Talleres del Ferrocarril de Antioquia
En el norte del valle de Aburrá se ha
desarrollado una sociedad con una cultura local que se caracteriza y se
diferencia en el conjunto del país. En el municipio de Bello se radicaron, en
el alba del siglo XX, la industria textil y los talleres centrales del
Ferrocarril de Antioquia. Estos dos establecimientos modernos, influenciaron la
sociedad con nuevos oficios y comportamientos propios del trabajo en la
industria.
La población comenzó un crecimiento
sostenido, que aun continúa. En 1913 eran 6.259 habitantes. Por estas
condiciones, la Asamblea Departamental de Antioquia erige el municipio y da
origen al bellanita con unos horizontes simbólicos dados por los oficios de
calidad técnica y los contenidos de la educación en urbanidad, civismo y
religión.
En la primera parte del siglo XX, el
obrerismo se conjuga con la sociedad tradicional de finqueros, comerciantes y
actividades ligadas a las nuevas condiciones económicas. Aparece la dentistería
y el bar-cantina, servicios en permanente auge y que en el transcurso del siglo
XX le dieron fama al municipio con las expresiones “Bello, Meca de las
dentisterías” y “está borracho o va pa’Bello”.
El ferrocarril y la fábrica generaron
transformación del territorio. El poblado tradicional, organizado por la “calle
arriba” y “calle abajo”, se vuelca hacia el carretero, vía que comunicaba a la
fábrica con el ferrocarril y que abrió a la urbanización el sector oriental del
municipio. Se poblaron las márgenes de la quebrada La García y allí se crearon
los barrios El Congolo, Prado, Las Granjas y el barrio Niquía.
En los años treinta del siglo XX,
cuando Fabricato se hubo afianzado y ubicado junto a los talleres del
ferrocarril, el desarrollo cultural del municipio comenzó su dependencia de la
fábrica hasta 1985. Las técnicas administrativas enseñadas a los obreros y los
mandos medios, confluyeron en una política social empresarial de carácter
benefactor, la cual se expresó en la construcción de cinco barrios obreros:
Bella Vista, Obrero, Panamericano, Santa Ana y Manchester. Frabricato creó una
escuela, una clínica y un patronato para los obreros, es decir cubrió los
servicios básicos de salud, educación y vivienda.
En 1920, antes de Fabricato, las
obreras de la fábrica de Bello, realizaron una huelga de 24 días. Consiguieron
aumento de salarios, zapatos, y expulsión de los capataces acosadores. Esta
huelga, aupada por el Partido Socialista de la época, creó en el municipio una
tradición de deliberación política sobre las ideas de izquierda, pero que por
ser ideas perseguidas anidaron en tertulias, bares, cantinas, cafés y grupos de
bajo perfil público. Desde allí el devenir político del municipio, ha estado
caracterizado por la existencia de las ideas liberales, conservadoras y de
diferentes tendencias de izquierda.
De 1913 a 1950 las condiciones
culturales en el municipio de Bello se caracterizaron por un territorio en
permanente construcción. La sociedad distribuía los tiempos según las
condiciones de los individuos. Los obreros funcionaban al ritmo de los turnos
de la fábrica y los talleres del ferrocarril, marcados por el sonido de
sirenas. Sonidos que eran escuchados por toda la población y que regulaban sus
ritmos cotidianos. Los finqueros comerciantes dedicaban el tiempo a la atención
de sus negocios rurales y urbanos (la finca y la tienda).
El tiempo de no trabajo u ocio se
pasaba en escuchar la radio, visitar el “Salón de Frescos”, ir al cine,
caminadas a los “charcos” y bailes sociales. Se asistía con devoción y
compromiso a las fiestas religiosas, que al igual que las sirenas o pitos de
los talleres y la fábrica, marcaban el ritmo del tiempo como relojes sociales.
La iglesia con sus conmemoraciones dividía el año en tiempo de cuaresma y
abstinencia; semana santa y penitencia; pascua con jolgorio de San Isidro y
lidia de toros, fiestas patronales en octubre con pólvora, y la permisiva
navidad, donde se gastaba la riqueza acumulada del año, unos más otros menos.
La
segunda mitad del siglo XX entroniza un nuevo ambiente cultural para los
bellanitas. Fabricato construye un embalse en la quebrada la García. El embalse
conmueve la mentalidad, tanto como el establecimiento de la fábrica a comienzos
del siglo. Esa agua acumulada en la montaña se entendió como una maravilla
técnica y como una “espada de Damocles” y se instituyó el mito del temor de una
inundación general del territorio.
Puede decirse que la gestión cultural
moderna en Bello se inicia con la creación del Centro Cultural Marco Fidel
Suárez, el 17 de abril de 1949, acción de un grupo de jóvenes egresado del
Instituto Manuel J. Caycedo (hoy La Salle), quienes se dieron a la tarea de
promover la fundación de la biblioteca pública. En asocio
con el Banco de la República la empresa Fabricato cubre con una urna de cristal
la humilde choza de Suárez, resguardándola con una estructura monumental y
construye al lado un edificio de una planta para la biblioteca pública.
En estos primeros cincuenta años de vida municipal, la acción cultural
se caracterizaba por ser centralizada, de iniciativa oficial, y orientada
exclusivamente hacia el consumo de expresiones artísticas, bajo el canon e
influencia erudita europea. Se recuerdan por aquella época la realización de
tertulias selectas en casas de personas distinguidas del municipio, y algunas
charlas y recitales esporádicos con personalidades destacadas en el ámbito
departamental o nacional. El principal referente simbólico de la época (que
posiblemente no dejará nunca de ejercer su influencia sobre la cultura
institucional municipal), era la omnipresencia del recuerdo del señor Marco
Fidel Suárez, sin duda el personaje más importante en la historia de la
localidad hasta la fecha.
En el nuevo edificio de la biblioteca
se desplegó una intensa actividad literaria y cultural, que se prolongó hasta
finales de los años sesenta. Las acciones del grupo pionero fueron retomadas y
potenciadas por el Secretariado de Fabricato, institución que generó un
movimiento importante de músicos, danzas folclóricas y artistas plásticos, al
cual pertenecieron varias generaciones de obreros e hijos de obreros. El
Secretariado en los años setenta se transformó en la Corporación Fabricato para el Desarrollo Social, con una oferta
cultural y formativa amplia, asimilable a una escuela de artes y oficios mediante el fomento “del deporte, la
recreación, la cultura y la educación para la vida comunitaria, familiar y para
el trabajo”.
Esta Corporación ejerció una gran
influencia en la dinámica cultural del municipio, ya que fomentó entre los
obreros y sus familias el gusto por la creación artística y artesanal, enfocó
además su labor en los últimos años hacia la formación para el liderazgo. Esta
influencia se refleja aún en la significativa cantidad de artistas con que
cuenta desde entonces el municipio. Se destacan entre muchos otros,
agrupaciones como Los Típicos, Danzas de
mi Tierra, Cosecheros de Antioquia, Grupo de Teatro Alfa y muchos artistas
y promotores reconocidos por el movimiento cultural como los “Pioneros”.
Finalizado el acuerdo político del
Frente Nacional y luego del experimento suprapartidista de la Alianza Nacional
Popular (ANAPO), que tuvo en el municipio de Bello su “canto de cisne”, en la
segunda mitad de la década de los setenta, se crearon importantes grupos de
teatro, danzas, estudiantinas, cantantes solistas, literatos y artistas
plásticos. En ellos se gestaron actitudes estéticas conservadoras pero también
contestatarias o claramente revolucionarias y vanguardistas.
La inasistencia del Estado municipio
al sector cultural fue reemplazada por el paternalismo de Fabricato, pero al
desaparecer este en los años 80, se crea en Bello un movimiento social
cultural, fenómeno también expresado a nivel nacional. En Bello el movimiento tomó
el nombre de Movimiento Cultural-Comunitario quien logró la construcción de dos
espacios apropiados para la cultura: la Biblioteca Pública Marco Fidel Suárez y
la Casa de la Cultura “Cerro del ángel”.
Liquidada
la Corporación
Fabricato, muchos de estos promotores culturales barriales empezaron a nutrirse
intelectualmente en la ciudad de Medellín, bien fuera en las universidades, en
diversas agrupaciones o en la Escuela Popular de Artes de Medellín (E.P.A.). De
esta época, entre los años 1985-1990, surgieron grupos como: Barricada, el Movimiento
Fogatero, los Pardos de Fontidueño, las Bibliotecas Comunitarias (desde
entonces focos de desarrollo barrial), la Corporación REARTE, Corporación Cultural
TECOC y posteriormente, entre muchos otros, el movimiento Arte Joven por Bello.
Por este mismo tiempo, la iglesia católica fortaleció muchos procesos
barriales con la organización de grupos juveniles y catequistas orientados por
la Pastoral Juvenil Arquidiócesana. De ahí surgieron
una cantidad de grupos, que optaron por acciones comunitarias concretas, de
allí salió TECOC,
la biblioteca Comunitaria de Niquía, y otros.
Bajo todo este influjo, fue creciendo
desde 1987 el masivo movimiento de Líderes en Recreación Comunitaria, uno de
los fenómenos culturales más importantes de Bello (el municipio se perfiló como
modelo nacional de trabajo comunitario), coordinado por el Departamento de
Recreación y Deportes del Municipio, hoy Deporbello.
Tras la huelga de 1982, Fabricato dejó de
ser la generadora de empleo y gran aportante de dinero para el municipio, esa
ruptura fue muy fuerte. Los habitantes comenzaron a vivir fenómenos sociales
nacionales, como el narcotráfico y el sicariato. Bello fue conocido como “Cuna
de Sicarios”. Se quiebran los imaginarios, sobre el bipartidismo y las
guerrillas. Se generó un descreimiento sobre la política, sobre el Estado,
sobre lo público. Ese descreimiento será captado por la propuesta de los
movimientos sociales y cívicos. En ese ambiente, es donde se expresa en Bello
la lucha por la construcción de movimientos recreativos, como los fogateros.
En 1989, durante la primera alcaldía
popular de Bello se demolió injustificadamente el antiguo teatro Bello, propiedad
del Municipio, declarado patrimonio arquitectónico por el Concejo Municipal de
ese entonces. En su lugar se construyó una sede administrativa y se destinó el
sótano para casad e la cultura. Ante
este hecho, diversos
grupos comunitarios conformaron el 15 de abril de 1990 la “Reunión de Artistas
y Trabajadores de la Cultura de Bello” (que luego sería la Corporación Cultural
Rearte), y bajo la consigna “En Bello la Cultura necesita espacios”, se inició
un movimiento dispuesto a conquistar espacios dignos para el desarrollo
cultural; no sólo físicos, sino además económicos, sociales y políticos.
La anterior dinámica madura en los
noventa y las organizaciones culturales, que se pusieron al frente de un
movimiento cultural amplio, consiguieron además de la construcción del Centro
Integrado de la Cultura “Cerro del Ángel”, la dotación de un edificio de cinco
niveles para la Biblioteca Pública Marco Fidel Suárez y la elaboración e
implementación del primer Plan de Desarrollo Cultural de largo plazo, concebido
para el período 1998 – 2008.
Con Rearte se fortalecieron propuestas
existentes como la Casa-Teatro TECOC, los Festivales de Teatro, las Fogatas de
Luna Llena y los Encuentros de Arte Joven, a la vez surgieron dinámicas nuevas
como las Fiestas murales, las Arte-vías, las Escuelas Pilotos de Iniciación
Artística Infantil -EPIAI- (o “Escuelitas con Alas”) y las Semanas por Espacios
Culturales, dentro de las cuales surgieron los Foros por la Cultura en Bello,
con los que se sembró y cosechó la idea de la Casa de la Cultura de Bello.
La participación comunitaria logró que
la dirección de la Casa de la Cultura fuera convocada abiertamente por concurso
de méritos. Entraron en la dirección tres representantes reconocidos del
movimiento cultural, quienes iniciaron su labor el 2 de mayo de 1994, con la
consigna “dándole alas a un Bello sueño”. Rápidamente la Casa de la Cultura
Cerro del Ángel, respaldada por el Movimiento Comunitario, desató una intensa
dinámica socio-cultural que alcanzó reconocimiento nacional.
En esta época hubo una efervescencia
cultural, ejercida por grupos alternativos, muchos de ellos inspirados en las
teorías del arte, la literatura y la cultura con deseos de transformación
social. Estos grupos en los años ochenta, organizaron un movimiento social con
objetivos de lucha como la construcción de espacios para la cultura, la
apertura de bibliotecas comunales, la enseñanza de las artes y las letras, y
políticas de recreación, para una población con todas las carencias.
A la par de este proceso, el
territorio recibió, nuevos pobladores, por ser Bello la tierra disponible en el
valle de Aburrá para la construcción de vivienda barata. Los barrios de
“Casitas sin cuota inicial”, se llenaron de gentes de todos los colores,
olores, procedencias, y todo lo habido y por haber, y de pronto esas casas que
permanecían con las ventanas abiertas y las puertas sin tranca, fueron robadas
y saqueadas. Se crea un enorme celo. La población que vino en busca de una
vivienda, no encontró donde trabajar, ni estudiar, ni donde recrearse. Esta
situación se tradujo en un contraste inmenso, que generó focos de violencia.
Estos nuevos pobladores fueron
estigmatizados por ser pobres, beneficiarios de casa de interés social. Alrededor
de esas franjas de viviendas, los raizales de Bello, acostumbrados a vivir en
comunidad con tranquilidad, entraron en conflicto. Esta situación desbordó el Estado.
A partir de ahí, el territorio,
densamente poblado y ocupado en desorden, fue pensado en términos humanos y de
desarrollo cultural. Por ello los ciudadanos activos estéticamente, aspiraron a
políticas de recuperación del patrimonio, de la historia local, de recuperación
de las aguas, la flora, la fauna, el aire y las montañas.
La inquietud de planificar el desarrollo
cultural de la ciudad (o mejor aún: planificar la ciudad desde la perspectiva
cultural) se esbozó por primera vez en el Primer Foro por la Cultura en Bello,
en agosto de 1990, en la ponencia de la Corporación Cultural REARTE. Esta
preocupación se hizo expresa en varios comunicados posteriores del movimiento
cultural de Bello, y se recogió en el Plan de Gobierno de la administración 1996
-1999, como una necesidad sentida del sector.
El 8 de marzo de 1996, en virtud de una
reestructuración de la Administración Municipal, fue suprimido el cargo de Dirección
de la Casa de la Cultura. Esta otra coyuntura, evidenció nuevamente la gran
necesidad de planear estratégicamente las acciones y políticas del desarrollo
cultural de Bello.
Escuchadas las razones expuestas por el
movimiento cultural comunitario, la Administración accedió liderar la empresa
de planear los destinos culturales, financiando el equipo que
participativamente diseñaría las estrategias y acciones conducentes a potenciar
la ya importante dinámica pro-cultural comunitaria e institucional y orientarla
hacia el desarrollo integral de toda la ciudad.
El movimiento artístico ejerció una
importante influencia sobre la dinámica cultural de la ciudad (al punto de que
Bello se ha ganado en Antioquia el apelativo como “Ciudad de los Artistas”), y como movimiento cultural ha venido
ampliando su visión a partir de sus experiencias y búsquedas, hacia un concepto
más integral del fenómeno cultural, en la que el arte es sólo una de sus
expresiones. Se dimensionó y revaloró la Cultura como un factor fundamental del
desarrollo integral de la comunidad.
La visión que guió al Plan de Desarrollo Cultural de Bello hacia el
2008, se condensa en el lema “por un Bello
futuro con dimensiones humanas”. Las luchas
nombradas dejaron en el imaginario bellanita la convicción de institucionalizar
el sector cultural del municipio. Ello indujo a un grupo de líderes
experimentados y de entusiastas jóvenes, que a través de organizaciones no
gubernamentales han hecho aplicar la legislación nacional sobre cultura en la
localidad y desarrollan la historia local, el teatro, la literatura, la poesía,
la danza, las artes plásticas y la recuperación y protección del medio ambiente.
Desde esta actitud se piensa que la Naturaleza no puede concebirse como recurso
para gastarse y, para comercializarse, sino para preservar y proteger en
beneficio de todos.
En la actualidad el sector cultural
del municipio de Bello lucha por la construcción de una sociedad deliberante
sobre la integralidad de los problemas de la localidad. Por ello existe desde
hace 15 años un Consejo Municipal de Cultura y más recientemente una
Subsecretaria de Cultura, con metas claras, como el aumento de las finanzas de
la cultura, la descentralización de los servicios del sector, y rutas de
desarrollo, a las cuales obedece la construcción de una Política Pública de
Cultura, como base y brújula para la construcción del próximo plan de
desarrollo cultural 2011 – 2020.
El territorio hoy está pensado por un
Plan de Ordenamiento que dispone el espacio para la recepción de nuevos
habitantes y nuevos comercios y urbanizaciones de gran calidad espacial. Es ya
el municipio de Bello una ciudad populosa, rumbo a metrópoli, con una práctica
económica globalizada. A ello debe obedecer una política cultural que facilite
el encuentro de la voluntad colectiva y el deber de los gobernantes de modo que
se proteja y desarrolle los bienes culturales y se democratice su disfrute,
para satisfacer la necesidad de garantizar a todos y a todas una vida con
calidad, en un territorio culturalmente diverso, grato, creativo e incluyente.
Excelente, Guillermo. Felicitaciones.
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