viernes, 4 de mayo de 2018

Escritos de abril


Narcotráfico. Arma de posguerra norteamericana
Por el uso y comportamiento, se puede afirmar, que Norteamérica tiene en sus manos un arma de posguerra, más efectiva que los golpes de estado, para mantener sujetos a los países latinoamericanos: es el narcotráfico. Lo permite, lo persigue, lo denuncia, lo acusa y por supuesto lo usa.

En la inmediata posguerra, obligó a los países al sur de su frontera a declararse anticomunistas y a participar en la Organización de estados Americanos (OEA), bajo pena de quedar fuera de los favores de sus finanzas imperiales. Los gobiernos y las elites perpetuadas en el poder se adscribieron, pero los pueblos y las comunidades siguieron en lucha por condiciones de vida digna, entre las que se contaba una reforma agraria, acceso a los servicios de salud, educación, trabajo y vivienda. Esa lucha fue canalizada por partidos y guerrillas de izquierda o comunistas que avanzaron, las más de las veces, por la vía democrática hacia el control de las instituciones; pero Norteamérica con su aparato de inteligencia, la CIA (Agencia Central de Inteligencia), frustró esas aspiraciones al patrocinar y apoyar logísticamente, golpes de estado sistemáticos por más de treinta años. Ejemplo: en 1964 el golpe de Castelo Branco en el Brasil; en 1973 el golpe de Augusto Pinochet en Chile; de 1963 a 1978 en Argentina, las dictaduras de Onganía y Videla. El caso colombiano de la dictadura de Rojas Pinilla es atípico, pero la causa de esa alternativa estuvo en el asesinato de Gaitán en 1948, de indudable factura de la CIA. Además de los golpes, se tiene registrado las intervenciones directas o invasiones gringas a República Dominicana 1965; Granada en 1983; la invasión a Panamá en 1989 y El Salvador en 1981.

Dese la década de los ochenta del siglo veinte, los Estados Unidos potencian el “arma” del narcotráfico para que haga las tareas geopolíticas, antes descargadas sobre los hombros de la intervención y el golpe de estado, prácticas que generaron un inmenso desprestigio. Ahora el método de control es más sofisticado y rinde más. Las elites gringas y su inteligencia saben que el mercado de narcóticos en la sociedad norteamericana aumenta con ritmo y es una fuente de captación de riqueza tan importante como el petróleo o el mercado de armas. Saben que pueden controlar la voluntad política de los países productores con la permisibilidad o la penalización, vistas con el lente de los tratados de extradición. Casos: el triunfo de la revolución sandinista en Nicaragua fue controlada y frustrada con la creación de una “guerrilla contra” financiada con el narcotráfico permitido por la CIA. Al gobierno militar de Noriega en Panamá se le permitió financiarse con “dineros calientes” y hacer de ese país un paraíso fiscal de evasores de impuestos y lavadores de dinero sucio; esas prácticas elevaron a Noriega y lo tumbaron cuando fue necesario. En Colombia la guerrilla cincuentenaria entró a las ciudades, controló vastos territorios y la mejor forma que se encontró para atajarla fue el empleo de esa nueva arma norteamericana de de la posguerra: el narcotráfico. Se hizo de Colombia una narcosociedad. Todos los estamentos fueron penetrados y se organizó un ejército paramilitar financiado por la cocaína, para derrotar a la guerrilla comunista. La táctica dio frutos inmensos. Ante la sociedad postrada por la mafia y el crimen, aparecen los Estados Unidos, exigiendo tratado de extradición y la entrega de los narcotraficantes.

En el narcotráfico radicado en Norteamérica es visible la utilización política. Por eso se levantan voces desde todos los lugares del planeta para pedir la legalización de las drogas; pero se encuentran con el mayor opositor, el país gringo. Ellos no van soltar esa fuente de finanzas y control geopolítico.

Democracia cooptada
La corrupción rampante en América Latina, permite que a los puestos de decisión y manejo del presupuesto público, lleguen partidos e individuos que se lo apropian y logran por la desinformación generalizada de la población evadir la acción de las instituciones de justicia y por la convicción de estar en una democracia controlada por los poseedores de riqueza.

La democracia de nuestro tiempo es distinta a la griega y a la instaurada por la cultura política de la modernidad. Allá en la antigüedad fue la apertura de la participación política al pueblo (demos), dueños de tierra, esclavos y comercios, desplazados del poder o las decisiones públicas por los monarcas o tiranos; es decir, la democracia griega se montó y vivió dentro de una sociedad esclavista. La cultura moderna la retomó, dentro del contexto de la libertad individual y con la figura de un gobierno representativo elegido por la mayoría de los ciudadanos, mayoría teorizada como la mitad más uno. Allá en los albores de la modernidad, este gobierno del pueblo recibió de filósofos, pensadores y literatos toda la fundamentación, hasta llevar la sociedad occidental a una revolución cultural en todos los planos: políticos, económicos, religiosos, científicos y espacio temporal. El camino que debió transitar la democracia moderna fue tortuoso y solo triunfó y se posesionó universalmente después de 1945, época de la segunda posguerra.

La democracia moderna ahora ha desarrollado todos sus supuestos y ha quedado expuesta en toda su magnitud como lo que es y ha sido: el gobierno de la riqueza. Hoy el Estado y las instituciones representativas están cooptadas por las corporaciones que viven de una economía multimodal y tienen en su haber industrias de todo tipo, bancos y medios de comunicación. Por este poder, la democracia ha quedado sumida a esos intereses corporativos, porque financian las campañas políticas de partidos o individuos que quieren ocupar los puestos públicos de representación. Una vez elegidos utilizan todos los niveles de decisión para proteger y aumentar la riqueza de quienes pusieron el dinero para las campañas políticas.

La resultante de esta práctica es un sistema político que remeda la democracia y hace que en la época nuestra los derechos civiles queden reducidos. La libertad no se ejerce porque no hay capacidad intelectual para entenderla. La educación produce sujetos sin crítica y con una alfabetidad que no permite comprensión del vehículo por el cual se transmite la cultura: la escritura.

Dolor por Siria
El ataque a Siria encabezado por Estados Unidos tiene la novedad de ser una acción directa con responsable, después de la Primavera árabe iniciada en el 2011. Esta campaña se caracterizó por el apoyo noreteamericano a la oposición en los países donde se ejecutó y fue realizada por nacionales, lo que permitió a los promotores esconderse tras esas mamparas de reacción contra los gobiernos de Libia, Egipto, Irak y Siria, acusados de antidemocráticos.

La oposición en esos países recibió apoyo logístico y una campaña de prestigio de los gobiernos a tumbar, por los medios de comunicación occidentales. Bajo la bandera oposicionista se fortalecieron ejércitos anarquistas, mercenarios terroristas y fundamentalistas musulmanes como el terrible Estado islámico ISIS, que atentó contra la memoria cultural de la humanidad y ejecutó públicamente a periodistas e infieles, dando muestras de una crueldad sin límites.

La Primavera árabe se frustró en Siria, por el desprestigio de ISIS y por la participación rusa. Ahora a los promotores de esa campaña solo les quedó quitarse la máscara de apoyo a una oposición inventada y meterse directamente a la guerra de despojo petrolero. Por eso el ataque a Damasco del 12 de abril del 2018, tiene la firma trifronte de Reino Unido, Francia y Norteamérica. Lograron desde el 2011 disminuir en un cincuenta por ciento el precio del petróleo y destruir esos países y su población ante los ojos cómplices del mundo prooccidental. No es la actitud altruista de dotar la región de la Media luna fértil de una democracia de tipo occidental, es el interés insaciable del capitalismo actual que depende para vivir del combustible fósil, de la producción de armas convencionales o de destrucción masiva.

Imagen: Fernand Léger La lectura 1924

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