jueves, 14 de octubre de 2021

Elegías de Castellanos. Tres: Yapel, Guacá, Utibará, Quinunchú, Urabá, Buriticá, los Heredia, Francisco César y Vadillo

 

Los Heredia hacen nuevas incursiones hacia el sur. En 1535 llegan a los territorios del cacique Yapel, quien guerrea hasta huir; Llegan al río Cauca y lo vadean. Los indígenas informados sobre los españoles quemaron los pueblos y huyeron. La hueste de Heredia, debió regresar a Cartagena. Castellanos mete dentro del lío de los Heredia y Vadillo, juez de residencia enviado desde Santo Domingo, la llegada de Francisco César con 100.000 castellanos de oro sacados de su recorrido por siete meses en el sur de la gobernación de Cartagena. Dice Juan de Castellanos que César entró en la región de Guacá y vio en ella un gran número de pueblos mineros… “Aunque sobre dicho potentado/ Es tierra del Guacá que se derrama/ Por rico Mineral a cada lado/ Cuya grandeza publicó la fama;/ Y el indio de quien era gobernado/ Utibará supieron que se llama;/ hicieron pues los nuestros sus conciertos/ De estarse por entonces encubiertos.”1. Francisco César fue bien recibido, aunque los indígenas temblaban de pánico ante los caballos. Utibará ataca con dos mil indígenas de guerra […] Con flechas, hondas, y con largas lanzas/ Y con sus atambores y ordenanzas”. Utibará es traído en andas y con un gran séquito de mujeres con útiles para comerse a los invasores… “Cuando venían era de ver dino/ El orden que traían los salvajes./ Aquellas joyas ricas de oro fino,/ Aquella gran soberbia de plumajes,/ Aquel alboroto todo torbellino,/ Aquellos ademanes de corajes,/ Y de los españoles el más fuerte/ Tragada, como dicen, ya la muerte”2.

El hermano de Utibará, menor, (Quinunchú, nombrado por Cieza) “[…] De grandes miembros, mozo tan lozano” es el general del campo indígena, arremete y sitia a los españoles. Francisco César ruega a su dios y expresa su concepto del enemigo: “[…] Guie la vuestra mi cansada mano;/ No prevalezcan los que no os entienden/ Y con tantas maldades os ofenden”3. Luego de esta invocación, pica los estribos del caballo y de gran estocada decapita al general indígena Quinunchú. El cuerpo es llevado a la litera de Utibará y este declara la retirada del ejército. Los españoles despojaron los caídos muertos “[…] de joyas de oro que trajeron buenas,/ Diademas, Chaguales, capacetes,/ Orejeras y rocos brazaletes.”4. Saquearon una tumba de un cementerio de Guacá la cual sola les dio 100.000 pesos. Ante la noticia del rearme de Utibará, rápidamente tomaron el camino hacia Cartagena y al cabo de tres días llegaron a Urabá.

Vadillo restituye a Francisco César en el cargo de General de Calamar – Cartagena y seducido por sus relatos decide organizar una incursión con trescientos (300) soldados, cien (100) etíopes esclavos, numerosos indígenas de servicio, doscientos (200) caballos de silla y muchos de carga; “[…] A César hizo general teniente/, por ser para tal cargo suficiente […] Fue capitan de la caballería/ Juan de Villoria, noble caballero;/ Por consiguiente del infantería/ Alonso de Saavedra, tesorero,/ Monte Mayor alférez, y regía/ El escuadrón que llaman machetero/ Baltazar de Ledesma, que con tino/ Había de romper duro camino […] Escuadra fue Francisco de Mojica/ Y otro dicho Juan Ruiz e Molina,/ Y con los mismos cargos del aplica/ A un Carvajal y otro Medina […] con sus colaterales Juan de Frades/ Un Portalegre y un Alonso Pérez/ De quien en los rigores o bonanzas/ Hizo Vadillo grandes confianzas”5.

En este último verso está el nombre de Juan de Frades, hombre que entrará luego con Robledo al valle de Aburrá. Lleva además cuatro (4) cuatro religiosos, armamentos, “Trompetas clarones”. Por mar Vadillo recorre de Cartagena a Urabá, allí desembarca y transita, dice Castellanos, un camino ya conocido: Urabaibe, Montería, la provincia de Abive, “Terreno de poquitos moradores,/ Mas eran curiosos labradores […] Humana carne comen todos ellos,/ Y es gente de gallarda compotura;/ Traen ellos y ellas los cabellos/ Tan largos que traspasan la cintura;/ Hombres luengos de zancadas y de cuellos/ El cuerpo sin ninguna vestidura,/ Pero cubren las partes vergonzosas/ con pedazos de manta y otras cosas”6.

De Abive entran por las sierras hasta llegar a unas sabanas cultivadas de algodón, con el nombre de valle del Pito, por haber muchos chinches. Los indígenas presentaron batalla. Los conquistadores vencen a punta de estocada y “Corría por el campo vena gruesa/ De sangre del ejército salvaje”7. Llegaron luego a un valle llamado Mauri, toda tierra de Guacá, regida por Utibará. Vadillo se asentó en “Mauri por estar más cercano/ Al río del Guacá”, y de allí mandó buscar a Utibará, quien estaba con su gente, mil indígenas, fortalecido en una sierra. Vadillo utiliza la experiencia de Francisco César y suben la cuesta con dificultad con toda la hueste; “Y de repente dan en una mesa/ de gentil vista, todas partes rasas,/ Y en ella grande número de casas”8. Los indígenas salen en masa, hacen retroceder a los conquistadores quienes vuelven al valle de Mauri, donde está Vadillo. Se rearman y deciden volver sobre Utibará porque estaban informados que guardaba un tesoro; además, vencer a Utibará le sposibilitaba entran en regiones muy ricas como la provincia de Nori y la de Buriticá. Dice Francisco César: “Aquí tenemos guía que publica/ Haber otros riquísimos terrenos,/ La provincia de Norí ser muy rica,/ La de Buriticá ni más ni menos”9.

A Utibará, se le dejó y Vadillo se dirigió al Nori. Allí encontró s una serie de valles poblados y con la batalla sangrienta en el primer pueblo encontrado, los demás huyeron y dejaron a disposición de los conquistadores gran cantidad de comida. Castellanos versifica: “Crecen sanguinolentas tempestades/ De los que van diciendo ¡Santiago!/ Juan Ruiz de Molina y Juan de Frades/ En bárbaros hacian grande estrago…”10. Les vino de paz el cacique Nabuco de Nori y entregó “[…] dos mil pesos de oro fino/ Con otras muchas cosas en presente;/ Sagaz y en el aspecto venerable/ Y para bárbaro Varón afable”11. Vadillo le regaló un bonete colorado con una galana pluma, “El bárbaro mostró quedar contento”. En Nori no encontraron oro. Interrogaron a Nabuco y este se ofreció a guiarlos hasta Buriticá, provincia rica y sus naturales eran prósperos. Al cabo de tres días de camino inhóspito llegaron “Pues al septentrión y al medio día,/ Y al orto y al ocaso, van subidos/ Cerros, la cumbre dellos algo fría;/ Y ansí los indios andan bien vestidos,/ Dispuestos y de mucha gallardía,/ Valientes, sueltos, bravos y atrevidos/ Y ricos, pero poco labradores,/ Por ser de oro todas sus labores”12.

Los pobladores de Buriticá tenían un fuerte. Castellanos le dice palenque. Allí se concentraron. El palenque se describe como un alto fortificado con maderos y con accesos de caminos para una sola persona. Los indios enbijados y fortificados, es muestra que esperaban a los conquistadores. El fuerte cayó y el cacique (de quien nadie recuerda su nombre –dice Castellanos) guió a Vadillo por uno senderos escarpados hacia el lugar donde estaba el oro, del que se exigieron doce (12) cargas. El cacique engrillado y sostenido por cuatro soldados se despeño a propósito y con el cayeron quienes lo sostenían; pero un zarzal les detuvo la caída. Ante el hecho Vadillo mandó a cuatro negros a que quemaran vivo al cacique. Los soldados exhibieron el cuerpo quemado, montado en un caballo por el pueblo de Buriticá.

La hueste de Vadillo siguió hasta un provincia llamada Iraca “[…] llena de poblaciones y abundante;/ Y antes que por la tierra se metiese/ Al campo dio mandado que viniese”13. Dice Castellanos que llegaron a un río grande, (el Cauca) y a una provincia con pozos de agua salada de los cuales los indígenas sacaban sal como el principal producto de su economía. Cruzaron otro río llamado Garú cerca de la ciudad de Cori 14con mucha gente quienes dieron batalla y hubo muchos heridos. Los indios Cori huyen y la hueste descansó veinte días. Allí francisco César enferma y muere. Vadillo recibe noticia de una residencia que se le adelantaba y para evitarla sigue hacia el sur, hacia las provincias de Cartama y Caramanta “El primer pueblo de estas vecindades/ De todas cosas lo hallan falto,/ Y los indios con grandes cuantidades/ Tenían de la sierra lo mas alto;/ Mas con ciertos soldados Juan de Frades/ Tomó siete gandules en un salto,/ Y con intérprete que los entiende/ Vadillo preguntó lo que pretende”15. Llegaron hasta Ancerma y batallaron con los indígenas de varios pueblos. Allí los indígenas sorprendieron haciendo sus necesidades coprológicas a García-López y lo mataron. García antes de morir mató cuatro indígenas16. Los conquistadores se desquitan y hacen escarmiento; Castellanos lo versifica así: “Y esta parte, do se representa/ Haber sido la muerte y el conflicto,/ Emplaron después mas de cincuenta/ Que estaban harto libres del delito;/ Y ansi toda la tierra se amedrenta/ De modo que no dan guerrero grito,/ Antes de paz un cierto señor vino/ Y trajo dos mil pesos de oro fino”17. Pasaron a Otumani, a la provincia de Guarama “Y todo lo Hallan abrazado” igual en Nacor y Dabitó. El hambre los acosaba y de nuevo enviaron a Juan de Frades experto explorador, pero no encontró camino de pueblos. Pasaron el río y allí encontraron pueblos vacíos con comida. Vadillo siguió hacia el sur y se encontró con Jorge Robledo, y fue advertido de estar en territorios de Pizarro, gobernados por Belalcázar. La tropa en Lile repartió el oro rapado a los indígenas en la correría desde Cartagena, despojando así a Vadillo, quien se embarcó por Cali hacia Panamá. Allí fue prendido por su juez de residencia y enviado como reo a Castilla.

1. De Castellanos, Juan. Elegías de varones ilustres de Indias. Editor Gerardo Rivas Moreno. Bogotá – Bucaramanga 1977. Prólogo de Javier Ocampo López. Pág. 749

2. Ídem. Pág. 750

3. Ídem. Pág. 751

4. Ídem. Pág. 752

5. Ídem. Pág. 756

6. Ídem. Pág. 758

7. Ídem. Pág. 760.

8. Ídem. Pág. 763

9. Ídem. Pág. 766

10. Ídem. Pág. 767

11. Ídem. Pág. 770

12. Ídem. Pág. 771

13. Ídem. Pág. 778

14. Ídem. Pág. 781

15. Ídem. Pág. 783

16. Ídem. Pág. 788.

17. Ídem. Pág. 788

No hay comentarios:

Publicar un comentario