jueves, 2 de junio de 2016

Una historia cultural de Bello


 Talleres del Ferrocarril de Antioquia
 
En el norte del valle de Aburrá se ha desarrollado una sociedad con una cultura local que se caracteriza y se diferencia en el conjunto del país. En el municipio de Bello se radicaron, en el alba del siglo XX, la industria textil y los talleres centrales del Ferrocarril de Antioquia. Estos dos establecimientos modernos, influenciaron la sociedad con nuevos oficios y comportamientos propios del trabajo en la industria.

La población comenzó un crecimiento sostenido, que aun continúa. En 1913 eran 6.259 habitantes. Por estas condiciones, la Asamblea Departamental de Antioquia erige el municipio y da origen al bellanita con unos horizontes simbólicos dados por los oficios de calidad técnica y los contenidos de la educación en urbanidad, civismo y religión.

En la primera parte del siglo XX, el obrerismo se conjuga con la sociedad tradicional de finqueros, comerciantes y actividades ligadas a las nuevas condiciones económicas. Aparece la dentistería y el bar-cantina, servicios en permanente auge y que en el transcurso del siglo XX le dieron fama al municipio con las expresiones “Bello, Meca de las dentisterías” y “está borracho o va pa’Bello”.

El ferrocarril y la fábrica generaron transformación del territorio. El poblado tradicional, organizado por la “calle arriba” y “calle abajo”, se vuelca hacia el carretero, vía que comunicaba a la fábrica con el ferrocarril y que abrió a la urbanización el sector oriental del municipio. Se poblaron las márgenes de la quebrada La García y allí se crearon los barrios El Congolo, Prado, Las Granjas y el barrio Niquía.

En los años treinta del siglo XX, cuando Fabricato se hubo afianzado y ubicado junto a los talleres del ferrocarril, el desarrollo cultural del municipio comenzó su dependencia de la fábrica hasta 1985. Las técnicas administrativas enseñadas a los obreros y los mandos medios, confluyeron en una política social empresarial de carácter benefactor, la cual se expresó en la construcción de cinco barrios obreros: Bella Vista, Obrero, Panamericano, Santa Ana y Manchester. Frabricato creó una escuela, una clínica y un patronato para los obreros, es decir cubrió los servicios básicos de salud, educación y vivienda.

En 1920, antes de Fabricato, las obreras de la fábrica de Bello, realizaron una huelga de 24 días. Consiguieron aumento de salarios, zapatos, y expulsión de los capataces acosadores. Esta huelga, aupada por el Partido Socialista de la época, creó en el municipio una tradición de deliberación política sobre las ideas de izquierda, pero que por ser ideas perseguidas anidaron en tertulias, bares, cantinas, cafés y grupos de bajo perfil público. Desde allí el devenir político del municipio, ha estado caracterizado por la existencia de las ideas liberales, conservadoras y de diferentes tendencias de izquierda.

De 1913 a 1950 las condiciones culturales en el municipio de Bello se caracterizaron por un territorio en permanente construcción. La sociedad distribuía los tiempos según las condiciones de los individuos. Los obreros funcionaban al ritmo de los turnos de la fábrica y los talleres del ferrocarril, marcados por el sonido de sirenas. Sonidos que eran escuchados por toda la población y que regulaban sus ritmos cotidianos. Los finqueros comerciantes dedicaban el tiempo a la atención de sus negocios rurales y urbanos (la finca y la tienda).

El tiempo de no trabajo u ocio se pasaba en escuchar la radio, visitar el “Salón de Frescos”, ir al cine, caminadas a los “charcos” y bailes sociales. Se asistía con devoción y compromiso a las fiestas religiosas, que al igual que las sirenas o pitos de los talleres y la fábrica, marcaban el ritmo del tiempo como relojes sociales. La iglesia con sus conmemoraciones dividía el año en tiempo de cuaresma y abstinencia; semana santa y penitencia; pascua con jolgorio de San Isidro y lidia de toros, fiestas patronales en octubre con pólvora, y la permisiva navidad, donde se gastaba la riqueza acumulada del año, unos más otros menos.

La segunda mitad del siglo XX entroniza un nuevo ambiente cultural para los bellanitas. Fabricato construye un embalse en la quebrada la García. El embalse conmueve la mentalidad, tanto como el establecimiento de la fábrica a comienzos del siglo. Esa agua acumulada en la montaña se entendió como una maravilla técnica y como una “espada de Damocles” y se instituyó el mito del temor de una inundación general del territorio.

Puede decirse que la gestión cultural moderna en Bello se inicia con la creación del Centro Cultural Marco Fidel Suárez, el 17 de abril de 1949, acción de un grupo de jóvenes egresado del Instituto Manuel J. Caycedo (hoy La Salle), quienes se dieron a la tarea de promover la fundación de la biblioteca pública. En asocio con el Banco de la República la empresa Fabricato cubre con una urna de cristal la humilde choza de Suárez, resguardándola con una estructura monumental y construye al lado un edificio de una planta para la biblioteca pública.

En estos primeros cincuenta años de vida municipal, la acción cultural se caracterizaba por ser centralizada, de iniciativa oficial, y orientada exclusivamente hacia el consumo de expresiones artísticas, bajo el canon e influencia erudita europea. Se recuerdan por aquella época la realización de tertulias selectas en casas de personas distinguidas del municipio, y algunas charlas y recitales esporádicos con personalidades destacadas en el ámbito departamental o nacional. El principal referente simbólico de la época (que posiblemente no dejará nunca de ejercer su influencia sobre la cultura institucional municipal), era la omnipresencia del recuerdo del señor Marco Fidel Suárez, sin duda el personaje más importante en la historia de la localidad hasta la fecha.

En el nuevo edificio de la biblioteca se desplegó una intensa actividad literaria y cultural, que se prolongó hasta finales de los años sesenta. Las acciones del grupo pionero fueron retomadas y potenciadas por el Secretariado de Fabricato, institución que generó un movimiento importante de músicos, danzas folclóricas y artistas plásticos, al cual pertenecieron varias generaciones de obreros e hijos de obreros. El Secretariado en los años setenta se transformó en la Corporación Fabricato para el Desarrollo Social, con una oferta cultural y formativa amplia, asimilable a una escuela de artes y oficios mediante el fomento “del deporte, la recreación, la cultura y la educación para la vida comunitaria, familiar y para el trabajo”.

Esta Corporación ejerció una gran influencia en la dinámica cultural del municipio, ya que fomentó entre los obreros y sus familias el gusto por la creación artística y artesanal, enfocó además su labor en los últimos años hacia la formación para el liderazgo. Esta influencia se refleja aún en la significativa cantidad de artistas con que cuenta desde entonces el municipio. Se destacan entre muchos otros, agrupaciones como Los Típicos, Danzas de mi Tierra, Cosecheros de Antioquia, Grupo de Teatro Alfa y muchos artistas y promotores reconocidos por el movimiento cultural como los “Pioneros”.

Finalizado el acuerdo político del Frente Nacional y luego del experimento suprapartidista de la Alianza Nacional Popular (ANAPO), que tuvo en el municipio de Bello su “canto de cisne”, en la segunda mitad de la década de los setenta, se crearon importantes grupos de teatro, danzas, estudiantinas, cantantes solistas, literatos y artistas plásticos. En ellos se gestaron actitudes estéticas conservadoras pero también contestatarias o claramente revolucionarias y vanguardistas.

La inasistencia del Estado municipio al sector cultural fue reemplazada por el paternalismo de Fabricato, pero al desaparecer este en los años 80, se crea en Bello un movimiento social cultural, fenómeno también expresado a nivel nacional. En Bello el movimiento tomó el nombre de Movimiento Cultural-Comunitario quien logró la construcción de dos espacios apropiados para la cultura: la Biblioteca Pública Marco Fidel Suárez y la Casa de la Cultura “Cerro del ángel”.

Liquidada la Corporación Fabricato, muchos de estos promotores culturales barriales empezaron a nutrirse intelectualmente en la ciudad de Medellín, bien fuera en las universidades, en diversas agrupaciones o en la Escuela Popular de Artes de Medellín (E.P.A.). De esta época, entre los años 1985-1990, surgieron grupos como: Barricada, el Movimiento Fogatero, los Pardos de Fontidueño, las Bibliotecas Comunitarias (desde entonces focos de desarrollo barrial), la Corporación REARTE, Corporación Cultural TECOC y posteriormente, entre muchos otros, el movimiento Arte Joven por Bello.

Por este mismo tiempo, la iglesia católica fortaleció muchos procesos barriales con la organización de grupos juveniles y catequistas orientados por la Pastoral Juvenil Arquidiócesana. De ahí surgieron una cantidad de grupos, que optaron por acciones comunitarias concretas, de allí salió TECOC, la biblioteca Comunitaria de Niquía, y otros.

Bajo todo este influjo, fue creciendo desde 1987 el masivo movimiento de Líderes en Recreación Comunitaria, uno de los fenómenos culturales más importantes de Bello (el municipio se perfiló como modelo nacional de trabajo comunitario), coordinado por el Departamento de Recreación y Deportes del Municipio, hoy Deporbello.

Tras la huelga de 1982, Fabricato dejó de ser la generadora de empleo y gran aportante de dinero para el municipio, esa ruptura fue muy fuerte. Los habitantes comenzaron a vivir fenómenos sociales nacionales, como el narcotráfico y el sicariato. Bello fue conocido como “Cuna de Sicarios”. Se quiebran los imaginarios, sobre el bipartidismo y las guerrillas. Se generó un descreimiento sobre la política, sobre el Estado, sobre lo público. Ese descreimiento será captado por la propuesta de los movimientos sociales y cívicos. En ese ambiente, es donde se expresa en Bello la lucha por la construcción de movimientos recreativos, como los fogateros.

En 1989, durante la primera alcaldía popular de Bello se demolió injustificadamente el antiguo teatro Bello, propiedad del Municipio, declarado patrimonio arquitectónico por el Concejo Municipal de ese entonces. En su lugar se construyó una sede administrativa y se destinó el sótano para casad e la cultura. Ante este hecho, diversos grupos comunitarios conformaron el 15 de abril de 1990 la “Reunión de Artistas y Trabajadores de la Cultura de Bello” (que luego sería la Corporación Cultural Rearte), y bajo la consigna “En Bello la Cultura necesita espacios”, se inició un movimiento dispuesto a conquistar espacios dignos para el desarrollo cultural; no sólo físicos, sino además económicos, sociales y políticos.

La anterior dinámica madura en los noventa y las organizaciones culturales, que se pusieron al frente de un movimiento cultural amplio, consiguieron además de la construcción del Centro Integrado de la Cultura “Cerro del Ángel”, la dotación de un edificio de cinco niveles para la Biblioteca Pública Marco Fidel Suárez y la elaboración e implementación del primer Plan de Desarrollo Cultural de largo plazo, concebido para el período 1998 – 2008.

Con Rearte se fortalecieron propuestas existentes como la Casa-Teatro TECOC, los Festivales de Teatro, las Fogatas de Luna Llena y los Encuentros de Arte Joven, a la vez surgieron dinámicas nuevas como las Fiestas murales, las Arte-vías, las Escuelas Pilotos de Iniciación Artística Infantil -EPIAI- (o “Escuelitas con Alas”) y las Semanas por Espacios Culturales, dentro de las cuales surgieron los Foros por la Cultura en Bello, con los que se sembró y cosechó la idea de la Casa de la Cultura de Bello.

La participación comunitaria logró que la dirección de la Casa de la Cultura fuera convocada abiertamente por concurso de méritos. Entraron en la dirección tres representantes reconocidos del movimiento cultural, quienes iniciaron su labor el 2 de mayo de 1994, con la consigna “dándole alas a un Bello sueño”. Rápidamente la Casa de la Cultura Cerro del Ángel, respaldada por el Movimiento Comunitario, desató una intensa dinámica socio-cultural que alcanzó reconocimiento nacional.

En esta época hubo una efervescencia cultural, ejercida por grupos alternativos, muchos de ellos inspirados en las teorías del arte, la literatura y la cultura con deseos de transformación social. Estos grupos en los años ochenta, organizaron un movimiento social con objetivos de lucha como la construcción de espacios para la cultura, la apertura de bibliotecas comunales, la enseñanza de las artes y las letras, y políticas de recreación, para una población con todas las carencias.

A la par de este proceso, el territorio recibió, nuevos pobladores, por ser Bello la tierra disponible en el valle de Aburrá para la construcción de vivienda barata. Los barrios de “Casitas sin cuota inicial”, se llenaron de gentes de todos los colores, olores, procedencias, y todo lo habido y por haber, y de pronto esas casas que permanecían con las ventanas abiertas y las puertas sin tranca, fueron robadas y saqueadas. Se crea un enorme celo. La población que vino en busca de una vivienda, no encontró donde trabajar, ni estudiar, ni donde recrearse. Esta situación se tradujo en un contraste inmenso, que generó focos de violencia.

Estos nuevos pobladores fueron estigmatizados por ser pobres, beneficiarios de casa de interés social. Alrededor de esas franjas de viviendas, los raizales de Bello, acostumbrados a vivir en comunidad con tranquilidad, entraron en conflicto. Esta situación desbordó el Estado.

A partir de ahí, el territorio, densamente poblado y ocupado en desorden, fue pensado en términos humanos y de desarrollo cultural. Por ello los ciudadanos activos estéticamente, aspiraron a políticas de recuperación del patrimonio, de la historia local, de recuperación de las aguas, la flora, la fauna, el aire y las montañas.

La inquietud de planificar el desarrollo cultural de la ciudad (o mejor aún: planificar la ciudad desde la perspectiva cultural) se esbozó por primera vez en el Primer Foro por la Cultura en Bello, en agosto de 1990, en la ponencia de la Corporación Cultural REARTE. Esta preocupación se hizo expresa en varios comunicados posteriores del movimiento cultural de Bello, y se recogió en el Plan de Gobierno de la administración 1996 -1999, como una necesidad sentida del sector.

El 8 de marzo de 1996, en virtud de una reestructuración de la Administración Municipal, fue suprimido el cargo de Dirección de la Casa de la Cultura. Esta otra coyuntura, evidenció nuevamente la gran necesidad de planear estratégicamente las acciones y políticas del desarrollo cultural de Bello.

Escuchadas las razones expuestas por el movimiento cultural comunitario, la Administración accedió liderar la empresa de planear los destinos culturales, financiando el equipo que participativamente diseñaría las estrategias y acciones conducentes a potenciar la ya importante dinámica pro-cultural comunitaria e institucional y orientarla hacia el desarrollo integral de toda la ciudad.

El movimiento artístico ejerció una importante influencia sobre la dinámica cultural de la ciudad (al punto de que Bello se ha ganado en Antioquia el apelativo como “Ciudad de los Artistas”), y como movimiento cultural ha venido ampliando su visión a partir de sus experiencias y búsquedas, hacia un concepto más integral del fenómeno cultural, en la que el arte es sólo una de sus expresiones. Se dimensionó y revaloró la Cultura como un factor fundamental del desarrollo integral de la comunidad.

La visión que guió al Plan de Desarrollo Cultural de Bello hacia el 2008, se condensa en el lema “por un Bello futuro con dimensiones humanas”. Las luchas nombradas dejaron en el imaginario bellanita la convicción de institucionalizar el sector cultural del municipio. Ello indujo a un grupo de líderes experimentados y de entusiastas jóvenes, que a través de organizaciones no gubernamentales han hecho aplicar la legislación nacional sobre cultura en la localidad y desarrollan la historia local, el teatro, la literatura, la poesía, la danza, las artes plásticas y la recuperación y protección del medio ambiente. Desde esta actitud se piensa que la Naturaleza no puede concebirse como recurso para gastarse y, para comercializarse, sino para preservar y proteger en beneficio de todos.

En la actualidad el sector cultural del municipio de Bello lucha por la construcción de una sociedad deliberante sobre la integralidad de los problemas de la localidad. Por ello existe desde hace 15 años un Consejo Municipal de Cultura y más recientemente una Subsecretaria de Cultura, con metas claras, como el aumento de las finanzas de la cultura, la descentralización de los servicios del sector, y rutas de desarrollo, a las cuales obedece la construcción de una Política Pública de Cultura, como base y brújula para la construcción del próximo plan de desarrollo cultural 2011 – 2020.

El territorio hoy está pensado por un Plan de Ordenamiento que dispone el espacio para la recepción de nuevos habitantes y nuevos comercios y urbanizaciones de gran calidad espacial. Es ya el municipio de Bello una ciudad populosa, rumbo a metrópoli, con una práctica económica globalizada. A ello debe obedecer una política cultural que facilite el encuentro de la voluntad colectiva y el deber de los gobernantes de modo que se proteja y desarrolle los bienes culturales y se democratice su disfrute, para satisfacer la necesidad de garantizar a todos y a todas una vida con calidad, en un territorio culturalmente diverso, grato, creativo e incluyente.


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