Safo poetisa griega. Fresco hallado en Pompeya
El cuerpo sobre la
tierra, mide, trashuma, canta, habita. Son experiencias comunicables que llenan
la imaginación. Esa primigenia actividad, del cuerpo humano sobre el cuerpo de
la tierra, se expresó en un acervo comunicable que puede verse en la huella gráfica
y se presume una oralidad narrativa de las gestas de caza o protección de los
seres sagrados con quienes se comparte la existencia. La narrativa presunta,
fue una magia por contagio, por imitación, para convocar, propiciar o incidir,
los espíritus, en rituales de canto, invocación y danzas.
Luego el cuerpo
humano sobre el cuerpo de la tierra, se ata al territorio, se obliga a levantar
los ojos y medir, cantar y habitar el espacio sobre los cráneos. La narrativa
es una oralidad mítica que inventa el cielo, el lugar de los sagrados espíritus
y se cantan las gestas de los linajes y las genealogías. Los seres humanos se
estratifican entre dioses, semidioses y condenados a la tierra. La narrativa se
escribe, toma la forma épica, canto que contiene el trasunto entre el cielo y la
tierra de los actos humanos.
Hace dos mil
cuatrocientos años Tucídides, estableció un método para escribir sobre un
acontecimiento, sin tener que recurrir al mito como fuente de información.
Mostró estar convencido de que quienes se auxilian del mito en sus
investigaciones, se llaman logógrafos (escribientes de la palabra) y lo hacen
para conmover los asistentes a los concursos públicos de lectura en voz alta.
Sus escritos hechos
con información verosímil, no gustan al público y solo sirven para que las
generaciones futuras puedan apreciar la verdad sobre los hechos. Tucídides hizo
arqueología de Grecia para situar al lector en el presente de la Guerra del
Peloponeso. Esa arqueología fue un ir al origen de los pueblos y el territorio.
En ese ejercicio arqueológico utilizó la crítica y la comparación de fuentes
para depurar la información de toda contaminación mitológica. Ésta actitud, le
permitió acercarse a su época para hacer algunas afirmaciones. En la época de
la guerra del Peloponeso, la sociedad griega, llegó a cuestionar el mito como
fuente de verdad; hecho sociocultural que muestra la adquisición de una
mentalidad de ruptura con un pasado milenario. Ruptura ocasionada por la
“ilustración presocrática” y la misma aparición de la epopeya, mezcla de mito y
realidad para satisfacer los deseos de gloria.
Ochocientos años
después de la épica homérica, tucídides somete a la crítica de la verdad del
hecho histórico la Ilíada y la Odisea, y aseveró que de esa obra solo puede
extraerse verosimilitud sobre los pueblos participantes en la guerra de Troya,
los mismos que luego fundaron las ciudades que ahora se involucran en la guerra
del Peloponeso. La situación social que posibilitó la obra tucididesana, tuvo
otras complejidades, como el fin de la tiranía y expansión de la democracia en
las polis griegas
Literatura, letra,
grabar de golpe un grafismo, son expresiones que indican la aptitud lograda por
el animal humano, de transmitir el pensamiento con distancia de lugar y tiempo.
Este hallazgo, no intempestivo, es un producto del ensayo y error de la
condición humana; pero que lleva a pensar el estar en el vilo de la existencia.
La letra, más que otras huellas, es la que mejor señala las posibilidades y
límites de lo humano. La oralidad, iniciada en el fondo penumbra de los orígenes,
queda en una inmaterialidad concreta a disposición de cualquier individuo. La escritura
entendida como letra, ofrece al lector, el estado (espacio, tiempo, mentalidad)
del grupo social en el que se gestó. Acercarse a este fenómeno brinda la imagen
en movimiento de la cultura.
Hace dos mil
cuatrocientos años se describió un ser humano imbuido del febril mundo del siglo
V antes de nuestra era. Luego de la fiebre épica, ocurrió la sofística, actitud
ante la vida y el poder que puso todo en cuestión. Dentro de ella, alguien como
Tucídides, esgrimió la posibilidad de hacer una literatura, como logógrafo,
distinta, completamente crítica, y llamada historia.
El criticismo se
dirige a dudar de toda información, oral o escrita. La duda, la crítica, el
cotejo de las fuentes, le dan a Tucídides argumentos y autoridad para pretender
escribir convencido de decir verdad. Y ponerle el nombre de historia a su
trabajo, dentro del mundo de las letras que tiene como antecedente la épica y
como contemporáneos, la tragedia, la comedia y la poesía.
La modalidad
historia se basa en la investigación para comparar información y para cifrar,
escribir, lo visto y oído. Por eso cabe en la “Historia de la guerra del
Peloponeso” una “estructura” para: la transcripción de la memoria propia y ajena;
de los discursos de Pericles, dedicados a sustentar en la asamblea ateniense la
necesidad de la guerra; la descripción del desarrollo de las batallas entre áticos
y espartanos; el juego de alianzas; y el papel fundamental de Delfos, lugar en
el que la Pitonisa viabiliza el actuar de los ejércitos en conflicto.
La obra literaria de
Tucídides, así concebida tiene una estructura: el origen, parte que responde a
la pregunta ¿Por qué la guerra? Aquí el autor hace arqueología crítica para
mostrar los pueblos y sus ideales y las alianzas con uno de los bandos. El
desarrollo, parte que asume el desarrollo de la guerra, las batallas, las
potencialidades y fallas tácticas de los pueblos en guerra. El desenlace, parte
que presenta lo inesperado, por la entrada en escena de una potencia exterior
que dirime el conflicto. El género literario que cultivó Tucídides se llamó
historia, un nombre simple, pues indicaba el mecanismo de su realización: la
investigación. Para el mundo moderno, la palabra se carga y se convierte en un
concepto que da sentido y existencia a una ciencia humana y social.
Allá en el siglo V
antes de nuestra era, hubo dos modelos de historia, de dos cultivadores de la
literatura, extraída de la logografía (ejercicio de escribir en prosa). El modelo
de Tucídides y el modelo de Heródoto. Tucídides presentó una forma del género
pionera en el ejercicio de la historia crítica, imparcial y testigo de
acontecimientos. La actitud del autor lo obliga a tomar como parte importante
de la obra los discursos de los líderes de los ejércitos, cuando justifican la
guerra. El más importante es la intervención de Pericles en el ágora, en él
llama a la guerra para defender los bienes sociales de Atenas: el derecho a la
vida pública y la garantía de la vida privada.
Heródoto, modela su
historia con una actitud etnográfica. Su intensión y convicción, estuvo en la
descripción de la vida de los pueblos del mundo que le tocó vivir. Un mundo
dividido en cuatro partes: Europa, Asia, Egipto y Libia. De los pueblos narra
su origen y su estado para la época del siglo V antes de nuestra era. Heródoto,
toma para hacer sus Nueve libros de la historia, lo escrito, lo visto, lo dicho
por informantes, y aunque manifiesta prevenirse contra lo inverosímil, no logra
sobreponerse y cae en el mito como fuente de verdad. Heródoto no hace épica,
pero si produce una historia híbrida de hechos y ficciones. Escribió “…todo
cuanto he dicho es mi observación, mi opinión y mi investigación; en adelante
voy a contar los relatos egipcios tal como los oí, aunque también les agregaré
algo de mi observación”. Con estas palabras que señalan el método, hacen de la
obra de este autor un relato en prosa de los visto y oído que describe los
pueblos, los seres humanos, sus actos y creencias, como contenidos sociales.
En los Nueve libros
de la historia, todo vale, para mostrar la vida de una nación, los testimonios
propios y ajenos, como el sí mismo del escritor. Heródoto es un autor que
comprende la complejidad del ser humano y va más allá de la información. Escribe
la hazaña de un héroe y luego la juzga y llama a no creerla. Hace un ejercicio
literario, practica la escritura y la emplea para dejar testimonio de su vida
en un tiempo y un espacio. Sabe lo que hace. Dice y reafirma no hacer una
epopeya porque esta se acomoda los hechos a los intereses de conmover al lector
o al escucha. Por eso critica a Homero y dice tomar distancia. En sus
conversaciones con los sabios de Menfis en Egipto, lo informaron que quien
raptó a helena, fue Alejandro. Raptó la mujer, robó las riquezas del padre y
luego lo asesinó. Alejandro huyó a Egipto. El rey informado del crimen, lo obligó
a huir de nuevo y dejar la riqueza y la mujer en Menfis. Egipto entregó todo a
los griegos ofendidos. Escribió Heródoto: “Y me parece que Homero tuvo noticia
de esta historia, pero como no era tan apta para la epopeya como de aquella de que
se sirvió, la dejó a un lado…”
Registra Heródoto
varios géneros literarios: la epopeya, la logografía o prosa, la poesía de Safo
y la fábula de Esopo. Las toma además como fuentes para historiar la primera
guerra médica, la ascendencia del persa Darío, la invasión de Grecia y el triunfo
de Atenas en la batalla de Maratón. Este acontecimiento lo ubica en el mundo
conocido del cual hace una geografía en la que cabe lo fabuloso: Europa limitada
al norte por pueblos siclopes y al occidente por hombres pigmeos. Asia limitada
al oriente por hombres sátiros. Libia limitada al sur por arenas infinitas y
Egipto es limitado por los etíopes.
La guerra del
Peloponeso y Los nueve libros de la historia, son dos obras concebidas en una
época en la que se quiso dejar un registro histórico de acontecimientos para
ser conocidos por los seres humanos de la posteridad, son obras que hacen parte
del los orígenes de la literatura como una experiencia del cuerpo humano sobre
el cuerpo de la tierra.
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