miércoles, 28 de febrero de 2018

La dosis mínima y los estados alterados



El partido Centro Democrático tiene actualmente una senadora que vocea sobre la práctica política de esa organización y sus idearios. El jueves pasado 22 de febrero de 2018, dijo a los periodistas del noticiero del Senado, refiriéndose a las estadísticas de muertes por el abuso de narcóticos: “Ese cuento del libre desarrollo de la personalidad lo que ha hecho es un daño enorme para acabar con la juventud y la niñez colombiana y por eso vamos a trabajar nuevamente en recuperar que se penalice la dosis personal”. La senadora María del Rosario Guerra hace estas afirmaciones motivada en los números estadísticos, y estos le mueven a buscar soluciones en el acervo cultural que tiene. Optó por la solución más fácil, por la proscripción del consumidor y su dosis personal. Esta solución ronda ese dicho tradicional colombiano sobre aquel que no quiere pensar en profundidad la causa del fenómeno, “busca la causa de la fiebre en las sábanas”. Eso hace la senadora Guerra, quiere que se cambie la sentencia que legaliza la dosis mínima por penalización del adicto y del porte de sustancias sicoactivas. Estas son soluciones fáciles, sensibleras, inscritas en una concepción de la vida autoritaria.

Para explicar los fenómenos sociales de nuestro, tiempo se debe proceder con todo el legado cultural de quienes nos antecedieron en el tiempo. Ahí en ese legado se tienen las bases conceptuales del individuo y su comportamiento. El orden social y político legado, se decanta en la democracia participativa, garantista de la libertad del sujeto y del individuo. Por el individuo está la libre movilidad, la libertad de empresa y el uso de su cuerpo. Por el sujeto, la libertad de pensamiento, de credo; libertad de imaginarios e inventiva.

El legado obliga a comprenderlo desde la voluntad civilizatoria y no desde el autoritarismo que mantiene a los seres humanos bajo unas concepciones tradicionales petrificadas. Según estas, el cuerpo humano se debe preservar en las mayores abstinencias, por ser obra del creador, según unos, o por ser y estar en un universo de luz, según otros.

El autoritarismo basado en estas tradiciones, cree y practica ideales acéticos, por los que el cuerpo debe sacarse del mundo de la vida para conservarlo en su prístina pureza y ofrendarlo, en ritos controlados al creador, de quien los autoritaristas interpretan los designios. Ahí está el ejercicio de poder. Esta concepción del mundo habitada por autoritaristas y creyentes, termina y comienza en un proceso electoral, para perpetuar el dominio bicentenario de la oligarquía colombiana. Por eso el “libre desarrollo de la personalidad” es un cuento para los autoritaristas. La utilización de esa palabra, “cuento” está dentro del contexto de la falsedad o de un invento maquinador; es como decir “convencer con cuentos para hacerte caer en la trampa”. Reducir el concepto de libre desarrollo de la personalidad, a esas simplezas descalificadoras, es desconocer la raíz civilizatoria inscrita en los dos término que la componen: libertad y personalidad.

Captar el resultado de la obra civilizadora de la humanidad, exige un esfuerzo y exige meterse en las tareas del pensar. Esa es la voluntad civilizatoria. Pensar lo humano desde la libertad, es estar dispuesto a dejar que la persona desarrolle sus potencias. La voluntad involucra la convicción, la inclinación por comprender la sociedad sin prejuicios, ni autoridades, ni arcaísmos. Y para tomar estas actitudes ante el mundo, el pensamiento debe llevarse, con ayuda del legado cultural. Entre el inmenso número de formas sociales, está la civilización occidental a la que pertenecemos. Esta fue posible por la adopción de la urbe, la polis o la ciudad, formas de estar en el territorio. La estabilidad se dio por la adopción de la agricultura, la ganadería y la artesanía, como trabajo especializado. Los grupos practicantes de esas actividades construyeron instituciones que garantizaron el orden dentro de la ciudad o la polis. Arbitrajes posibles por la elaboración de un acto constitutivo de la autoridad del árbitro y del orden de la ciudad. Ese es el acto civilizatorio. Es el establecimiento de reglas permisivas y prohibitivas del comportamiento de los individuos y el de todos. El político y el ciudadano estructuraron su mentalidad a partir de la libertada y la servidumbre. Se es libre siempre que cumpla con las obligaciones para con la ciudad.

Este es parte del legado que rige nuestro actual orden social. La constitución política de los colombianos tiene como base esa voluntad civilizatoria de la cultura occidental. La libertad individual se entiende como el disfrute de la vida privada bajos el pleno dominio del sujeto; y el poder del Estado soberano garantiza ese disfrute. En la dialéctica entre lo público y lo privado, concebida como oposición y consenso, el individuo cumple con obligaciones públicas (tributos, servicio público, legitimación de poderes) y el Estado garantiza la libertad para la vida privada.

El libre desarrollo de la personalidad visible en el porte de una dosis mínima de narcóticos, hace parte del legado cultural comentado. Puede cambiarse la palabra narcótico por la de alcohol o tabaco. Hay ejemplos crasos en nuestra historia, de prohibiciones de consumos de sustancias. La prohibición la hizo el Estado por boca de grupos autoritarios, quienes argumentaron degeneración de la raza o del cuerpo. El fin de las prohibiciones demostró que los argumentos eran falaces y que el real motivo estaba en el interés económico. Así ocurrió con la prohibición de la fabricación de Whisky en la Norteamérica de 1917- 1935. Ocurrió con la prohibición de fabricar y sembrar tabaco en la Colombia del siglo diecinueve; luego de los estancos, el tabaco y el aguardiente pierden la nocividad.

El viaje civilizatorio de la humanidad ha sido posible por los estados alterados producidos por el uso de sustancias enervantes. El trance de los Chamanes, la adivinación de las Pitias, la invocación de los Sacerdotes y el éxtasis general de la población en la fiesta, partes básicas del poder de la polis o la ciudad, advenía por el uso de enervantes, entre los cuales el más famoso es el fermento de uva. Ejemplo del poder liberador de los estados alterados está en la Odisea. El hechizo al que somete Circe a los combatientes de Ulises (convertidos en cerdos), fue posible vencerlo, por la ingesta de una raíz alucinógena, cuyos efectos en el cuerpo del héroe, lo protegieron del poder embrujador de la mujer.

El uso de sustancias es inevitable. Antes de penalizarlo debe pensarse en la atracción de la prohibición. Esta es la cusa del narcotráfico con la respectiva riqueza que produce. Narco tráfico y riqueza son fuente de poder político económico sin escrúpulos para drogar niños y jóvenes y garantizar un mercado en crecimiento. La solución ha sido suficientemente sustentada desde todos los flancos de la cultura: legalizar el consumo y la producción de esas sustancias, para que el uso vuelva al ámbito del estado alterado del rito civilizatorio.

Imagen: Pintura rupestre Cueva de las Manos. 8.000 años antes de nuestra era. Santa Cruz Argentina

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