Pablo Picasso. Los tres músicos
Es
un recurso común nombrar los mundos del arte con la palabra lenguajes. Es común
escuchar de los cinéfilos hablar del lenguaje del cine; de otros, los cultores
de las artes plásticas o visuales, decir el lenguaje de la pintura. Otros más
dicen el lenguaje de los semáforos. Ante esta intensión de reducirlo todo a ese
lugar común de la palabra lenguaje, es necesario ubicar esos mundos en su
propio estatuto. A este problema, planteado desde mediados del siglo XIX, la
lingüística del siglo XX aportó una respuesta que no agota las soluciones, pero
si aclara la confusión.
Se
trata de la construcción de una disciplina cuyo objeto de estudio es los
sistemas de signos, llamada semiología; ubica las artes y el lenguaje como
sistemas de signos entre otros, a saber: “la escritura, el alfabeto de los
sordomudos, los ritos simbólicos, las formas de cortesía, las señales militares…”
La
lengua es un sistema de signos, compuesto de signos básicos como son las
palabras. Estas palabras signos, en el sistema o estructura de la lengua pueden
funcionar como símbolos y otras veces como indicios, cuando acompañan el gesto
de señalar (esa o este). Los signos funcionan en la estructura con
significancia, término que obliga a darle identidad al sistema, en el que
existen. La lengua es el sistema de signos que puede enunciar y definir todos
los sistemas de signos, pero los demás sistemas no pueden ser como la lengua,
porque perderían la identidad.
La
música es un sistema de signos, claro, y distinto del lenguaje. El signo básico
es el sonido, producido intencionalmente para el oído, en el ámbito de una significación
que le da una identidad irreductible a otro sistema de signos. En la música hay
un “estatuto musical” que clasifica los sonidos como notas irreductibles a los
signos de la lengua. El estatuto musical organiza las notas en gamas, y en éstas,
las mismas notas están en unidades que pueden ser discretas o discontinuas y
que vibran en el tiempo. “las gamas comprenden las mismas notas a alturas
diferentes, definidas por un número de vibraciones en progresión geométrica,
mientras los intervalos siguen siendo los mismos”. En el sistema o la
estructura de la música el sonido es el signo, sometido a reglas precisas;
pero, el sonido debe ser considerado como nota para darle existencia al sistema
musical semiótico. Los sonidos por fuera de estas consideraciones humanas no
son música. La nota en la gama; la gama en un conjunto, especifica el tono y el
tono indica la clave. He ahí ese mundo estético de los sonidos, distinto de la
lengua y el lenguaje, que mueve a la risa, el llanto, el dolor o a la tragedia.
Las
artes plásticas y visuales, pintura, dibujo, escultura, imágenes móviles como
el cine, tienen su propia semiótica, distinta a la musical y a la del lenguaje.
El signo aquí hay que tomarlo como unidades. En el caso de la pintura, el
artista distribuye el color a gusto y crea una unidad, porque lo organiza, lo
amalgama o lo disuelve: produce una significación. La materia plástica se
ordena, se jerarquiza, se taxa. Así se produce el signo plástico, distinto al
signo lingüístico.
La
semiología de las artes plásticas es difícil de asir y por eso la opinión común
decide hablar del lenguaje de la pintura, la escultura, el dibujo o del cine,
antes que sumergirse en la complejidad del sistema. La unidad como signo, en
las artes, se relaciona con la representación, la presencia o ausencia de la
figura, rasgos atados al movimiento, el color, la presentación y al sujeto que
expresa sus propias necesidades. El artista compone la obra con la fuerza de
estos elementos y deja expuesta una estructura comunicable y susceptible de ser
nombrada con la palabra, sin reducirla a la semiótica del habla. La obra de
arte es un mundo creado por el artista con su propia significancia y taxonomía
y del cual cada observador la lleva hasta el infinito de la interpretación. A
la unidad, esa unidad como signo, en los años setenta del siglo XX se le puso
el nombre de “percepto”. Si la semiología de la lengua tiene como unidad básica
la palabra; la semiología de las plásticas tiene como base el percepto, unidad
a la que puede reducirse el sentir del espectador ante la obra. El color incide
el ojo y el ojo involucra el cuerpo y en esa relación se establece la
comunicación.
Los
ritos, son la práctica de los mitos. El rito materializa el mito y cuando este (el
mito) se escribe, funda la literatura. De la literatura es posible decir que
tiene su propio sistema semiótico. El signo base de su sistema y estructura, es
el discurso, la semántica del discurso, convertida en símbolos. El análisis
semiótico de la literatura es tan complejo como el de las artes. El individuo
que la crea lleva su experiencia social convertida en signos-símbolos a un
lector que goza, se transforma, o sufre y muere. El lector tiene una
experiencia estética, como la tiene el espectador de las plásticas y visuales,
y el escucha de las músicas. El discurso signo base del sistema se escribe con
voz sin articulación, altitonante, triste, autoritaria, consensuada, optimista,
derrotada; signa gestas y utopías, pasiones y críticas.
La
semiología de la lengua se presenta como modelo para todas las demás, porque es
ella como palabra la que las nombra. La semiología de la lengua es asible,
clara. Su estructura o sistema con las palabras como signos, distintos y
diferentes, da existencia a esos otros sistemas semióticos nombrados. La
semiótica establece tres tipos de signos: iconos, indicios y símbolos. Estos
funcionan para las artes, la lengua y la música; son extensibles a otros
sistemas semióticos, tarea abierta para quien supere el reduccionismo de
ponerle el nombre de lenguaje a todo.
Ref. Benveniste. Problemas de lingüística general
Ref. Benveniste. Problemas de lingüística general
Me atrapó el texto, en especial la parte final. ¿Cuál sería entonces la lectura para las denominadas "artes vivas" o representativas? El teatro e incluso la danza como su antecesora (al menos así lo enseñan) ¿Qué lugar tendrían en este debate sobre el lenguaje ?
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