefacto más grande y más cargado para sacar de la tierra un viajero y ponerlo en la luna. Si se tiene navegación aérea porque no pensar en navegación interplanetaria. La ficción de Azimov es tan verosímil como los viajes de Verne.

   Azimov presenta un tiempo en el que la humanidad convive con robots y se ha conquistado la luna para vivir en ella igual que en la tierra: se vive en el año 1988. Los autos funcionan “a reacción”; un pasatiempo turístico es viajar a la estratósfera donde todo toma un color púrpura y la tierra se observaba como un recipiente cóncavo.

   La trama en Robbie está dentro de una familia con una hija única de nueve años. Le han puesto a la niña un robot, con las características de un perro que funciona como mascota. La niña vive sólo para su perro robot y por ello se ha aislado de los demás niños del barrio. Esta novedad llevó a una crítica social contra la familia Weston por dejar al cuidado de una máquina a la pequeña Gloria.

  La crítica vecinal acompañada de una actitud de rechazo, obligó a la madre a entrar en conflicto con el padre. La madre hace eco ante su marido de los maldecires del vecindario. Preocupa el aislamiento social de Gloria. Los vecinos prohíben a sus hijos la compañía de la niña cuando está con Robbie. Por eso ella se entrega toda a la mascota robot hasta el punto de no poder estar sin el metálico perro.

  La madre logró que su esposo se deshiciera de Robbie y en su lugar pusiera un hermoso cazador escocés, especializado en el cuidado de niños. Gloria entró en depresión y no quiso cambiar su perro metálico por el de carne y hueso. El padre se sintió culpable de la crisis de su hija y para remediar la equivocación planeó y realizó un viaje de vacaciones a Nueva York con la familia. Allí se llevó a Gloria a muchos escenarios, incluido un viaje a la estratósfera. Gloria presentó síntomas de recuperación; pero en realidad esperaba que todo concluyera con el retorno de Robbie. Llegó el momento de visitar “una exhibición de magia científica a escala de la mentalidad infantil”: se encontraban un grupo de robot que operaban y producían sus metálicos sonidos. Allí Gloria distinguió el sonido característico de Robbie y saltó a su encuentro, pero en ese trance una grúa cruzaba poniendo en peligro la vida de la niña. Con la velocidad de una máquina el perro robot saltó y evitó el accidente de su ama. Tras este acontecimiento, los Watson tuvieron que resignarse a recibir de nuevo la mascota, y se limitaron a esperar la muerte de Robbie por oxidación.

  Este cuento relato tiene una trama sencilla y recurrente en la literatura: el apego de los niños a sus mascotas hasta llegar a fundirse con ellas de manera inseparable. Pero el ingrediente que adhiere Azimov son un tiempo y un espacio concebidos por su imaginación de ficción. Esas categorías ficcionadas se pueblan con acontecimientos que revelan un gran talento inventivo. Se escribe por el entusiasmo ante la ciencia y la tecnología puetas en proyección futura. Así como lo hizo Verne en el siglo diecinueve lo hizo Azimov en la mayor parte del veinte. La navegación aérea posibilitó imaginar y proyectar viajes extraterrestres. Robbie y Gloria habitan un espacio surcado por autos movidos a reacción y turistean por la estratósfera. Para el padre cientificista es complemento lógico y normal que su hija conviva con una mascota robot; pero para la madre, presentada por Azimov como un ser inferior por ser mujer y practicante de cultos religiosos, le parecía una desgracia, así como a sus vecinos.

 


  La vida y el mundo transformados por la ciencia, hacen posible que los seres humanos viajen y habiten un planeta con varios soles. En el cuento-relato Anochecer un periodista investiga las convicciones de un grupo de científicos en la universidad de Saro, por las que advierten el fin del mundo, basados en la demostración de la existencia cíclica de la humanidad. Los soles que alumbran el planeta Lagash, nombrados con letras griegas, se han alejado y los humanos se avocan a entrar en un ciclo de frío y oscuridad. Por eso se quemarán los ampos y las ciudades en busca de un poco de lumbre y calor.

  El periodista es atacado por el jefe de los científicos por promocionar en sus escritos publicados en diarios, la posible falla de esas teorías; pero además testifica las convicciones del jefe como definitivamente científicas en contraste con las tesis de los cultos religiosos, quienes no creen que el fin del planeta ha llegado y son acusados de vivir prisioneros de los mitos.

  Las predicciones se cumplen. Llega la oscuridad, el frío y la destrucción. Los “cultistas”, así llama a los religiosos, organizan una asonada y se tomas las instalaciones del observatorio de los científicos, las incendian para mostrar el triunfo del culto sobre la ciencia.

  Así como en Robbie, Azimov con una trama sencilla y recurrente presenta la guerra entre la ciencia y la religión, pero en una humanidad que ha logrado habitar otros planetas. La lucha se presenta en un contexto ficticio que obliga al lector a imaginar un planeta alumbrado por varios soles, que se alejan o son eclipsados por planetas gigantes quienes someten el medio humano a una lucha a muerte. Parece concluirse: la humanidad seguirá guerreando donde quiera que habite.

Guillermo Aguirre González

Septiembre de 2024

Imagenes tomadas de

https://comunicagenia.com/blog/isaac-asimov-inteligencia-artificial/

lunes, 19 de agosto de 2024

El gambito de caballo o el recurso a la leyenda


   Su tiempo, su espacio y las gentes nutren este relato de Faulkner. Luego de sesenta años después de finalizada la guerra de secesión en los Estados Unidos, algunas familias del poblado de Jefferson en la provincia de Yoknapatawapha, fueron objeto de leyenda por heredar a través de varias generaciones casa con tierra fértil, ubicada a siete millas de la plaza del poblado de Jefferson y por adoptar como uno de sus miembros a un latinoamericano enriquecido de manera súbita por el contrabando de alcohol, practicado en Nueva Orleans y otros estados, lejos de su casa familiar, condición que le permitió hacer pasar desapercibida su fortuna acumulada de manera fácil y truculenta.

  Este argumento, muy socorrido por Faulkner, crea las expectativas en el relato. Las líneas genealógicas, seguidas a través de una posesión (tierras, cultivos, mano de obra esclava) permiten observar una tradición cultural, una memoria, una forma de habitar el espacio. Pero la genialidad o talento literario está en la bella forma de tratar la condición humana. El juego de intereses, las pasiones, o también, al contrario, personajes muy humanos desinteresados dispuestos a ejercer o practicar la igualdad y despojarse de las diferencias económicas o raciales. Características muy importantes y básicas en los Estados Unidos, como sociedad capitalista por excelencia, que paradójicamente le rinde culto a la libertad; pero contradictoria en su ordenamiento jurídico por mantener, defender e impulsar la esclavitud.

  Queda expuesto el tema central y básico: la humanidad. Decir, observar, calificar, es meterse en el mundo humano de una sola manera muy general. Es necesario señalar un solo tema decantarlo y desarrollarlo. Y esto último ocurre en este relato. Se toma la partida de ajedrez como centro. Esta es interrumpida por un familiar de ambos jugadores. Esa interrupción es la dirección que le da sentido al cuento Gambito de caballo.

  Quien interrumpe hace una diatriba contra los jugadores de manera familiar, amenaza y obliga y abre la puerta de la historia, de la memoria. El insolente que interrumpe la partida es producto de una relación prohibida por la sociedad local, pero practicada y por eso originó la leyenda. Ahora este joven llamado Alex es un hijo legendario. Ahora pide a los jugadores una intervención del familiar que encarna el poder local para que impida repetirse la leyenda en los miembros de la tercera generación Harris.

  Concebido el cuento como una partida de ajedrez, narra siguiendo el movimiento de una ficha convertida en un personaje, pero como el personaje central es el caballo, con este se llega a jaquear en una sola jugada a la reina y una torre. El jugador amenazado debe mover y decidir a quien perder, aunque por lo general se pierde la torre para preservar la reina.

  La reina es la descendiente rica de la familia, de la que se observa durante cien años, viviendo en la misma tierra, ahora enriquecida por la ley seca, aprovechada por un advenedizo que la desposó y venció la torre de la resistencia prejuicial familiar. Ella estaba joven y casadera y el dinero funcionó a contra marcha de los intereses moralizantes de la familia.

  El jaque se repite entrados los años cuarenta. La reina es ya viuda con dos hijos, dueña de la tierra ahora convertida en enorme caballeriza. El joven Alex y la bella Barnell entre los veintiuno y veinticuatro años, hijos de la viuda, tienen que observar como el capitán Gualdres, de origen latino pretende la riqueza de la familia por estar amancebado con la viuda señora Harris. Alex trama deshacerse de Gualdres, ya sea obligando a su deportación o recurriendo al asesinato. Dado que el capitán es un caballista experto, Alex juega, hace un movimiento, hace un gambito de caballo y mete en el establo un pura sangre indómito para ocasionar un accidente. Pero la autoridad del condado, miembro de la familia Harris, mueve, se mueve, hace un movimiento en el tablero de la vida social de Jefferson, convertida en leyenda. Esta autoridad identificada a través de todo el relato como “el tío de Charles”, va a la casa de la viuda heredera y hace que Gualdres el latino pretendiente, caiga en cuenta del movimiento de Alex con el caballo no domado.

  Así transcurre el relato. Cada personaje hace un movimiento y no se perciben o se entienden las consecuencias, hasta que el afectado, el amenazado cae en conciencia del peligro; pero, así como ocurre en el ajedrezado tablero, esa conciencia llega condicionada a salvar, ya sea la heredad (la torre) o la heredera Harris (la reina). Se tiene un caballo con el cual se juega para propiciar el movimiento de una sociedad y su inscripción legendaria en la historia.

  Uno de los jugadores, “el tío de Charles”, quien desarrolla la partida con su sobrino Charles, despeja las incógnitas planteadas en cada escena, profusamente contextualizadas en el tiempo estacional y el comportamiento de todo lo vivo en la jurisdicción de Jefferson. El tío obliga a Alex a alistarse en el ejército, advierte a Gualdres de los peligros de su pretensión da hacerse al control de la riqueza Harris y le permite a su contrincante en el juego de ajedrez, su sobrino, armar la leyenda de una familia que ha torcido la tradición por tener entre sus miembros de todos los tiempos, sujetos que han mantenido el poder en sus manos y su apellido.

  Faulkner enseña con Gambito de caballo la existencia del universo en la vida local. Solo basta saber percibir en los actos humanos, en sus gestos, en las interacciones entre los habitantes y la naturaleza, esos signos que salen a formar la humana presencia o el mundo humano.

Guillermo Aguirre González

Agosto 20 de 2024

Imagen. Picasso. Caballo y minotauro 1935

viernes, 2 de agosto de 2024

La muralla china de Franz Kafka

    Un chino participante en la construcción de la muralla, narra la historia dividida en cinco apartes: la construcción, el rechazo, las leyes, el reclutamiento y un fragmento. El narrador hace un paneo en el tiempo y en el espacio de la sociedad china durante el periodo de construcción. Esto es una muestra de la formación de Kafka por adquirir una cultura universal. Viaja en el tiempo del continente asiático e imagina y escribe sobre un periodo preciso: el tiempo de la construcción de la muralla, por una sociedad gobernada por la figura de un emperador y una nobleza delicada de carácter hereditario, puesto que la construcción copó la vida de varias generaciones.

  Ya dentro del cuento se percibe mucho de la sociedad occidental adjudicada a la sociedad china. Ejemplo, la comparación de la magnitud de la muralla con la torre de Babel; pero esto no es un error, es utilizar un aspecto figurativo para argumentar una faceta humana de carácter universal. El emperador chino y su nobleza legislaban para el pueblo; pero ellos quedaban por encima de esa legislación, no los afectaba.

   El planteo del acontecimiento le permite a Kafka ahondar en las capacidades humanas, adquiridas a lo largo de la historia. En la época de la torre de Babel faltaba ciencia para cimentar una obra así. En cambio, en la China de la época de la muralla la construcción y la albañilería, estuvieron altamente desarrolladas, hecho que lo demuestra la forma de construcción por tramos de quinientos metros separados por espacios iguales, para luego ser llenados.

   El narrador relaciona un libro que trata sobre las dos construcciones (la torre y la muralla), pero ve en él “-mucha confusión mental, quizás engendrada por el hecho de que tantos hombres persiguieran un mismo fin…”. El narrador prepara un informe con una indagación eminentemente histórica sobre la obra de la muralla, para explicar porqué se construyó por tramos de quinientos metros. Se sabe -dice- que fue una decisión de la dirección. Ella, sabe todo sobre cada uno de nosotros y por ello salimos de nuestra tierra, dejando todo por ir a estudiar los métodos de construcción. Esta indagación me ha posibilitado hacer una historia comparativa de las naciones y concluir que nosotros los chinos tenemos unas “instituciones sociales y políticas” claras; cuestiones que he detectado por estar relacionadas con la construcción de la muralla. Estas instituciones son el imperio y la nobleza y son objeto de estudio en nuestras escuelas y universidades -continúa diciendo el narrador-. El pueblo no conoce al emperador. Todo sobre él es un misterio. Sólo se sabe de la existencia de un coronel que nos gobierna localmente, cobra impuestos y aplica las leyes.

   En apariencia Kafka se presenta en este cuento sobre La muralla china como un escritor exótico al tratar un suceso asiático; pero el interés no está en la técnica de construcción, a través de ellas ve lo fundamental: las leyes. Esa gran obra fue posible por el ordenamiento jurídico de la sociedad china. El misterio que cubre la identidad del emperador y su corte, es el motivo de la obediencia de sus súbditos que sacrifican su vida para satisfacerle participando en la construcción de una obra que ha engullido muchas generaciones. Kafka señala ese fenómeno, obedecer la autoridad, aunque no se le conozca. Así funciona el poder que nos coacciona, no con su presencia, sino con su existencia.

   El cuento “La muralla china”, se inscribe en la obra de Kafka por mostrar una perspectiva de la temática de su interés, existente en el planeta y que adquiere matices nacionales y locales. El poder de la ley está en el padre, en los tribunales, en la familia, en las instituciones políticas y religiosas. En “La carta al padre” lo lee entre las sutilezas de los deseos del padre para hacer de su hijo una copia suya. En “La metamorfosis” se sufre porque el poder disminuye tanto al sujeto, hasta convertirlo en un monstruo insecto despreciable y desechable.

   La ley y su poder de coerción, Kafka la rastrea y la identifica, no solo en sus cuentos y novelas, sino en sus lecturas o relecturas. La rastreó en obras de la literatura universal como Crimen y castigo de Fedor Dostoievski. El comportamiento y los avatares de vida de Raskólnikov le sedujeron a tal punto que los reinterpretó a través del personaje central de su obra El proceso el señor K. Esta observación, no resaltada por quienes ordenaron los manuscritos de Kafka, fallecido muy temprano, a los cuarenta y un años, la hizo el profesor Guillermo Sánchez*. Este estudioso de la obra, sostiene que la creación literaria de Franz Kafka estuvo regida por el proceso de lectura: su mundo de estudio. Vivencia: deseo de sentir y vivir experiencias iguales a las leídas. Literatura: escritura y creación literaria desarrollando personajes que ilustraran sus preocupaciones intelectuales por el poder y la ley.

   En su estudio de El proceso, el profesor Sánchez, señala una toma sistemática del orden y hechos narrados en Crimen y castigo por Kafka en El proceso. Percibo que esta actitud se dio conscientemente, por hallar, a través del estudio de los desarrollos intelectuales de la época a caballo entre los siglos diecinueve y veinte, en la cultura, un permanente palimpsesto. La humanidad nunca partió de cero y menos en la escritura de textos o en la literatura.

  Por eso el narrador de La muralla china, escribe un texto histórico para descubrir en el pasado los motivos de construcción de la obra por tramos de quinientos metros, decisión que rebela la estructura de poder de la sociedad, que va hasta sacar de una aldea la mano de obra sin posibilidad rechazo de la ley del emperador y su nobleza. 

Guillermo Aguirre González

 *Sánchez, Guillermo. El crimen de Kafka. Caso cerrado. Ed. La carreta literaria. Medellín 2006

  Foto tomada de: https://mymodernmet.com/es/datos-gran-muralla-china/

 

jueves, 20 de junio de 2024

El cornetero Pantacha de Arguedas


  Arguedas estuvo en contacto intenso muchas veces con la cultura indígena peruana. Aprendió el quechua y lo convirtió en base inspiradora de su obra literaria. Por el maltrato de su madrastra se refugió en una hacienda indígena donde se permeó del idioma y la cultura. Estudió literatura en la universidad de San Marcos en Lima la capital peruana. Estando ahí se manifestó en favor de la república española y fue encarcelado por el año 1938.

  Luego se enganchó con el departamento del Cuzco como profesor de geografía y castellano. En ese trajín descubrió la etnología, la estudió a profundidad y la aplicó al indigenismo; pero en 1949 fue expulsado por comunista de la órbita del estado cuzqueño. Pero en el nivel nacional encontró reconocimiento.

  Dirigió por diez años (1953 – 1963) la revista “Folklore Americano” desde la jefatura del Instituto de Estudios del Museo de la Cultura Peruana. De 1964 a 1966 desde las direcciones de la Casa de la Cultura Peruana y el Museo Nacional de Historia, editó la revista Cultura y Pueblo e Historia y Cultura.

  Arguedas fue profesor de etnología, ciencia que lo enamoró desde su contacto íntimo con el quechua, en las universidades importantes del Perú. Docente, administrador de la cultura y la educación, escritor investigador de una expresión entre el castellano y el quechua, hasta que fue galardonado en 1958 con el premio Fomento a la Cultura en Ciencias Sociales; el premio Inca Garcilaso de la Vega en 1968, año en el que se disparó en la cabeza y murió.

  Arguedas manejó una narrativa muy personal y efectiva. No se inmiscuyó en la llamada literatura del boom. Su intención etnológica lo llevó a un indigenismo muy familiar con la obra de escritores como Jorge Icaza, Ciro Alegría, Alcides Arguedas, Miguel Ángel Asturias, Alejo Carpentier o Juan Rulfo. Se dedicó a ilustrar la relación indios y señores desde el pensamiento etnoantropológico. Buscó una imagen válida del Perú, escribió Tomás Fernández en su biografía de Arguedas*. Además, su adhesión al universo indígena, lo llevó a generar “dos cauces de expresión que se convertirán en sendos rasgos de estilo: la representación épica y la introspección lírica”. *

 Los lazos entre la literatura y la historia mirados desde la etnología, lo condujeron hacia una encrucijada. La situación de los indígenas producto del despojo, la esclavitud y la aculturación pedía con urgencia y desesperación la reivindicación de los pueblos quechuas para restaurarles lo que les pertenece en los planos económicos y necesidades básicas. Pero esa restauración era imposible sin arrebatarle a los descendientes de los conquistadores el control del país.

  El tratamiento de los notables dueños de la tierra y la cultura dominante visible en al menos tres de sus cuentos (El barranco, La muerte de los Arango y Agua) rebelan las consideraciones desde el derecho a existir, dadas a ellos. En esta perspectiva la única posibilidad de tener en cuenta ambos sectores de la sociedad estaba en el impulso y desarrollo de la democracia liberal garantista de la participación política; es decir había que sostener el aparato de poder instaurado por los criollos desde la independencia y luchar porque este aparato amplíe el derecho de los pueblos quechuas a elegir y ser elegidos; cosa dudosa dado el funcionamiento de la ley del embudo desde el principio.

  En Agua, don Braulio monopolizaba el vital líquido; pero un cholo y un comunero de las punas le preguntaban al cornetero Pantacha si era cierto que don Braulio era ladrón, y que vivía de quitarle a los indios el ganado y sus cosechas. Nadie respondió. Y por ello el notable contaba con la duda y el miedo de los habitantes de San Juan reunidos ese domingo por el llamado del cornetero tocando huaynos y punas.

“− ¿Don Braulio es ladrón, Pantacha? −preguntó, medio asustado.

Ramoncha, el chistoso, se paró frente al cornetero mostrándonos su barriga de

tambor.

− ¿Robando le han encontrado? −preguntó.

Los dos estaban miedosos; disimuladamente le miraban al viejo Vilkas.”

 El punto de vista etnológico le permitió a Arguedas dudar sobre la conversión de los indígenas al socialismo, ya fuese por convicción mediante la educación o por una imposición cruel como lo harían los maoístas de Sendero Luminoso. La etnología ha teorizado sobre el derecho a existir de la cultura de todos pueblos. Y las fallas del socialismo real en el cometido de materializar la igualdad.

 

  Por la etnología se ha acordado la construcción de las sociedades humanas por efectos, más bien, fortuitos de la construcción de un cuerpo biológico y la exteriorización de sus funciones en útiles cada vez mas sofisticados. Este comportamiento natural muestra una humanidad sin designios o destinos a cumplir; y la acción o materialización de las convicciones filosófica, religiosas, económicas que inciden y modifican el rumbo del socius son artificios de dominación.

 Si Arguedas se aproximó a estas conclusiones, explica porqué en su obra literaria plantea el derecho a existir de el quechua y sus hablantes, tanto como los descendientes y herederos de los conquistadores, cuestión insoluble sin la intervención de una acción de una fuerza poderosa que modifique el rumbo: imposición de la visión (en lo material y en lo filosófico) de la cultura ancestral; o el triunfo definitivo del liberalismo que quiere arrasar todo lo que se le oponga. El cometido de encontrar una estética entre el castellano y el quechua no fue posible. Le dejó un sentimiento de frustración. La épica del Tawantisuyo, se dejó tratar en la narrativa castellana, pero hasta ahí. La sociedad comunista no pudo entrar en los indígenas; se debió quedar en la denuncia sistémica de la injusticia.

 Esto puede leerse en El barranco: el error de los siervos indígenas los llevó a lamer los pies de la señora dueña, para calmar su ira por el despeñadero del animal más bello y saludable de la hacienda.

Guillermo Aguirre González

 *Fernández Tomás y Tamaro Elena. Biografía de José María Arguedas. En Biografías y Vidas. Enciclopedia biográfica en línea. Barcelona 2004.

Imágenes libres tomadas de https://www.google.com/search?

 


domingo, 17 de marzo de 2024

En Diciembre llegan las brisas de Marvel Moreno


  Llena de asombro la capacidad narrativa de la autora. Inspirada en la vida cotidiana de su natal Barranquilla y sus gentes, despliega un saber preciso sobre el ser humano y el contexto social. Los sentimientos, la ira, la calma, los instintos, le permiten presentar la identidad de los personajes magistralmente concebidos y presentados al lector, en quien se produce el deseo de indagar más sobre ellos, contradictorios y fascinantes.

   Le dice Lina, la nieta, luego de escuchar a Benito Suárez: “Es inteligente ¿Verdad? […] Su abuela tardó un buen rato en contestar. Parecía estar muy lejos y como si viniera de muy lejos dijo al fin: “¿Inteligente?” Si. Pero es sobre todo un asesino” (Pág. 82). Benito es el esposo de Dora la hija de Eulalia; esposo maltratante y en exceso violento. A pesar de ser médico es capaz de golpear a su mujer hasta bañarle el rostro con sangre por las heridas dejadas por sus puños.

  Eulalia, la abuela, se presenta como una mujer culta. Ha indagado de manera atenta por una explicación sobre el ser humano y su comportamiento. Luego de descubrir las intenciones de Benito Suárez de recluir a su esposa Dora en una clínica para enfermos mentales por considerarla una mujer sexualmente insaciable, Eulalia y Lina se quedan impávidas por la noticia. y él además poseído por una sospecha sistémica de infidelidad. Eulalia muestra un saber inspirado en el psicoanálisis para explicar la conducta de Benito Suárez a quien se le puso ese nombre, recuerda ella, por haber sido sus padres admiradores del fascista Benito Mussolini.

  Suárez para Eulalia era un hombre preso de los instintos y los dejaba fluir incontrolables. Ellos le salían a flote por pulsiones ocultas, “pulsiones [que] operaban en regiones a donde nadie había sabido nunca aventurarse…” (Pág. 113).; y más se tenía desconfianza ante cualquier intento de intervenirlas. La conciencia del instinto podía llevar a la gente a adaptarse a las reglas sociales y controlar la violencia o por el contrario condenar definitivamente a quien fuera a “imperativos morales asociados a una utópica libertad de elección […] agravar en el hombre el sentimiento de culpa […] y […] fustigar una agresividad…” (Pág. 140) expresada en un instante para luego opacarla y entrar en unos sentimientos de grandeza o miseria, felicidad o desdicha. Con el ejercicio de la violencia se desmoralizaba y perdía el respeto de sí mismo, o se llenaba de orgullo para legitimarla. Pero en todo caso el instinto seguía allí para desencadenarse ante un mínimo estímulo.

   Marvel se expresa con una voz omnisciente sobre la burguesía barranquillera de la segunda mitad del siglo XX. Dice que se comporta en una dualidad: una conducta pública y otra desencadenante del ser real cuando le facilitan la posibilidad de expresarlo de manera oculta ante los ojos de los demás. Divina Arriaga heredera de una naviera, llegó a Barranquilla huyendo de la guerra en Europa. Trajo una hija fruto de su amancebamiento con un polaco, llamada Catalina dueña de una hermosura insoportable. La práctica de vida de Divina Arriaga fue moldeada en la Europa de preguerra, llena de exceso de libertad. Las fiestas que armaba en su casa de Puerto Colombia, permitían a los invitados escapar “…cada quien tenía la impresión de escapar de la ciudad y según sus antojos se aventuraba en el laberinto de un yo desconocido por donde iba y venía hasta encontrar su verdad más profunda, aquella que podía conducirlo a la euforia o al suicidio, a jugar su fortuna en una mesa de póquer o su vida en una apuesta irrisoria; a descubrir su deseo de la mujer o de un amigo o del amigo mismo”. (Pág. 164).

  La profusa narrativa de Marvel revela el dominio de un inmenso contenido cultural, adquirido por ella en su trajín de vida. Deleita esa capacidad y coherencia y obliga a estar con la atención en tensión. Nos mete en la escena barranquillera de la primera parte del siglo xx para mostrarnos las andanzas de la bella Catalina con una alta técnica compositiva. Marvel Moreno desarrolla un personaje y a su lado los que necesariamente debe poner para mostrar el contexto económico social en el que se mueven, por eso tras Catalina entran en el escenario de “En diciembre llegan las brisas”, la madre y sus ancestros; el pretendiente y luego esposo de la bella; y al mismo tiempo con una ilación clara y poderosa, entroniza la genealogía del esposo, un psiquiatra racista, misógino, adicto al alcohol y violento. En este contexto presenta un cuestionamiento de la psiquiatría, y los diálogos de la abuela y tías de catalina, mujeres que han logrado deshacerse del dominio de sus maridos caribeños plenos de violencia contra ellas. La tía Eloísa expresa su crítica al patriarcado que ha sometido a la mujer a la represión sexual y luego, dice, viene Freud a teorizar esa represión y culparlas a ellas por una condición impuesta por el poder masculino. Concluye Eloísa: “Puesto que a las mujeres se les imponía la castidad a fin de dominarlas, volviéndolas infantiles, dependientes y cobardes, su afirmación en el mundo pasaba necesariamente por la afirmación de su sexualidad” (Pág. 223). Así puede percibirse una crítica al psicoanálisis y decir que este “se movía como pez en el agua”, parodiando la expresión de Foucault al referirse al marxismo en el siglo XIX.

  Lina y su abuela Eulalia, Divina Arriaga, Catalina y su tía Eloísa, Benito Suárez y su esposa Dora, hacen parte de la sociedad pudiente, rica y burguesa de la ciudad, acostumbrada a reunirse cotidianamente en el Country Club. Sociedad que se cerraba ante los demás conciudadanos por un racismo heredado de la época colonial, haciendo vigente las denominaciones de los demás según el color de la piel; por eso en la novela, la autora utiliza reiteradamente los términos mestizo, mulato, criollo, blanco y negro. Sobre todo, se insiste en los ojos azules como característica de superioridad.

  Este ambiente es el que recibe a los inmigrantes, llegados en busa de refugio. Llegaron primero los judíos, perseguidos por los nazis; luego llegaron los nazis derrotados, franceses “colaboracionistas” e italianos perseguidos por los aliados. Estos se mezclaron con la elite barranquillera con mucha facilidad porque compartían la cultura patriarcal, racista y misógina. Los inmigrantes iniciaron industrias, especialmente textiles y levantaron inmensas fortunas.

  “En diciembre llegan las brisas” es una novela construida con el testimonio del personaje Lina quien recibe información del pasado por su abuela y tías y del presente, según el tiempo de la obra, por su propia vivencia tanto en la ciudad caribeña, como en las colonias que los barranquilleros ricos armaron en Europa. Los hijos producto de los matrimonios entre caribeños pudientes e inmigrantes desarrollaron una cultura económica de ostentación, gasto y poco laboriosa. Y en el aspecto comportamental unas relaciones interpersonales fariseas e hipócritas porque la promiscuidad era generalizada. Los ejemplos cifrados por Marvel de los matrimonios realizados tuvieron como principio una violación. O el compromiso y noviazgo se tomaba como un permiso para violentar de entrada a la mujer.

  La crítica social, la ilustración de los círculos de poder y el racismo misógino y patriarcal llevan a que en la novela se decante un feminismo, una sexualidad y una violencia como bases de las relaciones sociales de la región caribe colombiana, en especial, en la ciudad de Barranquilla. Al unísono de la violencia sexual, está la expresión de un feminismo cultivado por aquellas mujeres que vivieron el inicio cruel de la sexualidad y ya maduras estudiaron y se documentaron sobre las causas de ese orden social que las condenaba a la opresión sistemática, a la inferioridad. Ellas se encargaron de alertar a las hijas, nietas y bisnietas de ese fenómeno.

  Ante las convicciones de Beatriz Avendaño que planeo con detalle y sabiduría la separación de su poderoso esposo Javier Fresen y al no poderlo hacer por las violencias de este, decidió suicidarse. Lina la admira y la concibe como un virus dispuesto a atacar… “Con los años, Lina la compararía a un virus de sorprendente sagacidad que después de conocer todos los antibióticos […] hubiera resuelto mantenerse invisible a la espera de la más completa degradación del organismo en el cual se alojaba para arrojarse contra él cundo ninguna defensa fuese posible”. (Pág. 416). Así Lina, la testigo que cruza de principio a fin la novela, observó todas las violencias de género y decidió vivir y morir soltera, después de haber adquirido una inmensa sabiduría.

Guillermo Aguirre González

Marzo de 2024

Imagen Tomada de https://www.bbc.com/mundo/noticias-51243682