miércoles, 21 de septiembre de 2016

Un destino gitano. Acerca de La infancia de Jesús de Koetzee

Noè Bordignon. Gli Emigranti 1896-1898
La percepción inicial del lector de La infancia de Jesús, es la reducción de las tareas del narrador al mínimo. Se le lee mesclado, con frases cortas o apreciaciones precisas para ayudar a las intervenciones de los personajes de la novela. Este narrador es el testigo de un acontecimiento, repetido en la historia de la humanidad: el desarraigo. Acontecimiento generado por las guerras, hambrunas o enfermedades.

El desarraigo es triste porque está y es visible en la cara casi inexpresiva de los desarraigados. Tienen una cara dura que muestra una disposición a cuestionarlo todo, en primer lugar la ayuda recibida de cualquiera. El sentimiento inicial a comunicar es creer que no se tiene historia, se siente haber nacido el día del desembarco en la nueva tierra.

La historia de esta novela de Koetzee, se desarrolla con base en imágenes de los personajes, ubicadas en espacios y ambientes como escenas de cine. Los personajes desarraigados, en la nueva tierra son recibidos por un país magnánimo que les dispone lo mínimo para hacerlos sentir humanos. Ese país no es nombrado, pero se dan elementos para ser imaginado como una escena allende el mar.

Con proposiciones o unidades gramaticales mínimas, se describen secuencias de actos, cortos o largos, para construir el devenir de los personajes desarraigados, inmigrantes, refugiados, en especial, el personaje central: Jesús. Hay muchos elementos que hacen sentir al lector estar leyendo un guion. Hay muchos pasajes rápidos, insípidos, dirigidos a hacer evolucionar la historia; pero es posible adjudicárselos a la mala traducción, llena de expresiones extrañas no pertenecientes al castellano.

La novela está diseñada para mostrar la vida de unos refugiados, y en la que el lector debe imaginar la nación de procedencia, y el país receptor. En este último se habla castellano, pues obliga a los recién llegados a aprender la lengua para poder acceder a los servicios; se practica el cristianismo porque les pone nombres sacados del Nuevo testamento; tiene un régimen autoritario, obliga a los inmigrantes a dejar su ser, su cultura su historia y aprenderlo todo del nuevo país.

La nación de procedencia se deduce por las costumbres de los que han desembarcado, luego de cruzar el océano: son austeros con los gastos, aman los libros, saben de música, acatan las nuevas condiciones, son formales en el trato con los demás, muestran solidaridad, son dóciles, les gusta la abstracción hasta pensar en la sillidad de la silla, tienen como centro de relación social a la mujer y acatan su guianza. Hay puntales de apoyo para deducir un origen judío de los inmigrantes; pero Koetzee nunca lo dice.

Dentro de los refugiados asimilados como inmigrantes, funciona el azar. Es la mejor explicación que Él le puede dar al niño que resulta atado a su suerte. Él de 46 años (ni joven, ni viejo), el niño de 6 años. El niño trae una carta con información sobre su madre. La pierde y Él se promete buscarle la madre. No concibe la vida sin una madre para el hijo y sin una mujer de compañía. El azar los juntó. Ambos tienen una imaginación fogosa. Para Él el mundo está poblado de cosas comunes hechas por hombres comunes; por eso hay leyes comunes que la gente obedece a ciegas. Imagina un mundo acomodado por él de acuerdo a sus necesidades. Él debiera ser un demiurgo creador para ordenar el caos y hacer un mundo con un orden para cada quien. El niño ha topado con él por azar y su cerebro en formación y fogoso, asimila directamente lo que escucha. El niño se crea un mundo que funciona a su capricho y cuando quiere lo hace invisible y ni ve ni oye a los adultos.

Ese país de habla castellana, le facilita un techo y un trabajo. El trabajo es una asignación, como refugiado no puede elegir. En la ciudad porteña a la que ha llegado, solo puede ser estibador. Le da dificultad la carga en sus hombros porque no es joven, pero tampoco es viejo. El trabajo lo entiende y lo asume como el destino que debe cumplir. Los compañeros estibadores le animan. Ellos son jóvenes, pero le dicen que aún puede. Él dice necesitar el trabajo aunque llegue al fin de sus fuerzas porque ese es el destino.

Llega a casa con un debate en la cabeza. ¿Es el azar quien rige su vida o es el destino? Por azar llegó a la lengua castellana y el mundo que ha organizado en su imago, es una ficción azarosa. Pero tiene que actuar: “alguien tiene que actuar a nombre del destino” para subsistir. Tienes que comer para no morir temprano. Ese debate se lo transmite al niño. El niño pregunta que es el destino y que es el azar. Le dice: lo entenderás cuando aprendas a escribir y leer; luego vine la secuencia infantil de los porqués. ¿Qué es escribir? ¿Qué es leer?

Él le responde al niño con un libro ilustrado. Va a una pequeña biblioteca de la zona de refugiados y presta una versión del Quijote de la Mancha profusamente ilustrado. Ambos, en un rito diario se meten en la aventura. El niño aprende a leer y escribir según sus propios signos; construye sus propias letras y las lee: presenta una versión personal del Quijote, lo llama Quijano. Se detiene en el pasaje de la cueva de Montesinos y a pesar de que Él y la ilustración le dicen de le cuerda atada a la cintura del Quijote para descender a la cueva, el niño se empecina en verlo caer, porque Quijano flota, asciende y desciende a voluntad.

Él le consigue una madre al niño. Pasean por el campo, entran a otra zona de refugiados. Él ve una mujer joven, refugiada, que le sonríe al niño. Luego él la contacta y le ofrece ser madre del pequeño. Dice que la eligió por azar; pero para ella fue el destino quien le entregó el niño. Ambos Él y ella quieren educar el niño en la casa. Lo hacen y le refuerzan la ficción. Le enseñan los números tomando ejemplo del número de islas que debieron pesar en el océano para llegar al país de habla castellana. El niño por azar o por destino concibe los números como islas. Entre los números hay un abismo, así como entre las islas hay profundidad. Tiene que haber abismo entre los números para que su héroe Quijano pueda flotar.

El país castellano les exige llevar al niño llamado Jesús (el traductor lo llama David) a la escuela. El niño es antifuncional en la escuela normal, no acepta la autoridad y es recluido en un reformatorio. Los padres fortuitos de Jesús, lo sacan del reclusorio y huyen con él, a cumplir un destino gitano.


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