miércoles, 3 de abril de 2013

Estudio novela norteamericana: Manhattan transfer

Las estéticas de Manhattan Transfer
Por Guillermo Aguirre González
Narrar acontecimientos y darle forma a una la novela, tienen en la base, la adscripción a una estética o a una intensión de agradar, con la belleza, con lo feo o lo repugnante. Manhattan Transfer se inscribe en los códigos artísticos del tránsito entre los siglos XIX y XX. El occidente estuvo en la tarea de digerir el fenómeno urbano industrial. La ciudad se presentaba a los ojos de los artistas, los literatos y los pensadores, como un sistema orgánico compuesto. La noción de sistema, hacía pensar en un ser con flujos y reflujo, compuesto de subsistemas sobre puestos y amalgamados.
 Los rascacielos, la electricidad, las calles, los automóviles, la publicidad, los puertos, el teléfono, el cine, las masas de gentes que irrigan el sistema, todo parece cuerpos independientes que interactúan para dar existencia al organismo. El fenómeno urbano industrial, que por su complejidad estremece la conciencia, además se pone al servicio de la guerra mundial y de la guerra en las calles de Nueva York. La ciudad industrial, como un cuerpo de violencia y compuestos, posibilitan la percepción de un fenómeno material que obliga a ser expresado.
 Las artes plásticas, rompen la armonía clásica de la imagen imitada de la naturaleza. La fotografía y el cine dicen que es inútil seguir copiando las cosas y las figuras. La pintura expresa el fenómeno urbano industrial desde varias sensibilidades, expresionismo, futurismo, dadaísmo, cubismo, surrealismo; pero estas, tienen un elemento común. Son actividades compuestas, son cosas pegadas, son fragmentos pegados, que crean una nueva unidad estética: la obra de arte del siglo XX. Esos fragmentos pegados, son indicados con un término francés “coller” y la opción estética se ha llamado “Collage”.
Es el collage la actitud artística de la ciudad industrial y financiera. La cultura, también puede entenderse como un ensamble. Occidente descubre la belleza del arte africano, oriental, de la América prehispánica y toma sus elementos y los involucra en sus ensambles, en sus obras híbridas.
 Estos son los códigos artísticos que utiliza John Dos Passos, para construir la novela. La actitud collage es evidente, las voces diversas, los cuadros y escenarios alternos y simultáneos, le permiten hacer una grafía de la ciudad de Nueva York de 1900 a 1930. Las artes novísimas del siglo XX son también unos personajes: el cine, la publicidad y el mismo collage. El personaje del cine sale a la calle y es imitado, la publicidad es un “niebla eléctrica”, que hace delirar. Lo urbano industrial es percibido como un apocalipsis y se piensa en la destrucción de la torre de Babel.
La realidad es amada, detestada o condenada, pero ante todo se hace paralela, como infrarealidad o surrealidad. Por eso uno de los habitantes ficcionados centrales de Manhattan “da vueltas y vueltas por las calles buscando la puerta del sonoro rascacielos con ventanas de oropel; da vueltas y vueltas y la puerta no aparece. Cada vez que cierra los ojos la visión se apodera de él; cada vez que cesa de razonar en voz alta consigo mismo, frases pomposas y razonables, la visión se apodera de él”. Y si quiere conservar la razón tiene que hacer una de dos cosas: marcharse de la ciudad con la camisa sudorosa o quedarse y usar cuello blanco y perfumado.
 
Dios en New York es nuestro callado compañero
Por Guillermo Aguirre

La sesión del viernes 22 de febrero de 2013, comenzó con la lectura de de una relatoría sobre los dos primeros capítulos de Manhattan Transfer de John Dos Passos. En la relatoría se dice que la novela tiene una narrativa novedosa, porque inicia con el relato de la travesía de un ferry sobre el río Hudson. El ferry lleva abastos y pasajeros hacía la isla de Manhattan. Propiamente el ferry va del continente a New York, y los pasajeros son tomados como personajes a desarrollar, ahí está la novedad. Dos Passos muestra la ciudad de los sueños pero a su vez su dura realidad. En la novela se utilizan voces múltiples y múltiples personajes, además de un apoyo permanente en el periodismo.

La relatoría concluye al señalar el estilo del autor. Se dice que utiliza las entradillas como condensado de lo que desarrolla el capítulo. En el primero es la travesía del ferry, en el segundo “de que está hecha la ciudad”.

Luego de la relatoría se referencian varios temas. Dos Passos narra la ciudad a través de la voz de los personajes, ninguno de ellos raizal de New York, todos son inmigrantes, descritos con analogías cortas y sencillas y el acento extranjero o se insinúa la mezcla del idioma de origen del personaje con el inglés. Estas observaciones del autor le presentan como un observador con intensiones etnológicas. La etnología de New York de principios del siglo XX se hace con la gente sencilla del pueblo, no con los magnates.

Desde la apertura de la novela, publicada en 1925, se expone el tema central: cómo nace una ciudad, la ciudad del capitalismo moderno. Es necesario hacer la diferencia entre el origen del fenómeno ciudad y el origen de la ciudad industrial. El fenómeno ciudad en la historia de la humanidad se ubica en el año ocho mil antes de nuestra era. Y apareció para ser el hábitat de avances técnicos como la agricultura, el dominio de altas temperaturas, el saber sobre el cielo y ese dispositivo nemotécnico extraordinario como lo es la escritura.

La ciudad moderna del capitalismo industrial tiene ese mismo elemento básico. New York no es el hábitat de la técnica, lo es de la tecnología y esto diferencia los dos tipos de origen, además que permite hacer tipología. Han existido diversas ciudades: la ciudad antigua, la medieval, la villa moderna, la ciudad capitalista moderna, la ciudad manufacturera, la ciudad industrial y hoy la metrópoli del capitalismo tardío.

John Doss Passos se dedica a mostrar la ciudad de Nueva York en crecimiento desde finales del siglo XIX; y para ello utiliza como fuente la observación y la prensa periódica. Con estas herramientas de trabajo enfoca varios temas: los inmigrantes, la arquitectura, el espacio, los oficios, el ocio y la sociabilidad.

La inmigración es un efecto de las condiciones sociales, económicas y políticas que hicieron posible la nación norteamericana. El poblamiento del territorio se hizo bajo el lema de haber encontrado un lugar para la libertad religiosa y económica. Estos dos tipos de libertado fueron básicos, para el desarrollo del capitalismo sin las trabas que este encontró en Europa, como lo fueron las guerras napoleónicas. El fenómeno ciudad cuando reaparece en el occidente medieval, absorbe mano de obra y obliga a la liberación del siervo de los lazos feudales para que quede en libertad de coger rumbo a la ciudad. Así crecieron las ciudades antes de la era industrial.

El inmigrante Neoyorkino llega por propia libertad en busca de fortuna. New York arriba a la era del capitalismo industrial como producto de sus condiciones de posibilidad, ancladas en la historia. Concentra capital industrial, comercial y financiero como ninguna otra ciudad y para que subsista y se reproduzca abre sus puertas a todo aquel que desee abrirse camino. Si la fortuna lo asiste, las leyes de la ciudad le garantizas seguridad para su propiedad privada.

La concentración de mucha parte de la riqueza del mundo en Nueva York, obliga a la adopción de una arquitectura apropiada. La densidad de la inmigración encarece el suelo y hace que la edificación gane en altura. Por eso el “rascacielos” en un fenómeno neoyorkino y desde ahí se difundió por el mundo. Pero la edificación en altura exigió nuevos materiales y nuevas capacidades humanas. Esto ocurrió. Los “rascacielos”, se construyeron en acero atornillado y luego forrados con mamposterías livianas. La arquitectura del alba del siglo XX en Norteamérica creó un paradigma estético: la forma debe obedecer a la función. Las torres metálicas debían solucionar el problema de la carencia de espacio pero al mismo tiempo debían agradar al observador. El primer rascacielos se construyó en el cruce de Broadway con la calle 23 en 1903. Este cruce tangencial produjo una esquina cuneiforme. Allì el arquitecto Daniel Burnham construyó un edificio de de 86 metros de altura y 21 pisos. El edificio en forma de cuña terminó convirtiéndose en el símbolo arquitectónico de New York y fue bautizado por el común con el nombre de la “La plancha”.

Estas consideraciones revelan un sentido práctico y pragmático de los americanos del norte. Este sentido se funda en un cristianismo práctico. Allí se desarrolló una corriente teológica que se inclinó y se inclina por definir la religión como una revelación que somete al ser humano a una crítica de lo revelado. Una alta cantidad de grupos religiosos o movimientos teológicos practican una “tecnología espiritual”, que permite alcanzar los siguientes objetivos:
Uno: El cuerpo humano es un radioreceptor apropiado para recibir “los mensajes de la emisora de Dios”.
Dos: Dios es “el más grande de los ingenieros… es nuestro callado compañero”.
Tres: Así en esta lógica es natural que Dios sea un hombre de negocios.

Esta tecnología espiritual, parece charla, pero muestra la realidad del estado espiritual de la mayoría de los norteamericanos. Pertenecen al mundo de la reforma protestante, son cismáticos, por excelencia. Aquí hay una diferencia fundamental con el cristianismo católico. El protestantismo norteamericano progresa teológicamente. El decir que el cuerpo humano es un receptor que capta la emisora de dios, es muestra de una sociedad que se relaciona con dios en términos de pacto. Si el dios no es permisivo con el ser humano, ese dios no sirve y se debe cambiar. Eso ocurrió en 1530. Los protestantes cambiaron el dios católico romano por el dios que les permitía acumular capital.

Manhata Transfer: Paso al azar. Un juego entre el amo y el esclavo
Por Guillermo Aguirre
Se encuentran tristes y crueles temas, en los últimos capítulos de la primera parte y en los primeros de la segunda, en Mnhatan Transfer de John Dos Passos. Hechos recurrentes en los habitantes de la ciudad de New York, en los albores del siglo XX. Son hechos iguales a los ocurridos en todas las ciudades grandes y se inscriben en esa categoría analítica señalada con el concepto “movilidad social”. El ascenso social en poder económico y prestigio, lo puede lograr cualquier habitante. Este ascenso lo rige su talento, su grado de adaptabilidad y un tanto la suerte.

En la parte de la novela nombrada están personajes para quienes la movilidad social ha operado al revés. Son los siguientes casos: Bud, llegó a New York huyendo de su tierra, luego de haber matado a su supuesto padre. En la ciudad, esa culpa, todos se la enrostraban, creía él; por eso se suicidó.

El hombre del pelo rojo, la nariz torcida y el acento forzado de Oxford, dice haberse criado con Josiah Herf, presidente del First National Bank y se lamenta de la suerte , pues ahora, él es un saltimbanqui, un perro arlequín.

Casandra Wilkins, fue Bailarina de las Morgan Dancers, y ahora limpia las camas y la casa de inquilinato mientras espera quien la contrate para hacer un número de baile. Se pide no reírse de ella, por su mala suerte.

Joseph Harland, corredor de bolsa. Luego de haber tenido en sus manos varias empresas, se dedicó al alcohol y se arruinó. Ahora pide para comer y está abandonado por su familia.

Alternativo al análisis de la llamada “movilidad social”, se esgrime la noción de “esclavitud industrial”, según ella todo trabajo que exija producir más de lo que se necesita, es un trabajo esclavo. El ser humano nunca ha realizado un trabajo equitativo y liberador. Siempre ha trabajado para el más poderoso. El trabajo equitativo y liberador está por llegar y lo debe implantar el hombre nuevo. Esto ocurrirá cuando el ser humano que trabaja, sólo lo hará por dos horas diarias; porque con la tecnología del siglo XIX y XX, las necesidades básicas de alimento, vivienda y ocio, se satisfacen con lo producido en dos horas. El resto de la jornada es plusvalor, es trabajo que se lo apropia el Estado o el capitalista.

La “movilidad social”, aparece en la sociedad occidental, con el ascenso del liberalismo y los derechos del ciudadano. El futuro de cada individuo, ya no está señalado por su nacimiento, como ocurría en el viejo régimen. Ahora cada ser se labra su futuro según su talento o su educación. Por eso las condiciones de libertad así estipuladas crea ese dispositivo espacial, llamado ciudad. La masa de individuaos libres en el espacio citadino solo tiene la competencia como medio de subsistencia. Seres tirados a la contingencia y al azar; hoy se come, mañana no. Hoy se trabaja, luego no. Hoy se es rico, mañana mendigo.
Pero lo cruel es que este dispositivo espacial es una “atracción fatal” para la gran mayoría.

Las dos caras de Jano en Manhattan de 1925
Por Guillermo Aguirre González
Hombres harapientos traspalan nieve en la ciudad opulenta; un abogado prestigioso y próspero se deja punzar por el aguijón de la política. Un lechero sufre un accidente de trabajo, demanda la empresa, gana y con ese capital se convierte en un sindicalista manipulador de la voluntad electoral. La prohibición de la producción y distribución del alcohol, hace surgir a los contrabandistas y a los timadores de los contrabandistas, en lucha a muerte por el predominio.

La ciudad opulenta, de seres humanos masificados también permite la aparición del falsificador que suplanta mil nombres. Permite al periodista con menos salario que la actriz dramática; el periodista registra la existencia de los obreros, llamados a tener conciencia de su explotación y de la necesidad de su organización. La ciudad opulenta, en proceso de convertirse en el centro del mundo y en la heredera de lo mejor de la civilización occidental, expulsa a los comunistas porque quieren meter a los obreros en un capítulo de la internacional de los trabajadores.

En la New York de los años veinte y treinta del siglo XX, quedan expuestos los fenómenos de la gran ciudad de la sociedad industrial. El ejercicio de la política en la democracia moderna, tiene las dos caras de Jano, la una mira al comienzo y la otra mira al final. El comienzo es la ley escrita, la constitución, el hermoso mundo de los derechos individuales y de la libertad. El final es la resultante, es la trampa legal, la componenda, el clientelismo, las fidelidades compradas. El político, producto de la más excelsa movilidad social (de lechero a rico comprador de fidelidades), sabe de antemano el resultado de las elecciones, por el cálculo de los sectores sociales controlados.

Vivir en ciudad bajo condiciones de la libertad de empresa y todas las otras libertades que proclama el liberalismo leseferista, es tener la oportunidad de hacer dinero fácil, si se tiene el valor de enfrentar las prohibiciones. El capitalismo es un vientre abultado deseoso de engullir cada vez más y este ser no tiene moral, o mejor ha construido su propia moral, todo negocio que implique ganancia es de buena conducta aunque se mueva en los límites de lo prohibido. Por ello el capital comercial se trueca en capital industrial y este en capital financiero; tres tipos de capital basados en el despojo y dirigido a la concentración de la riqueza en unos pocos individuos. Por eso cuando el Movimiento por la Templanza de 1919, consiguió en Estados Unidos prohibir la producción y distribución de alcohol, produjo mafias de contrabandistas de alcohol, dueños de grandes fortunas clandestinas dedicadas al crimen y a la corrupción de las autoridades y la sociedad, hecho recreado en Los intocables de Eliot Ness.

Pero la libertad de la sociedad capitalista, en su lógica, cava su propia tumba. La libre asociación, proclamada por el liberalismo decimonónico, para permitir el monopolio de algunos mercados, es utilizada y aplicada a la libre asociación de los trabajadores. Esta es la mecánica del sindicalismo. En 1866 se reúne la primera internacional del trabajo, en Londres. Allí se expone la misión histórica del proletariado (según El manifiesto comunista de Marx) de tomarse el poder en el mundo y construir una sociedad igualitaria. Esta primera internacional se desgarró por la lucha entre anarquistas y comunistas. La segunda internacional se reunió en Bruselas en 1889. En ella se enfrentaron los partidarios de la toma violenta del poder (Rosa Luxemburgo) y los partidarios de la opción parlamentaria (Eduard Bernstein), para participar en las elecciones y luego de ganarlas construir el socialismo. Este debate es el que asumen los comunistas norteamericanos. Los dueños del capital detectaron, el crecimiento de la organización obrera, bajo las mismas leyes de libertad de asociación de la ciudad. Para impedir el crecimiento de los sindicatos obreros, solo quedaba el camino de expulsar a los comunistas y negar los principios de la misma sociedad burguesa, los principios del orden liberal burgués, pero seguir proclamándolos. Estas son las dos caras de Jano.

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